Cuando era un niño escribió alguna vez en un cuaderno: “No quiero estar solo”. Tiene asperger, la vida se le hace difícil por momentos y de allí parece sacar la fuerza para sobreponerse en nuevos y sorprendentes desafíos. Ahora está yendo por Twitter, quiere ir a Marte, quiere que los autos eléctricos se conduzcan solos. Físico, programador informático, un verdadero lobo de las finanzas, su vida personal puede ser por momentos frugal y sencilla y en el mismo día desplegarse en el lujo extremo. Para hacer su personaje de Iron Man, Robert Downey Jr. tomó cosas de él y Elon tiene uno de los trajes del superhéroe a la vista de todos. Pasen y vean.

“¡Hagamos a Twitter lo más divertida posi­ble!”, propuso como si fuera un juego de niños. Lo hizo mientras va cerrando una complejísima operación finan­ciera por la que ofreció 44 mil millones de dólares para com­prarse la máquina de opinar instantánea de la que es un usuario compulsivo.

Si todo le sale bien, si las nego­ciaciones avanzan, Elon Musk ya no será sólo el hombre más rico del mundo, tendrá tam­bién una herramienta deci­siva para incidir en la política, la economía y la cultura.

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“Mi fuerte sentido intuitivo es que tener una plataforma pública que sea de máxima confianza y ampliamente inclusiva es extremadamente importante para el futuro de la civilización; no es una forma de hacer dinero… No me importa la economía en absoluto”, dijo Musk en la conferencia TED en Vancouver el 14 de abril pasado. Tiene algunas ideas para hacer crecer la empresa: Propone eliminar los robots que replican mensajes virales. “Si nuestra oferta de Twitter tiene éxito, venceremos a los bots de spam o moriremos en el intento”, desafió.

Quiere hacer que Twitter tenga un “botón de edición”, que permita reescribir los tuits, algo que se viene discu­tiendo desde hace un tiempo. También potenciar “Twitter Blue”, un servicio pago con contenidos exclusivos para lo que quiere recortar personal y contratar influencers. Por eso se encendieron las alarmas en todo el espectro de quienes analizan el brutal impacto que tuvieron las redes sociales en los últimos procesos electora­les en el mundo todo.

Esas voces preocupadas fue­ron tomadas en sorna por Musk. “La próxima vez voy a comprar Coca Cola para volver a ponerle cocaína”, escribió en un tweet con el estilo provoca­dor que lo caracteriza. Sobre sus intenciones había decla­rado: “La libertad de expresión es la base de una democracia que funciona, y Twitter es la plaza digital donde se debaten asuntos vitales para el futuro de la humanidad”.

Musk evita encasillamientos políticos, pero es claro que no le gusta pagar impuestos, ni las demandas de trabajadores. Dijo sobre el particular: “Para que Twitter merezca la confianza del público, debe ser política­mente neutral, lo que efectiva­mente significa molestar a la extrema derecha y a la extrema izquierda por igual”. Dice ser independiente “moderado” y ha llegado a llamarse “socialista” aunque su discurso es reivindi­cado por la derecha “libertaria”.

Citado por la agencia de noti­cias francesa AFP, el inver­sor internacional James Hic­kman, editor de “Sovereing Man”, ve en las actitudes de Musk un freno a la “tiranía de las minorías”, las élites tecno­lógicas, mediáticas y acadé­micas que toman decisiones por el resto de la sociedad y sin embargo “constantemente se equivocan”. “Lo que hace a alguien un verdadero liber­tario es un rechazo absoluto por las etiquetas y ser comple­tamente independiente en su pensamiento”, apuntó. “Musk claramente clasifica en esta categoría tanto política como profesionalmente”.

En el mismo reporte, Baruch Labunski, experto en mar­keting en línea y consultor web, explica que Elon es “fun­damentalmente egoísta”. Y agrega: “Con frecuencia se lo cataloga como un libertario, pero esa designación no des­cribe con precisión al hombre cuyas empresas se han benefi­ciado de las exenciones fiscales y los subsidios comerciales del gobierno”, recordó. Otra voces recuerdan que, pragmático, mudó sus negocios a la Texas conservadora desde la ultra­liberal California en el 2020.

Musk tiene definiciones vagas, por ejemplo: “Por ‘libertad de expresión’, me refiero simple­mente a lo que se ajusta a la ley… Espero que incluso mis peores críticos sigan en Twitter, porque eso es lo que significa”, agregó.

