POR JIMMI PERALTA, jimmi.peralta@gruponación.com.py

El director de la Orquesta Sinfónica del Congreso habló con La Nación respecto a sus composiciones, la búsqueda de su propio lenguaje y sobre las carencias estructurales e infraestructurales de la escena local.

El pasado 8 de diciembre, en coincidencia con la festividad religiosa de la Inmaculada Concepción –el día de la Virgencita de Caacupé en Paraguay– se estrenó en el histórico Santuario della Madonna di Strada, en San Daniele del Friuli, en Italia, la obra “Misterio y peregrinación”, del director de orquesta y compositor paraguayo Diego Sánchez Haase.

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La primera que vez que su obra para guitarra fue ejecutada públicamente la interpretación estuvo a cargo del guitarrista italiano Giacomo Brunini.

Sánchez Haase, cultor de Juan Sebastián Bach, es sin duda una figura trascendental de la música académica del Paraguay de hoy, y en los últimos años ha profundizado su labor creadora, dejando así plasmado el presente del arte, de la vida, de la sensibilidad paraguaya que lo acoge.

Desde su obra “El luisón del Ybytyruzú” (2003) hasta “Pancha y Elisa” (2018) se traza una línea e intención creadora sobre la cual La Nación indaga en este diálogo con el maestro.

PROYECTOS AL POR MAYOR

–¿Qué proyectos cerrás en el 2022 y cuáles vas a arrancar?

–Tengo un montón de proyectos para el 2022. Espero que la evolución de la pandemia me permita hacer realidad todos ellos. Con la Orquesta Sinfónica del Congreso Nacional cumplimos diez años de proficua labor y tenemos varios proyectos en carpeta para celebrarlo. Además de nuestros ya tradicionales ciclos de conciertos (el Oficial Internacional, el Ciclo Música en los palacios de Asunción y el Música de Cámara), quiero potenciar los proyectos que iniciamos con el objetivo de fomentar y difundir la creación musical contemporánea, como el programa “Residencia de Compositores de la OSIC”, que iniciamos en el 2021 con muy buena repercusión, y un nuevo ciclo de música contemporánea en un espacio maravilloso como el del Museo de la Ande, para el que creamos el espectáculo Lux. Música y Electrónica, que tuvo también mucho suceso. Un proyecto que quiero empezar con la OSIC en el 2022 es un programa educativo de la orquesta, que lleve la música a los niveles escolares iniciales desde el kindergarten. Me preocupa mucho que nuestros niños ya casi no cantan y nuestro sistema educativo inicial no estimula (con raras excepciones) la práctica musical. Si bien es en el hogar (como fue el caso mío y el de mis hermanos) en donde se debe fomentar la práctica musical en los niños, también la escuela inicial debe propiciar el aprecio y la práctica de la música. La música siempre tuvo presencia fundamental en la educación desde la antigüedad. Sin embargo, ahora cada vez está menos presente. Y eso me preocupa mucho. Y creo que la orquesta puede aportar mucho en ese sentido, haciendo vivenciar a los niños la experiencia musical como algo orgánico y natural. Así, estaremos aportando a la educación paraguaya en la formación de personas con sensibilidad hacia el arte y la cultura, y al mismo tiempo, estaremos creando lo que será nuestro público de aquí a 15 años.

Con la Sociedad Bach del Paraguay, que es la institución que fundé hace 13 años y con la que llevo adelante mis proyectos bachianos que tanto me apasionan, estaremos llegando nada menos que al BachFest de Leipzig, el festival internacional más grande del mundo dedicado a la música del gran Johann Sebastian Bach. El 15 de junio estaremos ofreciendo un concierto en la iglesia de San Nicolás, de Leipzig, donde Bach trabajó los últimos 27 años de su vida, y estrenó varias de sus más grandes composiciones, como “La pasión según San Juan” o el “Oratorio de Navidad”. Es la primera vez que una agrupación sudamericana ha sido invitada a tan importante festival y hemos tomado con gran responsabilidad este desafío, porque allí tocan las mejores agrupaciones bachianas del mundo.

