En el encuentro con Augusto dos Santos para el programa “Expresso”, del canal GEN, Nelson Haedo, que se despidió con gloria de su carrera de futbolista ayer, habla de su pasión por el fútbol, que él asegura traer desde la panza de su mamá; de su sueño de convertirse en el mejor cuando vivía bajo las gradas del club Tembetary y cómo en una historia digna de ser llevada al cine fue convocado para ir a jugar al Bremen de Alemania. Un viaje que emprendió venciendo todos los miedos de un chico que no hablaba el idioma y jamás había subido a un avión, pero tenía el deseo de ser el mejor.

  • Fotos Nadia Monges

–San Joaquín, pue­blo de estirpe jesuita. ¿Cómo fue que un mitã'i y al que sus hermanos le llamaban Tato empezó a relacionarse y a establecer una amistad con la pelota?

–Yo creo que eso nace ya de la panza de mi mamá. Creo por­que desde que tengo noción siempre fue la pelota mi mayor motivación, lo que siempre me me causó más alegría. Yo creo que no tengo un día o una visión de cuándo fue que empezó, sino que desde que tengo esa noción de tiempo, de lo que realmente era, siem­pre estaba la pelota...

¿Y tu relación con el fútbol ya desde más grande, pero aún residiendo allí cómo fue?

–Para mí el fútbol es lo más grande, es todo lo que me dio, es todo lo que soy, así que le estaré eternamente agrade­cido a esto y como digo siem­pre, ahora que ya no soy futbo­lista profesional, de alguna u otra manera me seguiré toda­vía rindiendo a esto en otras funciones.

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Y un día le dijiste a tu mamá que querías dejar el colegio por la pelota, lo cual es sumamente difícil para cualquier mamá del mundo.

–Sí, como para cualquier niño del mundo también tomar esa decisión y enfrentarle a la mamá en decirle, en tomar esa decisión. Yo tenía 15 años cuando le dije: mirá, mamá, quiero probar dos años en el fútbol y si después no me fun­ciona, voy a empezar otra vez a estudiar. Fue una de las deci­siones o la decisión más difí­cil para mí porque primero enfrentar la a mamá y segundo tomar también esa decisión.

¿Y qué pasó después?

–Y bueno, gracias al acom­pañamiento de mi padre, que fue el que siempre me apoyó también desde un comienzo, el que siempre me empujó para para ser futbolista. No es que me empujó en forma dura, sino que a veces un poco, cuando después de San Joaquín vine uno dice enton­ces: ¡Guau, voy a Asunción, a la capital, a jugar fútbol! Y después, de repente uno está viviendo bajo las graderías en Tembetary, entonces piensa que eso no es lo que uno real­mente soñaba o deseaba. Pero todo eso me sirvió a mí para fortalecerme .

Te convertiste en una especie de “ocupante de la cancha de Tembetary”. Contanos esa etapa de tu vida, de vivir bajo las gra­das de Tembetary.

–Bueno, decirlo siempre suena mucho más fuerte de lo que realmente fue. Vivir bajo las graderías, por ejem­plo, suena muy, muy fuerte, pero en realidad estábamos con un grupo muy lindo. Cuando sos joven tenemos nuestras amistades ahí y había como 10 o 15 jugadores que constantemente hacía­mos pasar el tiempo con la ronda de tereré, con el mate o con risas. Así que eso le daba otro color a todo lo que era vivir ahí.

DECIDIR NO RENDIRSE

Tu trayectoria fue muy especial, Nelson, porque no hiciste el proceso que suelen hacer los jugadores del interior, que se insta­lan en la capital, son obser­vados por algunos, empie­zan un proceso en un club, a otro, mucho después van a Europa. Tu encuentro con Europa fue instantáneo. ¿Cómo fue?

