Jimmi Peralta - Fotos: Néstor Soto/Jorge Jara/gentileza

Los Maestros del Arte 2023 hablan con La Nación/Nación Media sobre sus inicios en la actividad artística, el camino recorrido, sus inspiraciones y sus reivindicaciones de cara a la profesionalización de un oficio que en la mayoría de los casos se ejerce en nuestro país en condiciones de suma precariedad.

Hacerse un camino para la propia carrera es también dejar con enseñanzas y testimonios un sendero abierto para aquellos que intenten, fijando sus propias metas, trajinar los desafíos que ensanchan el mundo y en particular el arte. Dejar huellas en el andar es una de las labores del maestro, que enseña desde el hacer para sí y desde el hacer para los demás. Los Maestros del Arte 2023 tienen ese sello, el de marcar el camino en su trayectoria y de también acompañar el crecimiento de quienes los acompañan en la dialéctica pedagógica del mutuo aprendizaje.

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El Centro Cultural de la República El Cabildo reconoció esta semana a Mario Toñánez, en teatro; Rolando Chaparro, en música; Gustavo Laterza, en literatura; Elizabeth Arzamendia, en danza, y Esperanza Gill, en artes visuales, como los Maestros del Arte 2023.

Cada uno desarrolló una carrera en el contexto local destacándose y marcando un aprendizaje en su andar. La Nación/Nación Media habló con algunos de ellos respecto a su vinculación con el arte, sus sueños y proyectos.

“Sueño con una legislación laboral para el sector actoral”

Mario Toñánez, Maestro del Arte en Teatro

–¿Cómo llegaste al arte y en qué momento decidiste que eso se vuelve algo central en tu vida?

–Siendo niño, aproximada- mente a los 12 años, ingresé a trabajar en el Cine Premier como vendedor de golosinas y, como solo trabaja en el intermedio, pude ver muchas películas, incluso muchas veces la misma película tantas veces que me memorizaba los diálogos de los personajes para jugar a interpretar. Incluso traducía algunas frases en guaraní para una mejor interpretación, actuando en esa sala oscura, solo para mí mismo. Tomé conciencia de mi interés por la actuación alrededor de los 17 años, cuando todavía trabajaba en el cine, prestaba servicio militar a medio tiempo y actuaba en varios skechts en el colegio. Fue entonces que decidí participar en talleres de teatro con maestros nacionales y extranjeros. Luego, en 1986 me llegó la oportunidad de actuar en una obra teatral profesional con un director español y que se estrenó en el Teatro Municipal de Asunción para luego formarme sistemáticamente en el Instituto Superior de Bellas Artes, de donde egresé con el título de licenciado en Teatro.

–¿Qué facetas del trabajo teatral te parecen hoy más apetecibles en tu día a día?

–La actuación, si yo pudiera dejar las otras actividades laborales y pudiera dedicarme con exclusividad a la actuación, sin dudar lo haría. La realidad es que en nuestro país generalmente le dedicamos nuestro tiempo marginal al teatro. Por eso no podemos dar ese salto de calidad y excelencia en nuestras obras. A pesar de todo, hay muchos colegas que hacen muy buenos trabajos.

–¿Qué sueños lograste con esta profesión y cuáles tenés pendientes de cumplirlos?

–Dedicarme profesional- mente a la actuación en un país que ni siquiera tiene ley que nos reconoce como tal. Hacer teatro, cine y televisión forman parte de los sueños que tuve y tengo. Considero que es muy importante hacer cine latinoamericano, con temas y contenidos que nos interesan como seres huma- nos. También sueño con una legislación laboral para el sector actoral, ley de teatro, ley del artista y trabajos de forma continua.

–¿El reconocimiento de Maestro del Arte qué significa para vos?

–Por un lado, responsabilidad para seguir formándome y ser un referente en el ámbito teatral. También luchar por reivindicaciones en políticas públicas para el sector y, por otro, satisfacción de estar en el camino correcto de autorrealizarme en lo que me apasiona en la vida.

–¿Quién podrías decir que ocupó en tu vida el rol de maestro?

–Muchos, pero me gusta- ría citar a las maestras Erenia López, Raquel Rojas y al maestro Moncho Azuaga.

–¿Qué proyectos tenés para el 2024?

–Espero que se estrene en los cines “Ignacio, mi tierra, mi sangre”, una película de Dan Morínigo y Giselle Machado, que se terminó de grabar y está en posproducción. Y por televisión “El poder del nombre, segunda temporada”, serie de 13 capítulos que ya se terminó de grabar y también está en posproducción. Tengo previsto grabar un documental sobre el idioma guaraní y espero que aparezcan propuestas teatrales y en audiovisuales.