Y otras bastantes claras: “El virus mental de la corrección política está haciendo que sea imposible ver Netflix”, escri­bió hace poco, obviamente, en Twitter.

“EL MÁS PODEROSO DEL MUNDO”

Después de anunciarse la compra de la red social de microblogging escribió Alli­son Morrow en la CNN que Musk “se ha convertido en la persona más poderosa del mundo”. En el artículo recuerda: “En diciembre (del 2021), Time recibió graves crí­ticas por nombrar a Elon Musk la ‘Persona del año’. Menos de cinco meses después de ese anuncio, es difícil alegar que la revista no dio en el blanco. Casi ninguna otra persona ha ejercido tanta influencia sobre industrias tan amplias que podrían definir el futuro de la economía global: redes sociales, viajes espaciales, conducción autónoma, trans­porte eléctrico e inteligencia artificial… Lo ames o lo odies, Musk no solo es la persona más rica del mundo, sino que tam­bién es posible que sea la más poderosa”.

Twitter es más pequeña que Facebook o TikTok, pero lo usan los líderes políticos mun­diales, deportistas, artistas y mediáticos en general, que lo prefieren para su comunica­ción con la ciberaudiencia.

De hecho Musk es uno de ellos y tiene más de 80 millones de seguidores. “Estoy pensando en renunciar a mis trabajos y convertirme en un influen­cer de tiempo completo. ¿Qué opinan?”, había twitteado en diciembre pasado. El ex pre­sidente de los Estados Unidos, Donald Trump, lo tuvo como herramienta principal hasta el 6 de enero del 2021 cuando fue expulsado por promover una insurrección y alentar el asalto al Capitolio buscando evitar que asumiera su sucesor, Joe Biden. Muchos creen que Musk permitiría el regreso de Trump. Está por verse.

MILLONES

Musk tiene 51 años y 269 mil millones de dólares de for­tuna personal según la revista Forbes, es dueño de Tesla y de Space X, entre otras com­pañías, y está desarrollando habilidades en un campo vidrioso y esencial del futuro próximo: Las criptomonedas.

Elon dio a conocer que poseía bitcoin, ether y dogecoin.

Dogecoin (DOGE) es una de las “memecoins” (monedas meme) más populares del mer­cado y Musk llegó a twittear que la habilitaría para pagar “propinas” a los creadores de contenido en Twitter, una ver­dadera novedad, una apertura hacia otro nicho de negocios futuristas. “Tengo la inten­ción de mantener la mayor cantidad de accionistas que permite la ley en una empresa privada, que son alrededor de 2.000… no quiero monopo­lizar”, afirmó Musk sobre su posición en Twitter.

Parece un juego retórico del “Tecno Rey”, como se definió alguna vez este osado empre­sario que hizo de Tesla la com­pañía fabricante de automóvi­les más valiosa del mundo en menos de 15 años. Allí apuesta a la “conducción totalmente autónoma” de los vehícu­los algo que todavía no pudo lograr, pero que es su ambición.

El riesgo y el error, el fracaso como fuente de impulso, la innovación permanente están más que presentes en su vida.

Estudió economía y física en la Universidad de Pensilva­nia gracias una beca en 1992. De allí saltó a un doctorado en Física Aplicada y Ciencia de Materiales en la Univer­sidad de Stanford, pero lo dejó todo para desarrollar: Zip2, una compañía de sof­tware de edición en línea para medios de comunicación. Asistió a 160 diarios de todo el mundo y cuando la compa­ñía se vendió, le tocaron 22 millones de euros con los que fundó X.com que al tiempo fusionó con Paypal , pagó US$ 1.500 millones de dólares por Paypal y Elon vio crecer su fortuna a US$ 180 millones.

Vio explotar 3 cohetes Falcon antes de que el 4 consiguiera volar y hacer de Space X un éxito. Estuvo cerca de la ban­carrota y volvió a apostar.

Lee mucho y puede atender reuniones simultáneas sobre diferentes temas gracias a su capacidad para armar e inte­grar equipos.

Concentración es la palabra clave en su vida.

Está a un paso de quedarse con la red del pajarito y de volver a mover cosas en el mundo.

