Este es el último domingo del año 2022 y Toni en sus “Cuadernos de barrio” ya lleva publicados más de 300 artículos. Hoy, como última entrega del 2022, elige siete historias de estos 51 domingos del año que se está yendo.
Una calurosa tarde de febrero de este año recibí un mail; era Carlos Augusto Carvalho Dias, funcionario de la Embajada del Brasil en Asunción, quien me dice: “Me llamo Carlos Dias y soy el actual jefe del sector cultural de la Embajada del Brasil en Asunción”.
“Me gustaría felicitarle, en mi nombre y en el del embajador por su columna del 30 de enero en La Nación (”Kamba Kua y Lívio”). Ese artículo ha circulado mucho entre nosotros y fue tan apreciado que llegó al Brasil, a las manos de una historiadora y escritora, amiga mía (Alexandra Lima), ella se encantó tanto por la historia personal de Lívio Abramo y por la de las comunidades afrodescendientes paraguayas. Ahora, ella desea escribir un libro infantil que hable de los dos temas y le gustaría mucho que usted hiciera el prefacio. ¿Qué le parece?”.
La Nación, 30 de enero del 2022.
Ese mail me llenó de emoción y recuerdos de aquella casa de estudios que era el Centro de Estudios Brasileños y me inspiró este domingo a hacer una selección de 7 de estas 51 publicaciones anuales. Es, sin lugar a dudas, el artículo del 30 de enero el que por lejos se lleva el primer lugar, teniendo en cuenta que la protagonista de esta historia ha venido desde Río de Janeiro hasta Asunción para conocer más de estas dos historias, unidas en un humilde artículo de domingo y sobre todo que me encontraba, sin saberlo, ante la jefa del Departamento de Ciencias Sociales y Educación de la prestigiosa Universidad Estadual de Río de Janeiro.
La Nación, 20 de marzo del 2022.
EL SUEÑO EN LA VESPA RUMBO A BARRIO OBRERO
El camino sigue y fue la inspiración del viaje imaginario que hice hasta Barrio Obrero en la vieja moto Vespa blanca con mi papá y Juan Francisco Scavone a la casa de Palmira Yaluk –quien a los 90 años sigue haciendo arte de kilómetros de tela en su taller de la calle Chile– y sus recuerdos de la moda asuncena del siglo XX (“Con cariño desde Caraguatay a la calle Chile”, La Nación, Asunción, 20-11-22), que como la anterior historia me trajo muchas emociones.
La Nación, 14 de agosto del 2022.
LA LLAMADA DE CARLOS OTT Y “FLORES DE BARRIO”
Suena el teléfono. Era “Icho” Planás, quien me dice: “Toni, acá alguien quiere saludarte” y una voz dice: ¿Hablo con Toni? Yo le respondo afirmativamente, era nada más y nada menos que Carlos Ott, uno de los más grandes de la arquitectura internacional que me agradece el artículo “Flores de barrio”, que se desata de una simple caminata de todos los domingos hasta el Shopping del Sol, donde en una alta y ruidosa esquina de la avenida San Martín llega todos los domingos una ciudadana china que coloca delicadamente sus orquídeas a la venta y de fondo el gran cartel que anuncia el edificio More del Sol, diseño de Ott; un escenario que se convierte en una efímera pintura dominical.
La Nación, 16 de enero del 2022.
LAS SANABRIA Y “MARGARITA Y SUS NIÑOS”
El camino por estas siete piezas dominicales sigue con la partida de la legendaria profesora Ada “Chusca” Sanabria de Ibarrola, quien fuera una de las numerosas hermanas Sanabria que habían llegado hace muchos años desde Carapeguá para formarse, cada una en distintas disciplinas, siendo todas ellas figuras influyentes en sus quehaceres ciudadanos en el siglo XX. (“Las Sanabria”. La Nación, 16/01/22).
Desde otro escenario de los recuerdos una oyente me presenta una foto extraviada hace más de cuarenta años en un estudio fotográfico que dio origen al artículo (“La foto extraviada de Margarita y sus niños”, 7/08/22) y la emoción de hacerle recuperar a la legendaria Margarita Carrillo, del viejo Canal 9, su foto perdida después de más de cuatro décadas.
