Es uno de los candidatos a la Presidencia de la República por el movimiento La Nueva República. En esta charla con Augusto dos Santos en el programa “Expresso”, emitido por el canal GEN/Nación Media, no deja de responder ninguna pregunta y manifiesta su pasión por la política y se lamenta por la falta de debates, y la escasa formación de políticos para crear condiciones realmente útiles y transformadoras a la ciudadanía.

Fotos Christian Meza

-ADS: ¿ Alguna vez tomaste parte de una campaña en la que en el 80% del tiempo te preguntan si vas a renunciar?

—EA: No, nunca he partici­pado en ese tipo de campañas y nunca fueron tan reiteradas las preguntas y, por supuesto, las respuestas siempre fueron las mismas.

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—De cualquier manera, no hace sino evidenciar y noso­tros no somos la excepción, obviamente, que cuando los intereses se transportan a escenarios que van más allá de los partidos políticos , los medios Este es un proceso en el que participan todos, ¿no?

—La campaña electoral, ade­más de ser prolongada, cos­tosa, irritante y cansadora, por lo tanto, tiene la particu­laridad de que se transmite, se traslada, se infecta, se con­tagia y se contamina en todas partes .Bueno, eso es lo que nosotros creemos porque de repente yo, que soy el político más conocido según las docu­mentaciones obrantes, hay un 37% de gente que no sabe que yo soy candidato. Quiere decir que la política a mucha gente le importa cuatro pepinos.

CASADEÑO

—Naciste en Puerto Casado. Trabajo, explotación, entre­vero, caña, poesía; oguereko­paite la nde pueblo, Euclides .

—Oguererekopaite, por suerte, y eso se trasladó de alguna forma a mi persona­lidad donde trato de com­binar, digo trato porque no siempre obtengo el resultado deseado, esa combinación entre lo rústico, lo agreste y lo sofisticado de la cultura ecuménica. Si bien es cierto, en Puerto Casado la presen­cia de misioneros europeos y siendo además una organiza­ción industrial anglo-argen­tina y con mucha trascen­dencia comercial brasilera, el universo cultural es bastante policromático ja’e chupe. Pero efectivamente, es un poco mezcla de caña, carro y gui­tarra.

—¿Y cuáles son algunos sig­nos digamos que genética­mente te definen aún hoy como casadeño? ¿ En dónde lo percibís?

—En todas partes, yo no sé si porque yo mismo me hice la propaganda de haber nacido en el norte, más de algún encanto transversal surgido en mi aza­rosa vida pasional. Muchos me dicen: ‘Mba’e pio, nde chaque­ñito atorrante’. ¿Entendés? Entonces hay una suerte de divulgación casi planificada de mi origen norteño ,de mi ori­gen chaqueño y en los últimos tiempos, de mi mezcla de san­gre chamacoco.

HOMBRE DE SU TIEMPO

—Sos de una raza política que sobrevivió a la dicta­dura. Pero también fuiste protagónico en la transición y pasaste por todo el proceso desde esto tan analógico del silla ari jejupi para discur­sear, hasta el TikTok que usás hoy ¿Cómo vivís todo ese proceso de cambio?

—Yo pertenezco a una gene­ración que viene desde el telé­fono llamado “el morocho”, el teléfono negro, hasta el celular “ladrillo” y hoy en día los más sofisticados celulares. Vengo de la época de la Guerra Fría, del derrumbe de la Unión Sovié­tica y efectivamente vengo de la lucha contra la dictadura , soy protagonista de una tran­sición interminable, casi adicto a los golpes militares. Me estoy refiriendo a que siempre creí durante la dictadura, que no había otra forma de echar a Stroessner, sino que a través de un golpe militar. Y bueno, hoy día pues estamos en una etapa en que ya se discuten otras cosas, pero que coincide con la decadencia política. Es decir que en la época de la dictadura se leía mucho más, en la época de la transición se leyó menos y hoy casi no se lee ¿Por qué? Porque la revolución digital ha hecho que llegue a apocoparse el cono­cimiento por la celeridad de la información, entonces, yo soy un hombre de mi tiempo.

—Pero lo mismo se gana en las elecciones. Digo que, lamentablemente sin leer, lo mismo se gana en las elecciones .