“Las semillas que uno plantó crecieron y dieron frutos”

Rolando Chaparro, Maestro del Arte en Música

“El arte estuvo desde que nací conmigo. Teníamos como vecino a don Eladio Martínez, y a sus hijos Lobo y Lobito, que se pasaban tocando música. Eso influyó mucho en mí también. Además de escuchar mucha radio, de escuchar muchos mitos desde muy chiquito. Eso influyó fuertemente”, comenta Rolando Chaparro, cantautor y guitarrista, hijo de un fotógrafo y una actriz.

Desde sus primeros pasos dentro del folclore, Rolando narra una trayectoria que recorrió géneros como el rock y el folk y cuenta con un disco tributo al guitarrista Agustín Barrios.

“En este momento la faceta que me llega más es componer. Tocar en vivo y arreglar también, obviamente, por- que al componer está arreglando”, explica el maestro.

Ñamandu, Síntesis y Krhi- zya fueron algunos de los proyectos colectivos de Chaparro. También se des- taca en su itinerario el acercamiento que hizo entre la música afroanglo contemporánea, como el rock y el jazz, y el folclore en compás de 6/8 de paraguayo.

“El rol de maestro lo ocupa- ron varias personas en mi vida, Carlos Schwarzman y Kuki Rey fueron dos de mis grandes maestros de guita- rra jazz, fueron profesora- zos”, recordó.

“La verdad que los sueños se fueron dando increíblemente solos. Yo no anhelaba nada. Yo simplemente trabajaba y hacía lo que tenía que hacer. Hasta llegar a un galardón como el galardón del Maestro del 2023, fue increíble. Fue increíble porque ni yo puedo dejar de emocionarme tanto por eso.

Quiere decir que las semillas que uno plantó crecieron y dieron frutos. Eso es importante”, agregó.

Entre sus anhelos más inmediatos, Rolo citó volver a los escenarios, hacer giras y seguir representando al Paraguay en su área, el rock.

“Este reconocimiento para mí significa algo sumamente importante y alto. Altamente importante. Es el galardón fundamental que uno puede obtener o puede ganar digamos a partir del trabajo que uno está haciendo. Acá se nota que el trabajo no es fácil. Entonces, ser Maestro del Arte 2023 me llena de orgullo, me llena de emoción, me llena de tantas cosas que me cuesta decir- las. Pero evidentemente es algo enorme, algo gigante. Muchas gracias a todas las autoridades y a todos los que eligieron”, concluyó.

“Uno escribe para los demás, nunca para sí mismo”

Gustavo Laterza, Maestro del Arte en Literatura

“Me halaga mucho, aunque todavía creo que el sayo me queda un poco grande. Si me comparo con otros escritores y escritoras, a menudo me siento más alumno que maestro. Admiro a los grandes talentos literarios de nuestro tiempo, pero no dejo que influyan mucho sobre mí, aunque tengo presente que no existe el artista que no reciba influencias, quiéralo o no. Hacemos préstamos de inspiración constantemente, sin darnos cuenta y no solo en el campo de las artes, sino en los de las disciplinas intelectuales”, explica Gustavo Laterza, Maestro del Arte en Literatura 2023 respecto al reconocimiento y su trabajo.

Laterza es abogado, periodista y docente universitario. Proviene de una casa familiar donde siempre había libros. “Mi abuelo y mi madre leían regularmente”, recuerda. Así también, menciona como punto de partida con las letras a la Academia Literaria del Colegio San José.

La creación suele presentarse como análoga a la misma mayéutica, luminosa pero dolorosa. Según Laterza, “son caras de la misma moneda. Se sufren muchas desilusiones en el intento de expresarse bellamente, pero se goza cuando el propósito fue alcanzado. Muchos artistas coinciden en confesar que el estado de padecimiento físico o espiritual es la más frecuente cuna de inspiración para toda forma de expresión artística. O sea, que el dolor inspira más que el placer”.

Laterza es miembro de la Academia Paraguaya de Historia y de la Academia de la Lengua Española. Estudió y trabajó en diferentes ámbitos, y las letras fueron su compañera a pesar de ir a contracorriente.

“En un país como este, donde se lee muy poco, la literatura no puede ser la principal actividad de una persona adulta. Forzosamente tiene que estar compartida con otras, en especial con las que te dan de comer. Excluyendo a los periodistas, en el Paraguay ningún escritor vive de las letras”, explicó.

Además, recordó que en su juventud el desafío de publicar excedía los riesgos pecuniarios y el sistema represivo de la dictadura fue sin duda una forma eficiente de espantar las oportunidades de ver sus textos publicados.

“El mayor anhelo de todo escritor es ver publicados sus escritos, sean o no bienvenidos por los lectores. Si lo son, bien; si no lo son, se te muestra un camino en el que no has de persistir. Pero la indiferencia es el peor resultado. A fin de cuentas, uno escribe para los demás, nunca para sí mismo. Me gustaría seguir explotando el venero histórico, divulgando sucesos y personajes del periodo colonial paraguayo, tan poco conocidos y tan interesantes”, concluyó.

