Por Jimmi Peralta - Fotos: Juanjo Ivaldi

Después de más de tres horas de recital, el público corea “otra, otra, otra” y si la banda no complace el pedido, recibe improperios de todo tipo. Así es la secta sabinera asuncena, loca, apasionada, insaciable y con la sangre en estado de ebullición. Gabriel Espínola, con esa característica voz ronca del compositor español que, según asegura, es su timbre natural por pura casualidad y no un intento de emulación, lidera este proyecto musical que cumple el próximo mes 14 años en la escena local.

En un tiempo lejano la pregunta por el arte era la cuestión sobre su forma de operar, si existía una creación genuina o si el arte era imitación de natura. No resuelto ese debate, lo que hoy está vacío de dudas es que desde la voz hasta el caminar humano, pasando por el pensar y el sentir, la imitación es la primera musa que habla al oído. No hay creación sin que el arte de otros hable a través de uno mismo y ahí, en eso que llamamos interpretación, nace cada vez algo único y genuino.

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Hace casi 14 años un grupo de muchachos plantó sobre la mesa su primera apuesta para subir al escenario. Lo que se veía de un vistazo era un tributo al compositor de sus sueños, Joaquín Sabina, que cargaba por dentro una anotación: sus sueños de hacer de la música su vida y su profesión.

Los del Boulevard –integrado por Lorenzo Morales, José López, Mario Mieres, Gustavo Areco y Gabriel Espínola– es una banda que nació gracias a un concierto comprometido sin haber existido ni repertorio, ni ensayo; una banda que brotó y se hizo de fans en el día uno.

El homenaje constante a Sabina se convirtió en la excusa perfecta para no parar de hacer música. Joaquín habla a través de estos fanáticos que lo interpretan en este mediterráneo y Los del Boulevard hablan a través de la música del español, y cada vez nace ese algo único y genuino que aquellos que los escuchan lo sienten.

En la jerga del rock son una banda de covers, sobre el escenario son una banda de amigos con fans y seguidores, con cientos de conciertos con pubs llenos y público fiel que no se retira hasta la última canción.

La lealtad con el músico de Úbeda los pone en constante labor divulgativa de su arte, pero también hoy apuestan a la creación, en una puja permanente por descubrir su propio sonido, que siempre será también de otros.

Gabriel Espínola, voz líder de la banda, habló con La Nación sobre su experiencia con la música, el surgimiento de la banda y sobre el sueño de seguir creciendo con Los del Boulevard.

–¿Cómo llegás a la música, a los instrumentos y al canto?

–La música llegó a mi vida a la edad de los 7 años. Mi abuela Vicenta, que en ese entonces estaba de visita en mi casa, agarró una guitarra que estaba destinada a ser el instrumento del Judas kái en la fiesta de San Juan de la iglesia del barrio y comenzó a hacer unos rasguidos de polca. A partir de ahí mi fascinación por la guitarra. Esa guitarra del Judas kái no se quemó, fue mi primer instrumento. Seguidamente un vecino, don Nino, enseñaba a mi papá a ejecutar la guitarra y yo presenciaba esas clases con mi guitarra del Judas kái. Ahí aprendí mis primeros acordes.

–¿Cómo es que la música se termina convirtiendo en tu profesión?

–Ya teníamos la banda hace aproximadamente 9 años. Yo tenía un trabajo fijo hacia 9 años, también, y un día decidí lanzarme al vacío. Renuncié a ese trabajo, y con una mano adelante y la otra atrás comencé a meterme de lleno en la música.

Siempre supe que esto era lo que quería hacer en mi vida. Aunque fue una decisión alocada en ese entonces, con tres pibes que mantener, sabía de alguna manera que era la decisión correcta porque mi pasión estaba y está en la música. Creo que para que cualquier cosa funcione siempre tiene que tener una alta dosis de pasión. Pasaron ya cinco años desde ese momento.

–¿Fue una decisión difícil apostar por algo que no siempre tiene mucho apoyo como la música?

–Fue difícil, sí, me tomó nueve años tomar la decisión, pero decidí por el camino que eso es lo que quiero hacer y lo hice sin un plan, como casi todas las decisiones de mi vida. Al principio fue bastante complicado realmente, pero después de un par de años sigue complicado.

A pesar de que la música es lo más popular en el mercado del arte en Paraguay, se pelea día a día, tenemos una trayectoria de 13 años y la seguimos remando como muchas otras bandas. No hay un camino marcado que seguir, o sea, sí lo hay, pero aún no lo descubrimos (risas).

–¿Cuánto de lo que soñaste con la música ya lo lograste y qué falta por venir?

–Básicamente todo lo que soñé hacer con la música ya lo cumplí de alguna manera. Me gustaría seguir grabando más canciones, hacer shows exclusivos con temas de la banda.

–¿Cuál fue la primera canción que te llamó la atención de Sabina? ¿Qué era lo que te gustaba en ese entonces de su música?

