Por Arturo Peña arturo.pena@gruponacion.com.py

Fotos: Nadia Monges

La Asociación de Lancheros Unidos de Chaco’i celebra el 22 de febrero sus 44 años de vida, aunque el cruce del río Paraguay desde esta localidad chaqueña hasta Asunción se remonta a mucho antes. Hoy unas 20 lanchas hacen el servicio de transporte de una costa a otra. Los nietos de los antiguos navegantes siguen desafiando las aguas, transportando sueños y anhelos.

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Una embarcación solitaria se desplaza abriendo un surco de agua a través de la bahía de Asunción. Su destino está en la otra costa, cruzando el río Paraguay, en suelo chaqueño. La capitanea Bernardino Torres, lanchero, quien cuenta que pasó su vida mitad en tierra y mitad en agua. “Mi lancha tiene 35 años ya, se llama Sirena. Mi papá y eso ya trabajaban en el bote y yo crecí con esto, crecí navegando. Después fui al cuartel y cuando volví ya empecé a trabajar. Tenía 21 años, ahora tengo 55″, relata el hombre mientras le da ligeros toques de izquierda a derecha al pequeño timón de metal de su nave.

Bernardino es actualmente presidente de la Asociación de Lancheros Unidos de Chaco’i, que reúne a una veintena de embarcaciones que hacen el servicio de traslado desde esta localidad chaqueña a orillas del río Paraguay, en el departamento de Presidente Hayes, hasta la costa capitalina, en la denominada playa Montevideo, ubicada al costado de la Dirección de Aduanas y ex Puerto de Asunción.

El 22 de febrero la Asociación cumplirá 44 años de actividad, transportando sueños y esperanzas a través del río, aunque la utilización de esta vía es ya de décadas antes, desde que comenzó el asentamiento urbano en Chaco’i. “Nuestros padres, nuestros abuelos ya llevaban mercadería a Asunción en canoa, después en botes con motor y se le ponía un techito de lona o una sábana. Se llevaba leche, porque había varios tambos en la zona. Recuerdo que antes teníamos una lancha exclusivamente para los estudiantes”, rememora Bernardino.

En la actualidad, los lancheros no pasan por el mejor momento. Se vienen recuperando de los embates de la pandemia, sobre todo del cierre de la frontera de Clorinda-Puerto Elsa, ya que la mayor parte del movimiento históricamente es de comerciantes que llevan productos a Asunción por esa vía. Explican que la mayor parte de los pasajeros ahora es gente que trabaja en Asuncion. Con las medidas de restricción a causa del coronavirus, también los estudiantes dejaron de pasar, así como los comerciantes. “Cuando se cerró la frontera se terminó todo ese movimiento de paraguayos y argentinos que vienen de allá para pasar. Ahora un 15 por ciento por ahí lo que cruzan, el resto ya se dedica a otra cosa, ya no vienen”, señala el presidente de los lancheros.

La cantidad de pasajeros varía y está también condicionada a veces a la situación climática. Los días de tormenta se suspende el servicio. En un día Bernardino estima que llega a transportar unas 40 personas en tres redondos. “Aunque a veces apenas alcanzás 15 personas, que es muy poco”, agrega. El costo del boleto subió hace unos tres años de 3.500 a 5.000 guaraníes. Los lancheros hacen tres turnos diarios. La primera lancha sale de Chaco’i a las 6:00 y la última parte desde Asunción a las 19:00. Las lanchas salen cada media hora y el trayecto entre costa y costa es de unos 20 minutos.

El cruce en las lanchas a través del río Paraguay es toda una experiencia.

ESPERANZAS

El traqueteo del motor a gasoil hace difícil el diálogo dentro de la balsa durante el cruce. De hecho, entregarse al disfrute del río y sus paisajes es la recomendación, sobre todo para el visitante turista. El movimiento de la mañana es escaso en pasajeros. Uno de ellos es Martín Pane, de 37 años, quien cruza todos los días desde Chaco’i, donde vive, hasta Asunción, donde trabaja. Es funcionario público y para él el cruce por agua no tiene comparación en las ventajas. “La mayor parte de la gente que usa la lancha viene de Puerto Elsa. Usa para pasar mercadería a Asunción y ahora seguramente volverá a haber muchos estudiantes, porque se inician otra vez las clases presenciales”, comenta.