La Orquesta Sinfónica del Congreso siendo dirigida por el maestro Sánchez Haase.

–¿Tenés previstos estrenos acá o afuera?

–Uno de mis mayores proyectos para el 2022 es el estreno en Nueva York y Washington de mi ópera en guaraní “Ñomongeta”. La obra será presentada por la compañía Ópera Hispánica, que es la compañía operística más importante de los Estados Unidos que difunde la música de los compositores latinoamericanos. Será nada menos que en el Smithsonian National Museum of the American Indian, que tiene sus sedes en Washington y Nueva York, en colaboración con la Americas Society. No tengo inconvenientes en decir que este es un logro sin precedentes en la historia de la música en el Paraguay, porque es la primera vez que una ópera de autor paraguayo será estrenada en estas importantes ciudades del circuito internacional de la ópera y producida por una compañía de ópera de alto prestigio. Esto será el 12 de mayo en Washington y el 15 de mayo en Nueva York, y será protagonizada por el tenor paraguayo José Mongelós.

–¿Cómo te afectó en lo artístico y/o en lo personal la pandemia, te permitió ver otras cosas de tu propio trabajo o realidad?

–La pandemia nos afectó bastante a todos. Si bien tengo la suerte de que, hasta el momento, mi salud no se vio afectada ni tampoco la de mi familia, muchos proyectos artísticos se derrumbaron. Algunos se reprogramaron (como lo del BachFest de Leipzig, que inicialmente era para el 2020) y otros se cancelaron definitivamente (como el ciclo Beethoven 2020, que teníamos previsto con la OSIC). Sin embargo, la pandemia también nos dio la posibilidad de explorar otras aristas de nuestra profesión, que generalmente en tiempos “normales” quedan relegadas por la intensa actividad concertística: así, hemos programado charlas, debates, conferencias y talleres virtuales sobre diversos aspectos de la música universal y nacional, hemos propiciado la investigación musical en los integrantes de la OSIC y la tecnología nos dio la oportunidad de conectarnos con las más grandes personalidades de la música del mundo. Así, sin darnos cuenta, un día, del otro lado de la pantalla estaban conversando con nosotros el maestro Rudolf Lutz, el musicólogo Michael Maul, o la maestra María Guinand, personalidades top de la música mundial, lo cual en situaciones “normales” era extremadamente difícil.

Pero también, el enorme auge que hubo de transmisiones en vivo, o el llamado “falso vivo”, nos confirmó que ni la más desarrollada tecnología podrá reemplazar a la música en vivo. La energía y la conexión que se genera en una sala de conciertos con el público presente es irreemplazable.

–En diciembre se estrenó “Misterio y peregrinación”, ¿qué podés contarnos de esa composición musical?

–”Misterio y peregrinación” es la última obra que he escrito. Es un preludio para guitarra sola, que es un homenaje a la Virgen de Caacupé, y a esa fiesta popular maravillosa que se genera en Paraguay alrededor del 8 de diciembre. Es un tributo a la fe del pueblo paraguayo y a la esperanza de vivir tiempos mejores. Así mismo, es una evocación de mi infancia, porque cuando empecé a estudiar el arpa paraguaya (instrumento que hasta ahora toco), la primera música que aprendí fue la polca “Virgencita de Caacupé”, de Federico Riera. Entonces, la composición se basa en la célula principal de esa obra, pero que yo la desfiguro dándole un ropaje armónico contemporáneo y realizando variaciones que abarcan toda la extensión de la guitarra, con las llamadas “técnicas extendidas”, que son las técnicas no convencionales, que permiten al instrumentista ampliar los recursos expresivos del instrumento. En la segunda parte del preludio, se describe una peregrinación de 8 de diciembre, pintándose musicalmente una caravana que asciende la serranía de Caacupé y que se va perdiendo en el horizonte, en su viaje hacia el santuario de la Virgen. Dejando de lado la creencia religiosa que uno puede tener, para mí ese acto de fe es maravilloso.