La Nación, 7 de agosto del 2022.
BESTARD, KRONAWETTER Y “EL PUDOR”
En otros casos el reencuentro con pinturas me llevó a recordar charlas, anécdotas y conciertos de los años 50 y 60, en este caso borrosos recuerdos encendidos por una obra de Jaime Bestard, titulada “Nelly Jiménez en concierto” (“Una pintura, una pianista y el aniversario de Asunción”, As. 14 de agosto del 2022); en otros, historias urbanas increíbles relatadas por protagonistas en pequeños libros como “Mis relatos”, de Alfredo Kronawetter (“Desde el bar y pensión Independencia” As. 12/06/22) o los relatos de Nuria Costa Martí en “‘El pudor’”, Nuria y ‘La Chuhi’”. La Nación, 23/01/22).
El año termina, sería imposible y aburrido describir 51 historias en la última entrega del año. Solo me queda decir gracias a todas las personas que leen estas pequeñas construcciones de borrosas historias todos los fines de semana en el Gran Diario del Domingo en el que escribo desde su aparición en abril del 2019, por lo que estos “Cuadernos de barrio” están próximos a cumplir cuatro años de ininterrumpida publicación domingo a domingo.
La Nación, 23 de enero del 2022.La Nación, 15 de mayo del 2022.
Tomar el desayuno y correr al búnker en 90 segundos
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Cuando empiezan a sonar las sirenas de alerta sobre los cielos de Tel Aviv, la familia Weisman y millones como ellos buscan refugio de los misiles en camino y hoy continúan recogiendo los escombros de sus vidas.
Vera Lucía Papaterra, de origen dominicano, reportera del periódico estudiantil The Independent Florida Alligator (Gainesville, EE. UU.) busca ser una corresponsal internacional y fue invitada a Israel por la agencia de noticias del Medio Oriente para el mundo hispano parlante, Fuente Latina, para adentrarse a lo más profundo de un país que sigue en guerra pero que una vez más, da muestra de resiliencia, tras los ataques sufridos desde Irán, semanas atrás.
Una de sus entrevistadas fue una mujer israelí residente en Tel Aviv, Hadar Weisman, quien le relata como es la vida casi cotidiana bajo el sonar de las sirenas.
El decir por favor y gracias. Cómo usar cubiertos. Respetar a los mayores. A esa lista de lecciones básicas, la israelí Hadar Weisman añadió una que sus hijos repiten sin dudar: qué hacer en los 90 segundos después de que suenan las sirenas que indican que algún o varios misiles vienen en camino.
El 22 de junio de 2025 fue uno de esos días. En la llamada “Guerra de los doce días”, Israel y Estados Unidos habían atacado instalaciones nucleares iraníes e Irán había devuelto el fuego, lanzando decenas de misiles contra Israel. Varias zonas residenciales de Tel Aviv y en otras ciudades resultaron impactadas; 30 personas fallecieron y al menos 23 personas quedaron heridas. En Tel Aviv resultaron con daños severos varios edificios de Ramat Aviv,incluido el de Weisman. Fue una mañana de concreto roto y vidrios pulverizados que dejó a miles de israelíes sin casas, aunque con vida.
Hadar Weisman frente a lo que solía ser el panel de electricidad de su hogar. Foto: Gentileza
Misma sirena, diferente final
Aquella mañana, a las 7:23, tocaron a la puerta de Weisman. Eran los repartidores de un gavetero que había pedido una semana antes. Lo pusieron en el dormitorio. Apenas salieron, sonó la alerta. “Estamos muy acostumbrados a entrar al cuarto seguro”, cuenta Weisman. “Con los niños lo hacemos desde antes del 7 de octubre (del 2023 cuando terroristas de Hamás atacaron Israel)”.
Todos en casa de Weisman estaban ya vestidos y despiertos por el ruido de los obreros, así que caminaron con calma hacia la mamád, la habitación reforzada que muchos israelíes tienen en sus casas para protegerse de los misiles. El impacto llegó minutos después. El misil cayó entre los edificios de la cuadra. Ninguna estructura recibió un golpe directo, pero el golpe de la onda expansiva convirtió la casa en escombros. “Todo el edificio se sacudió y se cortó la luz”, recuerda Weisman, doctora en economía y profesora de microeconomía en la Universidad de Tel Aviv que vivía en ese apartamento desde 2019. “Nos quedamos 45 minutos en la oscuridad, sin saber qué habría cuando abriéramos la puerta”.