Martín es “nacido y malcriado en Chaco’i. Viví por Loma Pytã, pero volví y ahora tengo mi casa en Chaco’i. Elegí por la tranquilidad, es cerca de todo. De Loma venir hasta el centro es un desastre. Con la lancha es muy cerca, no te estresás con manejar, no tenés el tráfico, las colas de autos, es más cómodo. Aparte toda mi familia vive en Chaco’i, mi mamá, mi hermano, todos viven acá”.

Saliendo de la bahía, ya en la autopista del río Paraguay, llegando a Chaco’i, se ven a los lejos los pilotes de lo que será el futuro puente Héroes del Chaco, cuya culminación esta prevista para el 2023. La expectativa es que este brazo que unirá Asunción con la costa de Presidente Hayes va a cambiar totalmente la fisionomía de la zona ribereña chaqueña. Otra novedad es que, desde el año pasado, Chaco’i se independizó como distrito de Villa Hayes y el domingo pasado celebró sus primeras elecciones internas municipales con miras a las generales, en marzo, de donde saldrán el primer intendente y la primera Junta Municipal de la localidad.

“Hay esperanzas ahora con el nuevo municipio y el tema del puente también ayudó a que se conozca Chaco’i. Hay interés por los terrenos, hay muchas ofertas, pero se dispararon los precios de los loteamientos nuevos. Están comprando todos los terrenos grandes y están loteando”, señala Martín, aunque se revela cauto, ya que según explica el acceso al puente aún sigue estando algo alejado del pequeño centro urbano y el estado de los caminos no ayuda para nada. También cuenta que hubo una ola de invasión de terrenos fiscales que podría acarrear problemas.

“Creo que si uno tiene vehículo capaz puede ser mas práctico ir a Asunción por el puente, si es que así como dicen no se va a cobrar peaje. Depende. Yo creo que si vas a ir al centro, te va a convenir venir en lancha nomás; ahora, si te vas a ir Roque o a Luque, ahí va convenir ir por el puente”, sigue comentando.

El arribo a Chaco’i ya responde varias preguntas sobre cuál es su realidad. Una playa con pocas facilidades y con varias precariedades sirve de “estacionamiento” a las lanchas. Para Martín, Chaco’i es “el famoso pueblo donde hay una despensa y ahí encontrás hasta remedios. Si no, tenés que salir a buscar a otro lugar. Pero ahora hay más facilidades, la mayoría tiene moto, tiene algún vehículo. Si no encontrás acá conseguís en Puerto Elsa y la ventaja ahí es que todo es mucho más barato”.

Otros pasajeros también opinan a la par. Muchos coinciden en que a causa de las inundaciones tampoco se pude progresar en Chaco’i. “El problema principal hasta ahora es la crecida del río.

Esta calle por ejemplo (señala una avenida que está en la parte alta de la playa municipal) que va a Falcón, ya estaba todo asfaltado y vino la crecida y rompió todo. Acá sube el agua y llega hasta el pueblo. La última crecida, en el 2014, fue grande, después de 15 años más o menos. Ya estábamos tranquilos, pero con esa crecida Chaco’i volvió atrás unos 50 años”, agrega a su vez Bernardino mientras con destreza estaciona su barca al costado del precario muelle.

Fidencio Godoy, vicepresidente de la Asociación de Lancheros.

DE PELÍCULA

“Hace demasiado calor en la lancha”, se queja una pasajera que aguarda cruzar a bordo del Cacique. En la playa algunos lancheros acomodan cosas, reparan sus embarcaciones e intercambian comentarios del día. Uno de ellos es Fidencio Godoy, quien hace 22 años es navegante y es el vicepresidente de la Asociación de Lancheros Unidos. Con la parsimonia de un hombre de río, cuenta que a ellos también les afectó todo el tema de la suba de combustibles. Las lanchas utilizan un promedio de diez litros de gasoil para los tres redondos que hace cada lanchero. “Eso ya es como 60 mil guaraníes al día, aceite también recargamos, estamos apenas porque golpe tras golpe es últimamente todo. Si hacés un 150 mil por día, poco ya te sobra y para la reparación de tu embarcación ya no alcanza. Si tenés hijos que estudian y todo eso ya es más complicado toda vía”, añade.

