Luis Ríos - Fotos: Mónica Matiauda/Kreamopy, marcha Gamma
Es cantante y guitarrista. Integra dos bandas, las cuales se formaron casi en simultáneo. Una lanzó un disco a principios de este 2023 y la otra promete un álbum muy pronto. Su búsqueda en la música tiene otros objetivos más allá de la fama o los ingresos. Esta es su historia.
La música como expresión es muy útil para exteriorizar sentimientos, deseos, malestares e inquietudes sin que eso implique un anhelo profesional. A veces es simplemente la forma que encuentran las personas de decir algo que les cuesta en palabras, por lo que lo moldean a través del arte para hacerse escuchar a quien quiera escuchar. Así llegamos a la historia de Marta Nielsen.
Ella descubrió su amor por la música en la pubertad. Su primer instrumento fue un tecladito de esos que vendían en RadioShack. Si bien lo fue explorando, fue a los 12 años que le regalaron una guitarra y es con este instrumento con el que más conectó. “Creo que me dieron ganas de tocar desde que estaba en la secundaria. Estaba tratando de sobrevivir a esa etapa escolar y construir una autoestima. Creo que habrá sido a los 15 cuando se solidificó esa intención musical”, introduce la cantante y guitarrista.
Fue aprendiendo de forma autodidacta a través de búsquedas y tutoriales en internet. “Recuerdo que había una web about.com y me metía al apartado de guitarra, en donde te mostraban por ejemplo qué era un acorde. Eso yo lo imprimía, leía, lo tenía conmigo siempre y trataba de aprender. Me encerraba en casa y trataba de entender. Hace poco estaba viendo un video en Youtube de alguien tocando un teclado y deliré porque era exactamente el mismo que yo tenía”, comenta entre risas.
Este desarrollo en la música era simplemente eso, un gusto. Nunca lo vio como un oficio o una carrera profesional. “Ni siquiera tenía una ambición, solo quería tocar. Conforme avanzaba, tampoco era que me proponía ser Slash o algo así. Solo quería poder tocar canciones que me gustaban. Creo que hasta ahora realmente no me hice la pregunta de si me quiero dedicar a la música”, admite Nielsen.
Conforme avanzaba con la guitarra, fue componiendo cosas. Sobre la primera vez que estuvo sobre un escenario frente a un público, dice que pudo haber sido en el colegio. “Recuerdo que hicimos un ensamble, mi amiga Alessia tocó el teclado, estuvo otro chico y yo. Tocamos tres canciones, de las cuales recuerdo dos: ‘Don’t panic’ de Coldplay y ‘Sunday morning’ de Maroon 5″, rememora.
EL APOYO FAMILIAR
Ella terminó el colegio y decidió estudiar psicología, pero se dio cuenta de que no era lo que buscaba. “En seguida me di cuenta de que no era para mí. No leía, me escapaba a bares, no quería saber nada. Me sentía mediocre y dejé la carrera. Una amiga que también estudiaba tecnología en sonido me dijo que vaya a estudiar esa carrera con ella”, recuerda.
Marta es hija del periodista Christian Nielsen. En ese momento, él enseñaba en la carrera de comunicación del Instituto Profesional de Artes y Ciencias de la Comunicación (IPAC). “Me puse a ver los folletos de la carrera de sonido en el IPAC y le dije a mi papá que me interesaba. Él y mi mamá no sabían de qué se trataba, pero entendieron y ahí empecé esa carrera”, dice Marta.
Admira mucho a su padre por lo que le inculcó, por esa búsqueda de respuestas, por ese hábito de preguntarse siempre cosas y nunca estar conforme y por su intelectualidad. “También lo aprendí de mi mamá, quien a través de su propia vivencia me impartió cosas muy importantes que hoy me sirven mucho”, agradece.
Además, tiene un hermano que lleva el mismo nombre de su padre y también se dedica a la comunicación. Entonces, es inevitable preguntar si no se sintió atraída por esa carrera. “No, realmente no. Nunca sentí una curiosidad por la comunicación, siento que no tengo ese perfil de la sociabilidad que requiere la comunicación. De hecho, es algo que me cuesta mucho”, asegura.