“Encontré en la danza un lugar apasionante donde me sentía libre”

Elizabeth Arzamendia, Maestra del Arte en Danza

–¿Cómo llegaste al arte y en qué momento decidiste que eso se vuelve algo central en tu vida?

–Creo que el arte llegó a mí. Fue por casualidad, nos habíamos mudado y la academia de Reina Menchaca quedaba a unas casas de la nuestra. Yo iba a mirar desde la ventana, que daba a la calle. La maestra Reina no solo me invitó, sino me mandó buscar una tarde. Así entré por primera vez a una clase y desde allí quedé encantada con todo ese ambiente de sonidos, movimientos, voces, el piano en vivo sonando, los ejercicios, los saltos, la danza española, el ballet, en fin, me gustaba todo. Así empecé y desde el primer día solo quería estar en la sala de danza. Tomo conciencia de cuán importante era la danza cuando me encuentro en la necesidad de tomar decisiones. ¿Cuánto debería y podría dedicarle a la danza en mi vida?

–¿Qué de la actividad vinculada a la danza te sedujo en un principio y qué te atrapa o motiva hoy?

–Encontré en la danza un lugar apasionante donde me sentía libre, donde lograba disfrutar de cosas que antes nunca había intentado. Me quedaba fascinada con la sensación de flotar que daban los saltos, el movimiento escénico, la imagen del maestro o maestra, que dirigía, indicaba, exigía, creaba, hasta que todo adquiría forma. En ese momento no era conciente y hasta después de un buen tiempo que además de bailar en el escenario la docencia era algo que quería explorar. Hoy me sigue motivando el aula de danza, ver transformarse un niño, niña o joven en su proceso de formación, una persona adulta que descubre el placer del movimiento, la transformación de su postura, su actitud, su agilidad, etc. Dar clases, observar clases, ensayos y todo lo que a nivel de análisis y proyectos puedan generarse de estas actividades.

–¿Qué sueños lograste con esta profesión y cuáles tenés pendiente de cumplirlos?

–Fantaseaba con ser bailarina y la danza me fue llevando. Interpreté roles en importantes puestas de ballet en Asunción e incursioné brevemente en la danza contemporánea. Tuve oportunidad de ir a Lyon (Francia), tomar clases, asistir a espectáculos de danza, conocer algunas escuelas. Soñaba con que tuviéramos una escuela de ballet y compañías de danza similares a como en ese momento eran en el exterior. Los sueños se van adaptando a las épocas y realidades. Sueño todavía con que exista una estructura física adecuada a las necesidades de una escuela de danza pública, con los recursos materiales y humanos fundamentales, y principalmente las políticas globales necesarias para su sostenimiento, valorización y proyección. Igualmente, que la práctica de la danza como hobby se difunda, porque moverse y bailar debe ser una posibilidad de esparcimiento y salud para todos sin mayores costos.

–¿Podrías contarnos episodios o anécdotas que marcaron tu carrera?

–Son en realidad acontecimientos o detalles que de algún modo impulsan o contribuyen al camino que uno se va forjando y otras veces revelan. Por ejemplo, conocer al profesor Inocencio Báez Villalba, sus clases eran exigentes, inspiraba gran respeto. Él me estimuló a optar por el ballet, me enseñó la importancia de los saltos y los giros como mi potencial. La maestra Teresa Capurro fue mi mayor inspiración y con quien aprendí la expresividad, la artisticidad de una bailarina y la actitud al frente del aula de danza, entre tantas otras cosas fundamentales en una profesional. En la esfera de la gestión académica, enfrentar desafíos varios, luchar por mantener espacios para la danza, recorrer instancias varias, atravesar situaciones que hoy día resultan jocosas y que me hacen recordar a Dionisio González Torres o Pablo Alborno, por ejemplo, toda una época de nuestra historia.

–¿Qué significa para vos el reconocimiento de Maestro del Arte?

–El reconocimiento de Maestros del Arte significa principalmente un agradecimiento público y social a la trayectoria y al trabajo artístico. Tiene un valor simbólico importante para cualquier profesional. Indudablemente se siente el peso de la palabra “maestro”, por tanto a la vez es un compromiso personal y social importante. Creo valioso que las instituciones resalten el valor cultural del trabajo de los artistas, creadores, artesanos e intelectuales del arte.

–¿Qué proyectos tenés para el 2024?

–Seguir impartiendo clases de danza, dar continuidad a un proyecto que puede concluir en un material útil para la danza y otros que están apenas incubándose. Fundamentalmente vivir cada día y cada experiencia lo mejor posible. ¡Dicen que no se cuentan los proyectos!





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