Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com

Este domingo, a poco de cumplir cinco años de ininterrumpidas publicaciones de “Cuadernos de barrio” versión diario, Toni Roberto nos acerca los recuerdos de la noche de la mano de José Pérez Chaves a partir del misterioso sonido que emitiera un legendario urutaú en la vieja placita Walt Disney del barrio Manorá de Asunción.

Son las veintiún horas del jueves. Después de tres días de lluvia pude salir a caminar por el barrio. El recorrido nocturno se convirtió en uno muy especial. Pasando por la placita Walt Disney del barrio Manorá, de las alturas de las copas de los viejos jacarandás viene un sonido. Era el de un urutaú, cuyo canto tiene muchas connotaciones para los paraguayos a partir del poema del Carlos Guido Spano.

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El silencio de la noche y el canto de la legendaria ave me llevaron al otro extremo, a empezar a escribir sobre el ruido de la noche a partir de los relatos de José Pérez Chaves sobre sus vívidos recuerdos de una Asunción en la que empezó a vivir allá a finales de los años 60, que estaba entre lo pueblerino y el nacimiento de los primeros edificios en altura.

A su lado, su “lugarteniente” y escritor Santiago Duarte, asintiendo y anotando todo lo que en el transcurso de la charla iba contando, desde las increíbles historias de lugares que ya no están, como el J&C Discotec, esquina que frecuentaba casi diariamente el General, la casa de su amigo frente mismo a la entrada del local.

Una noche de verano había ido el presidente a la casa de don Ángel Torres. La disco estaba con sus más altos decibeles. El ruido era ensordecedor, las puertas y ventanas temblaban formando casi parte de alguna pieza musical como “Fiebre de sábado por la noche” o algún grito de Diana Ross. En un momento dado, cruza el General, pregunta quién era el encargado y de repente salen unos muchachos, entre ellos el mismo hijo del primer mandatario.

Una mirada y otra y una sola y corta frase: “Bajen la música”. Así se retiró, volvió al jardín de su amigo, que justo daba en línea recta con el local. Ya con el sonido más bajo siguió la charla con un wiskicito y de fondo alguna música disco de la época.

Transitar la noche de aquella época puede ser algo no recomendable para muchos ortodoxos, pero Pérez Chaves y sus amigos se divertían a su manera y la noche no pasaba desapercibida.

Hoy, después de tantas décadas, ya es parte de las historias urbanas de la ciudad de Asunción que hacen las grandes historias. Los recuerdos van y vienen, desde el yacaré del desparecido Caracol hasta la del Citroen DS, aquel moderno auto de los 60, ícono de la ingeniería automotriz.

Un día, paseando con su amigo el arquitecto Mario “Ñuño” Benítez y dos amigas. Como el auto tenía una chapa con bandera oficial, iban por la avenida Mariscal López llegando a la altura del Ministerio de Defensa. Se habían percatado de que detrás de ellos venía la comitiva de Alfredo Stroessner rumbo a una recepción a la Embajada del Brasil.

Al llegar a la esquina de la residencia de dicha embajada, los fusileros brasileños confundieron el auto con el de la comitiva desviando el auto sin ningún inconveniente hasta la misma puerta de la mansión Alonso, en territorio oficial del Brasil, donde se realizaba el evento.

Recuerda a casi todos sus amigos de aquellas noches de Asunción, como Celita Escobar, Nacho Escobar, Carlos Alberto Bittar, Alfredo Jaeggli, Ricardo Maluff, Camalía Fadul, Manuel Ratti, Mario Leoz, Necho Buey o Jorge Bazán, y hace un apartado muy especial en Juan Carlos Díaz de Bedoya Bianchini, su gran amigo, al que considera el primer disc-jockey de Asunción.

Si de los amigos de la noche puede recordar uno a uno, también lo hace con cariño a sus amigos del día del Banco do Brasil. Pérez Chaves combinaba perfectamente sus actividades nocturnas con las del día. Así, no olvida a María Victoria Prieto Yegros, al Dr. Parodi y su hijo Dani, a Matuco Sarubbi o al Dr. Carlos Capurro, abogado de dicho banco.

Al final, con su impecable caligrafía, en parte fruto de la rigurosa enseñanza de su abuela, la escritora doña Concepción Leyes de Chaves, hace una minuciosa lista de los locales nocturnos a los que frecuentó, y lo avala con los carnets de socio de cada uno de ellos, que los tiene atesorados en una vieja caja que hoy ya es parte de un estudio antropológico de la noche asuncena de ayer que es de hoy de siempre. Yo mientras, al terminar de escribir voy de nuevo a ver si escucho el sonido del Urutaú, en la inspiradora placita Walt Disney en un rincón nocturno del barrio Manorá de la ciudad de Asunción.

José Pérez Chaves y amigos. As. C. 1970
José Pérez Chaves y Humberto Domínguez Dibb. Asunción, c.1978
Edificio Caracol. Asunción, 1972
Fiesta. As. s.f.
Fiesta. Asunción s.f.
Hugo Bogado Barrios. Parte importante del primer diseño del Caracol. As. s.f.
Fiesta. Del libro “50 años del Caracol”. Santiago Duarte. Asunción, 2023

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