Ricardo Scavone Yegros* - Fotos : gentileza/colección Vera-Scuderi

Carlos Vera Abed y Arnaldo Vidal Marecos rescatan en la compilación “Ese obscuro gabinete” documentos valiosos para la historia del Paraguay. Se trata de un conjunto de despachos o mensajes intercambiados entre autoridades o mandos militares de Bolivia durante la guerra del Chaco, que muy probablemente se descifraron en la Sección de Informaciones por Medios Técnicos de la Marina Paraguaya y llegaron a ser conocidos y aprovechados por nuestro alto mando militar.

Como explican los editores, los mensajes se transcribieron en forma sucesiva con cierto orden cronológico y se reunieron en un volumen encuadernado en el que se consigna que constituían la segunda parte del material compilado. El volumen abarca el periodo del 17 de febrero de 1934 al 15 de julio de 1935 e incluye 1.854 despachos.

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Por provenir de diferentes emisores y estar dirigidos a diversos destinatarios, emplazados en lugares distintos, parece difícil que sea documentación procedente de archivos bolivianos. La manera en que han sido transcriptos hace suponer en cambio, con bastante certeza, que se trata de los despachos que fueron captados y descifrados en el Paraguay, como se sabe que ocurrió en aquellos tiempos.

En efecto, entre los grandes servicios que la Armada Paraguaya prestó al país durante el conflicto bélico con Bolivia destaca, sin duda, la labor silenciosa cumplida por un pequeño grupo de oficiales y suboficiales de Marina que se dedicaron a desvelar el contenido de los mensajes cifrados bolivianos transmitidos por radiotelegrafía, obteniendo informaciones precisas acerca de lo que estaba ocurriendo en territorio enemigo.

Tal servicio, que se fue consolidando desde el segundo semestre de 1933, permitió planificar mejor los movimientos de las fuerzas militares del Paraguay, atacar donde se ofrecía menos resistencia, desplazar tropas de donde no eran tan necesarias, apreciar los objetivos, las preocupaciones y las deficiencias del Ejército boliviano. En suma, permitió dar luz sobre lo que pasaba más allá de las trincheras propias, en el campo enemigo.

Dicha labor correspondió a la Sección de Informaciones por Medios Técnicos de la Armada, que en palabras del entonces director del Departamento de Marina, capitán Manuel T. Aponte, “trabajó oscura, modesta y silenciosamente” para contribuir a los éxitos conquistados por nuestro ejército. Aponte indicó que “en el transcurso de la guerra, esta sección colaboró constantemente con el Alto Mando proporcionando minuto a minuto el movimiento y dispositivo del Ejército adversario, determinando todas las claves que usaban en sus comunicaciones y descifrando todos los partes y órdenes librados por su Estado Mayor dónde era, contestaba invariablemente “ser de cualquier otro país menos de la Argentina”. Aclaró también Infante Rivarola “que el instructor en ningún momento descifró claves bolivianas captadas, ni aun como ejercicio de preparación del proceso del descifrado”, para agregar finalmente que “de todos los despachos enemigos descifrados y pasados a Comanchaco por el Gabinete de Descifra, ni uno solo fue realizado por otros que no fueran los criptógrafos de la Marina”.

El trabajo de la Sección de Informaciones fue ímprobo. Cada cambio de las claves bolivianas demandaba nuevos esfuerzos para descifrarlas. Se trabajaba en ocasiones sin horario ni descanso, sobre todo durante el desarrollo de operaciones militares. En los últimos meses de la guerra, el descifrado de despachos bolivianos se realizó también en el Chaco, en el Puesto de Comando del general Estigarribia, mediante el traslado del teniente Felipe Quevedo, quien contó con la colaboray Comandos Superiores, que de inmediato eran comunicados al Comando en Jefe del Ejército en Campaña”.

El presidente del Paraguay durante la contienda, Eusebio Ayala, junto con Estigarribia

CREACIÓN

Carlos Pastore, quien se desempeñó durante la guerra como jefe de la Sección Correos y Claves del Estado Mayor del Comanchaco, apuntó que la referida Sección de Informaciones fue creada precisamente por iniciativa del comandante en jefe del Ejército en campaña, el coronel y luego general José Félix Estigarribia.

Según Pastore, Estigarribia solicitó al Gobierno que efectuara gestiones para que técnicos argentinos instruyeran a oficiales paraguayos a efectos de que pudiesen descifrar las comunicaciones radiotelegráficas de los enemigos.

En consecuencia, se constituyó en agosto de 1933 la Sección que, con los conocimientos adquiridos, logró tres meses después “descubrir las claves bolivianas en que se cifraban los mensajes cambiados entre el presidente de la República y el Comando del Ejército en Operaciones, y entre este y las unidades del frente de batalla y los mandos de retaguardia”.

La Sección de Informaciones por Medios Técnicos fue constituida, efectivamente, en agosto de 1933, y se destinó para que prestaran servicios en ella a los tenientes segundos Humberto Infante Rivarola y Julio Martínez Ramella, y al guardiamarina Felipe N. Quevedo. Colaboraron el suboficial Óscar S. Talavera y el conscripto Ramón Rolando Hermosa.

“Este último –declaró Infante Rivarola– era el encargado de recoger los cifrados captados por las estaciones receptoras, de las cuales tres estaban instaladas en el parque Caballero y una en el Jardín Botánico, al servicio exclusivo de la Sección Informaciones por Medios Técnicos”. También las estaciones radiotelegráficas de los buques de guerra debían captar los mensajes bolivianos en las horas libres del servicio.

