“Huevo Duro”, “Telégrafo”, “Mazinger”, “El Trencito”, “La Topadora”, “Colorado” y hasta “Robocop”, 25 apodos ilustres de futbolistas paraguayos.

  • Por Gonzalo Cáceres
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Superhéroes, herra­mientas, maquinaria pesada, seres primi­tivos, con referencia a la ter­cera edad y gustos musicales, al color de pelo, característi­cas físicas o técnicas (goles y patadas), de todo un poco, hay para elegir.

Podrían o deberían estar incluidos los gatos (Roberto Fernández, Francisco Gar­cía, Roberto Fernández Jr.), los monos (Ricardo Tavare­lli, Jorge Brítez) o los locos (Dionisio Pérez, Gabriel González), también Édgar “La Araña” Denis, Félix “Tanque” Torres, Juan Car­los “Soldadito” Benítez, o Félix “Zanahoria” Román, pero no. Vamos por los más pintorescos.

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BLAS “MAZINGER” CRIS­TALDO

Blas Marcelo Cristaldo no se adjudicó “Mazinger” solo por reventar el balón. Se convirtió en una suerte de amuleto cuando entre 1985 y 1995 protagonizó memo­rables noches con su gran amor, Cerro Porteño. Asis­tente técnico de otro his­tórico, Francisco “Chiqui” Arce, en la selección para­guaya de fútbol. Un crack, de esos zagueros que no se ven más, campeón como jugador y entrenador.

MARIO CÉSAR “ROBO­COP” RAMÍREZ

Es lo más cercanamente parecido al personaje creado por Verhoeven. Este cen­tral limpeño apareció en escena con Sol de América en 1986 y forjó la fama que le precede a inicios de los ‘90 cuando formó parte de aque­llos equipos “supercampeo­nes” del Olimpia. “Robocop” Ramírez era una máquina, en serio; recio y con sus 1,85 de altura le metía miedo (y patadas) a los delanteros de su época.

CEFERINO “LA HOR­MIGA ATÓMICA” VILLA­GRA

Un hijo de las inferiores de Cerro Porteño. Debutó en 1989 y rápido se ganó el mote de “La Hormiga Atómica” por su físico caracterizado por sus 1,69 de alto y 64 kilos. Ganó la Copa República 1992 y consa­gró los torneos de 1992 y 1994 con su amado azulgrana. Se retiró en el 2005.

MIGUEL “LA TOPA­DORA” CÁCERES

Tuvo una corta –cortí­sima– trayectoria. Debutó en 1998 con Guaraní y estiró su carrera deportiva hasta mediados del 2003 en Nueva Chicago del fútbol argentino. En Argentina se destacó como delantero de Rosario Central y, para su desgra­cia, la prensa lo mató por su pronunciado “acento paraguayo” (según Charlotte Caniggia).

“EL CAVERNÍCOLA” FELIPE NERY FRANCO

Franco le hizo honor a su mote, sin más rodeos. Alto, anguloso, de imponente pre­sencia, era todo lo contrario a los finos futbolistas de hoy en día. No usó peinados, tampoco se andaba con rodetes o cin­tas, le gustaba el pelo suelto y como dios disponga, la barba vigorosa fue su sello. Testos­terona al 100%.

“EL ABUELO” FERMÍN BALBUENA

Su desgastado cuero cabelludo le añadió –muchos– años. Bal­buena fue campeón de la Copa Libertadores, la Supercopa y la Recopa con aquel Olimpia que arrasó en 1990. También jugó en el Deportes Concep­ción de Chile, para finalmente retornar a Para Uno y reti­rarse en el 95.

PEDRO “CABLE” MOLI­NAS

Estaba loco de remate. Este mítico lateral derecho se des­tacó por sus (troces) proyec­ciones, títulos y desempeño en su paso por Olimpia, el fútbol brasileño y la selección para­guaya, entre otros, se llevó todo y todos por delante, lite­ralmente.

“EL TELÉGRAFO” ESTA­NISLAO STRUWAY

“Taní” es de los mejores mediocampistas que dio el fútbol paraguayo. Tuvo su época de oro en Cerro Por­teño, Racing Club (Argen­tina), Atlético Los Andes (Argentina), Sporting Cristal (Perú), Portuguesa (Brasil) y Coritiba (Brasil). Regresó en el 99 a Cerro Porteño, luego jugó en Libertad, 12 de Octubre y cerró su carrera en el Sportivo Iteño de su natal Itá. Fue un fijo en la selección paraguaya durante una década. Ah, ¿por qué le dicen “Telégrafo”...? Dale play al video.

SILVIO “HUEVO DURO” GARAY

“Huevo duro” lo dice todo. No tenía pelo, era una fusión del peinado de Sergio Orteman y Julio González Cabello. “Bri­lló” en Sol de América y para el inicio de este milenio pegó el salto a Cerro Porteño. Jugó con Guido Alvarenga, Justo Villar (de pibe) y “Ka’i” Virgi­lio Ferreira, entre otros.

EMILIO “ANCHO” IBA­RRA

Y para cerrar la nómina por hoy, el plato fuerte. Emi­lio Hernán Ibarra Oviedo o como pasó al Olimpo local: “Ancho” Ibarra.

Aún es desconocida la fórmula que robusteció su figura, pero seguramente el copetín de Ña Chini algo tuvo que ver. Lo cierto y concreto es que tenía polenta a la hora clavar tiros libres.

Debutó en Primera a los 18 años en 1993 con Sportivo San Lorenzo. Pasó por Libertad y se destacó en Tacuary, donde llegó a jugar Copa Libertado­res (2005 y 2007), terminó su carrera en General Caba­llero de Zeballos Cué hace ya siete años. Su último pro­yecto conocido tuvo lugar en la ciudad de Mariano Roque Alonso, cuando el año pasado dirigió a Pilcomayo en el tor­neo de la Primera División C.

*Querido lector, no se estrese que hay más. Des­cubra el próximo domingo los 15 restantes.

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