–Creo que fue uno de los momentos también más más dolorosos en mi carrera cuando escuché por primera vez hablar del Bremen, por­que después de terminar la temporada Intermedia en el 2000 creo, fui a hacer una prueba en el club Guaraní y bueno, me fue bastante bien, hice un gol y demás cosas bien. Pero viene el entrenador y me dice que lastimosamente no va a contar conmigo, porque que él quiere tener jugadores más experimentados. Yo tenía 17 años cuando eso. Así que como todo soñador, sentí que se me cerraban las puertas. Entonces fue uno de los peores momen­tos y el desafío que tuve, de vol­ver a empezar, volver a hacer todo desde un comienzo por­que don Epifanio Rojas, que era el presidente de Tembetary, me dice: “Mira, che hijo, si querés te podés ir a San Joaquín otra vez y venir el próximo año para probar otra vez en Tembetary, o si te quedas acá a prepararte y de por ahí agarramos algún club en la capital”. Yo decidí quedarme a entrenar y a las dos semanas vino don Epifa­nio y me dijo que el Bremen de Alemania quería que me fuera para hacer una prueba.

¿Esas actitudes a veces marcan la diferencia en la vida de una persona, ¿ver­dad? Lo más fácil hubiera sido volver al valle, donde tenía todo afecto, comodi­dad, digamos de la proximi­dad de la gente...

–Sí así mismo, lo más fácil era regresar a mi pueblo, pero tam­bién yo siempre fui el que dije desde que salí de mi pueblo que no quería volver con las manos vacías, así que no iba a ser yo mismo si regresaba ahí. Iba a volver, pensaba yo, como per­diendo.

Y te fuiste a Alemania sin alemán. Con un español que no era el de Roa Bas­tos, precisamente, con un guaraní que no te servía para nada allá. Contanos cómo fue esa experiencia, porque es de superación y no es solamente una anéc­dota, Nelson, sino que lo que nos cuentes puede ser muy importante para la gente que quiere marcar su futuro.

–Sí, la verdad que a veces el sueño es mucho más grande que el desafío o el miedo, entonces mi sueño era tan grande de ser futbolista que en ningún momento se me cruzó pensar lo tan grande que era el desafío y lo tan grande que era el miedo a no poder comuni­carme, el miedo a que nunca me había subido a un avión y de repente tenía que agarrar tres aviones para llegar a destino. Sin hablar siquiera bien el cas­tellano... Y bueno, sin hablar bien el castellano y el alemán ni qué decir, todo fue, digamos, direccionado a lo que es el fút­bol y lo que era ser futbolista profesional algún día.

TIEMPOS DUROS

Y tuviste, supongo, que momentos bastante difíciles. Lo lindo que tiene la vida, Nelson, es que muchas veces un momento horrible en tu vida después se trans­forma a anécdota, ¿verdad? Contanos cómo fueron las principales dificultades que tuviste en tu primer momento.

–Bueno, de hecho, que el frío fue muy, muy fuerte al prin­cipio. Llegué en setiembre y justo estaba ahí empezando la etapa, digamos, de invierno. Era otoño, pero entonces para mí era muy duro. Hasta el pre­sidente del club me tuvo que dar su pulóver, me lo regaló para que no pase tanto frío.

Empezaste en ese sitio y empezaste a crecer, hasta que allá por el glorioso 2003, cuando tenías unos jóvenes 20 años recién por ahí, ¿verdad?, se te da la oportunidad de jugar en primera, ¿no?

–Sí, realmente 19 años tenía cuando eso, cuando debuté en primera del Bremen.

Contanos esa experiencia, por favor, fue una experien­cia única.

