Fotos Christian Meza, Jorge Jara, Nadia Monges y Roberto Zarza

Sin las restricciones de años anteriores debido a la pande­mia del covid-19, los pere­grinantes de todo el país se pusieron rumbo a Caacupé, desafiando esta vez una ola de calor extremo que puso a prueba la fe y obligó a tomar con más calma el sacrifi­cio. Sin embargo, a pesar del inmisericorde agobio de la temperatura, la fe de los miles que acudieron a la basílica, participaron de las misas y compartieron los cánticos y rezos pudo más. El reencuentro con la madre protectora del pue­blo paraguayo se renovó en cada oración, en cada súplica con las manos jun­tas para pedir amparo ante la adversidad.

Allá fueron los fieles de todas las edades y condicio­nes a pedir o agradecer por la vida, por el dolor atempe­rado por el abrazo del reen­cuentro con la virgencita azul que los recibió como siempre, con la mirada de madre protectora.


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