Jimmi Peralta - Fotos: gentileza

La joven cantante nivaclé Bianca Orqueda lanzó el pasado 8 de marzo un nuevo track en el que brinda un homenaje a las mujeres y a su comunidad. En este diálogo con Nación Media nos habla sobre cómo una vocación que en principio fue un sueño personal se convirtió en una misión para ella, hacer escuchar su voz y la de su pueblo en una sociedad que no los reconoce y en un tiempo en que la supervivencia cultural de su pueblo está amenazada.

La narrativa identitaria dominante en el Paraguay oculta la diversidad de naciones que habitan este territorio. Las múltiples lenguas y sus correspondientes cosmovisiones y sentidos que habitan en esas palabras están opacadas bajo la sombra de lo paraguayo y, en algunos casos, dentro de este habita, casi como complementario, aquello que es nombrado como lo “guaraní”, omitiendo el universo de naciones que pueblan nuestro territorio.

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Bianca Orqueda (24) es una joven cantante de la comunidad nivaclé Uj’e Lhavôs, ubicada a escasos tres kilómetros de Filadelfia, a unos 460 kilómetros del ombligo político del país: Asunción.

Su canto viene para narrar su propia historia, a mostrar su idioma, su territorio y nación: lo nivaclé. Y quizás, a través de su arte obtenga, como resultado, dejar alguna fisura en la monolítica relación de prejuicios que rigen las relaciones entre la sociedad envolvente y estos pueblos y, quién sabe, hasta tal vez forzar como consecuencia la reflexión hacia un vínculo más justo.

Bianca nació y creció en comunidad. Su primer mundo fue un espacio donde los portones y las murallas que separan los hogares en la ciudad no existen, donde los cuidados de los niños y niñas recaen en todos y todas: “Mi mamá siempre estuvo trabajando para nosotros y casi nunca estaba en casa, pero las abuelas siempre me alimentaron. Un agradecimiento a ellas por todo lo que hicieron conmigo, me criaron, me cuidaron”, comenta y es a ellas a quienes homenajea en su último lanzamiento, “Vatcumjat Lhavoque”, que ella traduce como “Mujer virtuosa”.

UN INCIDENTE

“Cuando tenía 12 años me golpeé el diente contra un hierro del arco, es que yo jugaba mucho al fútbol. Fue la primera vez en la vida que fui a un odontólogo; entonces, uno de mis sueños fue eso, ser odontóloga o ser futbolista”, recuerda.

Hoy ella se encuentra produciendo su primer material discográfico, pero no olvida cuando estaba llegando a la pubertad y veía a una menonita de Filadelfia que iba a realizar trabajos con la comunidad; era una mujer con guitarra en mano que cantaba y con ese gesto terminó por ser en parte guía para que Bianca construya un anhelo que ahora siente que está conquistando.

“Mi sueño siempre fue ser cantante famosa desde muy chiquita. Yo siempre dije que quería ser famosa algún día y no paré hasta conseguirlo, creo. Esa era una idea que ya venía pensando desde chiquitita. Desde que tengo memoria siempre quise ser cantante. Le decía a mi abuela ‘voy a ser cantante famosa algún día’ y todos se reían de mí, pero a mí no me importaba lo que la gente decía o pensaba de mí”, confiesa, al tiempo de recordar que su abuela fue guitarrista en un conjunto de chamamé y es de ella que Bianca siente que heredó su vocación.

En su comunidad la llaman “Uj Lhshatech, que significa cabeza grande, como de ideas grandes, por los sueños locos pero grandes que siempre tuve”, comenta. Su nombre nivaclé tiene una referencia a su forma de ser y es establecido durante su crecimiento.

Bianca creció escuchando música de su generación, también algo de retro de los 80 y 90. Hoy sus gustos musicales pasan por Morat, Camilo, Jorge Drexler y el flamenco. “También siempre escuché los diferentes cantos ancestrales de la comunidad, los de pedir lluvia o los de dar gratitud, es que siempre hubo arte en las comunidades. Está el arte de bailar y cantar, así como está también el arte de hacer artesanía”, explica.