—No, por supuesto, sobre todo en los últimos tiempos las elec­ciones no están destinadas su triunfo a las personas que se merecen, sino a las personas que poseen capacidad econó­mica y yo creo que una de las primeras cosas que voy a hacer desde el gobierno es fomentar la reforma constitucional para otras cosas importantes tam­bién, pero no menor es la modi­ficación del Código Electoral. Un año y medio de campaña electoral es una locura.

AUSENCIA DE DEBATE

—Hay un filósofo surco­reano, Han, que dice que salimos de la política del debate a la de las creen­cias. Y que un templo de las creencias es Twitter. Creen­cia “mata” razón, que es lo que se le atribuye a las polí­ticas de Trump ¿Cuál es tu visión sobre el estado del arte del debate político hoy?

—Dice Freud que el que sobre­vive es el que tiene capacidad de frustración y yo sobrevivo a la política de los últimos tiempos, justamente con la frustración que me produce la ausencia del debate. Y la ausencia del debate no es otra cosa que la venta miserable de productos no vendibles. A la hora de la verdad, la política se pasa vendiendo caramelos de madera, porque en el debate los que participan de él, tienen que reunir mínimas condicio­nes de conocimiento y capaci­dad de comunicación que a la hora de la verdad es lo que la ciudadanía se merece. Pero la ciudadanía también empezó a acostumbrarse a la trivialidad de la ausencia de los diálogos, de los diálogos que también a veces no están muy fomenta­dos por los compañeros tuyos de comunicación . Porque si el político es tavy, hetá la perio­dista tavy aveí.

—¿Quiénes son los cinco personajes con los que soña­rías un día compartir un debate parlamentario, por ejemplo? Cinco históricos paraguayos.

—¿Paraguayos? José Félix Fer­nández Estigarribia, tu com­pueblano del que en los últimos tiempos no merezco su simpa­tía, pero sí merece mi admira­ción. Gonzalo Quintana; por supuesto. Juan Carlos Gala­verna y obviamente con Evelio Fernández Arévalo, Rodrigo Campos Cervera. No quiero olvidarme de quien, a pesar de sus exabruptos, “Pancho” de Vargas. O sea, ese tipo de personajes que le daban vida, dinamismo, encanto político al parlamento. Si vos me pedís que vea de hoy, no sé con quién.

—Ayer escuchaba a Pérez Reverte hablar justamente de eso, de que la ausen­cia de pelea, así decía él, ni siquiera debate, es un signo de nuestra falta de forma­ción, de la decadencia de la intelectualidad, la ausencia de esa esgrima en la socie­dad actual.

—A propósito de Pérez Reverte, yo, que pertenezco a La Nueva República, él habla de los repu­blicanos y habla de los republi­canos de la época de los Cin­cinatos, de los Gracos o de los republicanos de la Revolución Francesa. Y bueno, que hoy día ya no existen porque a la hora de la verdad lo que vale es aquel que defiende la liber­tad y oponerse a palos. Hoy tenemos libertad, pero no la ejercemos, sobre todo no la ejercemos para crear el repu­blicanismo, que no es otra cosa sino una visión ecuménica de valores éticos y de responsabi­lidades del mundo.

LOS CANDIDATOS

—Quiero repasar contigo los candidatos, ¿por qué los ciu­dadanos tendrían que votar a Euclides Acevedo y no a Santiago Peña?

—Te voy a dar una respuesta muy obvia: porque soy el más idóneo, el de mayor experien­cia, el de las manos limpias y de las uñas cortas, sencillo.

—¿Por qué los ciudadanos tendrían que votar a Eucli­des Acevedo y no a “Payo” Cubas?

—Yo creo que en la sociedad tiene el derecho a pertenecer un segmento de transgresores, pero no se construye nada con la transgresión. Uno puede ser transgresor de pensamiento, pero no puede ser transgresor de las instituciones y mi amigo Paraguayo Cubas es un trans­gresor de las instituciones. Me encanta que sea un transgre­sor del pensamiento y si que­rés construir un nuevo país, tenés que votar por alguien medianamente racional y yo soy mucho más que mediana­mente racional.

—¿Por qué tendrían que votarle a Euclides Acevedo y no a Efraín Alegre?