Los misiles iraníes golpearon todo lo que tenía el apartamento, reventando cristales y paredes. Foto: Gentileza
Sentados con una bolsa de caramelos
Dentro del cuarto seguro, un detalle dominguero: la tapa plástica del conducto del aire acondicionado salió volando y por ahí entraron polvo y residuos del edificio tras el impacto. Sentados en un colchón, con el teléfono en una mano y una bolsa de caramelos en la otra, los padres usaron el tiempo para hacer llamadas y tranquilizar a los niños. El mayor, de nueve años, lloró pensando en sus juguetes.
El impacto en el más pequeño, su hijo de tres años y medio, se mide más allá de una preocupación por sus cosas. En sí, el niño siempre pregunta la ubicación del cuarto seguro —como quien pregunta por el baño— cuando llega de visita a una casa desconocida. “Es una forma de vida y no debería serlo”, dice visiblemente emocionada Weisman. “No es manera de criar a nuestros hijos”.
Parte del techo del departamento, el cual fue mayormente impactado. Al salir del búnker, Weisman dijo que temía que el techo completo se cayera. Foto: Gentileza
Afuera, el grupo de WhatsApp del edificio se convirtió en un mapa humano. Vecinos reportaban quién estaba adentro y quién estaba en la calle para que los equipos de rescate no perdieran tiempo en búsquedas inútiles. Policías, bomberos y la unidad de rescate de la Fuerza de Defensa israelí subieron piso por piso. Forzaron la puerta acorazada del quinto piso, que quedó doblada, del apartamento de los Weisman. “Menos mal que esperamos”, dice. “Si hubiéramos intentado salir, el corredor estaba cubierto de muebles y cosas caídas. Nos habrían caído encima”.
Hay que mantener la rutina
El edificio de Weisman es uno de los más nuevos en el barrio y sus cimientos resistieron mejor que otros. Otros en la cuadra, no tanto. La familia pasó dos semanas en un hotel y luego consiguió un subarriendo en el mismo barrio para que los niños siguieran asistiendo a su misma escuela y su kínder. “Volveremos, dicen que para Pascua”, explica, con ese optimismo que nace de una rutina resistente. “Creo que será más tarde, quizá en julio”, añade con una sonrisa corta, como quien ya aprendió a negociar con la incertidumbre.
Uno de los baños de la casa, donde el impacto afuera derribó paredes y quebró cerámica.
El ataque del 22 de junio fue parte de una escalada de doce días que cruzó fronteras y agendas políticas. Para Weisman, sin embargo, la política se traduce en una caminata sabatina. Ella asiste cada sábado a las manifestaciones por la paz que se llevan a cabo en la avenida Begin de Tel Aviv, donde discurso tras discurso pide el fin de la guerra y el retorno de todos los rehenes. “Voy desde antes de octubre”, cuenta, refiriéndose al 7 de octubre del 2023. “Esto no puede seguir así. Incluso si alguien creyó que al principio había justificación, ya no se ve un final ni resultados positivos. Es la forma equivocada de hacer las cosas”.
Su crítica tiene varios destinatarios. A su gobierno, que a su juicio no ha ofrecido una salida real ni ha priorizado un acuerdo para los rehenes capturados en el ataque del 7 de octubre. A Hamás, “una organización terrible, mala para Israel y aún peor para los gazatíes”. Y a cualquiera que crea que “disparar es mejor que hablar”, o que la vida de alguien vale menos que “un pedazo de tierra”. “Es inexcusable porque es obra humana”, dice Weisman, y la frase le tiembla en la garganta.
