Por Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com

Hoy Toni nos vuelve a traer recuerdos de viejas guías tal como ya lo había hecho el domingo 6 de octubre del 2019 en la primera parte de esta serie llamada “La guía de 1960″.

Es una tarde cualquiera en un café charlando sobre cuestiones de arte con mi amigo Félix Toranzos, que en un momento me pregunta: “¿Es cierto que tu abuela te enseñó a leer con la guía telefónica?”. En ese momento hice un silencio por unos instantes y en segundos me vino una película; el teléfono negro, la vieja guía, el bolígrafo atado a una liña, al lado de la puerta de entrada principal y mi abuela, en segundo plano, mi bisabuela con su brillante pelo blanco mantenido con yvope, sentada en un viejo moderno sofá azul de “Muebles Confort”, de Rafaela Pulido de Montes. Acto seguido, respondo: “¿Quién te contó esa historia?”, Toranzos me dice: “Se contaba esa historia en el barrio”.

Guía telefónica. Guitel. Asunción, 1990.

EL PORQUÉ DE MIS GUÍAS

En ese momento hice conciencia del porqué colecciono guías telefónicas, desde finales de los años 50. En aquella época eran elementos que hacían el papel de lo que hoy es Google Maps, la localización de personas, locales, templos de todas las confesiones, pasando por despensas, farmacias hasta pensiones, figuraban en aquellos pequeños promontorios de papel que llegaban anualmente a las casas de quienes tenían el privilegio de tener uno de aquellos aparatos que otorgaban un estatus en una Asunción urbana que apenas llegaba a la calle Luna antes de iniciarse los locos años 60 del siglo pasado.

“TOTO” ROJAS, EL ENCUADERNADOR DE GUÍAS

Las historias de las guías tienen aristas impensables, como la mía que aprendí a leer con una de ellas o la de la familia del arquitecto “Toto” Rojas que tenía una casa de encuadernaciones a la vuelta de la vieja central 1 de Antelco sobre la calle Alberdi; ellos compraban diez guías, quitaban la tapa “flex”, y encuadernaban poniéndole tapa dura. Luego, iban a la puerta de aquella institución tan prestigiosa en aquellos tiempos, esperaban a la salida cuando algún usurario iba a buscar su ejemplar y le cambiaban por una de tapa dura. Ese era el negocio que hacían en aquella época, con dos precios, uno, solo las encuadernadas y otro, para las que además tenían índice.

Publicidad guía telefónica. Asunción, 1959.

FLORES DE GUÍAS

La guía es además un lugar de encuentro con publicidades gráficas de antaño, en este recorrido por el pasado, sobresalen las florerías, una verdadera competencia de marcas, en una época en que el mayor regalo de amor era un poético ramo de flores; desde la vieja florería Las Gardenias en una de 1959, pasando por Gran Rex de los años 70 o Príncipe de Gales, todas hacían reparto a domicilio las veinticuatro horas, siendo las antecesoras de lo que hoy llamamos delivery, entrada ya la tercera década del siglo 21.

Recorrerlas es como volver a caminar por las viejas calles, con direcciones y números que hoy solo ya son “recuerdos de un tiempo de caminar lento”, de esperar un llamado sentado ahí al lado de aquel teléfono negro donde un día aprendí a leer, gracias a mis abuelas, verdaderas guías, que nos hacían más fáciles las ubicaciones e imaginar la ciudad, sin Google Maps, sin tanta tecnología, en una Asunción de finales de los años 60, de guías, de viejos teléfonos y de románticas flores.

Guía telefónica. Asunción, 1958.
Guía telefónica. Asunción, 1986.
Guía telefónica. Asunción, 1986.
Guía 1986. Asunción, 1986.

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