–¿Cuál es tu relación con la guitarra? ¿Tenés otras obras para guitarra?

–Tengo varias obras para guitarra, que se tocan mucho sobre todo en el extranjero. Yo toco la guitarra popular, o sea, puedo acompañar con soltura la música popular sobre todo folclórica, que me gusta mucho. Pero no toco la guitarra clásica. Sin embargo, como compositor conozco bastante la técnica y también cuando escribo una obra me gusta mucho trabajar con el intérprete que estrenará la pieza, porque creo que eso enriquece bastante tanto al compositor como al intérprete y, finalmente, a la obra misma. Y en Italia tengo una editorial que publica mis composiciones para guitarra y eso ayuda mucho también a la difusión de mi música.

–¿La temática religiosa en tu creación de dónde te viene?

–Si mi pasión es la música de Bach, es porque soy un hombre de fe. Fui bautizado católico y mi educación primaria y secundaria la hice –así como todos mis hermanos– en el colegio Don Bosco de Villarrica y los salesianos en esa época (ahora ya no tanto) propiciaban bastante la música. Sin embargo, mi abuelo Haase era luterano, mi abuela católica, mi madre se bautizó católica a los 15 años por elección propia, mi esposa es Wicca y mis hijas no están bautizadas porque queremos que ellas encuentren su propio camino de fe. Mi hija mayor va a un colegio menonita y Bach, mi mayor pasión en la música, es el máximo representante de la música luterana, y yo diría hasta cristiana inclusive. O sea, veo la religión con una visión muy amplia, porque considero que todas las religiones buscan un mismo objetivo: la gloria de Dios y la elevación del espíritu humano, que son los principios fundamentales de la música, así como bien lo describió Bach. “Misterio y peregrinación” es prácticamente la única música mía que tiene, por así decirlo, una temática religiosa, si bien, como lo he señalado, es un homenaje a la fe del pueblo paraguayo. También tengo una ópera de cámara, estrenada en Italia en el 2021, que se llama “Amor semper triumphat. Eros-ópera en seis cantares”, que tiene el texto de “El cantar de los cantares”, un libro bíblico maravilloso, lleno de poesía erótica altamente refinada y que el escritor guaireño Pedro Paredes lo adaptó y ambientó (a pedido mío para la ópera) en la cordillera del Ybytyruzú.

–Costumbrismo, paisajismo e historia paraguaya se narran en tus obras, ¿qué línea sentís que guía tu intención creadora o es una decisión consciente esa línea desde siempre?

–Creo en aquella frase atribuida a León Tolstoi, que dice “pinta tu aldea y pintarás el mundo”. El Paraguay y su cultura tienen tantas cosas bellas que mostrar y que podemos pintar en música. Mi música está llena de paisajes paraguayos, de mitología paraguaya, de la historia de nuestro país y de varios rasgos de la cultura del Paraguay, y sobre todo de Villarrica y del Guairá. Pero siempre con una visión moderna y un lenguaje contemporáneo. O sea, si utilizo algún aire de música folclórica del Paraguay, siempre lo hago con un lenguaje contemporáneo. El compositor tiene que ser testigo y protagonista de su tiempo. Conozco muy bien la tradición musical del Paraguay. La experiencia que tuve en mi infancia y adolescencia en la práctica de la música folclórica de tierra adentro me sirve enormemente en mi trabajo tanto de compositor como de director orquestal. Y eso también me permite proyectar esa tradición hacia nuevos caminos, al combinarla con la técnica que se adquiere con base en el estudio profundo y al conocimiento acabado de la música universal de todos los tiempos.

–¿Podrías explicarnos cuál es la dinámica de la carrera de un compositor de lo que podríamos llamar música culta?