El impacto de los misiles quebró el horno de Weisman. Foto: Gentileza
La confianza, admite, ya estaba dañada antes de octubre. “Siguen intentando cambiar el Estado de derecho en medio de la guerra”, señala Weisman sobre las modificaciones constitucionales que el gobierno trata de implantar para fortalecer los poderes ejecutivos y legislativos a expensa del judicial, algo que ha creado malestar en sectores de la sociedad israelí. Weisman escucha rumores sobre comicios, sospechas de fraude y un clima que erosiona las instituciones. Aun así, la decisión íntima no es simple. “Si nos paramos y decimos que esto es demasiado y nos vamos, ¿quién se queda? ¿Los que creen que esto está bien? Tampoco quiero que mi hijo cargue con esto”. Lo discuten en casa, una y otra vez.
Los vecinos de Weisman perdieron toda la estructura externa de su hogar. Según ella, la razón por la cual ella y su familia se salvaron de esta experiencia fue por la antigüedad de su hogar. Foto: Gentileza
Como casas de muñecas
Al volver a su apartamento en ruinas para recoger papeles y ropa, Weisman mira por la ventana y ve fachadas abiertas como casas de muñecas. Luego baja la mirada al pasillo, donde antes no se podía caminar sin tropezar, y recuerda la lección que repite a los niños: Hay una alarma. Se hace lo que toca. La vida va primero. “Estamos bien”, les dice. “La casa es solo cosas”.
La normalidad se despega a veces en pequeños gestos. Volver al subarriendo con mochilas y bolsas. Hacer la tarea de matemática. Preparar una cena sencilla. Y sí, repetir las reglas: por favor y gracias, respetar a los mayores, así se agarra un tenedor. Y esa otra, más urgente y aprendida a la fuerza, que suena como un juego pero enseña a sobrevivir: Sirenas en el aire. Un minuto y medio. Respira. Vete al búnker. Cierra su puerta reforzada. Espera. Vuelve a salir. Sigue adelante.
“Muchas veces uno no se da cuenta del significado de las pequeñas historias”
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Jimmi Peralta
Fotos: Cristóbal Núñez
El empresario, publicista y escritor José Daniel Nasta presentará esta semana su nuevo trabajo editorial. Se trata de una compilación de narraciones acopiadas en su memoria. Algunas fueron escritas allí por su propia vida, otras colectadas de boca de amigos, pero que juntas, y entre cada punto final, invitarán al lector a la risa, la emoción y la reflexión.
“El libro recoge anécdotas, algunas son personales y otras son de muchas personas. En algunos casos las nombro y en otros, no; quedan como anónimas. Cuando les consulté si podía citarlas, algunos dijeron que sí y otros me pidieron no aparecer, aunque sí me autorizaron la publicación de la historia”, explica José Daniel Nasta, reconocido empresario, quien con mucha frecuencia “se pone el sombrero de escritor”.
Nasta presentará el próximo jueves 29 de mayo, a las 19:00, su último trabajo editorial: “Pequeñas historias que hacen grande la vida”. El acto tendrá lugar en la residencia de la Embajada de Francia (Rca. Dominicana 146 casi Mcal. López). Se referirá a la obra el anfitrión, S.E. don Pierre-Christian Soccoja.
Se trata del decimoquinto libro de Nasta. Si bien en ellos ha abordado diferentes temas, excusas y formas, siempre tiene como hilo la propuesta de una narración que atrape al lector.
DESCUBRIMIENTO
“Desde que empecé mi trabajo profesional hace 60 años, siempre quise salir a descubrir el mundo y que el mundo me descubriera. ¿Por qué? Porque a mí siempre me fascinó la oportunidad de conocer otros países, conocer otro tipo de gente, otros idiomas y tratar de mantener diálogos que me enseñen cosas. Por otro lado, hay personas que se podrían estar perdiendo algo de la vida, porque en vez de aprender de ella están estableciendo una medida rígida que no les permite descubrir y crecer. ‘Pequeñas historias que hacen grande la vida’ son esas pequeñas historias que están ahí. Muchas veces uno no se da cuenta del significado de las pequeñas historias”, explica Nasta sobre el fino matiz que pone en valor las experiencias, desde la apertura hacia las vivencias y del significado que de ellas nacen.
Para José Daniel todo acto humano hace grande la vida. Sea pequeño, sea gigantesco.