El último aumento de pasaje no fue muy bien recibido por los pobladores, afirma, “pero ya no se podía sostener más. Ya era demasiado poco lo que ganábamos y todo subió muchísimo de precio”. El vicepresidente comenta que en un momento hasta pensaron en pedir un subsidio al Gobierno como se les dio a los transportistas.

A unos metros está Luis Alberto Salinas, también lanchero, quien con las piernas en el agua pinta serenamente uno de los costados de su barca: Escorpión. “Se llama así por mi signo”, revela. “Cuando compré escuchaba por la tele sobre la isla Escorpión, de una película era. De ahí me vino a la cabeza ponerle así a mi lancha, porque yo soy de escorpio”, cuenta don Luis. Él hace 46 años que navega en las lanchas. “Yo tengo 64 y comencé cuando tenía 18 años. En esa época teníamos estas canoas con motor adentro y con techito de carpa. De 6 a 8 pasajeros llevábamos, luego ya había 12 pasajeros. Cuando yo me iba a la escuela había dos lanchas de hierro para 14 o 20 pasajeros, Ternera y Vaquilla se llamaban, me acuerdo. Esos fueron los que empezaron”, relató.

Señala que tras el golpe económico que representó el cierre de frontera, hay ahora algún signo de mejoría. “Ahora se mueve otra vez. El año pasado entre abril y mayo, cuando se moría mucho la gente, paró completamente todo. Este diciembre tuvimos otra vez algo de pasajeros, pero Puerto Elsa está todo cerrado hasta ahora, solo por Falcón se puede pasar mercaderías. Después todo por ribera. Por aquellos lados hay multa si no tenés la vacuna. La Marina nos controla”, señala.

El viaje, aunque tranquilo, no deja de tener sus riesgos, además de sus sinsabores, como las escasas ganancias. Ante la consulta de si alguna vez pensó en cambiar de rubro, don Luis cambia un poco el tono y sentencia: “¡Nunca! No quiero ser empleado ajeno”.

A más de un servicio de transporte de gran valor para la población de esa zona chaqueña, las lanchas de Chaco’i son también un gran atractivo turístico; o, mejor dicho, deberían ser. El cruce en lancha no solo es una experiencia diferente, sino que son 20 minutos de un contacto muy cercano con la naturaleza. Los lancheros afirman que mucho ya procuraron mejorar su situación, sus instalaciones, y que varias puertas ya han golpeado, pero que las autoridades no les dieron retorno hasta hoy. Una verdadera pena es llegar a Chaco’i y no encontrar opciones ni siquiera de donde comer un almuerzo. Bernardino cuenta un hecho bastante descriptivo: “Mucha gente viene de visita y lo primero que pregunta es dónde puede comer pescado y en Chaco’i no hay dónde comer pescado, solo podés conseguir alguna empanada. Vivimos al lado del río y tenemos para ofrecer pescado”.

El nuevo puente y la reciente distritación de la localidad podrían traer nuevos vientos a Chaco’i, una localidad con potencial, tan cercana a Asunción en distancia, pero aparentemente lejos todavía del anhelado progreso.

La playa Montevideo, en la bahía de Asunción.
Martín Pane, residente de Chaco’i.
Las balsas cuentan con salvavidas que revelan sus años.
Bernardino Torres, presidente de la Asociación de Lancheros.
El arribo a Chaco’i se hace de forma “artesanal”.
Luis Alberto Salinas, retocando la pintura de Escorpión.
Las antiguas embarcaciones tienen mucha historia.
Las lanchas salen cada media hora de ambos puertos.
La playa municipal de Chaco’i.

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