Aquellos años que marcaron la historia de nuestro país hicieron que hechos extraordinarios también se convirtieran en cotidianos a causa de las propias circunstancias. Los medios impresos El Diario, La Nación y Crítica informaban de manera detallada y con su propio lenguaje particulares situaciones vividas en aquel mes de setiembre de 1932, un momento muy importante en el transcurso de la guerra del Chaco.

  • Por Juan Carlos dos Santos
  • Twitter: @Juancads

Los ejemplares de periódicos con­servados en la Biblioteca Nacional del Paraguay guardan noticias cotidianas que no han logrado tras­cender plenamente en la memoria colectiva por ser simples hechos frecuentes y de impor­tancia únicamente para aquellos que los vivie­ron en su momento.

¿Laraina es Laraina?

Hasta ahora no se ha logrado establecer la identidad del prisionero boliviano que dice llamarse Mayor Laraina. No se ha encontrado en poder del jefe que venía al mando del aniquilado Batallón 14 compuesto por estudiantes de La Paz y Oruro, ningún documento que permita establecer su identidad.

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Algunas personas sospechan que el supuesto Mayor Laraina es un jefe de más alta gradua­ción, cuyo verdadero nombre se trata de ocultar en Bolivia. Se cree, no sabemos si hay fun­damento para ello, que el Mayor Laraina no es Laraina ni Mayor sino un General boliviano.

El prisionero se niega en absoluto a recibir visitas. ¿Por qué Laraina sí es Laraina, se empeña a ocultar el rostro? Ha surgido una interrogante en la celda que guarda al prisionero; ¿No será el General Gumuzio?, se preguntan algunos.

Carta abierta de un veterano del 70

San Ignacio, Septiembre 12 de 1932

Excelentísimo señor Presidente de la República, ciudadano doctor Eusebio Ayala

E.S.D.

Como modesto soldado sobreviviente de los del 65 al 70 y que escribieron páginas de gloria para nuestra historia patria, permitidme que por estas breves líneas os exprese mi más fervorosa adhesión a vuestra patriótica labor de gobernante en estas horas de incertidumbre internacional.

A mi avanzada edad de 82 años, invadidos por una indignación extranjera llamada “Bolivia” y cuyo nombre figura en los textos de enseñanza como nación civilizada, me da fuerza y ánimo para volver a compartir con mis conciudadanos las penurias y fatigas del soldado en los cam­pos de batalla defendiendo lo que ha sido es y será nuestro, por lo que pido que se me dé otra vez mi puesto de soldado en las filas del glorioso Ejército Nacional.

Quiero recordar a mis conciudadanos que la consigna es Morir en su puesto de honor y el lema del Soldado Paraguayo es Vencer o Morir, pues es preferible la muerte que vivir sin gloria.

Perdonadme excelentísimo Señor, si he sido ligero en mis manifestaciones, mi alma de patriota y de soldado me impulsa a dar este grito de protesta contra el villano invasor, que viene a per­turbar nuestra tranquilidad y progreso. Recibid excelentísimo señor Presidente, un fuerte abrazo de este viejo soldado que desde su retiro clama por el pronto triunfo de nuestras armas castigando merecidamente al invasor. Dionisio Rodas Sargento, veterano pensionado.

Cartas al director

Exagerada demora de tranvías a Villa Morra

Volvemos a insistir en la esperanza de ser oídos por los administradores de la C.A.L.T.

Los tranvías a Villa Morra cada vez más lentos matadores hasta del sentimiento de una sana protesta. Es menester que la empresa ordene a los motormans que apre­suren la marcha de los tranvías; hoy no se hace casi el recorrido del Puerto hasta Villa Morra en 15 minutos, pues todos los tranvías llegan con atraso a la estación de Villa Morra.

El público que da vida a la empresa tiene el derecho de pedir que se le conceda esta mejora en su beneficio.

Pedro Jorba.

Como soldado y como paraguayo, murió en el puesto de honor

Juan Hilarión Acosta, militar paraguayo muerto en Boquerón

El jueves 14 del corriente, un proyectil enemigo hirió gravemente al Teniente 2º de Reserva, Juan Hilarión Acosta mientras dirigía un ataque con­tra un destacamento boliviano en el camino de Yucra a Boquerón.

El Teniente Acosta fue inmediatamente trasla­dado y esmeradamente atendido en Isla Po’i por los cirujanos doctores Francisco Recalde, Raúl Peña y Carlos Aquino.

Cinco días después, el lunes 19 a las 3 am, fallecía a consecuencia de la grave herida recibida, teniendo el consuelo de ser atendido en sus postreros ins­tantes por varios camaradas y por los abnegados médicos nombrados.

Al partir de la Capital para ir a cumplir con su deber de paraguayo, había dicho a su señora esposa Petrona viuda de Acosta, quien recogía sus últi­mas palabras dignas de un espartano: “Mi espada es para nuestro Oswaldo. Mi hijo es aún muy pequeño para vengar la sangre de su padre, tal vez cuando sea grande”.

BREVES

Un antipatriota “fifí”

Conrado Aguirre se llama un “fifí” con domicilio en la calle Oliva entre Colón y Hernandarias, novio de una maestra de la escuela Libertad. Es cabo de baja del arma de Caballería. No concurrió a la citación que le hizo la policía y ahora se pasea por riacho Jején (Argentina). Más todavía.

Exhibe una supuesta credencial de la Cruz Roja Paraguaya, pidiendo contribuciones por allá. Le acompaña Basilio Escobar, otro patriota de papel de estrasa. Es necesario investigar bien esta denuncia muy grave y vergonzosa que acabamos de recibir. Si se confirmara la noticia no debe regre­sar más al país ese ex ciudadano. Que saque carta de ciudadanía boliviana, por ejemplo.

“PITIANTUTA” MARTÍNEZ

En Pinasco nació un niño. Es el hijo póstumo del héroe de Pitiantuta, Sargento Martínez. El pueblo lo ha adoptado y le ha puesto como nombre Car­los Antonio Pitiantuta Martínez, en recuerdo de la glo­riosa hazaña del padre.

MURIÓ AHOGADO EN EL PILCOMAYO

Es que el boliviano no conoció nunca lo que es un río. Así es como el técnico militar Meschwitz murió ahogado en un río de morondanga: El Pilcomayo. Y ellos que soñaban con el río Paraguay… se ahogarían todos.

LA ADMIRACIÓN DE UN PRISIONERO

Nuestro corresponsal en el frente nos cuenta el estupor de un prisionero boliviano El cabo Víctor Moscoso que es traído en el Almirante Brown hacia la Capital. Nunca había visto un río y menos un vapor, ¡está asombrado!

Las enfermedades venéreas atacan a las tropas bolivianas La Razón de La Paz, 24 de agosto, página 8, registra la novedad. Después de publicar un clisé de un soldado boli­viano rotoso y macilento. La tropa del altiplano, escuá­lida y hambrienta, en su casi totalidad están atacadas por enfermedades venéreas. ¿Las llamas? ¿Y estos son los enemigos que quieren enfrentársenos?

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