—Porque yo soy un coagulante de voluntades, la intransigen­cia no combina, la intransigen­cia no convoca, la intransigen­cia polariza y la polarización no construye y yo soy un cons­tructor, por lo tanto, la decisión y la opción es muy obvia.

—Hablemos del Estado ¿Estás satisfecho con el actual equilibrio o te parece que tendría que venir un tiempo en el que haya un Ejecutivo más fuerte o un Congreso más fuerte? ¿Cómo ves esa puja?

—Equilibrio ninguno, por eso quiero reformar la Constitu­ción porque la Constitución dice que el poder lo ejercen los tres poderes del Estado, pero no hay equilibrio de poder. El Legislativo es el que maneja todo. Ahí está el poder real de obstrucción, le controla todo y nadie le controla. La gente se equivoca cuando dice que este es un régimen presi­dencialista, pero es el más controlado y el que menos controla. Y bueno, el Poder Judicial, por supuesto, es un principado ñanandé donde vos no podés entrar. Recién ahora podés entrar, pero es que hay pestilencia. No hay ningún equilibrio de poder. Ahí debería haber, por eso yo apuesto por algo que forma parte de las ciencias sociales que es la gobernabilidad y la gobernabilidad es diálogo, negociación y pacto.

—Además, podría ser tera­pia para un problema que pensamos que afecta a la Argentina, pero no nos damos cuenta que en rea­lidad nos golpea: la grieta. La que se vive desde siem­pre aquí, hasta dentro de los partidos más grandes. El versus Marito-Cartes, el versus eterno entre Ale­gre y Blas Llano y esas trin­cheras que parecen ahon­darse cada vez más. Falta diálogo...

—No solamente diálogo, sino que falta generosidad de espí­ritu. Fijate vos, yo creo ser uno de los paraguayos más con­notados, pero me falta algo de antropología para poder entender ese resentimiento que existe en nuestra sociedad que impide el acercamiento. Acá sos un “facho de mierda o un zurdo de mierda” o sos “un hijo de puta o sos una per­sona bendecida”. Si vamos a seguir con ese maniqueísmo político, no vamos a salirnos nunca de esas grietas que estás señalando y yo creo que en el fondo son cuestiones cultura­les, casi impuestas para mante­nernos divididos. Porque divi­didos, somos más proclives a la dominación.

EL VOTO DIRECTO

—Hablabas de la justicia que a veces parece una especie de mesa de tahúres donde se reparten cargos y funcio­nes y se dice que necesita­mos una nueva Constitución para que eso mejore...

—Uno tiene que revisar seria­mente no solamente el Consejo de la Magistratura y el Jurado de Enjuiciamiento que hoy son verdaderas cajas registra­doras de dinero, o un molino de carne. Yo creo debe ser revi­sada la Constitución de manera integral, sobre todo su filosofía. Si queremos ser realmente una república, entonces, creo que eso tiene que debatirse. Tene­mos que concluir como un rito la Convención Nacional Constituyente, que debe ser el resultado de un debate amplio entre los que más saben. Y eso simplemente legitimar con un nuevo Constituyente sin sueldo, de tal suerte a que ahí haya solamente la voluntad republicana de tener una nueva Constitución, un nuevo pacto.

—No quiero escupir en el estofado, pero ¿cómo elegís a los que más saben con este sistema electoral?

—No, por eso te decía, lo pri­mero que voy a hacer es cam­biar el Código Electoral, con este código electoral vamos a tener una constituyente mayo­ritariamente de partidos tra­dicionales con unos candida­tos que no serán precisamente expectables. Por eso te decía lo que hace falta.

—¿Me estás hablando de cuestionar el voto directo?

—El voto directo es uno de los responsables de que hayan desaparecido las grandes convenciones partidarias y al desaparecer las convenciones partidarias, desaparece el ins­trumento de la representativi­dad genuina, por eso los diri­gentes fueron sustituidos por los operadores políticos.

—¿Por qué te parece que se impuso esa teoría en su momento en que había un lindo ambiente de debate? Pero era un esnobismo, ¿qué era?

—Sí, era un esnobismo y sobre todo una especie de “contra­fobia” a que no había nunca participación directa, enton­ces entramos en esa patología directa ya sin analizar. Y me acuerdo bien que tanto José Félix como Benítez Floren­tín eran dos constituyentes que señalaron claramente las consecuencias nefas­tas que podría traer esto. Y bueno, estamos como esta­mos por eso y porque se ha convertido en una especie de sociedad anónima los partidos políticos.

