Taiwán, situado en la región del Indopacífico, es un socio de cooperación en la región, especialmente en ámbitos clave como la lucha contra el cambio climático, la digitalización de la economía y la lucha contra la injerencia digital.

  • Por María Victoria Benítez Martínez *

Paraguay mantiene relaciones diplomáti­cas con República de China (Taiwán) desde 1957. La firma del Tratado de Coo­peración Comercial y Eco­nómica de 1962 dio lugar a la firma bilateral de numerosas actas, acuerdos, convenios, cartas de intención, memo­randos de entendimiento y proyectos de cooperación técnica y financiera en diver­sas áreas, así como a la conce­sión de becas para estudian­tes paraguayos.

En la actualidad, trece Esta­dos siguen manteniendo relaciones diplomáticas con la isla nacionalista. En Amé­rica Latina y el Caribe: Gua­temala, Belice, Paraguay, Haití, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas. En el resto del mundo: la Santa Sede, Suazi­landia en África y, en el Pací­fico, Nauru y las Islas Mars­hall, Palaos y Tuvalu.

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Sin embargo, Taiwán tiene oficinas (Bureau) de repre­sentación no diplomáticas en una red de 110 represen­taciones en 74 países; no hay representaciones en Asia Central ni en Magreb.

Estas representaciones reci­ben diversos nombres, como oficinas, delegaciones o misio­nes y se centran principal­mente en las dimensiones económica, comercial y cul­tural de sus actividades. Es una forma de “paradiploma­cia” o diplomacia privada y, en algunos casos, personali­zada, asociada a la conducción de las relaciones internaciona­les como canales de comunica­ción para contribuir y servir a los intereses de Taiwán y sus ciudadanos.

Al expresidente taiwanés Lee Teng-hui le pregunta­ron en una entrevista qué sentido tenía ayudar a Estados pequeños que no podrían hacer absolutamente nada en caso de conflicto. El expresi­dente respondió: “Si China nos reduce a polvo, pero solo un país en la ONU dice que fue injusto, no habremos muerto en vano”.

Taiwán y Pekín libran una guerra diplomática en Amé­rica Latina para mantener o ampliar sus relaciones diplo­máticas.

SOBERANÍA

Los estudios señalan que “la cuestión no es si Taiwán es o no un país por el escaso número de relaciones diplo­máticas que mantiene, o de si es un Estado de facto (hecho) y no de iure (derecho). La sobe­ranía del Estado es una cues­tión de hecho. La soberanía del Estado no puede limitarse a la soberanía jurídica interna­cional basada en el reconoci­miento de otros Estados; por tanto, debe tener en cuenta no solo la soberanía interna, sino también la soberanía funcio­nal, que es el caso de Taiwán”.

Desde 1971, y la adopción de la Resolución 2758 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, la Repú­blica Popular China (Pekín) y no la República de China (Taipéi) está representada en la organización, tomando el relevo de esta última.

Desde entonces, Estados Uni­dos, pero también los países europeos, no han intentado obtener una doble represen­tación para Pekín y Taipéi, sino garantizar la participa­ción de Taiwán en las organi­zaciones internacionales en las que los estatutos lo per­miten. Pero para ello, Pekín no debe utilizar su derecho de veto. La participación de Taiwán no es inédita, ya que el país fue miembro obser­vador de la Asamblea Gene­ral de la Organización Mun­dial de la Salud (OMS) entre 2009 y 2016.

Además, aunque la presencia oficial de Taiwán en organi­zaciones internacionales se ha restringido mucho desde los años 70, no se ha elimi­nado por completo. Taiwán es miembro de varias organiza­ciones internacionales, como el Banco Asiático de Desarro­llo, con el nombre de Taipéi, China; el Comité Olímpico Internacional (COI), la Coo­peración Económica Asia-Pa­cífico (APEC), con el nombre de Taipéi Chino, y la Organi­zación Mundial del Comer­cio (OMC), con el nombre de Territorio Aduanero Separado de Taiwán, Penghu, Kinmen, Matsu (Taipéi Chino).

Las dos Chinas se complemen­tan económicamente, pero son rivales políticamente.

