A propósito del reconocimiento otorgado por la Cámara de Senadores al grupo teatral Tiempoovillo por su significativo aporte a la cultura, el autor de este artículo reseña una publicación sobre la experiencia de este elenco y que al mismo tiempo constituye una importante obra para comprender el teatro contemporáneo paraguayo.

  • Por Julio de Torres
  • Fotos: Gentileza de Teresa González

El pasado 23 de marzo el pleno de la Cámara de Senadores otorgó un reconocimiento al grupo teatral Tiempoovillo “por su significativo aporte a la cul­tura, a la innovación en el tea­tro paraguayo, a la promoción de la creación y del pensa­miento crítico y reflexivo, así como a la construcción de un país democrático, pluralista y libre”.

Durante el acto, Agustín Núñez, actor y director de Tiempoovillo, agradeció el reconocimiento y recordó a quienes en su momento for­maron parte de la agrupa­ción. Núñez refirió que en el marco de su quehacer el grupo tuvo que sortear la cen­sura moral, religiosa y la polí­tica. “Teníamos que trabajar mucho la parte de metáfora, las analogías y, sobre todo, nunca olvidar la parte poé­tica, cómo contar, no caer en un teatro de panfleto directo, sino ir a una lectura mucho más profunda, que es lo que perdura generalmente en el hecho teatral”, afirmó.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Así también, agradeció espe­cialmente a la actriz, direc­tora, docente y arquitecta Teresa González Meyer, autora de un libro sobre el teatro paraguayo contempo­ráneo enfocado en la expe­riencia del grupo Tiempoovi­llo. El material, publicado en 2019 y titulado “Tiempoovi­llo: la utopía y el arte de inno­var la escena en el Paraguay”, constituye un aporte rele­vante para aquellos interesa­dos en el estudio de esta dis­ciplina en nuestro país, por lo que la obra brinda impor­tantes aportes a la investiga­ción en el campo de las artes escénicas.

Henri Bergson decía que el tiempo solo puede ser captado por la conciencia, pues vivimos el hoy con el recuerdo del pasado y avizo­rando el futuro. Esto es lo que nos explican Giovanni Reale y Darío Antiseri (2010), quie­nes, a partir de Bergson, gra­fican el tiempo de la concien­cia como “un ovillo de hilo que crece conservándose a sí mismo”, es decir, “nuestro pasado nos sigue y va acre­centándose sin pausa a tra­vés del presente que recoge a lo largo del sendero”.

“La mujer del condenado”.

Esta imagen del ovillo como entrecruzamientos y super­posiciones de “hilos” del tiempo no se interseca con el nombre del grupo Tiem­poovillo por mera casuali­dad. La conciencia del ser, el espíritu, se nutre del camino andado y, con los recuerdos de las experiencias, se forta­lece. Tales experiencias son recogidas en el libro, quien además reseña contextos sumamente difíciles y obs­táculos que el grupo de teatro vino sorteando.

Jerzy Grotowski postuló nuevos paradigmas con un quehacer teatral “sincero” que Tiempoovillo llevó como bandera. Sus principios orientaron las búsquedas y coadyuvaron a consolidar un nuevo grupo. Tiempoo­villo nació en la década del 70 por iniciativa de estudian­tes de arquitectura y fue una de las palancas que reivindi­caron la expresión teatral a nivel país.

LLENANDO UN VACÍO

González Meyer ofrece un material que mitiga de manera sustantiva la falta de investigación local en el campo de las artes escénicas. Su obra destaca iniciativas previas al grupo y profundiza en las expresiones emergentes

de vanguardia, estableciendo una relación con los movi­mientos independientes del teatro latinoamericano. Esta contextualización es funda­mental para situar a las nue­vas generaciones en una época que, como todas, presenta sus particularidades.

El libro, además, ofrece al lector imágenes de archivo que dan cuenta de los hitos del camino andado: foto­grafías de puestas, recortes de periódicos, transcrip­ciones de párrafos y citas, etc. Las nuevas generacio­nes, en su mayoría, están apegadas a hábitos comple­tamente diferentes en que el desconocimiento de una realidad acuciada por el pasado desvirtúa la misión del nuevo trabajador teatral.

“Curriculum vitae”, de Michel de Ghelderode.

En ese sentido, los antece­dentes del teatro, que pueden explicar muchas cuestiones actuales, quedan encajona­dos en la indiferencia. Si bien el material de Teresa Gonzá­lez Meyer es uno de los pocos materiales que registran la historia del teatro nuevo paraguayo, que ha marcado la diferencia con otros estilos de teatro como el folclórico y popular, más vinculados con el gusto de la sociedad bajo la dictadura, hay otros mate­riales sobre el teatro inde­pendiente paraguayo que también merecen mención.

CRÍTICA TEATRAL

La crítica teatral a nivel país es otro de los aspectos abor­dados en el material, que brinda fragmentos de auto­res reconocidos cuyos ensa­yos y artículos en la prensa han visibilizado el teatro de entonces. La comparación de esa época con la actual arroja resultados preocu­pantes: hoy la crítica teatral también es casi nula –junto con la investigación–, con excepciones que tratan de hacerla sostenible.

Recorrer la historia del teatro y comparar el pasado con el presente deja una sensación de impotencia y nos lleva a concluir que tenemos un Estado que está aún en deuda con su teatro. Tiempoovillo es la resistencia materializada en el quehacer artístico que construye esperanzas en con­textos devastadores: si no es la dictadura que censu­raba expresiones, hoy la desavenencia muta a otro tipo de “censuras”, tradu­cidas estas en “imposibili­tar” el quehacer artístico con apoyos e incentivos económicos groseramente limitados y burocráticos.

“De lo que se avergüenzan las víboras”. Creación colectiva.

Ante este escenario es fundamental preservar la memoria del teatro para­guayo y su historia como una forma de hacer justicia a todos los artistas que han luchado por mantener viva la llama teatral en el país y que lo siguen haciendo mediante los gremios y las asociacio­nes. Tiempoovillo, asimismo, induce a la reflexión contemporánea por parte de los tra­bajadores del teatro tras percibir el contexto en que se ven inmersos; también se constituye como uno de los principales anteceden­tes del lenguaje contempo­ráneo emulado por iniciati­vas actuales, plausibles en su mayoría, que se deben a la tra­yectoria del grupo referido.

La imagen latente de la uto­pía es permanente hasta hoy y el recuerdo, como noción de pasado que acompaña la conciencia humana, impul­sivamente toma fuerza con el correr del tiempo, lo que nos permite avizorar un futuro imaginado y con ansias de ser construido.

Ricardo Migliorisi y Agustín Núñez, en “De lo que se avergüenzan las víboras”.

REFERENCIAS

GONZÁLEZ MEYER, T. (2019). Tiempoovillo. La uto­pía y el arte de innovar la escena en Paraguay. Asunción: Editorial En Alianza.

REALE, G., ANTISERI, D. (1988). Historia del pen­samiento filosófico y científico: del Romanticismo hasta hoy. Barcelona: Herder.

Déjanos tus comentarios en Voiz