Portada del libro

TÉCNICAS DESCONOCIDAS

Un testigo calificado, Juan Guillermo Peroni, comentó que ese grupo de oficiales tuvo la misión de aprender técnicas desconocidas hasta entonces en el país y que sus componentes, encerrados en una pieza del Departamento de Marina en Asunción, “reunían centenares de despachos telegráficos y radiotelefónicos de origen boliviano, que examinaban con extrema atención durante días y noches enteras”, durmiendo y comiendo en la misma pieza en que trabajaban.

Puntualizó igualmente que “mediante un sistema conocido, según el cual hay letras en el alfabeto que se repiten con mucha más frecuencia que las demás, después de una tarea agotadora descubrían las claves enemigas”.

Se descifraron primero los despachos del día, que eran inmediatamente transmitidos con la clave paraguaya al Comanchaco; y luego se fueron descifrando los captados con anterioridad. El trabajo de la Sección de Informaciones resultó muy importante ya durante la batalla de Zenteno-Gondra, que culminó con la rendición de dos divisiones bolivianas en Campo Vía.

Acotó sobre esto Carlos Pastore: “El debilitamiento del poder combativo del enemigo y el proceso anterior a la derrota y la rendición fueron minuciosamente controlados por el general Estigarribia mediante los descifrados. La decisión de abandonar Zenteno, de buscar enlace con las tropas bolivianas del sector Gondra, huir por la picada Capriles, de atacar a la Primera División paraguaya que había irrumpido en Campo Vía e interceptado el camino de la retaguardia del enemigo, la operación de auxilio del Coronel Peñaranda eran conocidos en el acto por nuestro Comando, que ordenaba las contramedidas, muchas veces antes de que el enemigo iniciara las suyas”.

“Fue para todos una sorpresa –añadió Pastore– el conocimiento de las intenciones y los planes militares del enemigo gracias a los mensajes de su Comando Superior. No se había pensado hasta entonces en este medio de información, aunque se conocía la posibilidad de usarlo. Desde aquel momento, para los oficiales del Cuartel General, encargados del Servicio de Informaciones, fue habilitado un espacio sin límites para soñar en el triunfo final, que hasta entonces solo Estigarribia lo alimentaba con renovada fe”.

Uno de los mensajes interceptados y descifrados por los criptógrafos paraguayos

INSTRUCTORES

Aunque tanto Peroni como Pastore aludieron a la intervención de técnicos argentinos en estas tareas, el jefe de la Sección de Informaciones por Medios Técnicos, Humberto Infante Rivarola, precisó que solo hubo una persona contratada por el Gobierno –seguramente en la República Argentina– para instruirles en el procedimiento analítico de descifrado de las claves, cuya procedencia o nacionalidad nunca llegaron a conocer. Cuando se le preguntaba de dónde era, contestaba invariablemente “ser de cualquier otro país menos de la Argentina”. Aclaró también Infante Rivarola “que el instructor en ningún momento descifró claves bolivianas captadas, ni aun como ejercicio de preparación del proceso del descifrado”, para agregar finalmente que “de todos los despachos enemigos descifrados y pasados a Comanchaco por el Gabinete de Descifra, ni uno solo fue realizado por otros que no fueran los criptógrafos de la Marina”.

El trabajo de la Sección de Informaciones fue ímprobo. Cada cambio de las claves bolivianas demandaba nuevos esfuerzos para descifrarlas. Se trabajaba en ocasiones sin horario ni descanso, sobre todo durante el desarrollo de operaciones militares. En los últimos meses de la guerra, el descifrado de despachos bolivianos se realizó también en el Chaco, en el Puesto de Comando del general Estigarribia, mediante el traslado del teniente Felipe Quevedo, quien contó con la colaboración del aspirante Manuel Peña Villamil.

Para Carlos Pastore, tanto como en la batalla de Zenteno-Gondra, el aporte de los criptógrafos fue fundamental en la batalla de Cañada Tarija, de marzo de 1934, y en la de Ingavi, de junio de 1935. Carlos R. Centurión, por su parte, comentó asimismo que “la marcha hacia los contrafuertes andinos fue jalonada con sus noticias, siempre precisas, orientadoras y eficaces”. De hecho, la labor del pequeño núcleo constituido originalmente dentro del Departamento de Marina proporcionó informaciones de extraordinario valor para la eficaz planificación y ejecución de las operaciones militares durante la guerra del Chaco.

Parte de esos despachos descifrados, que proporcionan múltiples noticias con respecto a la actividad y las vicisitudes del Ejército boliviano, pero que también permiten conocer lo que sabía al respecto el alto comando del Paraguay, se encuentra en el material que ahora se pone a disposición de los estudiosos e interesados en este libro.

El citado Carlos R. Centurión, en un artículo dedicado a recordar a Julio Martínez Ramella, calificó al “oscuro” gabinete de la Sección de Informaciones por Medios Técnicos como “uno de los factores secretos del éxito conquistado por el Ejército paraguayo” y concluyó afirmando lo siguiente: “En los archivos militares de la nación queda el resultado de sus afanes. La historia enriquecerá en esa fuente el caudal de sus recuerdos; la crítica otorgará a ese servicio el valor real que le corresponde como factor decisivo de los acontecimientos militares”.

La presente publicación permitirá cumplir, en parte al menos, lo previsto por el ilustre escritor compatriota y, al mismo tiempo, rendir perenne reconocimiento al trabajo de los esforzados marinos que, con inteligencia y dedicación, desde su “oscuro gabinete” realizaron una formidable contribución para el éxito de las armas paraguayas en el Chaco Boreal.

* Historiador y director general de la Academia Diplomática y Consular Carlos Antonio López

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