TRABAJO Y SEGURIDAD

—Voy a unos temas que lo que los sondeos dicen que son prioridades de los ciu­dadanos. ¿Cuáles son tus fórmulas ante estos pro­blemas? En primer lugar, empleo o trabajo.

—La política de empleo tiene que ser un pacto entre la socie­dad y el Estado, porque mucha gente dice bueno, saquen a estos funcionarios públicos que no sirven para nada. ¿Y donde van? ¿Al basurero de la delincuen­cia? Hace falta un acuerdo entre el gobierno y el aparato produc­tivo para fomentar el trabajo. Y para fomentar el trabajo son las grandes obras civiles. Pero fijate vos, yo no estoy en con­tra de las grandes obras públi­cas, pero sí a las grandes obras públicas que son por ejemplo de 1.200 millones de dólares al año, le “merendás”, 300 o 400 millones de dólares y los dedi­cás a la política de la vivienda, vos tenés 100 mil puestos de trabajo al año, 30 mil vivien­das y un dinero que va a circu­lar. Y habrá una vivienda que tiene que ser de buen gusto, no un “palomar” como el que se acostumbra a tener las casas populares. Así vamos a tener carpinteros paraguayos, ladri­llos paraguayos, tejas paragua­yas, electricistas paraguayos, jardineros paraguayos. Y alre­dedor de la casa siempre va a haber un templo, una comisa­ría, una escuela, un polidepor­tivo o ku’eta la plata, pero fuera de eso tiene que haber un pro­ceso de industrialización del país. Solamente la industria trae mano de obra y empleo, y solo el empleo trae justicia social.

—Otro asunto es la seguri­dad. Conocés, fuiste minis­tro del Interior. Cuando hablamos de seguridad, las encuestas, la gente no habla de grandes temas como el EPP, sino de los ataques, los robos. ¿Qué tenés que res­ponder a eso?

—La pandemia no me permitió aplicar las políticas de seguri­dad que las conozco muy bien. Creo que lo primero que tene­mos que hacer es depurar las fuerzas de seguridad del país. En segundo lugar, moderni­zarlas, profesionalizarlas; y tercero, dignificarlas . Porque no podemos luchar contra el crimen organizado y sus con­secuencias, sus epígonos coti­dianos, que son lo que vos lla­más el peajero, el caballo loco, el tortolero. Eso solamente se va a combatir multiplicando las fuerzas de seguridad, con mayor presencia de policías en la calle, duplicar. Pero, cui­dado, la seguridad no es sola­mente orden público, es segu­ridad jurídica y eso significa saneamiento del poder judicial y del Ministerio Público y, por supuesto, hay que ser implaca­bles en ese sentido en la lucha y hay que hacer una combina­ción allí con el Poder Judicial.

TRANSPORTE, ESE DOLOR

—Entonces, es un asunto de corrupción...

—Absolutamente. La corrup­ción es su peor expresión por­que atenta contra la seguridad del ciudadano, así que ¿qué es lo que yo quiero? Transporte público, buses eléctricos, horario, gratuidad para jóve­nes, estudiantes y trabajado­res, pero sobre todo seguridad. ¿De qué me sirve a mí un buen ómnibus si en la parada viene un tipo y me asalta?

—No quiero que te alejes del tema del transporte porque quiero detenerme allí. ¿Cómo solucionamos el agobiante problema del tráfico en nuestras ciudades?

—El tráfico es estresante, agobiante y es contaminante y embrutecedor porque no tenemos un transporte público eficiente y las empresas privadas que se encargan del transporte público, no tienen la menor noción de lo que es el servicio público, y que además de eso, cuenta con la complicidad y digo la complicidad, no con la torpeza ni la anuencia, la complicidad del gobierno en otorgarles subsidios, licencias e itinerarios que no se merecen. Hay que revisar seriamente este contrato entre la concesión del transporte público a empresas privadas, exigiéndoles por sobre todas las cosas comodidad y confort de los transportes que el Estado puede facilitar. Y eso es de manera inmediata, eso es sobre la marcha, hay que hacerlo.

