César Luciano Sanabria es un joven arquitecto paraguayo que se convirtió en el primer profesional de ese rubro que se crió y vive en la llamada Villa 31 de Buenos Aires, Argentina, donde emigró junto con su madre en busca de un futuro mejor. Hoy continúa en el sitio trabajando en proyectos para hacer más digna la vida de sus habitantes.

Fotos: gentileza

Hace exactamente dos años nos enterábamos a través de los medios sobre el talento del paraguayo César Luciano Sanabria, quien se convirtió en el primer arquitecto que cursó y recibió su título residiendo en el populoso barrio conocido popularmente como Villa 31, de Buenos Aires, Argentina. Con ello, ya marcaba un hito y se convertía en ejemplo de esfuerzo y superación tanto para su país de origen, Paraguay, como para el vecino país, ya que no es frecuente que de ese barrio considerado “marginal” salgan profesionales universitarios y menos aún como ese joven de origen paraguayo, que además eligiera quedarse a vivir en ese sitio y trabajar para mejorar la calidad de vida de los que lo habitan.

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“LA 31, UNA HISTORIA DE RESISTENCIA”

Sanabria ha lanzado hace poco un libro para reflejar lo que para él es la historia que merece ser contada sobre ese espacio tan particular en la capital de Argentina, donde se vive de una manera particular y que está poblado casi en su totalidad por migrantes de países como Paraguay, Bolivia, Perú y otros, además de personas que desde las provincias del interior de Argentina buscan un trabajo para acceder a una mejor vida con acceso a educación y salud para sus hijos.

El libro de Sanabria se titula justamente “La 31, una historia de resistencia”, donde relata su vida en su querido barrio y los varios proyectos para mejorar su querida “villa”.

El arquitecto César Sanabria, de 38 años, relata que a los dos años de edad fue parte del grupo familiar que emigró a la Argentina en busca de una mejor condición de vida. Como otros paraguayos que partieron en esas condiciones, desde muy pequeño debió atravesar por un sinnúmero de situaciones difíciles y superar todo tipo de obstáculos para poder acceder a un nivel de educación y formación que le permitiera llegar hasta la universidad. Desde muy chico, en ese ambiente donde percibió el esfuerzo y el trabajo de sus compatriotas y otros migrantes tuvo como objetivo de vida formarse para poder ayudar: “Me recibí como arquitecto en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y actualmente soy docente universitario. También soy estudiante de periodismo”, relató en una entrevista con La Nación/Nación Media.

Sanabria y su madre, doña Ramona, de quien dijo que es una gran mujer paraguaya luchadora, a la que agradece todo.

UNA MADRE COMO EJEMPLO DE VIDA

Explicó que llegó a Buenos Aires junto con su madre Ramona Sanabria, quien al ver que muchos compatriotas viajaban para dar un mejor futuro a sus hijos decidió emprender viaje. “Es así que mi mamá siendo madre soltera me crió junto con mis hermanos sola. A mi padre biológico nunca lo conocí y no se hizo cargo de mí. Somos una familia muy humilde”, relató. Agregó que su madre vivía con sus padres de la agricultura en Caacupé y que una vez que arribaron al vecino país fueron criados con base en el trabajo.

“Venir del campo fue lo que impulsó a mi madre y a mi tía Angélica (ella actualmente reside en Asunción) a la cultura del trabajo, a siempre trabajar y cumplir sus metas. Mi mamá nunca supo leer ni escribir y hasta ahora trabaja, tiene 63 años y varios años trabajó en negro como empleada doméstica, pero estoy haciendo todo lo posible para que pueda jubilarse”, nos cuenta el arquitecto Sanabria con mucho orgullo refiriéndose a su madre, doña Ramona.

