Ñañua es un proyecto que busca convertirse en un sistema de control en cuanto al cumplimiento de las leyes que se refieren a la salud mental en nuestro país. Para ganar notoriedad y que las autoridades comiencen a atender esta problemática, necesitan reunir 49.000 firmas para presentarlas al Congreso Nacional.

  • Por Luis Ríos
  • Fotos: Gentileza

En Paraguay la salud mental sigue siendo un tema soslayado por autoridades y despre­ciado generacionalmente por una parte de la población que dice que ir al psicólogo es de débiles o para los que no tienen personalidad y otras falacias similares.

Lo cierto es que a pesar de la promulgación de la Ley N° 6169/2019 “De preven­ción y atención de personas en riesgo de suicidio”, esta situación aumenta cada día. Los datos que presentan los proyectistas de Ñañua muestran que en el año 2020 hubo un total de 453 casos y en el 2021 se alcanzó la cifra de 521 casos.

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En los últimos meses del 2022, de setiembre a fina­les de diciembre, un total de 209 personas se quitaron la vida y la cifra de ese año llegó a 576, por lo que en prome­dio tenemos la alarmante cifra de más de un suicidio por día. El promedio anual de suicidios en el país ha aumentado un 218%, lo que supone un altísimo costo social y familiar, además del sufrimiento de las personas que lo viven.

Young woman experiencing hallucinations after taking drugs. Substance abuse concept.

ALGO HABÍA QUE HACER

Por esta razón y debido a la falta de interés por parte de las autoridades de salud pública en atender a la salud mental (la inversión en salud mental representa apenas un 1,84% del presu­puesto general de salud), es que Belén Carreres, técnico acompañante terapéutico, se decidió a crear un grupo de contención gratuita pos­pandemia en Ciudad del Este por los casos de suicidio y los muchos casos de problemas de salud mental que identi­ficaron.

“No pude crear mi grupo de contención en aquel entonces y tampoco tenía el apoyo necesario. Pero el 22 de setiembre del 2022, me animé y creé un grupo de Whatsapp para hacer con­tención gratuita y personal a gente que lo necesitaba. Llegué a hacer sesiones, incluso aún sigo con algu­nos pacientes que se unieron a ese grupo. Hago sesiones de terapias cognitivo-con­ductuales (TCC), aparte de la contención emocional”, detalla Belén.

Ella explica que, a través de esta iniciativa particu­lar, encontró muchos casos que requerían de atención, algunos incluso muy graves. “Yo continué con las tera­pias. Iba al Hospital Psi­quiátrico y a los hospitales públicos a buscar a psiquia­tras para que me ayuden con los pacientes porque algunos necesitaban ser medicados y no había respuesta de parte de las autoridades de salud pública”, lamenta.

Después de un tiempo de ini­ciar ese grupo de Whatsapp, recibo el apoyo de los acti­vistas Dani Echeverría, su esposa Anahí, el ingeniero Roberto Cano y del presidente de la Sociedad Para­guaya de Suicidología, el doctor Aldo Castiglioni.

“Así fue como se concretó el proyecto. Al principio no se llamaba Ñañua, luego el 10 de octubre (Día Internacio­nal de Prevención del Suici­dio) lo bautizamos con ese nombre. Yo me encargo más de la parte de contención y terapia y de la parte técnica se encargan los otros propo­nentes”, recuerda Carreres.

INICIATIVA NACIONAL

Al ver que la cantidad de casos no solo se limitaba al Alto Paraná, sino que se recogían de distintos puntos del país, las personas que ya componían el proyecto deci­dieron expandirlo y llevarlo a nivel nacional.

“Debería dársele más importancia, ya que es algo que todos nosotros nece­sitamos cuidar. Por ejem­plo, la ley prevé en su ter­cer artículo la creación de una línea de atención per­manente que debería estar operando las 24 horas para la prevención del suicidio, pero nunca se habilitó. Es lamentable cómo no se le da importancia a la salud men­tal”, reflexiona.