ITAIPÚ Y FTC

—No es una ironía, pero es una realidad, lo que los medios calificamos como “causa nacional”, en realidad no aparece en ninguna encuesta como tema de preocupación ciudadana. ¿Cómo pensás encarar si fueras presidente el camino que falta al respecto de los arreglos en Itaipú?

—En primer lugar, yo no me quedaría con la revisión de la Anexo C, eso te diría que es una anécdota. Es más, falta el Anexo A y el Anexo B que tampoco se han cumplido. Yo apostaría y exigiría la renegociación integral del tratado y eso lo haría personalmente con el presidente Lula. Me iría acompañado de los técnicos más connotados y de los parlamentarios en esa renegociación ¿Por qué? porque los acuerdos de las altas partes que son entre presidentes y cancillerías no sirven para nada si no están ratificadas por los respectivos congresos .Y esta renegociación integral del tratado es en primer lugar buscar una reparación del medio ambiente con esta faraónica obra de ingeniería, la reparación de nuestros hermanos que fueron liquidados con esa obra de ingeniería y convertir en una plataforma de desarrollo de prosperidad y de integración. No puede ser solamente la producción de energía, sino que hay un montón de deudas y asignaturas pendientes que van desde la responsabilidad social de esta binacional que hoy día, que ya hemos pagado la deuda, dedicarnos a la planificación y al disfrute.

—¿Qué opinas sobre un tema también muy debatido como la Fuerza de Tarea Conjunta FTC? ¿Tiene que sobrevivir?

—Vos sabés bien que desde el Ministerio del Interior he tenido algunas fricciones con la FTC , no porque esté en contra de ella, sino que estoy en contra de los roles que se le ha asignado. La Fuerza de Tarea Conjunta tiene que tener otros objetivos, no puede agotarse en el EPP o en fuerzas irregulares de insurrección, sino que tiene que dedicarse fundamentalmente a luchar contra el crimen organizado y eso supone una revisión de su estructura jurídica y sobre todo una revisión de su rol político institucional. Por lo tanto, lo primero que voy a hacer es revisar eso seriamente.

—Es un paquete de temas evidentemente controversiales, pero por lo menos uno de ellos, el tema del matrimonio igualitario, ¿cómo analizas?

—Y ese es un problema legislativo y finalmente constitucional, por lo tanto eso tiene que ser debatido porque si la ley dice que el matrimonio entre un hombre y una mujer, si vos lo querés cambiar, tenés que cambiar la ley, eso es un problema de la sociedad. Tiene que ser debatido. Lo que no podemos es ignorar eso como una realidad, sobre todo como una asignatura.

—¿Políticamente no te opones al debate?

—No, no, tiene que debatirse, ¿por qué vamos a negarnos al debate? Lo peor que se puede hacer es la obstrucción al pensamiento.

—En España, Antonio Escohotado escribió una obra antes de su muerte en el 2021, “Los enemigos del comercio”, donde cuestiona la satanización del comercio. ¿Cuál es tu fórmula de convivencia entre la economía y el Estado ?

—El comercio es uno de los signos más relevantes de la prosperidad y el comercio es una labor fundamentalmente de la sociedad civil. El Estado lo que tiene que hacer es fomentar el comercio, crear reglas, pero no tanto participar del mismo, porque cuando el Estado participa del comercio, el cohecho está a la vuelta de la esquina. Sin embargo, yo creo que el Estado debe saber mucho de comercio aunque no sea el comerciante y eso significa que el Ministerio de Hacienda, el Ministerio de Industria y Comercio tienen que estar a cargo de personas altamente competentes, conocedores del tema y de un vínculo cotidiano, casi de un romance tórrido con la sociedad civil y los aparatos de producción.

EL ESTADO PRESENTE

—¿Y la presencia del Estado en otras cuestiones como salud, educación por citar estas dos?

—Intransferibles, no puede no estar, tiene que estar sí o sí. El Estado no puede negarse a mantener su identidad nacional y una identidad nacional es una combinación perfecta entre la política educacional y la política de la cultura. ¿Y en salud pública cómo no se va a meter si su responsabilidad es cuidar de la hacienda y la salud del ciudadano? Y la salud del ciudadano no puede estar a cargo solamente de la salud privada, porque la salud pública es una responsabilidad irrenunciable del Estado. Tiene que ser descentralizada, gratuita, obligatoria, con hospitales modernos y centros de diagnóstico. Paraguay tiene que saber de qué morimos y al saber de qué morimos vamos a saber cómo evitarlo.