PRIMEROS PASOS

“Cuando tenía 15 años por ahí, no era muy madura todavía, escribía sobre cosas de amor, en castellano escribía mucho. Pero cuando crecí un poquito más, ya tenía 16 o 17 años, escribí mi primera canción, o sea, no la escribí nunca, la canción se me quedó en mi cabeza. Esa primera canción se la dediqué a mi mamá. Es una canción muy, muy cursi, en la que estoy dándole gracias a mi mamá por darme ese amor incondicional, por su apoyo, por sus oraciones, por haberme criado. Después ya tuve la oportunidad de cantar esa canción en la Gobernación de Boquerón en un acto. La canté y me grabaron. Subieron a las redes y unos días después me llaman y me dicen que querían contratarme para un encuentro de mujeres indígenas y me iban a pagar, yo no podía creer”, narra Orqueda sobre cómo inició ese viaje de transformar su sueño de niña en un trabajo, en una realidad. Aquel recital le permitió, según comenta, dimensionar lo transcendente que es para las comunidades darse a conocer ante una sociedad que no los reconoce y fue ahí cuando confirmó que su labor dentro del arte podría ser un camino que excede a un proyecto personal y que su rol en la música tiene un fin también colectivo.

En aquel encuentro bisagra en su vida escuchó a las mujeres hablando de sus realidades, experiencias y carencias. Además, la pérdida y olvido de sus costumbres, idiomas e historias ancestrales, así como del propio territorio que habitaban desde tiempos inmemoriales.

FORJANDO SU CARRERA

Para lograr sus sueños Bianca asume cada oportunidad como un espacio en el que tiene que estar. Representó al país en la Expo Dubái, fue reconocida por instituciones internacionales, grabó con Chirola Ruiz Díaz, de Kchiporros; subió a escena en el Cosquín Rock Paraguay y esta semana cantará en el festival Asunciónico. Ahora procura que su sueño crezca y que también traiga el pan a la mesa.

Actualmente, después de años de idas y vueltas, vive en Asunción, desde donde organiza su trabajo y se encuentra grabando canciones para su primer material discográfico.

“Realmente es una experiencia super única, por fin tengo la bendición de poder trabajar con gente que realmente está en la industria también”. A su vez, habla sobre qué implica adaptarse a la forma de vínculo propia de la ciudad, distante y menos colectiva.

“Yo crecí sin papá, estamos entre 11 hermanos, pero mi mamá siempre trabajó; cuando era chiquitita trabajaba en una fábrica de maní. Después trabajó como limpiadora en casa de menonitas, ahora ya dejó de trabajar porque ya tiene 61 años, vive en una casa donde están los hermanos, donde hay gente que trabaja. Yo me estoy bancando sola acá con los shows que tengo; entonces, con eso puedo pagar el alquiler y la comida también. Es la primera vez que me enfermo en mucho tiempo y es aquí en Asunción. Pero me banco con la música, es algo que me gusta hacer y algo que sé, que a través de la música (que hago) Paraguay conoce más sobre la cultura y lo que son los idiomas”, comenta la joven, quien al ser entrevistada se encontraba padeciendo un cuadro gripal.

La metrópolis paraguaya es ahora el lugar donde produce y trabaja. Bianca ya cuenta con un equipo con el que desarrolla su proyecto y el acompañamiento a través de la virtualidad de su productor musical, Alejo Jiménez, un conocido de la escena que ahora vive en EEUU. Para la cantante llevará tiempo conocer y acostumbrarse a los modos de la urbe.

