Luis Ríos - Fotos: Klara Fowler

La historia de Luke Elliot es bastante peculiar. Un músico tratando de abrirse paso en su país a la par que llevaba otros trabajos y que después de un golpe de suerte encontró eso que buscaba al otro lado del mundo. La vida le tenía un mensaje, pero estaba en noruego, así que tuvo que trabajar para traducirlo. Esta es su historia.

“Nadie es profeta en su tierra”, reza una vieja máxima que expresa la idea de que a menudo una persona no es reconocida o valorada en su lugar de origen o entre las personas que le son cercanas. En otras palabras, es más probable que alguien encuentre reconocimiento y éxito fuera de su entorno inmediato que dentro de él.

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Esta frase bien se puede aplicar a Luke Elliot, un músico, productor y actor estadounidense que es conocido por sus actuaciones enérgicas y emotivas, y ha sido elogiado por su habilidad para cautivar al público con su voz y su presencia escénica. Él nació en Princeton, Nueva Jersey, en 1984 y encontró el “sueño americano” lejos de su casa, en la península escandinava.

Desde su nacimiento, este hombre estuvo vinculado a las artes. Es el segundo de cinco hijos de la poeta Lorna Silver y el profesor de literatura Norbert Elliot. “Mi madre es brillante. Mis dos padres lo son. Siempre fue alentadora, extraña, divertida e idiosincrásica. Me inspira mucho más su personalidad como poeta que su obra directamente. Pero la obra es divina”, comienza diciendo el músico al Gran Diario del Domingo de La Nación/Nación Media.

Ellos fueron los que le inculcaron ese gusto por las artes y lo apoyaron cuando decidió que era eso lo que quería hacer para ganarse la vida. “Me alentaron y creyeron en mí en cada paso del camino. Nunca escuché una sola palabra desalentadora de ninguno de ellos a pesar de que lo que estaba haciendo era aterrador. Creyeron en mí. Fueron mis primeros fans”, agradece sobre su relación con sus padres.

Creció en Lawrence Township, condado de Mercer, Nueva Jersey. Esa área ha tenido una rica tradición musical a lo largo de los años, con influencias que abarcan diferentes géneros y estilos. “Si bien soy de esa zona, no pienso en culturas o estilos cuando escribo. Estas cosas simplemente suceden. Seguro es algún espíritu que entra en mi habitación. Tengo suerte de esa manera. Aparecen cuando los necesito”, bromea.

Fue tocando en el Lower East Side de Nueva York, que Elliot y su banda se abrieron camino desde el circuito de los bares pequeños hasta algunos de los lugares más populares de la ciudad cosmopolita. Además, se ganó fama en lugares de Filadelfia como North Star y World Cafe Live.

Luke Elliot ha recibido elogios de la crítica por su voz poderosa y su habilidad para contar historias a través de sus canciones. Sus composiciones a menudo abordan temas introspectivos y melancólicos, y su estilo musical evoca influencias de artistas como Bob Dylan, Tom Waits y Leonard Cohen.

MÚSICA PARA PELÍCULAS

Mientras crecía dentro del circuito de bares, el director Paul Cantagallo le pidió a Elliot que compusiera la música original para su película, “Benny the bum”, que ganó el premio a la Mejor Película Local en el Festival de Cine Independiente de Filadelfia de 2012.

El gusto por este tipo de música nace de la mano de Quentin Tarantino. “Recuerdo que me enamoré por primera vez de la banda sonora de ‘Pulp fiction’ a los 10 años. ¡Esas canciones! Las escuché una y otra y otra vez. Más tarde descubrí a Ennio Morricone gracias a ‘The usual suspects’ (conocida como ‘Los sospechosos de siempre’ en Latinoamérica). La última película que vi fue ‘Step brothers’ (protagonizada por Will Ferrell y John C. Reilly), una de mis favoritas”, declara el compositor.

La composición de música para películas a menudo implica una estrecha colaboración con el director y otros miembros del equipo de producción. El compositor trabaja en conjunto con el director para crear una partitura que se ajuste a la visión artística de la película. En cambio, cuando se trata de música propia, el compositor generalmente tiene más libertad creativa y puede trabajar de forma independiente o en colaboración con otros artistas.

“Siempre te sientes poderoso cuando alguien te invita a participar en un proyecto como ese. Hay más arrogancia. Pero estás escribiendo para la visión de otra persona con tu propia aportación privada. Es un poco más intencional de esa manera. Tienes un trabajo específico. Me gusta esa estructura”, afirma Elliot sobre esta otra arista de la música que desempeña.

La música en el cine es un poderoso aliado narrativo. Puede resaltar momentos clave de la historia, indicar cambios en el desarrollo de los personajes o subrayar la importancia de determinadas escenas. La música también puede proporcionar pistas emocionales o anticipar giros argumentales, ayudando a guiar al espectador a través de la trama.

