Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com

Hoy Toni Roberto nos lleva a un viaje por la ciudad desde los recuerdos de una vieja camioneta 404.

Son las 6:30 de la mañana de un día cualquiera de 1974. El receptor anuncia nuestro próximo programa con los auspicios de la marca del león. “La calidad que no se discute”, rezaba el slogan. El uniforme: pantalón gris y camisa blanca. Después, caminar una cuadra para subirme al 504 GL gris de los Speciale; el destino: el colegio de Ygatimí y Montevideo. Así construía el amor a una marca, en este caso al añejo león que proviene de Francia.

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Era mediados de los 70 y el barrio tenía sus leones. Uno de ellos de tres hileras de asientos, donde recorrer la ciudad. Era todo lo que necesitaba para fijar los recuerdos de aquella Asunción que se resistía a dejar de ser pueblerina, donde convivía la tecnología europea con aquellas últimas burreritas que pasaban rumbo al legendario Mercado 1. En la primera fila de aquel largo bólido familiar blanco, conduciendo tío Ángel en silencio iba siguiendo las instrucciones de tía Celia, una especie de Google Maps vernáculo de aquellas décadas: semáforo rojo, sentido único, a la izquierda, a la derecha, calle sin salida, ¡cuidado!, preferencial. Así pasaban aquellos viajes urbanos con los tíos.

La artista Edith Jiménez subiendo al 309 GRD frente a su casa (Villa Silvia) 1991. Foto: María Alejandra García

LA “CHOFERA” Y EL AUTO

Para aquellos que crecimos con el emblema del león sabemos lo que es un “peugeotcero”. ¿Es esto un reclame publicitario? Será tal vez para los que no pasaron por la escuela leonística. Los recuerdos son incontables, desde aquella familia de las numerosas hermanas Benza que se subieron al 404 familiar muy temprano rumbo al colegio Teresiano; el padre arrancó y el auto no fue a ningún lado porque le habían robado las cuatro cubiertas. Una hermosa foto del 403 de la abuela de los Fusillo, una memorable instantánea de René Dávalos, pensador, poeta, ensayista y periodista fallecido muy joven, una postal en blanco y negro de 1967, acompañado por su hermana, la psicóloga Rosemary Dávalos, pasando por el 404 celeste de monseñor Rolón con cortina y persiana, hasta el 403 blanco del Dr. Rafael Oddone celosamente guardado en la antigua cochera de su residencia de la calle Caballero al 919. Él, siempre vestido impecable con camisa blanca mangas cortas y un moñito, con un pequeño gran detalle. El automóvil era conducido por una “chofera”, tal vez la primera en Asunción con aquella profesión.

LA SEÑORA DEL 309 Y EL ROSAL DE LA AVENIDA ESPAÑA

En otra zona de la ciudad, Marta Casal Riveiro, la señora de las rosas de la avenida España, siempre cuidando sus flores, ante la atenta mirada del 309 celeste que siempre le llevaba a algún punto de la ciudad, hasta el potente 604 v6 del canciller Sapena Pastor, colocado escenográficamente frente a su modernísima residencia de finales de los 50 sobre la avenida Venezuela. Visitarlo era todo un protocolo. Si la cita era a las nueve de la mañana de un domingo, se tenía que llegar cinco minutos antes y esperar la hora exacta para tocar el ruidoso timbre. Una lección de puntualidad porque, como decía, “llegar antes de la hora también es un acto de mala educación”.

Amada Gloria Godoy Figueredo, el día de su boda en el 404 blanco. Asunción, 1964

LA PRIMERA CAMIONETA DE CHIPA BARRERO

Era finales de los 60. El hombre acababa de llegar a la luna. Un joven andaba dando vueltas con su canasto por el centro de Asunción propalando un corto y melódico canto: “Chipa Barreroooo, de Juan Ramón Ayalaaa!!”. Con el tiempo el vendedor fue juntando un buen dinero hasta que llegó el momento de “motorizar la venta”. Para ello recurrió a un antiguo negocio de la calle Eligio Ayala y México, donde pensaba adquirir una camioneta para seguir ofreciendo tan sabroso producto. El hombre llega y espera que se le atienda, pero tal vez por su aspecto no le dieron tanta importancia. Por ello, da la vuelta y va directo hasta la calle Fulgencio R. Moreno y Yegros, comprando en el acto y al contado una camioneta, a la que le llamaban La Lechera, ante la mirada de muchos incrédulos.

