Paulo César López

paulo.lopez@nacionmedia.com

Fotos: Archivo y gentileza

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José María “Pepe” Costa, coautor del libro “Periodismo y cultura bajo represión stronista. Ataques a la libertad de expresión rememorados desde los documentos contenidos en el Archivo del Terror”, junto con Rosa Palau y Élida Acosta Dávalos, nos habla sobre el material que será presentado al público el próximo 22 de diciembre a las 10:00 en el Museo de la Justicia en conmemoración de los 30 años del hallazgo del Archivo del Terror.

En esta entrevista con Nación Media, el periodista y docente advierte sobre los nuevos aires de censura que se ciernen sobre los que ejercen la labor de informar y de la importancia de que las nuevas generaciones tomen parte del rescate de la memoria histórica con vistas a construir un mejor presente y futuro para nuestro país.

–¿Quiénes formaron parte de esta investigación y cuánto tiempo llevó el relevamiento?

–El proyecto original surgió un año atrás, en conversación con Rosa Palau y Élida Acosta Dávalos, con quienes gratamente comparto la coautoría de la investigación y publicación. Todo el proceso desde el diseño inicial de investigación, su organización y desarrollo, hasta la sistematización y redacción final nos ha tomado básicamente desde febrero de este año. Con mucha alegría hemos encontrado apoyo en Fondec para desarrollar y publicar el trabajo, que también es un homenaje a los 30 años del hallazgo del Archivo del Terror, que se conmemora el 22 de diciembre.

–¿Qué tipo y cantidad de documentos se analizaron?

–El Archivo del Terror, cuyo nombre oficial es Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos, tiene un gran acervo documental. En los 115 libros de “novedades” de las guardias policiales, las 547 carpetas con informes de seguimiento y vigilancia a grupos políticos y sindicales, más de 11.000 fichas de detenidos políticos y unos 500 cassettes con grabaciones de reuniones políticas o festivales artísticos “contestatarios” se halla gran parte de esa historia de terror, de miedo y de represión que impuso la dictadura de Alfredo Stroessner entre 1954 y 1989. Para esta investigación, nos enfocamos en todo lo relativo a los ataques y hostigamientos de la dictadura contra la libertad de expresión, específicamente contra medios de prensa, periodistas, artistas, expresiones artísticas y gestores de la cultura. Más de 4.000 documentos fueron objeto del rastreo automatizado y de ellos fueron filtrándose para utilizar como base reportes policiales, informes de vigilancia, datos de allanamientos y/o detenciones, informes de actos culturales o resoluciones de prohibiciones y censura. Al promediar la investigación debimos ir haciendo ajustes por la inmensa cantidad de información y datos para escoger finalmente centrarnos en “casos” o hitos que elegimos como “significativos” de la represión contra el periodismo y la cultura a fin de poder incluirlos en la publicación final.

Los casos de clausura del diario Abc Color, de la suspensión de radio Ñandutí, los hostigamientos a la Iglesia católica y el cierre del semanario Comunidad, la censura a obras de teatro como “San Fernando”, la expulsión de Augusto Roa Bastos son parte de la narrativa histórica abordada. Asimismo, la publicación expone la historia de persecuciones y detenciones contra dirigentes y miembros del Sindicato de Periodistas del Paraguay (SPP).

–Puede detallarnos algunos de los hallazgos más importantes que surgieron durante el trabajo.

–Una de las cosas que resalta es la represión selectiva y incisiva contra ciertos medios de prensa. Asimismo, el enfoque de la actividad de vigilancia en periodistas “díscolos” que manifestaban públicamente sus ideas o cuestionamientos a la dictadura. La reconstrucción que puede hacerse a través de los documentos del Archivo evidencia una planificación puntillosa y un esquema amplio para sostener el sistema represivo, con participación militar en los altos mandos, pero con la implementación de la policía “en el campo”. Asimismo, como ya evidenciaron otras investigaciones anteriores en general, y en esta en particular, la actuación de los “pyragues”, es decir, el mecanismo de vigilancia, de verdaderas brigadas de “soplones” que podían permear todas las capas de la actividad social, política, económica, sindical.

Nos encontramos con anécdotas muy interesantes y hasta significativas de ese tenebroso sistema de control.

En una de ellas, hay un informe de Pastor Coronel a los mandos militares sobre una entrevista mantenida por el director del diario Abc Color con un político del grupo de colorados en el exilio, el cual sin embargo era, según Coronel, un infiltrado de la Policía. Hasta se comenta en el informe cómo Aldo Zuccolillo lo cita y recibe de manera sigilosa “por la puerta de atrás del diario” para evitar sospechas y luego se reúne con el político (cuya identidad no se proporciona) y conversan sobre temas de relevancia política del momento y puntualmente sobre los planes de la entonces organización ANR en el Exilio y la Resistencia (ANRER).

Asimismo, se tienen a la vista los documentos e informes producidos en torno a la proscripción del Sindicato de Periodistas del Paraguay, las varias detenciones que sufriera su primer secretario general, Alcibiades González Delvalle, y otros dirigentes, así como la forma en que reuniones sindicales eran vigiladas y monitoreadas con apoyo de soplones por todas partes.

