Jimmi Peralta - Fotos: gentileza

Desde las pantallas a cielo abierto hasta las grandes salas del centro histórico, apogeo, anécdotas y decadencia, José Ayala rescata la memoria reciente con su ópera prima que apela al disfrute del séptimo arte desde la comunión y el contexto, casi como un olvidado ritual que es rescatado a través del mismo soporte discursivo.

El cine es sin dudas la expresión artística masiva que en la actualidad más se embarca con la autorreferencia. Con un lenguaje todavía fresco, posiblemente el más nuevo, su historia habla siempre de ella… películas de actores, de directores, películas de películas, guiños, homenajes, secuelas, remakes, etc… y claro, cine sobre el mismo cine.

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En la primera semana de mayo José Ayala estrenó su ópera prima, “Entradas agotadas”, un largometraje que aborda como tema la historia de las salas de cine de Asunción.

Actor, cómico y conductor de televisión son algunas de las facetas conocidas de José, que ahora crece en la pantalla grande. La decadencia del casco histórico de la capital gatilló en Ayala recuerdos sobre lo que fue su niñez en las icónicas salas de Asunción. De ahí surgieron las preguntas, las inquisiciones y la repuesta se da seis años después con este documental.

Si bien una obra nace en el artista, recién toma su principal sentido cuando llega al otro; ahí se consuma parte de su ser. El cine tiene como ritual el encuentro para ser compartido. Las salas de proyección son lugares que marcan la experiencia que permite el encuentro de artista y público, así como de público y público. Es un espacio íntimo y colectivo donde suceden las historias imposibles de este tiempo.

Ayala habló con Nación Media sobre “Entradas agotadas” y las historias que encontró durante esta producción. El filme se proyecta los jueves, viernes, sábados y domingos de mayo en exclusiva en el Teatro Latino (Teniente Fariña entre Yegros e Iturbe).

–¿Cómo surge la idea o inspiración de esta película documental?, ¿cuándo tomaste la decisión de hacerla?

–La inspiración surge paseando una tarde, justamente otoñal, del 2017 por el centro de Asunción. Un domingo de tarde sabemos que el centro está muerto. Me puse a sacar fotos de las estructuras del cine Victoria, del cine Yguazú, del cine Premier, donde me puse a pensar y dije “¿qué habrá pasado?, ¿por qué estos grandes cines se cerraron?”. Y querer conocer más la historia detrás de eso. Eran unos cines inmensos, majestuosos y ahora están casi en ruinas. Entonces comencé a investigar y así surgió la idea y, bueno, la inspiración, mejor dicho. Y la idea partió del libro de Richard Baddouh, que justamente que se llama “Cincuenta años de cine en Paraguay”, donde cuenta varias anécdotas y ahí dije: “Esto tenemos que llevarlo a la pantalla grande para contar una historia, porque hay demasiadas anécdotas muy geniales”.

–¿Qué fue lo más atrapante en esta producción?

–Y lo más atrapante fue el transportarse a otra época, cuando las cosas eran más simples, pero a la vez más complicadas. Imaginate, hoy podemos ver una película en Netflix desde nuestro teléfono. Antes no era así. Antes necesitábamos irnos al cine, prepararnos toda la tarde, caminar 10 kilómetros, 5 kilómetros y volver casi a la madrugada. Y eso es lo más atrapante. Otra cosa que más me atrapó fue lo del asesinato en el cine Splendid.

NOCHE DE TERROR

–¿Podrías comentarnos más detalles de este caso?

–Entre las tantas historias, este documental habla sobre el asesinato en el cine Splendid, donde en plena proyección de una película comenzó una balacera con el resultado de un muerto y varios heridos. El trasfondo de esa noche de terror involucra a varios protagonistas, entre ellos nazis del alto círculo de Hitler que eran protegidos por la dictadura de Alfredo Stroessner.

–¿Quiénes fueron los protagonistas?

–El asesinato del cine Splendid tiene dos protagonistas, la víctima es Pedro Prokopchuk (polaco) y el croata Batric Kontic. El primero era un agente de la temida Técnica de la dictadura estronista, encargado de controlar que ningún comunista entre al país, pero también trabajaba muy cerca con la Mossad israelí, cazando nazis. Lo de cazar comunistas le gustaba a Stroessner, pero lo de cazar nazis medio que no tanto, ya que eran protegidos por la dictadura. El polaco eleva un informe en el que asegura que murió y fue enterrado en el cementerio de Itá nada más y nada menos que el político nazi Martin Bormann. Al parecer eso no le gustó al gobierno de Tembelo y por eso mandó a Batric Kontic, que pertenecía a la Ustacha, un movimiento croata que apoyaba a los nazis en la Segunda Guerra. Tenemos los archivos y un solo periódico de la época se hizo eco de este caso.