Belén afirma que ahora deben juntar las 49.000 fir­mas para que las autoridades los tomen en serio. “Quere­mos que las leyes de salud mental se cumplan porque hay presupuesto para hacer­las cumplir. Son los políticos y gobernantes los que no tie­nen esa voluntad para hacer cumplir las leyes y este es un reclamo de la ciudadanía en general porque hay mucha gente que necesita de esa atención”, sentencia.

PROYECTO NECESARIO

Beatriz Acosta Vda. de Nardi es la presidenta de la Asocia­ción de Pacientes de Tras­torno Límite de la Personali­dad y también está haciendo el acompañamiento a Ñañua. Para ella, este tipo de iniciativas son nece­sarias. “Ya hace bastante tiempo nosotros junto con otra organización, la Fun­dación Sobrevivientes Para­guay de Ciudad del Este, ya intentamos hacer algo simi­lar. Lastimosamente no lo logramos”, recuerda.

“Para nosotros como aso­ciación es una iniciativa muy importante. Todos los que estamos involucrados en salud mental debería­mos apoyar Ñañua, luchar con ellos, ir para adelante. Necesitamos un call center 24/7 que sirva como apoyo para los chicos que necesi­tan. Sobre todo, viendo que cada vez hay más casos de suicidio en el país”, analiza.

El trastorno límite de la per­sonalidad (TLP) afecta gra­vemente la capacidad de una persona para controlar sus emociones. Esta pérdida de control emocional puede aumentar la impulsividad, afectar cómo se siente una persona sobre sí misma y repercutir negativamente en sus relaciones con los demás. “El TLP es uno bas­tante difícil porque casi el 95% de las personas que lo padecen tienden o pueden tender al suicidio. Así que, por eso, para nosotros este tipo de iniciativas son muy importantes”, afirma.

Respecto a los avances en cuanto al cuidado de la salud mental, la presidenta dice que no nota pasos muy noto­rios. “Nosotros como asocia­ción vemos que las personas no siguen con una terapia adecuada. En lo que sería la terapia dialéctico-conduc­tual (DBT), en profesionales que impartan esas terapias y que realmente brinden las herramientas y ayuden a prevenir el suicidio, todo es muy light”, lamenta.

EL TLP

Según describe Acosta, es muy difícil saber cuándo una persona padece el TLP. “Se necesitan un mínimo de tres a seis meses de terapia con un buen profesional que rea­lice las evaluaciones corres­pondientes para poder dar un diagnóstico correcto del TLP. Muchos profesionales cometen el error de diagnos­ticar TLP en dos o tres sesio­nes y no debe ser así”, pun­tualiza.

Particularmente, el TLP puede incluir elementos de otros trastornos de la per­sonalidad. Pero se acentúa en uno o dos. Por todo eso, para llegar a diagnosticar correctamente que una per­sona sufre de TLP, se nece­sita tiempo y una evaluación constante. “Ni el mejor pro­fesional del mundo puede diagnosticar en pocas sesio­nes porque la persona con TLP es cambiante. Puede cambiar de un momento a otro, de un día para otro, de una sesión a otra”, remarca.

Acosta explica que lo único que puede advertir que qui­zás una persona cercana a nosotros tenga TLP sea ese rasgo cambiante de emocio­nes elevadas. “Pueden sentir al máximo o no sentir nada. No tienen punto medio, por eso es TLP. Es sentir al máximo todas las emocio­nes que puedan sentir. Ahí podríamos sospechar que padece algún trastorno de personalidad y que a su vez podría tratarse del límite porque nada te asegura que sea TLP hasta que no se haga la evaluación correcta y eso lleva tiempo”, ahonda.

