Carolina Vanni carolina.vanni@nacionmedia.com - Fotos: archivo

La crisis por el calentamiento global y las negociaciones para bajar las emisiones de los gases de efecto invernadero estuvieron en la cúspide de la agenda de las últimas semanas debido a la Cumbre del Clima realizada en Egipto. Todos los países enviaron representantes para discutir, sentar postura y, como en toda reunión de este tipo, fue de intensa negociación política para buscar una salida para salvar al planeta de un punto al que no se quiere llegar porque ya no habría marcha atrás.

La comunidad científica destaca que en la actualidad estamos ante un cambio del clima que es producto de la intervención del hombre. Los jóvenes y adolescentes de nuestro país no están ajenos a esta realidad que afecta al mundo entero y que tiene en jaque a la “casa grande”, que es el planeta.

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“El cambio climático no se da de forma natural, sino que nosotros los humanos modificamos ese ciclo con contaminantes, residuos, entre otros”, nos comenta Bruno Zaquiel, de 17 años, quien sugiere mitigar los efectos “creando conciencia voluntaria, no como una obligación ni con miedo”.

Sostiene que la crisis climática le afecta directamente en su salud porque es alérgico, pero también sufre con las olas de calor porque en Paraguay el sistema de abastecimiento de electricidad necesita de modernización, puesto que con cada pico en el uso de la energía colapsa. Además, tiene la creencia de que el cambio climático está asociado con “las nuevas enfermedades que están llegando”.

Según los expertos, los malos hábitos de consumo (la generación de toneladas de basura, etc.) y la mala utilización de los recursos naturales (el uso indiscriminado de combustible fósil, la deforestación, el cambio del uso del suelo, etc.) han puesto al planeta en la situación en que se encuentra. Sabemos que el cambio climático está asociado a la crisis social y económica, de ahí que es tan crítico el tema.

FINITUD DE RECURSOS

Para Diana, de 13 años, residente en San Lorenzo, la situación es bastante crítica y “nos afecta a todos porque con el paso del tiempo ya no vamos a tener aire puro para respirar por la tala excesiva de los bosques” y que de a poco se van “acabando los recursos que tenemos”. Dentro de su preocupación también está la crisis por el agua limpia y “la creciente cantidad de residuos que van a parar a los ríos”.

Justamente, una de las cuestiones en que se debe insistir es ¿qué futuro le vamos a dejar a nuestros descendientes? “Se hablaba del cambio climático que se está acelerando, con impactos muy significativos en todos los aspectos y se siente más en los países menos desarrollados”, asegura Julián Báez, director de la Oficina Regional de la Organización Meteorológica Mundial para las Américas, con sede en Asunción.

Laura Luján, de 13 años, tiene el panorama claro. Esta adolescente que vive en Piquete Cue, Limpio, sabe que el cambio climático es consecuencia de la mala utilización de los recursos naturales. Por su parte, Dara, también de 13 años, entiende que la crisis climática está relacionada con los fenómenos de El Niño y La Niña, que se dan con más frecuencia en los últimos años.

LOS MÁS VULNERABLES

Pero ¿quiénes son realmente los más vulnerables al cambio climático? La crisis climática tiene un efecto directo sobre los derechos de la niñez, asegura Rafael Obregón, representante de Unicef en Paraguay, al indicar que los más afectados son los niños, niñas y adolescentes.

Les afecta en la salud, la educación, en la salud mental y en la seguridad alimentaria, en la provisión de agua potable y saneamiento. “Tiene un impacto significativo en las familias y en las comunidades, y en especial en los niños y niñas”, asegura.

De acuerdo a los estudios, Paraguay es responsable del 0,09% de la emisión de gases de efecto invernadero; sin embargo, es uno de los países que más sufren por las consecuencias del cambio climático. Una prueba de eso es que en octubre del 2022, en vez de calor, se registraron bajas temperaturas cuando en el mismo mes del 2021 la población paraguaya debió soportar una ola de calor y registró el récord de temperatura más elevado de ese año.

