- POR ESTEBAN AGUIRRE -
- @PANZOLOMEO
“¡SOMOS MUCHO MÁS ARRUINADOS QUE SOGUE!” vociferaba Raúl, ya adentrada la noche de un ansiado reencuentro social. Un exitoso “vao na vernos” entre ex compañeros, alumnos en el ocaso de la adolescencia (o vejez como dice la gente joven), entusiastas del proceso democrático en cualquiera de sus formas (mejor si son procesos que funcionan al servicio de la ciudadanía), pero por sobre todo, el reencuentro de un buen grupo de amig@s. La Décima promoción de Dende marcaba un anhelado y bien merecido inicio de sesión.
La frase del gran Raúl, quien contrastaba la tristeza de vivir en un país donde ni siquiera tenemos la suerte de que los ladrones del Estado tengan la dignidad de ponerse creativ@s y trabajar bien con lo que roban (¡al menos eso chamígo!). La pobreza mental jamás podrá ser sustituida con riqueza económica, o como mejor lo pondría en palabras nuestro flamante anfitrión, el Dr. Z - “Heta idea porã omano mboriahu akãme” (Grandes ideas mueren en mentes pobres). Y qué problema hay cuando la pobreza mental tiene el poder de gobernar, aquel poder que regalamos más que otorgamos con nuestro voto.
Para quienes no conocen Dende, déjenme guiarlos para mejor entender el quid de la cuestión dentro de este cuento regado de chistes internos (esos, sí, sepan comprenderlos).
Dende es “La fundación Desarrollo en Democracia, es una asociación civil sin fines de lucro, fundada en el año 2004, cuyo objetivo es convertirse en el principal centro de pensamiento y acción en temas de políticas públicas, que permitan a nuestro país acelerar su ritmo de crecimiento y desarrollo. Desde su creación ha tenido una activa participación en la promoción del desarrollo sostenible y en democracia. Considerando que apoyar la formación y capacitación de cuadros dirigenciales eficaces y éticos incidirá positivamente en el desarrollo del Paraguay, creando así su Centro de Formación y Capacitación de Dirigentes”.
Hablando mal y pronto, lo que básicamente logra esta capacitación es meter a distintas mentes, historias, currículums y capacidades en un mismo espacio durante un año, en busca de reenamorarl@s de su propio país, un país que en realidad no conocían a fondo, solo su propia versión regada de la interpretación de la prensa. De ciertas maneras siempre hubo una “especie de Dende” activo en algún momento u otro, con sus diferentes matices, por supuesto. Algún tiempo atrás estuvo el Colegio Nacional de Guerra con mayor vigencia, en tiempos recientes vemos versiones más privadas, o de nicho como es el caso de Vistage. Todos modelos que considero sumamente interesantes, no solo por el conocimiento vivido (más que aprendido), sino también por el cocktail molotov social que genera fusionar personas de distintos puntos de vista sobre una realidad, cargandol@s con herramientas de interacción y comunicación durante un período determinado de tiempo.
Sumado, el factor amistad, que si tenés la suerte que tuvimos la Dende X de que nos haya tocado convertir un gran grupo de desconocidos por conocer en buen@s amig@s.
En esta noche en particular me encontraba rodeado de un grupo de caballeros, y una estoica dama que se sumó al encuentro de “exa Dende”, la destaco a ña Flechazo, y de paso les escracho públicamente al resto de las compas que nos dejaron brindando entre bolas (por mentirosos digo). Las escracho simplemente porque las extraño a todas, ustedes saben quiénes son. Háganse presente, ¿sípa?
“Vos lo que tenés que entender es que acá todos son unos capos dentro de su propio delirio” eran el tipo de frases que ya patinaban ese amor fraternal de este rejunte de entusiastas, cada uno, por decirlo de manera más romántica, negociando posiciones de poder (mental) dentro de la incidencia de sus pensamientos a través del contenido de lo vivido, la experiencia (o algo por el estilo).
Este #DENDEBATE (marca registrada) parecía no tener fin, cuando, sin previo aviso, la noche empezó a mostrar sus primeras grietas. Nunca me había pasado de ser sacado de la propia conversación que estaba teniendo, por, literalmente, ¡la persona con la que estaba hablando!, llamémoslo, el señor Díaz, quien disfruta ser llamado Bruno en su tiempo libre, mi conversador se paró a mitad de idea y gritó “¡Los loros nunca vuelan solos!”, anunciando su prematura retirada, aprovechando la eyección ajena. Y yo que pensaba que
la iglesia del “Lorito ogaísmo de tiempos de nuestro señor” había caducado con el extrañamiento que tuvimos de hacer “asado entre seres humanos” durante aquella (lejana) pandemia.
La noche fue llegando a su fin entre un surtido de “hipppuuu”, “no pensé reírme”, concluyendo con la clásica palmada de muslo y leve risa / tos final con la frase “Estaaá
bien”, con la cual, usualmente, se levanta campamento. Rescato la cereza de la torta de este feliz encuentro de un grupo de amigos que se conocieron ya a mitad de temporada, o como diría mi hijo “¿Esos son tus amigos de viejo Papo?”, esa necesaria última frase que te hace ir a casa a dormir sonriendo: “Si te pones a pensar, todo es un chisme… dependiendo de cómo lo cuentes”. Una noción que en ese momento no me resonó tanto como ahora, me hizo reír lo suficiente como para anotarla, pero ahora, mientras la vuelvo a leer, me hizo pensar. A medida que releo está columna cargada de citas, de anónimos para el lector y de vital significado para quienes conocen a los autores, me quedo con la constante intriga de saber si será nomás cierto que ¿”Todos los males de la democracia se pueden curar, con más democracia”?
¡SALÚ DENDEX!