–La primera canción que me enganchó con Sabina fue la canción “69.G”. Para mí hay dos vías de entrada de una canción, la lírica y la melódica. A mí me enganchó la lírica. Hasta hoy lo que más me gusta es eso. Aunque melódicamente es bastante interesante y la modalidad armónica en la que se mueven sus canciones.

–Tantos años después, ¿qué te parece lo mejor de la música de Sabina?

–Lo mejor de su música es la elegancia con que dice las cosas más vulgares. Sabina siempre cae bien parado. Aunque el mismísimo Sabina niega que lo que escribe y canta sea poesía, para mí sí. Sabina es poesía, calle, estilo de vida, madrugadas, sexo, droga y rocanrol.

–¿Lo viste cantar en vivo? ¿Lo conociste?

–Siempre que puedo voy a sus conciertos, ya lo vi varias veces en el escenario. No tuve la oportunidad de conocerlo en persona.

–¿Sos un fan que canta canciones de Sabina o sos su imitador?

–Soy plenamente un fan de Sabina que vive de sus canciones. El tema de imitar su voz es algo que salta constantemente. Realmente mi voz es así, no hay y nunca hubo una intención de imitarlo, es una casualidad muy loca.

–¿Cómo nace el grupo Los del Boulevard?

–De pura casualidad. La banda se armó de un grupo de peñeros. Cantábamos canciones hasta altas horas de la mañana. Un día, hace un poco más de 13 años, fui a ver un tributo a Jorge Drexler en un bar llamado La Casona de Emilio, vi cantar a Emiliano Remonato solo con su guitarra y con un buen margen de público. Apenas terminó el concierto se me ocurrió mentirle al propietario del bar. Inventé una banda y le dije que podíamos hacer un homenaje a Sabina, sin dudar me dijo que sí. “Ahora mismo te reservo la fecha, te queda bien el 27 de noviembre”, me dijo. Y respondí que sí.

Ahí comienza nuestra historia, le dije a los muchachos que el 27 de noviembre teníamos un show. La verdad es que no teníamos repertorio ni instrumentos para hacer un concierto, pero hicimos de tripas corazón y tocamos ese 27 de noviembre, asistieron 150 personas y desde ese momento no paramos.

–¿Cuántos años cumple la banda y cómo lo celebrarán?

–Este noviembre cumplimos 14 años manteniendo los mismos integrantes.

El aniversario es la fecha más importante para la banda, hasta solemos ensayar para esa fecha, imaginate lo importante que es (risas).

–¿Qué peso tuvo en todos estos años la amistad para seguir tocando?

–La amistad significa todo para mí y creo que para los muchachos también. De no ser así, hace ratísimo estaría disuelta la banda.

–¿Cuál es la relación que tienen con sus seguidores y cultores de Sabina?

–Una relación complicada y fraterna: odio, amor, amistad, negocios, esposas, padrinos, patrones, etc.

–¿No les molestó o se sintieron saturados en algún momento del proyecto enfocado en un solo artista?

–El público nos encasilla bastante con Sabina generalmente y es complicado romper e ir saliendo de eso para proyectarnos a los temas que estamos grabando. Pero como grupo estamos chochos con Sabina, todos nos sentimos cómodos y para nada saturados haciendo sus temas.

–¿Sentís que a veces las bandas de tributo son menoscabadas por algunos músicos, pero súper valoradas por los fans?

–La pregunta se responde sola, es así mismo. Para algunos músicos somos una banda tributo nomás, pero para nosotros es mucho más significativo que ser eso nomás. Artísticamente aprendimos muchísimo haciendo tributos, el roce con el público, la experiencia sobre el escenario, el rumbo que le queremos dar a nuestros temas propios, etc. Y referente a los fans, es tal cual, tenemos público que nos sigue hace 13 años, se formaron parejas, amigos, hermanos entre ese público y es como una familia enorme que te apoya incondicionalmente.

Para el fan de Sabina, LDB es lo más cercano e inmediato de estar conectado a su ídolo, escuchar en vivo canciones e himnos de Sabina es una experiencia increíble y es recíproca porque, a la par que ellos, nosotros también disfrutamos en el escenario. A mi parecer, a diferencia de otros fanáticos, el fan de Sabina es súper interesante, siempre tiene algo sorprendente. El público sabinero tiene sangre de verdad. Después de haber cantado tres horas en el escenario nos piden otro tema y si no tocamos más temas, nos corean “hijo de puta… hijo de puta…” (risas).

–¿Cómo se va generando la propia identidad de la banda en ese proceso o cómo se reafirman los sonidos o estilos que vienen trabajando con sus temas propios?

–La búsqueda de la identidad con respecto a temas propios se va generando con el tiempo. Como banda tributo ya tenemos una identidad definida y con los temas propios es algo que vamos descubriendo por el camino. Para mí es una búsqueda eterna. Lo nuestro no es encontrar una fórmula y quedarnos con eso, sino ir probando cosas diferentes que surgen de acuerdo a la experiencia de cada uno y de lo que te exija cada canción.


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