Por Jorge Zárate, jorge.zarate@gruponacion.com.py

Tomar tereré en Pyongyang puede resultar peligroso, también sentarse en una silla del paisaje desolado y todavía radiactivo de Chernobyl. Gerardo Franco tiene 37 años y para los 40 pretende haber visitado todos los países reconocidos por las Naciones Unidas. Con su bandera y su camiseta de la albirroja aparece en los paisajes más afamados del mundo. Le falta conocer solo una de las siete maravillas naturales del mundo porque acaba de regresar del Amazonas en un viaje increíble en una moto pequeña que hizo a las Guyanas.

“Decidí empezar esta aventura de viajar por el mundo un 22 de noviembre del 2015″, cuenta este trotamundos nacido en Ciudad del Este hace 37 años. “Trabajé 11 años ahorrando en España, empecé en obras pasando ladrillos y después fui ayudante de cocina, bar tender, repartidor, oficinista, vigilante, de todo mientras podía tener un ingreso y con eso seguir soñando en cumplir mi meta”, dice Gerardo René Franco Pereira. “Al principio fue bastante difícil mi situación en la Madre Patria, no tenía papeles, no tenía experiencia, no sabía hacer nada, pero nunca desistí y gracias a ello pude salir adelante. Durante un año pagué derecho de piso como dicen, sufrí bastante pero este es el resultado hoy en día, por más difícil que parezca, todo puede mejorar”, recuerda.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

“Mis miedos eran viajar solo, el idioma inglés, que en ese entonces no hablaba y si la plata que tenía ahorrada me iba a ser suficiente. Empecé en Rusia, allí el inglés no era un problema ya que tampoco lo hablan. Mi primera idea era solo darle una vuelta al mundo, pero después me di cuenta que no era tan difícil como pensaba ni como me lo pintaban”, agrega el viajero que es conocido ya en el mundo como “Gerard con Mochila”.

Entonces, de a poquito, estudiando mapas, preparando la logística, haciendo las cuentas justas para que el dinero alcance, se hizo a las rutas. “Mi idea hoy en día es poder pisar en todos los países del mundo, voy por el país 124″, dice recordando que son 197 los reconocidos por las Naciones Unidas.

“Normalmente no me quedo mucho tiempo e intento encontrar la forma de quedarme con alguna persona local mediante aplicaciones como Couchsurfing o a veces uso Instagram o Facebook”, dice sobre sus formas de encontrar alojamiento barato o incluso gratuito. Lo cierto es que venía bien, había recorrido ya más de un centenar de países cuando la pandemia del coronavirus lo dejó atrapado en nuestras fronteras.

Todo parecía complicarse mucho, hasta que alguien lo iluminó. “Las Guyanas junto a Venezuela eran los países que me faltaban en América continental y hace un año y poco un alemán que estaba de visita por Paraguay me prendió la lamparita y me dio la idea de hacerlo en moto, pero había un problema, hasta entonces no sabía andar en moto”, relata entre risas.

Corea del Norte con las estatuas de Kim Jong Il y Kim Jong-un.

“En principio iba a hacerlo en una motocicleta Frankenstein (Frankie) a la que llamé así porque era una ensalada de frutas de todas las motos chinas a la que le había adaptado un motor Honda de 150 centímetros cúbicos (CC), pero después me enteré que el motor se trajo del Brasil sin documentación y eso me hizo retroceder, entonces compré una XRE 300 que salió con defecto de fábrica y al final por cosas que pasan mi única opción fue hacer el viaje en una motito Honda CG 110 CC. Si me preguntan cómo logré hacer este viaje, ¡Solo puedo decirles que no sé!”, apunta.

“Las Guyanas (Surinam incluida) son bañadas por el mar Caribe, pero no tienen playas paradisiacas, digamos que sería la jungla amazónica del Caribe, eso sí, si te gusta ver naturaleza en estado puro y aventurarte por caminos de árboles, este es el lugar, es impresionante, recuerden que el Amazonas es una de las maravillas naturales del mundo”, relata.

“Me impresionó mucho en este viaje navegar por el río Amazonas durante 5 días compartiendo con las personas locales y durmiendo en hamacas. Era una de las maravillas naturales que me faltaban por conocer, ahora solo me falta Jeju Island en Corea del Sur”, dice esperanzado.

Gerardo tiene fotos en lugares increíbles y en este último viaje se destaca la que se hizo frente a la plataforma de lanzamiento de cohetes espaciales en la Guyana francesa, uno de los últimos territorios coloniales del mundo. “Si buscas una foto emblemática y que el mundo sepa que estuviste por las Guyanas, posiblemente no lo vas a tener, porque tal vez no los hay, pero la mezcla racial, lenguas y cultura, es una cosa increíble, Guyana es parecida a África con personas de nacionalidad india trabajando los campos y hablando inglés roto (broken English) la capital Georgetown está poblada por 90% de descendientes africanos y los campos poblados por indios, verdaderamente me sorprendió”, sigue señalando. “Surinam es el más interesante ya que su capital es un patrimonio cultural de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (Unesco) gracias a la arquitectura”.