Novia con 504. Fuente: Blanca Cárdenas, de Fotos Antiguas del Paraguay. Asunción, 1978

EL 404 MULTIUSO DE LOS SISUL

Los recuerdos y las emociones van y vienen en mi memoria. Sigo viajando imaginariamente en la tercera fila del auto familiar. Mientras, recurro a los recuerdos de Juan Carlos Sisul Alvariza, primo del corazón, con cuya familia pasábamos las vacaciones de infancia en Villarrica. En la vereda, una camioneta repartidora de la legendaria Panadería Sisul se convertía en auto cuando la ocasión requería. El tío Neneto Sisul había mandado hacer unos asientos desmontables en una herrería y con este móvil llegaban hasta Asunción, cruzando hasta la Argentina alcanzando Formosa y Resistencia. ¿Puede tener más historia el león? Sí. El legendario Humberto Domínguez Dibb había corrido el Rally del Chaco con un 404 en 1972 saliendo victorioso. Con el tiempo el bólido blanco de cuatro puertas se había perdido y luego de muchísimos años de una larga búsqueda sus hijos recuperaron y fue restaurado como fue originalmente, recuperando así parte de la historia del Rally del Chaco.

Humberto Domínguez Dibb al lado de su 404. Rally del Chaco. 1972

EL CASETERO DEL 504 Y EL 404 DEL PINTOR

Sigo recorriendo los recuerdos y me encuentro en las redes con la imagen de una novia bajando de un 504 en 1978. El detalle: por cábala llevaba puestos los zapatos de sus 15 años, según nos cuenta la internauta Blanca Cárdenas de Fotos Antiguas del Paraguay. La memoria va y viene. Siguen los recuerdos: el 205 del Dr. Pío Walder, el guerrero 404 de pa’i Ferreira y sus luchas eclesiales. El viejo 403 modelo 61 de la historiadora Idalia Flores de Zarza en la puerta del Cristo Rey, la pick-up de los Aranda Daroczi, dueños de la quinta Montevideo, en las inmediaciones de Itá Enramada, quienes al salir del colegio me dejaban sobre Ygatimí a la altura de la calle Alberdi, donde vivía. El 404 celeste del pintor Harmodio Soler, que contenía sus paletas, pinceles y pinturas. Seguir contando historias del león sería interminable. Al final me quedo con una de la soprano Judith Ocampo conduciendo su 504 familiar azul. La cantante prende el casetero y empieza a sonar una pieza de Puccini, acompañada de la melódica y dulce voz de esta histórica mujer paraguaya que dio brillo a la ópera en las décadas del 70 y 80.

Es el final del viaje y los recuerdos me siguen viniendo a la memoria. El 504 del Dr. Aníbal Filártiga con su inseparable calcomanía de Francia, la camioneta familiar del Gral. Cramer, el 305 de Martín Llano, la rural verde repartidora de tortas de Verónica Ferrario, el 504 de Nenucho Méndez o el potente 505 SR del Dr. Victorino Giangreco.

Tal vez este haya sido uno de mis viajes más emocionantes. Nombrar a todos los peugeotceros de aquellas décadas sería interminable. Me voy, me despido desde la tercera fila de asientos del viejo 404 blanco.

Tal vez me encuentre con algún duende del pasado, tal vez me encuentre con más peugeotceros.

404 familiar. Fotograma: Especial de Alan Whichker para la Yorkshire Television. Asunción, 1970
El león de la escalinata. Asunción, 2023dos

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