—¿Cómo se hace con el tema de la corrupción en la política? ¿Cómo se elimina el bandidaje de la política?

—La corrupción es una cultura que embrutece, envilece y termina empobreciendo. Por eso hablamos de una “nueva república”, el gobierno de la ley. Yo creo que aplicada la ley, conociéndola y exigiendo que se aplique sin que sea negociada, vamos a reducir notablemente la corrupción, pero la corrupción se la combate también con una política de lucha contra la pobreza, porque la pobreza estimula también la corrupción.

—Decimos que Paraguay es una isla, pero está cada vez más comprobado que es un centro geoestratégico. Hay un debate muy fuerte sobre la presencia china en Latinoamérica. ¿Cómo administrarías el caso China versus Taiwán?

—Es una cuestión que hay que negociar, en primer lugar, con los aparatos productivos. La política exterior debe responder a una política interior, la política interior debe responder a la política de producción nacional, en primer lugar. En segundo lugar, el problema de Taiwán es un problema geopolítico que tenemos que negociar con nuestro principal aliado estratégico que son los Estados Unidos, a quienes yo les quiero decir, ustedes tienen relación con Pekín, no tienen relación con Taipéi, pero nos obligan a nosotros a tener relaciones con Taipéi y no con Pekín. Esta es una cuestión que tenemos que negociar y es cuestión de mercado y el encargado de la política exterior que en este caso es el gobierno y en especial el presidente de la república, debe responder a las necesidades nacionales no a su capricho ni a su gusto particular. Y acá tenemos que ser sólidos con el Mercosur, hay que negociar de bloque a bloque y ver otros bloques como la Unión Europea, el Pacífico, los EEUU, obviamente China, Rusia, India. Si hoy la China gestiona la reconciliación entre Arabia Saudita e Irán, árabes y persas, chiítas y sunitas, si nosotros no entendemos este manejo algebraico del mundo internacional, no vamos a estar presentes.

—¿Desde tu experiencia, el Mercosur está suficientemente despierto a toda esa movida universal o te parece que funciona a pasos lentos?

—Hay que despertar al Mercosur, darle una ducha fría, y sobre todo un nuevo acicalamiento, lo cual quiere decir no solamente quedarnos en un confort aduanero, sino buscar la unidad política del Mercosur y eso se notó claramente durante la pandemia, la falta de unidad política.

—¿Pero esa crítica puede llegar a optar por vivir sin Mercosur?

–No podemos vivir sin Mercosur y tenemos que ser coherentes con nuestra historia. Nuestra historia nos obliga a seguir siendo regionalistas, no podemos sobrevivir fuera del Mercosur.

JUEGO DE NOMBRES

—Un jueguito de nombres que hago con todos los candidatos ¿El Che Guevara o Bukele?

—Ninguno de los dos hoy, cada uno a su tiempo.

—¿Lula o Bolsonaro?

—Lula.

—¿Trump o Biden?

—Ninguno de los dos. Me quedo con Kennedy.

—¿Perón o Alfonsín?

—Perón y Alfonsín, ambos. Cada uno en su momento y a su tiempo. Yo en algunas cosas soy muy peronista, pero reconozco la fortaleza y la ética de don Raúl Alfonsín. Para Paraguay, ambos fueron importantes, por eso es que digamos no puedo yo optar por el uno y por el otro.

—Por último, ¿riña de gallos o boxeo? Practicaste boxeo alguna vez. Fuiste boxeador, empezaste en el Cristo Rey.

—No, en la escuela Federico Chávez íbamos los chicos a ver entrenar a “Kid Pascualito” y nos daban entradas para el comunio, algo de niños. Lo del Cristo Rey fue algo, por decirlo, más profesional.

—¿De ahí vino lo de “Gallo”?

—No. La verdad es que el que inventó lo de “Gallo Paloma” fue Barreiro Maffiodo, que tenía como seudónimo en el diario Patria “Poncho Pytã”. Él es el que me calificó como “Gallo Paloma”. Al comienzo me pichaba, porque él lo usaba en forma despectiva, claro. Finalmente, como todo, uno llega a acostumbrarse.

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