Por Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com

La memoria de Cuadernos de Barrio nos lleva a “Otras historias del Lido” y a siete inéditas fotos del interior del local por el que pasaron miles de asuncenos, paraguayos, extranjeros y turistas que lo tuvieron como punto de referencia por casi siete décadas en el centro histórico de Asunción.

Una tardecita cualquiera allá por 1960, una familia asuncena de la calle Eligio Ayala entre Tacuarí y EEUU quería comer empanadas (antes pastelitos). En un momento dado, le dicen a un muchacho que había llegado recién del interior: “Vas a tomar el tranvía en la esquina, se va a ir derecho, va pasar por una plaza grande que se llama Uruguaya, va a doblar a la izquierda, después a la derecha y va a seguir hasta un edificio que es el Oratorio de la Virgen de la Asunción y vas a mirar enfrente, vas a cruzar la calle y ahí vas a entrar a comprar empanadas”. Después de un corto silencio, el joven responde: “¡Ahh, ese que queda frente al Lido!”. La respuesta les dejó atónitos a los comensales del “delivery de antaño”, el mozalbete que no conocía Asunción tenía como referencia una de las esquinas más tradicionales de Asunción, Palma y Chile, “la esquina del Lido”.

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Así, aquel edificio que diseñara a finales de 1949 Francisco Canese a pedido del empresario don Francisco David e inaugurado en 1953 albergaría por 69 años al local gastronómico fundado por don Enrique Schulz, que se convirtió con el tiempo en el negocio más icónico de Asunción. Sus instalaciones vieron pasar a miles de asuncenos, ciudadanos de todo el Paraguay, extranjeros que decidieron vivir en esta tierra y turistas que lo tuvieron como punto de referencia en el centro capitalino por casi siete décadas.

Lido Bar. Asunción, c.1955.

DANI NASTA, EL LIDO, UN OLVIDO

Las historias contadas por muchos de sus parroquianos son innumerables, como la del joven del interior que había llegado a buscar nuevos horizontes y cuya historia me la relató Dani Nasta. A esta le sigue otra, de él mismo, el día que decidió ir a comer una noche cualquiera del año 1966 unas empanadas: el joven de aquellos años caminó desde su casa, que quedaba en las cercanías en la calle Cerro Corá casi Yegros. Al día siguiente, volvió a la misma hora al local gastronómico, pero en auto, con el detalle de que al salir del local se olvidó de la vieja camioneta modelo 1956 y llegó a su casa caminando. Al día siguiente, al despertarse, se fue a buscar el vehículo de la cochera de los Pederzani, un tradicional lugar donde muchos habitantes del centro guardaban sus autos porque en aquellos años las casas del sector histórico no tenían cochera. Allí se dio un gran susto porque no encontró su auto. Inmediatamente recordó que lo había dejado frente al Lido. Acto seguido, corrió varias cuadras pensando que ya no estaría, pero el auto seguía en el mismo lugar con las ventanillas abiertas. Nadie había tocado el auto, que pernoctó en ese lugar bajo la atenta mirada del legendario Lido y el resguardo de la Virgen de la Asunción y su oratorio.

Lido Bar. Asunción, c.1954.

MÉNDEZ NÚÑEZ, EL LIDO Y LA POLICÍA

Los relatos son interminables, como el del industrial Néstor Méndez Núñez, quien un 18 de octubre de 1960 saliendo de su trabajo iba cruzando la plaza con una camisa azul. Le toma la policía y le sube a la temida camioneta conocida popularmente como “caperucita roja”, desde donde fue llevado al Cuartel Central de Policía. Después llegaron cayendo varios políticos, entre ellos Domingo Laíno Figueredo. Estuvieron detenidos por varias horas y luego, a las once de la noche, empezaron a liberarles en grupos de a cuatro, advirtiéndoles que no podían quedarse en la zona. Pero haciendo caso omiso a las órdenes del comisario, fueron directo a festejar el 18 de octubre al Lido Bar. La Policía les encontró en plena celebración y fueron apresados de nuevo, siendo liberados recién el día siguiente a las seis de la mañana.

Lido Bar. Asunción, c.1955.

UNA ENSALADA CÉSAR Y HABLÁ MENOS, CHE PAPÁ

Al final permítanme contarles una experiencia personal. Un día voy, me siento en la barra y pido una ensalada césar con pollo. Después de unos minutos, llega la ensalada “césar” con pollo y un pollo al lado. Le digo: “Niña, yo pedí solo una ensalada césar con pollo”, y la joven me responde: “La próxima vez, che papá, hablá menos, decí nomás una césar por favor y nada más”. Eso solo te puede responder una moza del Lido y jamás uno se podría enojar, ya que es parte de nuestro folclore gastronómico asunceno.

Hoy, el nuevo Lido, el primer negocio gastronómico del centro de Asunción que mira la poética bahía, se encuentra bajo la atenta mirada de la histórica Catedral Metropolitana y las oficinas del primer cardenal paraguayo. La casa de la Virgen de la Asunción y el moderno edificio David extrañan su presencia.

Mujeres en el Lido. Asunción, c.1955.
Lido. Asunción, c.1955.

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