AD ASTRA

“Per aspera ad astra!”, twi­teó en estos días Elon. La frase de Séneca, el joven, se suele traducir como: “A las estrellas por lo áspero [por el camino difícil]”, es una suerte de síntesis de un texto suyo en el que exponía: “non est ad astra mollis e terris via” (“no hay un camino fácil desde la tierra a las estrellas”). Musk utilizó el epígrafe favorito de los astronautas para celebrar haber dado un paso más hacia su objetivo de hacer pie en Marte desde su empresa prin­cipal Space X. Fue el pasado 27/4, minutos antes del lan­zamiento desde el Centro Espacial Kennedy de la misión Crew 4. En la oportunidad, 4 astronautas fueron enviados en la cápsula Dragon Free­dom hacia la Estación Espa­cial Internacional (EEI). La misma fue llevada al espacio por el cohete Falcon 9, quizá la máxima creación de Musk. Los cohetes Falcon son reuti­lizables y son claves en el aba­ratamiento de las misiones espaciales, el punto princi­pal, además, para el resurgir estadounidense en la carrera espacial a través de la alianza público privada entre la Admi­nistración del Espacio (NASA, su sigla en inglés) y Space X.

Space X ya llevó cinco tri­pulaciones para la agencia espacial e hizo dos viajes pri­vados en menos de dos años. En uno de ellos, transportó a tres empresarios, prime­ros invitados privados de la NASA: el estadounidense Larry Connor, propietario de una firma inmobiliaria; el canadiense Mark Pathy, jefe de una firma de inversiones, y el ex piloto israelí Eytan Sti­bbe, cofundador de un fondo de inversiones.

SpaceX superó a Blue Origin de Jeff Bezos para asegurar un contrato de la NASA de casi US$ 3 mil millones para llevar astronautas a la Luna.

LA ENVIDIA DEL RIVAL

Jeff Bezos cuestionó la com­pra de Elon Musk de Twitter especulando con la influen­cia que China podría tener en esa red social. Twitter está actualmente bloqueado en China, pero Musk tiene en ese país varias empresas con­sideradas clave, lo que haría suponer la posibilidad de una apertura para esa plataforma en la potencia asiática. Más precisamente, Tesla –pro­piedad de Musk– depende en gran medida de China para la producción y las ven­tas de vehículos eléctricos. Bezos preguntó: “¿El gobierno chino acaba de ganar un poco de influencia sobre la plaza pública?”, luego de que difundiera que China era el segundo mercado de Tesla, desde el 2021. “Mi propia respuesta a esta pregunta es probablemente no. El resul­tado más probable en este sentido es la complejidad en China para Tesla, en lugar de la censura en Twitter. Pero ya veremos. Musk es extremada­mente bueno en la navega­ción de este tipo de compleji­dad”, apuntó.

UN TERRIBLE NIÑO RICO

Hijo de un ingeniero de minas al que le robaba esmeraldas, Elon tiene una vida agitada. De hecho consiguió zafar de una espe­rada declaración en el juicio de Johnny Depp contra Amber Heard. La razón, Amber salía con Musk mientras ella estaba casada con Depp. Nacido en Pretoria, Sudáfrica, el 28 de junio de 1971, tiene también las nacionalidades canadiense y estadounidense. Errol, su padre, hizo fortuna con minas de esmeralda y su madre Maye es modelo y dietista y se divorciaron en 1980. Elon decidió ir a vivir con el padre al que confesó que le robaba las preciosas piedras de verde traslúcido. El síndrome de Asperger, un trastorno del espec­tro autista que afecta a las relaciones interpersonales, parece ser la clave de su carácter. “Viven en su propia percepción de las cosas, en una especie de aislamiento mental y psicológico”, define un sitio especializado. Quizá, una de las razones que lo refugiaron en los videojuegos de los que se hizo experto, a tal punto que a los 12 años inventó uno llamado “Blastar” y lo vendió a una revista de computadoras por US$ 500. Es padre de 7 hijos (el octavo murió en el 2018 en un trágico accidente de coche con apenas diez sema­nas de vida) frutos de tres matrimonios.

Primero con la escritora Justine Wilson, contrayendo matrimonio en el 2000 y firmando los papeles del divorcio ocho años después, en el 2008. Después se casaría dos veces con la actriz británica Talulah Riley, desde el 2010 hasta el 2016. Luego vino Heard hasta el 2018. Su último vínculo amoroso fue con la cantante Grimes, desde el 2018 hasta mediados del año pasado.

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