El tanque en Irak.

UN PAÑUELO

“Cada país es diferente al final de todo, recuerdo en Bangladesh un niño se me acercó e intentaba tocar mis tatuajes, le era algo anormal, ellos allí no se tatúan, en Guyana por ejemplo, las personas son más rudas, ásperas, pareciera que no son simpáticas al principio pero al final te invitan a fumar alguna hierba o alcohol. En países como Afganistán o Tailandia conmigo fueron demasiado serviciales y amables, me invitaban a compartir con ellos ya sea un té o una cerveza (en Afganistán está prohibido el alcohol”, recuerda.

“Corea del Norte es todo un tema para llegar que se lo hace desde China, igual llevé tereré, tomé mate, quizá fui la primera persona que lo hice, saqué mi bandera para sacarme una foto en un lugar prohibido y el alemán al que le dejé mi teléfono no me tomó la foto. Después apareció rápido la guía norcoreana prohibía las tomas, una pena”, comenta.

“Chernobyl es una locura, hay materiales muy radiactivos todavía y no te dan nada de protección. Te piden que no toques nada, pero qué se yo, me senté en una silla. La gente que vio la famosa serie me dice que estoy loco, jaja, hasta ahora no me pasó nada”, relata.

Una de las fotos lo muestra abrazado a unos niños en un ambiente desértico. “Sí, es en Afganistán, jugué partidito con ellos y el chico que estaba conmigo hablaba farsi y me traducía, fue una lindísima experiencia”, recuerda.

Aventura en Guyana.

“En mi peregrinar por este mundo, solo me di cuenta de lo ignorante e insignificante que soy a medida que voy conociendo y sobre todo, ¡aprendiendo! El mundo está lleno de cosas maravillosas por disfrutar, pero eso sí, ¡no es fácil! Los paraguayos somos bastantes cerrados a nuestras ideas y no estamos muy acostumbrados a intentar explorar el mundo, preferimos la comodidad de lo conocido por miedo a lo desconocido, pero allá en el fondo podríamos ser unos Indiana Jones sudamericanos”, considera.

“Creo que si vas en busca de aprendizajes y conocimientos, culturalmente verás las cosas desde otro punto de vista, y particularmente pienso que podríamos aportar muchísimo a personas a las que les gustaría también emprender un viaje por algún rincón de este mundo, y quien sabe inspirar a los más pequeños a que luchen por sus sueños”.

“No sabría dar un mensaje pero le diría que si quieren ver el mundo real un poquito más cerca, la adaptación es el principal punto, luego está el coraje de irse, y luego, intentar y si no sale, no hay porque rendirse, intentar otra vez. Solo estamos derrotados el día que nos damos por vencidos, cada día que despertamos tenemos 24 horas de tiempo para poder luchar”.

Gerard no piensa parar: “Ahora debo planificar el Caribe para la tercera semana de enero y sobre abril me iré al África. Aprendí a ser fuerte porque no tuve otra opción y eso me lleva a conquistar las cosas que me propongo. Por eso me gustaría dar charlas motivadoras para que luchen por sus sueños, porque si yo pude, cualquier persona viva podría hacerlo. Antes de los 40 quiero visitarlo todo. Lo intentaré y si muero en el intento, moriré feliz”, asegura.

AMORES, AMISTADES, COMIDAS

Sobre los amores y amistades comenta: “¡En el tema de amores no puedo decir mucho porque será un problema! Pero una cosa, hay demasiadas mujeres en todo el mundo para pelearse con una o dejar de vivir por una. Hice amigos en todos los países que visité”, cuenta satisfecho.

A la hora de elegir lo más raro que comió o bebió en su prolongada vuelta al mundo apunta que fue “una sopa de cerebro de cabra que me dieron los nómadas en Mongolia. De tomar nada muy raro aún”.

“Los lugares más peligrosos que visité en todo este tiempo fueron Irak, donde pasé cerca de la base del Isis y Afganistán donde hice un viaje de 5 horas en coche pasando por controles clandestinos de talibanes. Allí se siente un poco de miedo, si te agarran ya sabés lo que posiblemente pasará: O te tienen como moneda de trueque o te decapitan”, comentó.

Castillo con candados en Neuschwanstein Castle en Baviera Alemania.
Pies en Malawi mi país 100.


Dejanos tu comentario