EL VIAJE QUE CAMBIÓ SU VIDA

A través de una presentación con una de las managers originales de Rihanna, Christa Schaub, consiguió conocer a un influyente periodista noruego que hizo pisar el acelerador en su carrera. “Christa empezó todo esto. Ella me sacó de Nueva Jersey, jugando para todos los que me podían tener delante. Yo estaba trabajando en un lugar de ventas y ella me hizo creer”, afirma el músico.

Después de ese encuentro casual, su música fue promocionada en el diario más grande de Noruega, lo que le valió viajar por primera vez fuera de los Estados Unidos a Noruega en 2014. “Estaba aterrado. Fue mi primer viaje fuera del país (no viajamos mucho). Christa tomó mi mano en el vuelo. Tenía miedo de volar. Ahora solo duermo en el avión o espero que se estrelle”, recuerda entre risas.

Un día este americano de Nueva Jersey que nunca antes había salido de su país natal se encontró a sí mismo pasando dos años en Europa. Se enamoró del norte del viejo continente y se instaló en Oslo (Noruega), y también el norte se enamoró de él y su base de fans empezó a crecer. “Amo a Christa. Hablamos con frecuencia y ella es una gran persona. Ella es un ángel para mí”, agrega.

Allí, formó una banda, realizó una gira por el país y grabó su álbum debut, “Dressed for the occasion”, con el productor John Agnello en Halden, Noruega. El álbum se lanzó en 2015 y recorrieron Europa y el mundo con una respuesta entusiasta. Poco después, se mudó permanentemente a Oslo, conoció y se casó con una mujer noruega y tuvo un hijo. Actualmente reside en Europa.

Sobre si es difícil para un estadounidense adaptarse a esa cultura europea y en particular a la escandinava, dice que sí, porque tienen una forma de pensar diferente sobre el dinero, la supervivencia y el trabajo. “Pero estoy en Noruega y hay una red de seguridad en todas partes. Es totalmente extraño para mí. Incluso después de casi 10 años, sigo tratando de adaptarme”, asegura.

El segundo álbum de Elliot, titulado evocativamente “The big wind”, lanzado en 2020, es un barómetro de estos tiempos turbulentos. Es un álbum de textura audaz e instantáneamente inmersivo con un toque de cine negro que es a la vez elegante y moderno en el ojo de la tormenta. “Estas canciones tienen que ver con un tirón para llegar a una existencia estable. Mientras las escribía, no tenía residencia permanente, pero dejé de ser un desastre y me apresuré a terminar este disco”, explica Elliot.

EL NUEVO DISCO

Este año, lanzó su tercer disco de larga duración, “Let ‘em all talk”. Hay algo romántico y cinematográfico en el tercer álbum del compositor, más allá de la narración melancólica. “Estaba pasando por un divorcio (de la madre de su hijo) y apenas podía mantener la cabeza unida. Fue, en muchos sentidos, mágico. Sucedió y tuve la suerte de estar allí para ello”, asegura sobre su nuevo material.

Al igual que en otros trabajos anteriores, Elliot continúa atrayendo la atención mientras combina el acompañamiento musical con la historia que se va a contar, todo mientras conserva una sentida banda sonora. “No había un plan claro en el lugar. Los otros discos, de los que estoy muy orgulloso, estaban, en cierto modo, a salvo. Se basaban en la rutina y en una especie de estructura que este no maneja. Yo era mucho más vulnerable”, reflexiona.

En este álbum hay una seriedad en sus reflexiones melancólicas a medida que brilla la influencia de los grandes narradores musicales Bruce Springsteen, Bob Dylan o Nick Cave. Y sabemos que la narración es importante para establecer una conexión emocional más duradera con la audiencia. Un cantante alternativo y un compositor melancólico dan como resultado el interesante y evocador “Let ‘em all talk”.

Luke Elliot comenta que le gustaría conocer más acerca del arte y la cultura latinoamericana. “Aparte de Gabriel García Márquez y Pablo Neruda, no sé mucho. Trabajé en una tabaquería durante años porque estaba obsesionado con el tabaco cubano. ¿Eso cuenta? No conozco tanto como debería, por desgracia”, finaliza.

Elliot también es un actor consumado y ha aparecido en varias producciones noruegas. Por ejemplo, junto a Carrie-Anne Moss en la serie “Wisting”. También ha aparecido en “Helt perfekt”, de Thomas Giersten; la serie “Exit”, de Øystein Karlsen, y ha narrado para “Fearless of Gry Hivju”, protagonizada por su colaborador y amigo Kristofer Hivju.

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