Aseguró que como toda mujer paraguaya ella sigue adelante y pese a tener la edad para jubilarse, doña Ramona no piensa dejar de trabajar. “Trabaja hasta ahora, es realmente un ejemplo de lo que llamamos valiente raza guaraní, que no quiere dejar de trabajar a pesar de la edad. Mi familia siempre fue trabajadora y con ese objetivo dejamos el país hacia Buenos Aires”. Relata que “el primer lugar donde nos asentamos fue en Palermo, donde mi mamá –madre soltera cuando se fue del país– conoció a mi padrastro, a quien siempre lo vi y lo llamé como mi papá”, recuerda.

Sanabria relata que su padrastro era paraguayo y que por varios años fue encargado de un edificio en la citada ciudad donde vivieron con él. Pero no solo era un encargado de edificio, sino que para darle más esperanza a su familia ese hombre también se dedicaba a la construcción, un rubro que le daba una ganancia extra que ahorró para comprar una casita propia en la zona de Retiro, en la populosa Villa 31, donde su familia se asentó y aún sigue viviendo. “Ahí fuimos a asentarnos como familia en la famosa Villa 31 de Argentina”, dice.

Con emoción, Sanabria recuerda ese día particularmente como el inicio de una nueva oportunidad para la familia, que con el apoyo de sus tías, también trabajadoras domésticas, llegó al barrio donde él se crió y aprendió mucho: “Mi padre siempre se dedicó a la construcción y vivíamos en una casa muy modesta construida con chapas, madera y cartones. Ya cuando crecí empecé a acompañar a mi padre en sus changuitas en la construcción y fueron mis primeras aproximaciones hacia mi vocación”, dijo.

El compatriota impulsó los premios Padre Carlos Mugica, declarados de interés nacional en Argentina.

TRABAJO DURO Y SACRIFICIO

La historia de la familia, asentada ya en la Villa, transcurrió con todos sus miembros dedicados al trabajo. Él era un adolescente que estudiaba y ayudaba en el trabajo de construcción cuando lamentablemente su padre falleció. Entonces el desafío fue mayor: “Junto a mi madre tuve que hacerme cargo de la economía familiar”. “En ese entonces había nacido mi hermana menor

–recuerda– “y tuve que salir a buscar trabajo”. La primera opción fue buscar donde ya lo conocían. “Fui a trabajar en construcción como ayudante y siempre tuve curiosidad hacia este trabajo. Cuando terminé la secundaria, me inscribí en el CBC y empecé a estudiar mientras trabajaba en construcción”, manifestó.

Otro obstáculo que tuvo que sortear fue que él había realizado su formación de educación secundaria como bachiller y no en la tecnicatura en arquitectura, por lo que le costó mucho poder ingresar a la carrera, pero con mucho esfuerzo lo logró: “Fue muy sacrificado, aprobé materia por materia y ahora soy felizmente profesional. Soy docente en una de las mejores universidades del mundo (la UBA) y siempre trato de incentivar a los chicos del barrio hacia el estudio. Trato de conseguirles becas mediante entidades privadas y que tengan la misma oportunidad que yo. La educación es el camino”, afirmó.

Portada del libro “La 31, una historia de resistencia”, de la autoría de Sanabria.

PERMANECER EN EL BARRIO

Hay que destacar que hasta ahora el arquitecto César Sanabria reside en el barrio Villa 31, donde sigue ayudando a sus vecinos y especialmente a los jóvenes de la Villa en una zona que siempre es rechazada por la sociedad. “Yo me voy a quedar a vivir en mi querida Villa mientras Dios me dé salud y vida. Y con un pequeño aporte que es mínimo lograr la transformación urbana y social de mi barrio”, afirmó con optimismo.

Así también, resaltó que en la Villa 31 hay muchos profesionales y que tal vez él sea el primer arquitecto, pero que dentro del barrio hay muchas personas que lucharon y luchan por cumplir sus sueños de ser profesionales para ayudar a su gente. “Acá tenemos doctores, enfermeras, abogados y muchos más profesionales para lograr una transformación. Yo siempre estoy para orientar a los chicos y que no dejen de estudiar, especialmente la secundaria, porque en zonas pobres hay mucha deserción escolar”, lamentó.