Al ser un país en vías de desarrollo, Paraguay no tiene la infraestructura adecuada y apenas llueve con intensidad las calles quedan completamente inundadas, causando estragos, pérdidas materiales y en muchas ocasiones hasta pérdidas de vidas humanas. Las clases se suspenden apenas llueve y, en ocasiones, los niños y adolescentes se enferman por el cambio brusco de temperatura.

“En nuestro país (Paraguay) se percibe de manera más violenta los extremos porque nuestra infraestructura es bastante básica y muchas veces no planificada. Desde asfaltar un camino hasta aumentar la cantidad de impermeabilización, de poner más pisos en las casas, el aumento de techos, todo está asociado a una lluvia más intensa que genera impacto más violento”, sostiene Julián Báez.

SALUD Y EDUCACIÓN

Una de las incidencias del cambio climático en la salud es la proliferación de las enfermedades causadas por vectores, entre ellos los arbovirus como el Aedes aegypti, transmisor de la fiebre amarilla, dengue, zika y chikunguña. “Cuando tenemos olas de calor, las larvas de los mosquitos aceleran su metabolismo. Luego viene una tormenta o lluvia y esa humedad es el ambiente ideal para una mayor infestación. Así aumenta la transmisión de las enfermedades causadas por vectores”, explica Óscar Rodas, director de Cambio Climático y Políticas de WWF-Paraguay.

También están asociados a los efectos del cambio climático los cuadros respiratorios agudos en los días de mucho frío y a las alergias recurrentes con el cambio brusco de temperatura, que afectan con mucha frecuencia a los niños, niñas y adolescentes no solo en el invierno, sino en gran parte del año porque el clima dejó de ser predecible.

Los cuadros alérgicos también se ven con frecuencia en las temporadas de extrema sequía, cuando el aire está contaminado debido a las quemazones o los incendios forestales, explica el doctor Ricardo Meza, especialista en Alergia e Inmunología Pediátrica del Hospital de Clínicas de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción.

Pero los problemas de salud que afectan a la niñez a causa del cambio climático no se limitan solo al clima húmedo y frío, sino también a las altas temperaturas, la sequía, las tormentas y raudales, y no siempre son afecciones físicas, sino también emocionales, causando heridas que cuestan sanar.

“Los raudales, las comunidades vulnerables que tienen que desplazarse, ya sea por tormentas, inundaciones, pueden afectar la salud emocional de los niños y niñas porque pasan situaciones tanto en términos físicos como emocionales”, asegura el representante de Unicef en Paraguay.

En las épocas de altas temperaturas, que se dan en gran parte del año en Paraguay, abundan los golpes de calor, insolación, deshidratación, diarrea y vómito. Son los cuadros de consultas más frecuentes en los centros asistenciales, en especial de las zonas vulnerables, indica la doctora Adelaida Portillo.

En algunos casos, el malestar se da por la escasa ingesta de agua y la excesiva exposición a las altas temperaturas mientras que, en otros, por el consumo de agua contaminada, producto de la escasez de agua potable por la prolongada sequía.

Queda claro que la falta de precipitaciones y las olas de calor ponen en riesgo la provisión de agua potable y el adecuado saneamiento para evitar enfermedades gastrointestinales, la higiene y el aseo de los utensilios, que luego pueden quedar contaminados, causando enfermedades que son previsibles con el uso de agua limpia.

“Los niños son los más sensibles con la sequía, siempre se ve un aumento considerable de las enfermedades gastrointestinales, por lo que les decimos que hiervan el agua”, refiere Darío Medina, gobernador del departamento de Boquerón, Chaco.

Para Rafael Obregón, de Unicef Paraguay, la falta de agua potable afecta directamente la calidad de vida y sobre todo a las niñas y adolescentes en lo que respecta a la higiene menstrual. No tener acceso al agua potable ya sea para beber o para una adecuada higiene es un derecho lesionado.

SEQUÍA E INUNDACIONES

El Chaco es una de las zonas que sufre tres años de sequía. “Es la sequía más severa en los últimos 50 años. Fueron tres años consecutivos en que solo llovió un tercio de lo que se esperaba”, dice el gobernador del departamento de Boquerón.