“Acá en Asunción uno se preocupa por uno mismo y no importa el resto. Eso lo que veo, es una ciudad muy fría, una ciudad donde no se permiten estar tristes realmente. Algunos amigos dicen que son fuertes, pero no. Es una ciudad donde no hay casi amor que dar. Yo vengo de una comunidad donde se preocupan por uno, donde uno abraza y te pregunta ¿qué tal estás?, ¿cómo estás?, la gente es servicial. Te dicen ‘vamos a tomar tereré’. Acá nadie toma tereré en Asunción, todo el mundo está con café”, señala entre sorpresa y una sonrisa.

NUEVO TEMA

Bianca Orqueda presentó el pasado 8 de marzo su tema “Vatcumjat Lhavoque - Mujer virtuosa”, cantado en nivaclé y que fue lanzado con un videoclip dirigido por Cristian Palacios.

En el material se presenta el empoderamiento de las mujeres de su comunidad, el pasado de las ancestras, las abuelas matriarcas, quienes enseñan, sanan con la naturaleza y fortalecen con el arte la música y las danzas. El videoclip fue rodado enteramente en su comunidad Uj’e Lhavõs.

“El videoclip muestra a mis dos sobrinitas caminando y de repente como que van volando, flotando ahí. Es cuando entra ese trance de conectarte con la naturaleza también. En este videoclip están todas mis tías, son dos familiares míos, sobrinas, tías, abuelas, personas que me dieron de comer cuando era chiquitita. Y también en medio de esto se ve a una joven que se viste diferente a los demás, es como yo reconociéndome de cómo era antes, yo vestida con ropa moderna, una remera, una campera grande”, explica la joven. El clip muestra algo de los dos mundos a los que pertenece.

EL MENSAJE

Dar a conocer la cultura indígena, obtener el respeto a su modo diverso de vivir y superar los prejuicios parecen ser las misiones de Bianca, quien es, según cuenta, la primera mujer en realizar una grabación musical en su idioma nativo.

“Yo pienso que cuando llega el mensaje algo cambia. Viste que la gente tiene una idea de cómo son los indígenas. Dicen ‘no quiere laburar’, pero esa es nuestra naturaleza, nunca trabajamos hasta que llegaron los blancos, tuvimos que comenzar a trabajar porque algo que era nuestro nos quitaron, nos cepillaron los dientes, nos bañaron, son cosas así súper fuertes, y la gente tiene una idea de nosotros por nuestra propia piel, porque somos indígenas.

Yo nunca voy a mostrar lo negativo de lo que es la comunidad, yo muestro lo que es una comunidad hermosa, una comunidad unida, una comunidad que trabaja. Yo no voy a mostrar nada negativo, lo negativo es que el gobierno no hace nada, eso todo el mundo en Paraguay lo sabe”, concluye.


ENTRE LO MODERNO Y LO ANCESTRAL

El productor musical Alejo Jiménez es quien acompaña a Bianca Orqueda en su proceso de trasformar una idea o música en un track de difusión. Los une una amistad casi de familia y él explica qué encontró en ella y cómo trabajan juntos.

“Si bien ella representa la cultura ancestral, pero por la edad que tiene yo creo que todavía no está asumiendo completamente el rol de representar esa cultura ancestral. Tiene mucho conocimiento de su historia, de su abuelo, de lo ancestral, pero no hay que olvidar que ella creció escuchando música urbana como una joven de 22, 23 años. Ella creció escuchando Justin Bieber. Tiene los cánticos ancestrales en su cabeza porque lo ha curtido de niña y los evoca en algunas canciones sin duda, pero no toda la producción se trata de eso”, señala Jiménez.

“Bianca tiene mucho que decir, los nativos tienen mucho que decirnos con respecto a muchas cosas. Ella tiene un carisma muy especial y tiene una forma de contar su historia, y es difícil de entender, porque la mayoría de nosotros no sabemos lo que es sentir hambre realmente, no tener nada”, agrega el productor.

Alejo acompaña a Bianca en este trabajo que concluirá en un disco a ser presentado posiblemente este año con composiciones que no se centrarán en un solo género, sino que ofrecerán a los fans una multiplicidad de estilos y propuestas.

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