SE VA PONIENDO MÁS SERIO
Pasaba el tiempo. Marta crecía adquiriendo más habilidad y conocimiento. “Tuve algunos proyectos antes con amigos. Hablo de hace casi 10 años, pero nunca tuve esa ambición de componer. Sí me gustaba escribir, aunque nunca uní las dos cosas. Cuando ya fui sacando canciones, hicimos varios proyectos pequeños para tocar entre amigos. Recuerdo uno que se llamaba ‘Armadillo’, en donde éramos dos bajistas y un teclado. Así empecé, juntándome con amigos a tocar en un lugar y era eso”, presenta.
Alrededor del 2014 empezó a escribir algunas cosas que hoy son canciones de Marcha Gamma y, aunque no recuerda si fue iniciativa propia o se lo propusieron en 2016, formó la banda como un trío con Hugo “Chugo” Lafuente en la batería, Matías Aguilera en el bajo y ella en la guitarra y voz. “Las ideas creativas también vinieron de Chugo, quien ya había trabajado con Matías en Fuzzkrank. Conectamos mucho musicalmente y así fuimos desarrollando. Después, la vida nos llevó por diferentes caminos”, indica.
Así nació una banda que, hasta el año pasado, fue una banda muy itinerante. Hoy son cinco integrantes. “Siempre trabajé con Claus Walde (teclados) y Matías Aguilera (guitarra). Ahora mismo completan el grupo Ignacio Sáenz (batería) y Kike Covalente (bajo). Somos una banda rarísima. Antes estuvo Yuyu Morel (la hija de Toti Morel) grabando en la preproducción del disco con nosotros en la batería. Ella le aportó mucha pulcritud y riqueza en cuanto a ideas sobre la creación de las canciones. Ella fue una parte muy importante y luego Ignacio ya se encargó de la grabación”, cuenta.
Sobre cómo llegó al experimentado músico y productor Claus Juergen Walde, dice que fue una anécdota graciosa. “En el IPAC tenía un compañero que también se llamaba Claus y era rubio, como Walde. Teníamos que hacer algún trabajo, entonces le busqué en redes. Le encontré a Walde pensando que era mi compañero y me extrañó que la foto era otra persona. Le escribo preguntándole cosas de las clases y me responde que no entendía de lo que le estaba hablando. Después me di cuenta de que era un Claus que también era sonidista, pero que no tenía nada que ver con mi compañero del IPAC. Le pedí disculpas y quedó ahí la conversación”, recuerda entre risas.
Después, antes de formar la banda propiamente, ella quería producir una canción y se acordó de su accidentado nuevo contacto. Le volvió a escribir para que la ayude y enseñe. Para su sorpresa, le gustó mucho su trabajo y le pidió ser parte. “Ahí empezó a formarse la banda, fue todo bastante instantáneo y espontáneo y desde entonces seguimos. Los encuentros fueron muy divertidos, fueron creciendo y acá estamos. Estoy muy contenta por eso, realmente”, agradece.
DOS CAMINOS
Al mismo tiempo que Marcha Gamma nacía, en la ciudad de Lambaré se formaba otro proyecto que hoy se caracteriza principalmente por la construcción colectiva de sus canciones y del que Marta Nielsen forma parte: Castell. Junto a Osval Fretes, Alejandro Ruiz y Federico Morán tenían la intención de unirse a través de la música para descubrir una variedad sonora muy diversa en cuanto a estilos.
“Ambas bandas nacieron muy en simultáneo realmente. Cuando nos conocimos con Osvaldo, ambos teníamos nuestras ambiciones musicales. Cada uno tenía lo suyo, pero nos complementábamos muy bien. Nos dábamos feedback. Esa amistad propiamente hace que las cosas fluyan, que aprendamos y que los proyectos muy naturalmente vayan conectando”, atesora.
Nielsen resta importancia a si salió primero algo de Marcha Gamma o de Castell porque ambos estuvieron involucrados mutuamente en el proceso de aprendizaje: cómo grabar una canción, cómo se hace la preproducción, por qué es importante la mezcla, si es mejor tocar primero o grabar antes de tocar. “Teníamos muchas preguntas que fuimos aclarando juntos y aprendiendo juntos”, asegura.
En este caso, el primer material de estudio, “Am Pm”, vio la luz en 2018. A este le siguió el EP de tres canciones “Eon” en 2020 y a principios de 2023 su segundo disco de larga duración, “Caravana de corazones”, apareció como novedad en el catálogo de música nacional. “La repercusión fue muy buena. La verdad que es muy emocionante ver resultados”, dice la artista.