HABITANTES DE TAIWÁN

Desde la llegada de los euro­peos en 1624, las tierras tra­dicionales de los aborígenes fueron colonizadas sucesiva­mente por holandeses, espa­ñoles, dinastías Ming, Qing, y japoneses y la República de China.

Los navegantes portugueses la llamaron Ilha Formosa, o Isla Hermosa (siglo XVI). Ocupada parcialmente por holandeses y españoles en el siglo XVII, sirvió de refugio a los lea­les a los Ming en 1661. La isla solo fue conquistada parcial­mente a finales del siglo XVII por la dinastía Qing (manchú), que logró reconquistarla en 1683. La República de China se fundó en 1912 tras la caída de la última dinastía imperial china (Qing).

Adscrita a la provincia con­tinental de Fujian, la isla fue elevada a la categoría de pro­vincia por derecho propio en 1876, estatus que recuperó en 1945 tras cincuenta años de colonización japonesa (1895-1945). El 25 de octu­bre de 1945, las fuerzas japo­nesas entregaron Taiwán a los Aliados.

Con la llegada de la República Popular China (RPC) el 1 de octubre de 1949, la frontera chino-taiwanesa ha sido desde entonces objeto de una disputa multifacética tanto sobre su delimitación como sobre su estatus.

El 7 de diciembre de 1949, tras la guerra civil entre comunistas y nacionalistas, el Gobierno nacionalista se trasladó oficialmente en Tai­wán y al día siguiente Taipéi se convirtió en la nueva capi­tal provisional de la República de China.

TAIPÉI Y PEKÍN

Después de 1949, los comunis­tas chinos lucharon contra el reconocimiento de Taiwán como Estado soberano. Las principales razones eran que el régimen comunista chino, que tomó el control de China continental en 1949, nunca quiso admitir que la República de China había sobrevivido a la guerra civil y muy pronto negó su legitimidad para gobernar Taiwán.

Desde el comienzo de la coe­xistencia de los dos regíme­nes, cada uno ha reclamado la soberanía sobre la totali­dad del territorio chino. En 1950, los comunistas planea­ron invadir Taiwán para arre­batárselo a los nacionalistas, pero el presidente estadou­nidense, Harry Truman, res­pondió enviando la poderosa Séptima Flota de la US Navy a las aguas del estrecho. Tam­bién disuadió a los nacionalis­tas taiwaneses de Taiwán de retomar la China continental por la fuerza.

Las relaciones entre la Repú­blica Popular China (RPC, China continental gobernada por Pekín) y Taiwán siempre han sido muy complicadas. Pero los motivos de Pekín no son solo políticos, sino tam­bién geopolíticos y estratégi­cos.

Pekín está hasta cierto punto confinado en los mares de China, no tiene libre acceso al océano Pacífico porque se enfrenta a una serie de islas que pertenecen todas a países con los que mantiene relacio­nes relativamente hostiles.

Esta primera cadena de islas está formada por cuatro paí­ses aliados de Estados Uni­dos: Corea del Sur, Japón, Filipinas y Taiwán. Los tres primeros han firmado trata­dos de defensa mutua con los estadounidenses, ofreciendo garantías de seguridad con­sideradas vitales por estos países.

Pekín quiere aumentar el alcance de sus submarinos nucleares, sobre todo porque las aguas de los concurridos mares del Sur y del Este de China no son lo bastante pro­fundas para que los submari­nos chinos maniobren discre­tamente sin ser oídos. Taiwán tiene la ventaja de acceder directamente al fondo marino desde su costa oriental.

Pekín también pretende reforzar otras reivindica­ciones territoriales y marí­timas. Controlando Taiwán, Pekín podría ampliar su zona económica exclusiva e impo­ner restricciones a la nave­gación.

Aunque las grandes democra­cias no reconocen la condición de Estado de la isla, consideran a Taiwán un socio económico que comparte los mismos valores democráticos y tiene una diplomacia dinámica.

* Ph. D. en Historia y Civi­lizaciones – Relaciones Internacionales, Univer­sité Paris Cité – Francia. Máster en Letras y Licen­ciatura en Letras Moder­nas, Université Sorbonne. Comercio Internacional – Droit des Affaires – Con­servatoire National des Arts et Métiers

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