POR ESTEBAN AGUIRRE , @PANZOLOMEO, Ñembonvivant
El otro día me encontré perdido y encontrado en una reflexión, es una cosa particular el momento en que encontrás tu reflejo en las palabras ajenas. Es una buena señal, significa que la conversación que estás teniendo tiene resonancia, genera empatía y probablemente, si uno está libre de prejuicios al escuchar, de cierta manera deja una enseñanza.
Soy un fiel creyente que absolutamente todas las personas que conozco en el camino tienen el potencial de dejarme una enseñanza, porque al final del día el alumno busca el maestro o al mentor, no recuerdo haber visto a Yoda diciendo “Dale sí que Luke, llegá pues a casa, ahí cerca de esa laguna re-loca vivo”. Uno busca aprender (o no lo hace), con esto en mente, la idea de que la vida es aburrida, que muchas personas sostienen, sea con suspiros, expresiones o simple comportamiento en general, me parece una noción ridícula.
El simple hecho de estar vivo ya es un viaje increíble, qué hacer en el medio es prácticamente el juego al que nos invitaron a participar, aburrirse es una decisión, no un destino.
Escuchar o mejor dicho oír, un acto difícil ya sugerido por el diseño natural de nuestro cuerpo, dos orejas y una boca, escuchar el doble y hablar la mitad, un acto casi imposible en tiempos de redes sociales, wasapeo y fotografías de “mirá lo que almorcé hoy” o de “sí, definitivamente estoy en la playa, o estuve alguna vez”. Me animo a decir que la acción de escuchar ha evolucionado en este mundo globalizado. Escuchar hoy es el acto de amar. Si amás a alguien cuestionate sobre qué tanto tiempo y atención le prestas a sus palabras; a verdaderamente decodificar el contenido detrás de un “buen día mi amor”, el tono, el momento y la felicidad de responder porque estábamos atentos al sonido de esas palabras y no la imagen del texto en nuestro teléfono.
“Oír es precioso para el que escucha”, dice un proverbio egipcio. Si escuchar es un acto de amor y el amor como pensamiento es verdad, como acción es justicia y como un sentimiento es finalmente PAZ, ¿por qué no regalarnos un poco de paz en vez de los 3 links, 2 stickers y 1 gif que pensábamos mandar en algún momento del día? ¿Por qué no sentir que ese “te amo bombón” tendrá oídos amables con ojos cálidos y una sonrisa que derrite el silencio más oscuro?
“Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo” - Ludwig van Beethoven