En este nuevo material discográfico que contiene ocho canciones con más de 15 participaciones de artistas locales e internacionales, la banda recorre diversos estilos, entre los que se incluye reggae, rock y blues, debido a la intención de reflejar la impronta de cada artista que colaboró en él.
“Yo le veo a Osvaldo como un mago que está en su mundo creando canciones muy copadas y que no quiere admitir que las crea porque siempre hace énfasis en que somos un conjunto de gente, pero a mí me gusta resaltar su capacidad. Para este nuevo disco, nos estuvo ayudando Lil Mint, quien trabajó mucho con Osval en la producción y en la parte creativa. En resumen, en todo lo que hace a la grabación de un material”, relata Marta.
En esta variedad de estilos, el disco “Caravana de corazones” encuentra su homogeneidad aportando frescura y originalidad en la escucha. Ese es el motor de este álbum y el deseo de los integrantes para todos sus amigos. “A mí me gusta mucho estar en la producción, ayudar con las voces, los colores y los matices. Las guitarras realmente son de Osval, pero a veces me pide ayuda con cosas puntuales”, agrega la artista.
Sobre el líder de Castell, dice que es muy esquemático con sus procesos. Es una forma de trabajar que le gusta mucho. Gracias a eso, tiene más libertad musical en lo vocal y es una ambición que ella tiene porque si bien no se considera cantante, quiere crecer en esa área. “Realmente yo invertí más tiempo de formación en la guitarra y no tanto en el canto”, confiesa.
Castell quedó seleccionado dentro del ciclo Música Okápe del Centro Cultural de España Juan de Salazar (CCEJS) de este año. “Estamos haciendo cursos, tenemos muchos beneficios y aprendizaje gracias a ese programa. Además, en la última semana de agosto tocamos en la Alianza Francesa”, promete Nielsen.
FORMAS DE TRABAJAR
Consultada sobre si se siente más cómoda trabajando dentro de una estructura o avanzando conforme las cosas sucedan, dice que es un poco de ambas. “Un poco de estructura y un poco de libertad. Obviamente es más fácil trabajar sobre una canción que ya está hecha. También me gusta dejarme llevar, pero a partir de algo que ya está hecho y a partir de conocer eso, aportar lo mío. En Castell, que es más un proyecto secundario para mí, me gusta trabajar de esa forma”, refiere.
En Marcha Gamma sí invierte absolutamente todo y en todas las formas para desarrollar una banda o llevar a cabo un material. “Allí estoy teniendo otro aprendizaje, que es la responsabilidad de tener una banda, que todos estén contentos conmigo y mi idea, que estén en la misma sintonía en cuanto a la ambición del proyecto. Son tantas preguntas, muchas responsabilidades y después viene la música”, asegura.
En esa línea, todo lo que sea decisiones y elaboración de canciones recae sobre ella hasta ahora. Con base en eso, con Aguilera y Walde le dan una forma más estructurada a una composición y después de eso entre todos la terminan de ensamblar. “Se toman otras decisiones y luego nos metemos en la preproducción. Son muchas responsabilidades para mí dentro de Marcha Gamma”, detalla.
En Castell, en cambio, se encuentra como en un segundo plano, pero igual comprometida, aportando energía y creatividad para sacar el mejor resultado posible. “En Castell, esa tarea que yo llevo en Marcha Gamma la lleva Osvaldo, entonces ahí puedo comprometerme 100 % en lo musical. Para una banda es difícil mantener durante mucho tiempo a los integrantes, pero yo confío ciegamente en Osval”, asegura.
Al final, ambas formas de trabajar la nutren. “Son distintas formas, pero que finalmente ayudan a encontrar un equilibrio. Mi proyecto principal es Marcha Gamma. Castell es algo paralelo, pero igual de importante para mí. Me gusta estar ahí y ayudar en lo que pueda”, reflexiona.
QUÉ BUSCA EN LA MÚSICA
Con dos bandas a pleno, con un disco que está cocinándose y a punto de ver la luz en algún momento, la ambición y objetivos de Marta Nielsen van por un camino distinto a lo que tradicionalmente busca alguien en esta rama artística. “Depende mucho del contexto. Hasta ahora, no sé si soy músico. Eso puede significar muchas cosas. Puede ser que seas intérprete o tenés un proyecto o estás acompañando el proyecto de alguien. Son demasiadas cosas para determinar qué es exactamente lo que uno busca en esto”, esgrime.