PROYECTOS EN MARCHA

Entre los proyectos que están en plena realización, el compatriota relata que tiene un plan para la construcción de un hospital de alta complejidad dentro de la Villa, ya que existe una población muy importante en la zona y que necesita de asistencia. “Somos más de 70.000 personas que vivimos en la precariedad y el acceso a la salud es bastante deficiente, por lo que presenté el proyecto a las autoridades para mejorar el sistema sanitario y espero que se cumpla”, señaló.

Otro de los proyectos que tiene en mente es tener un espacio terciario y universitario dentro del barrio, que sea dependiente de la UBA, como una carrera técnica para ayudar a los jóvenes que terminan la secundaria. “El plan es tener una escuela técnica en el barrio, que sea una extensión que ya hay en el sur de la ciudad. Sería bueno tener uno de esos planes en la Villa también”, expresó.

El arquitecto es docente de la carrera de Arquitectura de la UBA y también estudia periodismo.

EL LIBRO Y OTROS APORTES

Entre sus logros tras convertirse en arquitecto destacó su último libro, al que tituló “La 31, una historia de resistencia”, en la que relata toda su vida como residente de este barrio conocido como Villa 31 que, sin embargo, desde el 2018 por ley pasó a llamarse Padre Carlos Mugica en honor al sacerdote que trabajó con los menos favorecidos en el lugar en las décadas de los 60 y 70 y fue asesinado. El lanzamiento fue durante la Feria Nacional del Libro en Argentina 2022. “Es un libro donde cuento la génesis del barrio y la mía, sobre los proyectos que hice”, explicó.

Así también, habló sobre la primera Charla TED que se realizó durante la pandemia bajo el lema “Visibilizar voces de la Villa”, donde se reunieron varios oradores de distintas villas para ser las voces de su gente. “Fue todo un éxito y logró su cometido. Fue la primera que se realizó en un barrio humilde”, resaltó Sanabria.

En el 2018, el compatriota recibió la invitación del papa Francisco para visitar la Santa Sede para hablar sobre las proyecciones con los niños y niñas del barrio. “Hablamos sobre el proyecto que tenemos con los chicos de la Asociación Principitos del Retiro, que forma parte del barrio y donde inculcamos los valores hacia el estudio y la lucha para salir adelante”, apuntó.

Habló sobre el crecimiento de los premios Padre Carlos Mugica, que instauró hace varios años en su barrio y que fue declarado de interés nacional. “Los empecé a entregar en una canchita del barrio hace siete años, que busca reconocer a personas que se destaquen en el ámbito social y hoy en día tengo la oportunidad de que se haya declarado de interés nacional por el palacio de la democracia, en este caso el Congreso de la Nación y los entrego ahora ahí”, celebró.

César Sanabria impulsa varios proyectos para mejorar su barrio.

CON LOS PARAGUAYOS

El arquitecto manifestó que en la villa residen muchos paraguayos con los que comparte todo el tiempo y que siempre mantienen tradiciones que les fueron inculcadas por sus padres. “Acá hay muchísimos compatriotas, siempre me cruzo con ellos, jugamos a la pelota y tomamos tereré. Hay una gran población de paraguayos con los que tengo contacto frecuente”, remarcó.

Afirmó que hace varios años que no visita a sus familiares en Paraguay por cuestiones laborales, pero que siempre se mantiene en contacto, especialmente con sus tías, abuelos y hermanos que tiene en Caacupé como en Asunción. “Tengo planes de hacer un viaje y visitarlos, pero siempre mantenemos el contacto”, puntualizó.

Por último, Sanabria hizo una mención muy especial a su amigo y maestro Juan Domingo Romero, presidente de la Asociación Principitos de Retiro, donde aprendió varios de los valores que hoy imparte a los chicos. “Me uní a esta asociación cuando era adolescente. Él (Juan Domingo Romero) me enseñó muchos de los valores que yo sé hoy en día. Le agradezco que me haya sumado a su sueño de poder hacer felices a los chicos de mi comunidad”, concluyó.

El compatriota afirmó que nunca abandonará su querida Villa 31.

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