Él plantea mirar la vida como una oportunidad, oportunidad de conectarse con la intensidad que le es propia, con los desafíos, alegrías y hasta los sinsabores.
“La vida no es lineal, la vida es siempre extremos por los cuales vas pasando y lo que vos tratás es de mantenerte lo más posible en la mitad de ambos extremos, sabiendo que ambos son momentos. Y la clave para mí es mirar la vida y ejercer la vida desde la paz, que es la parte más difícil, porque la paz te permite llegar a la felicidad, pero la felicidad no siempre te permite llegar a la paz. Y entonces ahí es donde uno tiene que saber establecer sus propios valores”, comenta.
LA ACCIÓN
José Daniel es un hombre afable de 77 años. Rodeado en su oficina de una colección monumental de obras de arte cargadas de historia, es la cabeza de un grupo empresarial que está en la vanguardia del rubro publicitario en el país desde hace varias décadas. Él define el sentido de su ser enfocándose en el hacer, con la mirada puesta adelante, buscando siempre avanzar dentro de los múltiples roles que asume.
“La palabra que me define a mí es ‘acción’. Yo soy una persona que hace cosas. Y necesitamos buscar palabras mantra que nos impulsen. ¿Por qué? Porque esas son las verdaderas motivaciones detrás de todas las acciones de nuestra vida”, explica.
“El autor de este libro es un profesional que se dio a sí mismo varios roles. Se pone el sombrero de empresario, se lo saca; se pone el sombrero de padre de familia, se lo saca; se pone el sombrero de escritor, se lo saca. No se pone el sombrero de intelectual porque no le interesa esa clasificación, se pone sombreros que impliquen acciones”, agrega.
VITALISMO
Esta definición lo plantea no como una actitud, sino como un modo de actuar, de ser, que se proyecta hacia el tiempo futuro. Es hasta podría decirse una suerte de vitalismo nietzscheano; es decir, no un sistema de ideas, sino una filosofía para la acción.
“El tiempo pasa y uno comete una gran cantidad de errores en el camino. El tema está en que uno no puede quedar pegado a esos errores porque si no se olvida de mirar adelante y la vida es para adelante, para avanzar, no para mirar hacia atrás. En un determinado momento de mi vida yo hice una reflexión y dije ‘caramba, yo le falté el respeto a fulano, mengana, perengano’. Hice una lista de todas las personas, les pedí una reunión y me fui a pedirles disculpas. ¿Qué hice yo? Me saqué mochilas de encima, mochilas para avanzar con más libertad hacia adelante”, reflexiona.
Desde la mirada filosófica de Daniel, el ser humano es energía y, como tal, tiene la capacidad de atraer y repeler, sean personas, hechos, circunstancias, negocios u oportunidades.
“Todo hecho que te sucede, sea bueno, regular o malo, acaba produciendo un efecto y una influencia. Hay personas que se quedan en el lado negativo del hecho. Yo siempre me dije a mí mismo que, aun en una situación negativa, tenía que sacar enseñanzas positivas. ¿Por qué? Porque yo soy una persona que miro la vida desde lo positivo y no desde lo negativo, y eso me ha traído más satisfacción que pensar negativamente”, explica.
EL LIBRO
“Pequeñas historias que hacen grande la vida” reúne en 196 páginas narraciones breves, con una propuesta gráfica que juega en cada página con la idea de ofrecer una diagramación original en función de la historia que cuenta. La editora del material fue Flavia Laterza, mientras que el diseño es de María Celeste Prieto.
“La estética es una manera de relacionarnos con la vida. Entonces el hecho de presentar una propuesta distinta yo creo que le genera un valor agregado al libro. ¿Por qué? Porque las historias pueden tener dos páginas o pueden tener un párrafo. Sea como sea son pequeñas cosas que hacen grande la vida”, refiere el escritor.
“Si bien las historias del libro me las fueron contando, hago también reminiscencia de lo que fue la Asunción de mi infancia, la Asunción de mi juventud, los raudales de la plaza de los Héroes que teníamos que cruzar cuando pretendíamos ir al cine los días de lluvia los fines de semana. Venían los chicos de la Chacarita y te ponían unos ladrillos y unos tablones de madera para no mojarte los zapatos y había que pagar 50 céntimos para eso”, comenta.