Por otra parte, hace énfa­sis en que las terapias, las buenas terapias ya sea DBT u otras, son muy caras por­que tienen un proceso largo. “Entonces, para la mayoría de los pacientes es difícil de solventar. Lastimosa­mente en el sistema de salud pública no se le da la debida importancia a este tipo de tratamientos. Se debe recu­rrir al sector privado y no todos tienen la posibilidad de costearse el tratamiento. Además, los pacientes son difíciles, por lo que hay que estar debidamente califi­cado para tratarlos. Y en ese sentido, no veo mucho avance”, indica.

LA ASOCIACIÓN

La Asociación de Pacien­tes de Trastorno Límite de la Personalidad nació hace 14 años cuando la sobrina de Beatriz padecía un tras­torno muy difícil. “La llevé a todos lados, recorrimos el país; hospitales públicos y privados y no encontrába­mos una solución. En vez de mejorar, ella cada vez estaba peor”, recuerda.

Comenzaron a desesperarse al no encontrar una solu­ción. “Me dije a mí misma que no podía ser que solo nosotras dos estuviéra­mos sufriendo por esto en Paraguay. Entonces, tenía la necesidad de encontrar una respuesta a lo que está­bamos pasando. Creé una página en Facebook y allí se fueron uniendo otras perso­nas que estaban pasando por lo mismo. Allí empezamos a juntarnos”, agrega.

Su sobrina pudo viajar a Madrid junto con su madre y allá finalmente le diagnosti­caron correctamente el TLP. A partir de eso, comenzó a ir a una organización llamada Asociación Madrileña de Ayuda e Investigación del Trastorno Límite de la Per­sonalidad (AMAI-TLP) en España. Quedó encantada con lo que hacían allí y se le ocurrió hacer una réplica de esa organización en Para­guay.

“Lastimosamente nunca lo pude lograr porque no recibí el apoyo suficiente de los padres de estos chicos que padecen TLP y tampoco de autoridades. Nos quedamos solos, pero aún tenemos ese sueño de realizar un cen­tro guía en donde podamos capacitar, ayudar y enseñar a estos jóvenes a salir ade­lante llevando una vida nor­mal igual a la de cualquier otra persona”, sostiene.

Hoy en día tienen un grupo de Whatsapp con los pacien­tes y ellos aprendieron que estando todos juntos y unidos se protegen. “Si uno está en crisis, el otro le contiene y así desarrollamos una manera de ayudarnos y estar siempre presente para el otro. Eso fue muy importante porque de nuestro grupo y por suerte nuestros chicos están vivos y eso es lo único que importa”, agradece.

“Si bien mi nombre es Bea­triz Acosta Vda. de Nardi, yo soy la Tía Betty para todos. No soy psicóloga, no soy pro­fesional, pero me devoré todos los libros de psico­logía y en especial los que abordaban el TLP. Tengo la experiencia de mi sobrina y con base en eso utilizo casi las mismas herramientas para contener a los demás chicos”, relata.

Ahora mismo, la asociación nuclea a 14 pacientes más los familiares que también son 14, pero, según la pre­sidenta, la mayoría no se involucra. “Estamos solo los pacientes y yo. Si bien en el grupo somos 14, por fuera son muchos más, ya que muchos me contactan en privado. Les cuesta abrirse, socializar y hay que ganarse su confianza de a poco para que luego se animen a ingre­sar al grupo”, recalca.

Acosta Vda. de Nardi cuenta que la escuela y colegio privado Campus School, situado en la Avda. Zavala Cue 2625 casi Magallanes de Fernando de la Mora, tuvo la predisposición de darles un aula para que monten un consultorio en ella, pero no lo lograron porque no con­siguieron suficientes volun­tarios. “Son muchos los pro­yectos de la asociación, pero en este momento solo nos enfocamos en la conten­ción de pacientes con TLP”, cierra.

Las personas que se quieran poner en contacto con la aso­ciación lo pueden hacer vía Whatsapp al (0981) 511-723 con Beatriz Acosta.

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