–¿En qué sentido este trabajo pone en valor lugares icónicos de la ciudad y rescata una narrativa urbana que se va perdiendo?

–Habla de la Asunción de antes y cómo era ir al cine antes. Es toda una aventura para los chicos ir y ver eso, y ver las máquinas enormes con las que se proyectaban los rollos de película, todo eso les encanta realmente. El feedback de la gente es genial, me emocionó mucho porque yo les espero a la salida de cada función, yo espero al público y todos me agradecen. Se siente muy lindo y en especial yo creo que pone en un sitial alto al cine Victoria, porque la mayoría al escuchar sobre el cine Victoria se recuerda de la época del cine porno. También hablamos de cómo el Victoria y otros cines se convirtieron en cine porno, pero la historia más linda que particularmente a mí me encanta es la del cine Victoria por toda la historia que lleva, por los años que llevó la construcción. Imaginate, se construyó en plena guerra civil del 47. En medio de eso lograron otra vez hacer eso y el Victoria era un lujo único, aire acondicionado, candelabros traídos de Europa, butacas de cuero traídas de Argentina, cables y porcelana de baño traídos de Suecia, o sea es una historia fantástica la del cine Victoria, que merece ser contada.

PROTAGONISTAS

¿Qué personajes relevantes podrían citarse dentro de la historia de nuestras salas de cine?

–Personajes importantes hay muchos, entre ellos Richard Baddouh, uno de nuestros protagonistas, la familia Holmer, dueña del cine Splendid, la familia Cañisá, y la familia de Edda de los Ríos, que logramos conseguir una nota de nuestra querida Edda, que encontramos en la videoteca de Canal 13, en la que habla de los cines de su familia.

–¿Qué cosas rescatás de la forma de consumo mismo del cine en otros tiempos?

–Lo más lindo era que las familias enteras iban al cine. No existía el pororó. Se consumían golosinas, chorizos vienissima y el naranjil. Era toda una profesión ser proyeccionista de cine.

–¿Qué películas fueron relevantes en la historia del cine local según los datos que pudieron recabar?

–Antes estaban de moda las películas de cowboy y las mexicanas, pero la historia más genial es la de la grabación de la película “Rata de América” con un presupuesto inmenso y con el gran Charles Aznavour, que se alojaba en el recién inaugurado Hotel Guaraní.

–¿Qué logran contar de los cines de barrio, del autocine?

–Del autocine fue muy difícil encontrar historias. Estaba el de Itá Enramada y el Panorama, hacia el aeropuerto. Tuvo una mediana convocatoria. Lo que funcionaba eran los cines terrazas, al aire libre, que había en todos los barrios y ciudades del país.

NORTE

–¿Te trazás con esto una carrera dentro del cine?

–Y yo creo que me estoy trazando un norte de comenzar a contar historias en la pantalla grande, no solamente en televisión, como ya lo hice con la guerra contra la Triple Alianza y parte de la guerra del Chaco, sino también en los cines, como películas, y me gusta mucho. Me gusta contar historias, tengo varias historias, guiones de películas también, que se hicieron con el correr de los años en que estoy en este medio y uno siempre se va puliendo, uno siempre tiene que ir innovando también y no le tengo miedo a tirarme a la industria del cine ahora con esto.

–¿Te sorprendió el tiempo que te llevó el desarrollo del trabajo?

–La verdad que no me sorprendió porque sabía que iba a ser difícil, porque como es mi ópera prima y no tengo una carrera de cineasta, no soy reconocido como director de cine, entonces era muy difícil ir con las marcas, con los que apoyan esto, marcas privadas. No me veían como director de cine, pero sí conseguí un fondo del Fondec que, entre paréntesis, ya está todo en regla, todo rendido con facturas. Después conseguí el apoyo de Renault y puse de mi propio bolsillo. Por eso también tardé seis años.

En el medio de eso también la pandemia, que paró un poco todo. Bueno, seis años después, lo bueno es que ya este proyecto vio la luz y está atrayendo a las personas.

–¿Cuál es el feedback que recibiste de la gente que ya vio la película?

–El feedback es hermoso porque se van a ver la película personas ya adultas, adultos mayores. Muchas personas que van me agradecen por contar esa historia, por transportarles durante una hora veinte minutos al pasado y hay también jóvenes. Van muchos jóvenes a ver, les interesa mucho la historia de cómo era Paraguay antes, de cómo era todo.


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