La metodología de producción de Nasta es apoyarse en su oralidad. El trabajo para las publicaciones le suele llevar entre 12 a 18 meses. El material se va constituyendo a través de un flujo de dictado, transcripción y corrección. En ese proceso va adquiriendo una forma, una idea final y de ahí nacen los nombres.
“La gente que ha podido acceder a los manuscritos del libro me ha dicho que hubo momentos en que rieron de las historias y otros momentos en que se quedaron sensibles. Esa es la vida, esa es la dualidad en la que transcurre”, comenta.
LAS HISTORIAS
Según explica, durante el proceso de redacción él busca ponerse en los zapatos del lector para hacer un libro interesante y atractivo, alejándose del aburrimiento. Así, la narración la termina por destacarse como herramienta en esa búsqueda.
“En 1983 publico mi primer libro por insistencia de Humberto Rubin. Yo siempre le decía ‘me gustaría escribir un libro’. Mi papá fue periodista durante muchos años y yo decía que me gustaría escribir un libro. Y Humberto me dijo ‘¿por qué no escribís sobre nombres raros? Que vos tenés una colección de nombres raros absolutamente insólita’. Ahí me puse a buscar y bucear en mi archivo de nombres para tratar de darle algún sentido lógico, divertido y conceptualmente interesante. Los nombres vienen de un lugar, tienen historias. Entonces me dije ‘si contás historias alrededor de los nombres, ahí pasan a adquirir otra dimensión’”, ejemplificó.
“Pequeñas historias que hacen grande la vida” es una forma más que Daniel encontró para trasmitir sensaciones e ideas y con él abrirá también un nuevo espacio de escucha de otras sensaciones e ideas, siempre a través de historias. “Lo que te quiero significar es que todos los días tenemos oportunidades de incorporar historias que hacen grande la vida”, afirma.
Nasta confiesa que hace muchos años estudia la cábala, un sistema místico y esotérico judío que se vale de las historias de la Biblia para revelar ciertos conocimientos que guardan relación con el sentido íntimo de las cosas.
“Mi primer maestro cabalista me dijo que hay que contar siempre historias a los niños para que se duerman y a los adultos para que despierten, porque de repente una historia contada a tiempo te puede permitir abrir los ojos a una situación que estás enfrentando si estás lo suficientemente alerta para percibir la situación como es”, concluye.
EL COLECCIONISTA
José Daniel Nasta es un reconocido empresario del rubro de la comunicación y el marketing. Así también, se destaca por ser un importante coleccionista de arte, con más de 7.000 obras en su inventario. Su relación con el ingenio, la creatividad y la estética lo terminaron de acercar a un mundo donde repite un quehacer que es también familiar en diferentes rubros: su hermano colecciona instrumentos, su hijo motos y su padre libros.
“¿Cuáles son los roles que están involucrados en el arte? Hay diversos tipos de artistas, pintores, ejecutores, artesanos; están los curadores, los críticos y estamos las personas como yo que somos coleccionistas. Yo definí mi rol como coleccionista y decidí no estudiar el arte desde su formación técnica para decir ‘esto es naif, esto es moderno, esto es posmoderno’. A mí no me interesa. Yo siempre he tratado de que las cosas tengan respuestas simples y lógicas”, explica.
Su vínculo con la obra se da a través de lo que llama la sorpresa estética, el placer frente al momento estético que genera emociones.
“¿Cómo compro una pintura? Me pregunto ¿es atemporal?, ¿qué significa la temporalidad? Que pueda, pese a que ese cuadro haya sido diseñado en el 64 o en el 68, hoy en la segunda década del siglo XXI siga estando vigente. Entonces es atemporal. Y eso me enseñó mi colección de sillas. Y la segunda pregunta es ¿lo colgaría en mi casa? Recuerdo que Mónica Matiauda hizo un cuadro fantástico del presidente Stroessner. Entonces me pregunté ¿es temporal? Sí. ¿Lo colgaría en mi casa? No. Pero si yo me hubiera hecho la pregunta de si ¿tiene valor museístico? Lo hubiera comprado. Porque esa es la tercera pregunta que tenemos en la Fundación de Arte Texo y un museo. ¿Por qué? Porque hay cosas que están en los museos que están hechas para crear un shock, pero uno no puede vivir con cuadros shock en su casa, sino que necesita la intensidad de la calma que un cuadro pueda transmitir”, asevera.