El caudal de lluvia habitual es de 800 a 900 milímetros por año, dependiendo de la zona, y solo se registraron 150 a 400 milímetros de precipitaciones en los últimos tres años. Por falta de agua potable se suspenden clases, dice la profesora Sandra Fleitas, de la escuela Beato José Gerard, de la comunidad de Nasuc-Campo Loa, distrito de Mcal. Estigarribia, departamento de Boquerón.

“Tomar agua del tajamar acarrea enfermedades como fiebre, vómitos y diarrea en los niños; además, por la falta de agua hay veces que suspendemos clases porque hace mucho calor y los niños necesitan hidratarse”, lamenta.

Pero la suspensión de clases no solo se da por la escasez de agua, sino también por el exceso, como cuando ocurren las inundaciones que dejan bajo agua barrios enteros, obligando a las familias a migrar hacia sitios más secos. “No me gusta la lluvia porque pierdo clases”, nos dice Dara, de 13 años. “No puedo ver a mis amigos”, añade.

Entre los sectores más afectados por la crecida del río Paraguay están las ciudades de Pilar, Alberdi, y los bañados Norte y Sur de Asunción. En tanto, cuando sube el río Paraná afecta a ciudades como Encarnación, Ayolas, Carmen del Paraná y meses atrás, tras varios días de lluvia, un barrio entero de Ciudad del Este fue inundado, causando la pérdida de clases porque las condiciones no estaban dadas.

“En el 2019, la escuela San Cayetano, del Bañado Sur, quedó completamente bajo agua”, recuerda Adriana, de 17 años. En esa oportunidad debió buscar un sitio seco y trasladarse con su familia a un lugar más seguro en las inmediaciones de la Universidad Católica.

Para el titular del Sindicato Nacional de Directores (Sinadi), Miguel Marecos, no solo las inundaciones representan un grave problema en términos de aprendizaje para los niños, sino además las lluvias y tormentas, pues apenas hay precipitaciones, las clases quedan suspendidas. “En términos de aprendizaje, se les tiene que retroalimentar, se les tiene que dar guías didácticas”, indicó.

Increíblemente, así como la sequía, el exceso de lluvia también afecta al Chaco paraguayo por el tipo de suelo arcilloso que tiene, lo que causa grandes inundaciones cuando eventualmente se registran precipitaciones mayores que las usuales.

En este caso, las comunidades indígenas son las más afectadas, primero porque no tienen la debida infraestructura vial, los caminos quedan anegados e intransitables, por lo que las clases quedan suspendidas, en muchas ocasiones por semanas.

EL CLIMA Y LA GENERACIÓN DE ALIMENTOS

Paraguay es un país altamente vulnerable al cambio climático, según las metodologías de análisis. “El cambio climático es cuando pasa de ser un clima estable, predecible, donde uno puede cultivar, producir verduras, frutas, soja, ganadería, etc., a un clima que ha sido alterado por la acción humana”, explica Óscar Rodas, de WWF.

Para la producción de alimentos, ya sean de origen animal o vegetal, se necesita de un clima estable. Tanto las sequías con olas de calor, las lluvias con inundaciones y las tormentas significan un peligro para la seguridad alimentaria debido a que la agricultura depende de las precipitaciones para la siembra.

Cuando hay sequía, no se puede cultivar, mientras que las constantes lluvias ponen en peligro la cosecha, pues para la siega de granos y frutos se requiere de buen clima para evitar que se echen a perder.

Para la arquitecta Raquel González, representante del Ministerio de la Niñez y la Adolescencia (Minna) ante la Comisión Interinstitucional del Cambio Climático, la situación de la alimentación es sumamente grave, ya que los niños, niñas y adolescentes son los más afectados.

“En una comunidad donde hay sequía, la madre debe ir a buscar agua. El calor, caminar largas distancias afecta la lactancia materna en caso de los niños pequeños. Pero también la sequía afecta la producción de frutas y de los cultivos, poniendo en peligro la alimentación no solo de los niños, niñas y adolescentes, sino de la familia completa”, explica.

