Este domingo Toni Roberto hace un repaso de la publicación de Luigi Andrada “Ciento veinte referentes del San José” y hace un viaje al barrio de algunos amigos que se encuentran en este libro.
- Por Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
Recorrer las historias del San José con las publicaciones de Luigi Andrada inspiran títulos más allá de lo literal. Existen 70 barrios asuncenos oficialmente, pero más de 250 barrios nombrados por los vecinos. Uno de ellos es el barrio San José de Asunción, que gira en torno a la historia de aquella institución que fuera fundada hace casi 120 años y que inspiró el título de la nueva publicación de Andrada, “Ciento veinte referentes del San José”. Parafraseándolo, yo digo hoy “Desde los 120 barrios del San José” En su presentación, José Antonio Galeano inicia con un poema del padre César Alonso de las Heras que dice: “Aquí estamos de pie para/emprender la ruta de tu/noble destino, romeros sin bordón del/pasado glorioso de tu más/vieja historia/ y adelantos firmes de/ todas las empresas que te/ lleven por signo. / Y cuando sea duro el/ caminar sin besos/ florecerá en los labios la/ guarania más honda”.
DESDE LA CASA DE PATRÓN ENCINA HASTA LOS VIAJES CON ADRIANITO
Hojeando me encuentro con personas a las que recuerdo desde algún rincón geográfico de la Asunción. La emoción me lleva hasta las lágrimas al recordar a mi antiguo gran vecino Alejandro “Patrón” Encina Marín, que viviera desde su infancia hasta el final de sus días en aquella vieja casa de la calle Independencia Nacional casi Rodríguez de Francia, donde al pasar uno podía observar hasta entrado el siglo XXI la placa que rezaba: “Dr. Roque Encina”, quien fuera padre del Dr. Encina Marín o a Adrianito Irala Burgos, con quien tuve el placer de charlar en varios viajes Asunción-Areguá con las hermanas Edith y Nelly Jiménez. Llegábamos, se abría el portón de Villa Silvia y empezaba la charla; mientras, Edith agarraba sus viejos pinceles y Nelly empezaba a ejecutar alguna pieza de Chopin, Beethoven o Debussy.
DESDE EFRA HASTA LA CASA DE HERMANN
Es difícil no emocionarse en este barrio imaginario que nos presenta Luigi, el viaje no tiene tiempo y así me puedo encontrar con los más jóvenes de la selección como Efraím Ávila o José Carvallo, conociéndole a los dos desde muy pequeños; José en aquella casaquinta estilo colonial con aljibe en el límite norte del viejo barrio Manorá y Efra en una de las últimas casas construidas con bovedillas ahí en las alturas de Las Lomas, pasando por José Luis Appleyard, viéndolo sentado en su rincón del Bar San Roque o en el antiguo Café de la Plaza del legendario Edificio Monumental, a Hermann contándome en su casa bosque de la avenida España historias de su madre, la pianista Anita Brun, en aquella vieja casa de la calle Manuel Domínguez y Yegros, junto a su hermana Brunhilde.
Si de músicos del barrio San José hablamos, el encuentro con mis recuerdos sigue. Con mi amigo y compañero de universidad Laucha Arce, músico del alma, quien falleciera muy joven, pero dejando una impronta con la ya legendaria agrupación Deliverans o la genial invención musical de Fernando “Amberé” Feliciangeli, original de una elegante esquina de la avenida Carlos Antonio López y el inigualable Maneco, quien habitara los antiguos dominios del Dr. Stewart, donde sonaba el pasar del tranvía de Las Mercedes.
DESDE EL “EMPANADÓLOGO” HASTA LA MUSICAL DALMA
El recorrido sigue por algún rincón de los 120 barrios de los 120 referentes y los casi 120 años de historia, de los hijos y también de las hijas de este colegio. Una de ellas, la musical Dalma Ferreira, quien junto al Grupo Bohemia Guaraní llevó nuestra música hasta las tierras del chamamé. La selección sigue y me encuentro en el camino con Antonio Cubilla, Premio Nacional de Ciencias, con quien tuve el placer de trabajar en el proyecto Joven Adelante de la Fundación Alda, que lidera el español Jordi Robinat. La ayuda social que hacen Walter Biedermann, Fernando Barriocanal o Fidel Gómez Planás, el ciclópeo trabajo de ayuda a la empresa familiar de Marcelo Codas, quien es además “empadanólogo”, o estudiosos como Miguel Calvo y Óscar Doldán Pérez, a quien el amor le llevó a residir en la antigua Trinidad en un hogar patrimonial denominado La casa del Marical í, que con sus libros nos hace conocer vericuetos, tanto de la medicina como de la geografía de Asunción y San Bernardino.
El camino del recorrido de los “120 barrios” del San José es largo, pero sigo encontrando nombres muy queridos a mis afectos como el de mi recordado Zio Paolo Pederzani, Juan Manuel Marcos, Mengo Boccia, Mbopí Fretes, al que pareciera verlo hasta hoy en su legendario Citroën Mehari, al distinguido Marcelo Pecci o a Margarita Torres Saldívar Vda. de Garcete, quien en su vieja casa de la calle México me enseñara con paciencia y cariño las, para mí, difíciles matemáticas. Jamás terminaría sin recordar a los referentes de la arquitectura presentes en estas páginas; el rigor de la investigación constructiva de Solano Benítez y Joseto Cubilla y las enseñanzas de Pablo Ruggero, maestro de generaciones de la vieja Facultad de Arquitectura.
Al final, termino emulando la estructura de la brillante pluma de José A. Galeano en el prólogo del libro de autoría de Andrada Pasmor, cerrando con un poema del padre Marcelino Noutz: “Ondea más briosa su/ bandera/ al soplo de una nueva/ primavera… / ¡Y la aurora que surge los/abraza!”.
Tal vez vendrán nuevas generaciones que entenderán mejor la importancia de mirar el lugar de donde venimos porque es la única manera de ver hacia dónde caminamos. Todo siempre empieza ahí, en cualquiera de los barrios de estos referentes y, con ello, Luigi Andrada logra emocionarnos, quizá, hasta las lágrimas.