En el Hospital San Pablo realizan mamografía los sábados y domingos
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Con la intención de llegar a más mujeres en el Hospital General Materno Infantil San Pablo decidieron extender las jornadas para la realización de mamografías y están agendando citas para los fines de semana. Las mujeres de 40 años en adelante pueden agendarse sin consulta previa ni orden médica.
Desde el Ministerio de Salud informaron que la extensión del horario es por la alta demanda y para que más pacientes puedan acceder a este control, que se realiza en forma anual para prevenir cáncer de mama. El horario de atención de los días sábados y domingos son de 7:00 a 17:00.
Recordaron que la ampliación para este estudio médico es posible porque cuentan con un nuevo mamógrafo digital sumando así dos máquinas para los estudios en el local de salud. Para acceder a la mamografía las mujeres se deben agendar previamente de forma presencial de lunes a viernes, de 13:00 a 17:00.
Las mujeres de 40 años en adelante se pueden agendar para las citas sin necesidad de haber consultado previamente o sin una orden médica. Deben acudir con la cédula de identidad los días habilitados para realizar su agendamiento. El examen es gratuito, sencillo y dura unos minutos.
Desde este año, entró en vigencia la resolución n°336 en el marco del proyecto de Prevención y Fortalecimiento del Sistema Nacional de Salud para la Detección y Tratamiento Precoz del Cáncer de Mama-INCAN. Es así que todas las mujeres que tengan 40 años en adelante, tienen acceso a este examen en los servicios de salud que forman parte de la red oncológica sin necesidad de una orden médica.
El hospital cuenta con dos mamógrafos. Foto: Archivo
Son las tres de la tarde. Transito por General Santos camino a Lambaré un día cualquiera. Hace frío, pero siento que todos estamos calentándonos en un tráfico infernal.
Muchos nervios, mucha frustración y unas ganas locas de llegar a casa.
Por un momento nos habíamos olvidado de los limpiavidrios, chicos que ni estudian ni trabajan y se ganan la vida en las calles un poco molestando y otro poco chantajeando a la gente tragándose la dignidad y expuestos a la humillación constante. Esa es la realidad.
Limpiar vidrios no es un trabajo y mucho menos un servicio por el cual tengamos que pagar. Si mi ropa está sucia, la lavo o la llevo a la lavandería y pago por ello, pero nunca voy a aceptar que mi vecino me exija unas monedas por arrebatarme la ropa en un descuido y lavarla medio a la fuerza. En las calles es igual.
Nadie está obligado a pagar por un arrebato de necesidad en un momento de distracción. No es agradable que te tomen por sorpresa. No lo es para nadie y con el tráfico disparándote directamente a los nervios es casi una provocación. Y las calles volvieron a convertirse en campos minados.
El 70 por ciento de los trabajadores informales en situación de calle que se encuentran en los cruces semafóricos de la ciudad de Asunción provienen de las ciudades aledañas del departamento Central.
De pronto me sentí amenazado y tuve miedo. Pudo haber sido una tragedia, pero por suerte no pasó de un gran susto. Y es que un joven cansado del asedio en los semáforos se bajó con un revólver en mano para desafiar y golpear a un limpiavidrios. Hubo insultos, un griterío infernal y una estampida.
Debería de haber sido una llamada de atención. Hace unos años hubo un intento de convenio con unos supermercados para sacar a estos chicos de las calles, pero al final la herida volvió a sangrar y ya no hubo atención.
La situación es compleja. Lo sé. Pero deberían aplicarse políticas interinstitucionales para garantizar que una buena idea no se convierta en un parche.
De no ser así, las cosas irán empeorando hasta que algún nervioso automovilista sacado de sus cabales y con un revólver en mano se enfrente a un limpiavidrios y termine en tragedia, una tragedia que podría evitarse.
Mientras, vamos transitando al filo del caos en calles sin ley. Pero esa… esa es otra historia.