El hacer música hasta ahora fue un camino agradable para ella y conoció mucha gente con la que estuvo encantada de trabajar. En esa parte de hacer música y sentirse realizada, se siente muy afortunada. Además, siempre se sintió muy bendecida por haber encontrado a la gente indicada en el momento indicado, por lo que no puede decir que haya sido difícil. “Se hace difícil porque al tener tantas preguntas que deben ser respondidas, capaz te equivocás en el camino, pero eso tampoco es malo porque se aprende de eso”, opina.
Hablando de la música como industria, sí cree que todos los artistas quieren ser escuchados y llegar a la cima, ya sea en Paraguay o a nivel regional, pero no se involucra aún en esa parte porque es otra responsabilidad para asumir. “Es toda una planificación y requiere estrategias. Eso yo no lo hago y creo que nunca lo voy a hacer porque es algo que me pone muy nerviosa”, admite.
“Para mí, hacer música es igual a producir, a aprender de quienes me toca y crear ese ecosistema musical. Ese proceso hasta ahora lo pude llevar muy bien y me gustaría que continúe así. Que todo valga la pena, que a mis compañeros de banda les sea fructífero estar en la banda. Queremos que se conozca por algo genuino y no por algo forzado”, reflexiona.
Volviendo a lo que tiene que ver con la industria, ella quiere trabajar con alguien que se ocupe de esa parte más relacionada a los negocios y hasta ahora están en búsqueda de alguien a quien le guste y se dedique a eso. “Recién cuando la encuentre, podría decir si esa parte del negocio es difícil o no”, afirma.
ACTUALIDAD Y PROYECCIONES
Sobre la actualidad, Nielsen opina que están muy sólidos, trabajando bien y con muchas ganas de que la gente pueda conocer su propuesta. “Queremos tocar, ya tenemos algunas fechas para julio en algunos bares y veremos a dónde nos lleva este disco en el que estamos trabajando”, afirma.
Marcha Gamma tiene dos fechas muy seguidas en julio. Una con REI el 7 de julio en Spin The Black Mango (Teniente Vera 1403 esquina Dr. Morra). Luego, el 14 de julio en La Tabernita Café (Chile c/ avenida Gaspar Rodríguez de Francia). Hablando de sus proyectos a futuro, esta agrupación está grabando su primer videoclip del segundo single del disco debut próximo a ser lanzado. Antes ya habían sacado “San Cosme y Damián” como primer adelanto. La nueva canción se llama “Cuentagotas” y, por ahora, no tiene una fecha exacta de lanzamiento.
“La idea es que con el estreno de ese videoclip también se lance el disco porque en él se incluyen canciones que están cultivadas desde 2018 más o menos. Tenemos un grupo de gente que nos sigue y que desde hace tiempo nos pide ya el disco, que lo quieren escuchar, que lo quieren tener en Spotify. Creo que con un single nada más es como que no podemos contar todo lo que hacemos, contar la historia de la banda y el esfuerzo que hacemos”, analiza la líder de Marcha Gamma.
EL TEMOR A FALLAR
Como en cualquier actividad, cuando se empieza a sondear a tientas el ambiente y se advierte algún terreno resbaladizo o campo incierto, surgió la interrogante de si seguir o dar un paso atrás, por lo que en más de una ocasión se planteó dejar la música. “Creo que se debía al temor a fallar. Que todo se caiga o que no valga la pena. ¿Para qué estoy haciendo esto?, ¿por qué estoy invirtiendo tanto tiempo y plata en algo que no sé a dónde va? Pasa en muchas instancias. En esa época que tuve que cambiar mucho de integrantes en Marcha Gamma era como un constante empezar de cero y era muy tedioso”, recalca.
Según ella, el volver a adaptarse a una persona para los demás integrantes es un proceso engorroso, pero es algo que debe hacerse. Entonces, se frustraba porque había que empezar todo de nuevo. “Se sentía como un retroceso. Ahí aparecían todas esas preguntas relacionadas con el temor a fallar. En esos momentos de mucha inestabilidad con los integrantes sí me hacía todas esas preguntas. Ahora cada vez me lo estoy preguntando menos, pero cuando fallo en algo me vuelvo a preguntar: ¿vale la pena? Finalmente, esos errores son aprendizaje”, analiza.