–El compositor, luego de adquirir los conocimientos de las técnicas compositivas académicas, emprende el camino en busca de su propio lenguaje, el que le permita expresarse con comodidad y soltura. Este es un proceso que puede ser rápido, pero también muy lento. En mi caso fue lento, pero creo que lo ha sido más bien por mi intensa actividad como director orquestal, lo que me dejaba muy poco tiempo para sentarme a escribir. Entonces, dejé de componer como por ocho años. Pero luego, para mí fue clave el estreno en Estados Unidos, en octubre del 2004, de mi concierto para violoncello y orquesta “El luisón del Ybytyruzú”, con la Newton Mid-Kansas Symphony Orchestra, lo que me mostró el camino hacia mi lenguaje personal, único, irrepetible. Hoy, 17 años después, puedo decir que encontré el lenguaje con el que me expreso con comodidad y sigo transitando ese camino. Creo que el éxito de un compositor está en eso: en encontrar su propia voz, su propia estética. Eso le hace distinto a Bach de sus contemporáneos, así como a Beethoven, a Mozart, a Puccini, a Stravinsky, etc.

Juan Sebastián Bach (1685-1750), sin dudas el maestro y compañero de Diego Sánchez Haase.

–¿Es la difusión o documentación del trabajo de los compositores nacionales de obras orquestales o sinfónicas una labor urgente o se requieren otras cosas?

–Sí. Es una labor urgente, porque nos encontramos con un escollo enorme: la falta de documentación. Las obras de Flores (por citar solo al más célebre de los compositores nacionales) no están digitalizadas. Las partituras existentes son copias de manuscritos originales. Entonces se complica la posibilidad de tocar su música por ese inconveniente.

Desde la Casa Bicentenario de la Música y el Instituto Paraguayo de Musicología estamos trabajando intensamente para paliar esa dificultad. Pero la cuestión presupuestaria juega aquí un papel preponderante. Entonces, estamos tratando de establecer alianzas con editoriales extranjeras que puedan ayudarnos a solucionar estos problemas. Y así estamos en conversaciones avanzadas con editoriales de Europa para publicar, por ejemplo, la obra de Lara Bareiro y otros compositores de manera que las mismas puedan darse a conocer y ser difundidas en todo el mundo.

–Llevás cerca de 30 años de carrera. ¿El país ha transitado musicalmente y culturalmente hacia qué punto? ¿Va hacia el camino correcto a una velocidad requerida?

–En todos estos años de actividad he visto muchas cosas que progresaron y otras que retrocedieron, en el ámbito musical y cultural. En primer lugar, cabe destacar que actualmente el Paraguay cuenta con nada menos que tres orquestas sinfónicas profesionales del sector público. Hace 30 años, había solamente una, que cumplía las funciones de una orquesta de la ciudad capital, pero también la de una orquesta nacional. En ese sentido, es importante destacar que actualmente el público cuenta con varias opciones artísticas para elegir y también existe un campo laboral mucho más amplio para los músicos. Sin embargo, aún no se tienen todas las condiciones requeridas para el trabajo de las orquestas: Asunción (y el Paraguay) no tiene una buena sala de conciertos sinfónicos. El Teatro Municipal es más bien un teatro de ópera a medio terminar, que todavía no cuenta con la infraestructura ideal para un teatro de ópera o una sala de conciertos. Lo mismo pasa con las salas del BCP: una es una sala de convenciones y la otra es un teatro lírico con precarias condiciones acústicas, como también lo son la sala del CPJ y otras salas. Y lo peor de todo es que no se avizoran mejorías en este campo. En el puerto de Asunción se construyeron los nuevos edificios de gobierno, pero nadie pensó en la necesidad de construir, en esos edificios, un teatro o auditorio nacional que pueda servir de sala de conciertos o de teatro de ópera con toda la infraestructura que se requiere.

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