–¿Cuál es la principal lección que destacan al reflexionar sobre el producto final que quedó?

–Este trabajo nos propusimos con dos grandes objetivos. Primero, dar una pequeña contribución a la recuperación de la memoria histórica. Un pueblo que pierde su memoria puede estar condenado a repetir los errores del pasado, se suele decir. Esto es particularmente importante porque el propósito principal de la represión estronista a la libertad de expresión, a la libertad de prensa y a la cultura ha sido acallar voces libres o voces de disidencia. Se apuntaba a uniformar el pensamiento, a permitir solo las loas y las expresiones sometidas a la línea política del régimen.

Por otro lado, queríamos aportar esta pesquisa para facilitar y estimular el trabajo de más investigaciones sobre aspectos puntuales, sobre espacios concretos de la vida social y política a partir de los documentos del Archivo del Terror. El 22 de diciembre de 2022 se cumplen 30 años del hallazgo de estos archivos en dependencias policiales. Mucho han contribuido estos papeles para rehacer la historia, evidenciar las violaciones de derechos humanos y hasta promover juicios y mecanismos de reparación. Por eso, este trabajo, además de un homenaje a esa conmemoración, es un aporte para que otros investigadores encuentren líneas de trabajo que profundicen más el estudio sobre estos archivos.

–Le parece que existe el peligro de que estas prácticas estatales se vuelvan a repetir.

–El trabajo que hicimos también quiere advertir, elípticamente, sobre esto. Rememorar en cierta forma ayuda a prevenir. En un tiempo en que como sociedad estamos viviendo nuevos vientos oscuros de la censura, con nuevas metodologías, a caballo de mecanismos tecnológicos, e incluso con grupos y personas que creen que la censura es una “solución”, esto resulta importante rememorar. En aquella época, muchos periodistas y artistas sufrieron los embates de la represión por defender la libertad de expresión, y hoy día nos sorprendemos lamentablemente que hay incluso sectores del periodismo, la prensa y hasta la sociedad civil que peligrosamente alientan la censura como método, como opción, sin entender que ello socava la democracia, las libertades, la dignidad humana.

–A su criterio, ¿desde el Estado se sigue ejerciendo censura y persecuciones contra quienes ejercen la labor de informar?

–Desde el Estado se ven todavía mecanismos que buscan coartar la libertad de expresión y el libre ejercicio del periodismo, directa o indirectamente. Los asedios y ataques verbales contra la prensa y el periodismo que investiga hechos de interés público son látigos que se trata de propinar a la prensa.

El otro gran problema actual es el de la violencia contra periodistas. Veinte periodistas asesinados en los últimos 30 años en Paraguay resulta una cifra por demás lamentable. Y gran parte de esta problemática tiene que ver con la presencia cada vez más fuerte del crimen organizado, que impone su fuerza por encima de un Estado fallido.

Por otro lado, es frecuente ver, desde sectores políticos y hasta de organizaciones de la sociedad o referentes sociales, propuestas que endiosan la censura como mecanismo para combatir males presentes, por ejemplo, la desinformación. A la desinformación se debe combatir con más información y con información de calidad, algo que compete puntual y misionalmente al periodismo. La censura no puede ser la respuesta a la desinformación. Además, se ha normalizado que se pretenda entregar a las grandes corporaciones tecnológicas –tipo Facebook, Twitter, etc.– el poder de la censura, admitiendo y propiciando que voces sean acalladas por algoritmos, o peor, por decisiones editoriales que terminan imponiendo en las redes sociales la supremacía de ideas afines o sostenidas por los gigantes tecnológicos. Para colmo, en la pandemia las corporaciones farmacéuticas hicieron su parte imponiendo el secretismo y la censura por encima de los Estados, por encima de todos los avances que en materia de derechos humanos tuvimos en los últimos 50 años. Entonces, estamos en un tiempo de retrocesos y peligros para los derechos humanos, y en particular para la libertad de expresión, que debe llamarnos a reflexionar y actuar con base en los principios y la dignidad humana.

–¿Qué mensaje le puede dar a las generaciones que no vivieron ese oscuro momento de nuestra historia?

–Es importante estudiar, comprender, rescatar y sacar lecciones de esa parte de nuestra historia. Lamentablemente, nuestro sistema educativo sigue con grandes lagunas en esto. Es un sistema que no propicia la educación con conciencia crítica, sino apenas con mecanicismo memorista. Mientras el MEC se sigue preocupando por el llenado de planillas burocráticas o ocupándose de meriendas escolares (que son importantes, pero debieran ser atendidas por otras instituciones), siguen pasando por el pésimo sistema educativo generaciones que no solo desconocen la historia y no la pueden comprender, así como tampoco alcanzan un grado aceptable de formación en general, sino que por ello mismo están más expuestas a ser víctimas o protagonistas de nuevas historias de hostigamiento y censura contra las ideas, contra las libertades.

Las nuevas generaciones deberían ser baluartes de este rescate de la historia para construir un presente y futuro mejores para el país. Pero esto solo se logrará con osadía y voluntad firme como las que tuvieron aquellos luchadores contra la dictadura.

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