El otro factor que pone en riesgo la seguridad alimentaria es el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos. Antes, estos se daban cada dos o tres años, o a inicios de otoño o de la primavera, pero ahora se repite con más frecuencia, indica Ulises Lovera, director nacional de Cambio Climático del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades).

“Desde la segunda mitad de la década pasada aumentó la frecuencia de estos fenómenos en nuestro país. No solo se repite cada año, sino inclusive más de una vez en el año, que es lo que estamos viendo ahora”, explica.

La ocurrencia frecuente de tormentas no solo causa estragos en las ciudades derribando árboles, causando grandes raudales, llevando todo lo que hay a su paso, sino que además pone en peligro los cultivos, más aún cuando el fenómeno climático viene acompañado de granizada. “La granizada destruye toda la producción”, afirma Raquel González.

¿CÓMO MITIGAMOS?

Una de las acciones que se deben emprender, según Rafael Obregón, es un trabajo con una mirada hacia la niñez, es decir que la problemática del cambio climático sea abordada con los gobiernos para dar respuesta, mitigar y adaptarse al nuevo escenario que nos toca vivir.

Consciente de que el uso del combustible fósil es una de las principales causas del calentamiento global, Bruno Zaquiel, el adolescente que reside en la ciudad de J.A. Saldívar, a 26 km de la capital, propone buscar “fuentes de energía renovable, como la eólica o solar”. También sugiere otras prácticas como el “reciclado y la reutilización de los objetos biodegradables”.

“Lo importante es que estos compromisos globales se puedan cumplir”, asegura Rafael Obregón. Esto es fundamental para que los países puedan identificar cómo el cambio climático impacta en la niñez, sostiene. “En términos de acciones concretas, nosotros estamos proponiendo que la respuesta al cambio climático sea más sensible a la niñez. Implica que los servicios sociales, los servicios que se prestan a los niños tengan una perspectiva de resiliencia y de respuesta, de adaptación y de mitigación a la degradación ambiental”, explica.

La generación de evidencias es también otro punto importante dentro del trabajo que se lleva adelante como una acción para mitigar los efectos del cambio climático. “Esperamos trabajar el próximo año en la generación de datos sobre niveles de riesgo por situación de cambio climático”, añade Obregón.

Dara, la niña de 13 años, sugiere como medida de mitigación cuidar el medioambiente. “Capaz no sea mucho, pero cada uno puede hacer el cambio para que esto alivie el problema climático que se reporta a nivel mundial. Todo debe partir de uno mismo”, reflexiona. Esta sugerencia no dista mucho de la recomendada por Julián Báez, quien recuerda que nuestra población es pequeña y que las acciones que puedan generarse quizás no causen gran impacto.

No obstante, sostiene que esas acciones generan motivación en otros. “Y creo que por ahí viene la mano. Podemos usar todos los recursos naturales que existan, pero usarlo con conciencia y responsabilidad y, sobre todo, manteniendo un equilibrio, en lo posible natural”, asevera.

Añade que otras acciones que suman son el uso racional del agua, la disposición correcta de los residuos, el consumo mesurado de la energía eléctrica, ya que todo eso contribuirá a generar buenos hábitos y a crear conciencia sobre la importancia de cuidar el medioambiente.

Diana, por su parte, sostiene que se debe trabajar en una mejor disposición final de los residuos. “Evitar quemar basuras, no tirar basura en las calles”, además de otras acciones relacionadas con los recursos naturales como el cuidado de los “recursos hídricos y los bosques, que son el hogar de varios animalitos que necesitan de ese ambiente para no extinguirse”. En esa misma línea, Óscar Rodas, de WWF, también habla de cuidar los bosques, los humedales, reforestar y una correcta disposición final de los residuos.

Aunque la mayor responsabilidad para la mitigación del calentamiento global está en manos de las autoridades para exigir el cumplimiento de los acuerdos, cada uno puede aportar su grano de arena, pues si todos hacen su parte seremos muchos más los que decidimos ponernos manos a la obra para mantener un mundo habitable y garantizar el acceso a los derechos básicos de salud, alimentación, educación y seguridad de los niños, niñas y adolescentes.

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