–De hecho, mi paso por el Bremen fue todo muy, muy mágico. Digo yo, bendecido de arriba, que es la palabra correcta, muy bendecido. Pri­mero porque el entrenador donde yo me fui no me quería, entonces me quería el entre­nador que estaba más abajo y dijo en mi equipo puede jugar dos años más que era la juvenil. Entonces él pidió para que me transfieran y quedó ahí. A los 3 partidos al entrenador que no me quería lo llevan a otro club, entonces el entrenador que me quería sube de categoría y subo con él. Y bueno, jugué 6 meses y después ya me han llamado para la primera. Estuve un año entrenando con la primera, aprendiendo muchísimas cosas y hasta que se me dio la oportunidad y entré en un par­tido donde iban ganando, creo que cuatro a cero, yo hago el gol y festejo como si fuese la copa del mundo. Son momen­tos únicos.

Claro. ¿Cuánto tiempo te llevó decir “ya tengo un buen alemán más o menos”?

–La verdad es que no sabría decir, pero hasta hoy en día se habla mucho de lo rápido que aprendí, porque las necesida­des te obligan, digo yo. Porque como no había otra opción, era lo único, al año estaba inten­tando ya dar entrevistas en ale­mán, claro que todo muy mal, pero sin miedo.

Sin miedo, que es lo impor­tante. Y se produce otro hecho en ese contexto que fue absolutamente impor­tante para tu vida, ¿cómo es la relación que finalmente termina en matrimonio?

–Sí, en el lapso en el que estuve en Bremen le conocí a mi señora en el 2005 y bueno, desde ahí estamos, digamos inseparables recorriendo el mundo.

¿Qué lecciones te deja? Esta cuestión del matri­monio y el fútbol en un ambiente en el que muchas veces hay mucha farándula, muchos chismes, muchas historias. ¿Cómo llevaste ese proceso de tanta esta­bilidad, digamos, en tu vida?

–Bueno, yo creo que es parte del proceso para un matri­monio, siempre hay altiba­jos como se dice, pero en caso de mi señora es de aplaudir todo lo que hizo y hace. Creo que no es fácil convivir con alguien que es famoso y tam­bién adaptarse a lo que pasa cuando como en nuestro caso estuvimos en Paraguay, donde está más expuesto... A la gente le gusta la polémica, la farán­dula y en eso sí mi señora siem­pre fue realmente una “señora” y es digno de aplaudir y admi­rar eso. Y bueno, gracias a eso también, como te digo, esta­mos felizmente casados.

LA FAMA Y LOS APLAUSOS

¿Qué recordás del siguiente paso en Alema­nia, en tu experiencia en el Borussia?

–En el Dortmund la verdad que fue uno de los pasos más gran­des que di en mi carrera, por­que de ser el joven del Werden Bremen cuando el Dortmund me compró como una estre­lla. Puedo decir que al princi­pio me costó mucho asumir ese papel, pero con el tiempo fui afianzándome.

¿Y cuál de esas dos camise­tas tenés más en el corazón?

–Yo creo que en el Bremen, es donde realmente me siento más agradecido. Primero por­que me hice desde joven ahí y segundo porque es la ciudad donde vivo y donde también le conocí a mi señora.

–Claro, luego se da esta etapa que tuvo un comienzo tan espectacular. Imagínate que ese día debutaba Mascherano, a un costado estaba Messi... Se podía pensar que el debu­tante iba a estar entretenido mirando alrededor. Pero el debutante caza dos goles y una victoria. Contame cómo fue eso...

–Sin duda es el partido que me dio más renombre en Europa. Hacerle dos goles al Barcelona en el Camp Nou y más con un equipo ascendido no es fácil. Claro que eso no lo consigo yo solo, sino con el equipo y tuvi­mos un día... Para que veas, yo hice los dos goles y la figura del partido salió el arquero del Barcelona, o sea que nos ava­sallaron. Pero tuve la suerte de poder meter dos goles y, bueno, quedará en la historia también del Hércules.

¿Pero estabas recién lle­gado, no?

–Sí, era el primer partido que jugamos en Liga y la verdad que muy agradecido con toda esa gente porque lastimosa­mente en equipo no nos fue lo suficientemente bien como para permanecer en primera, pero en lo individual la gente se quedó con muy buen recuerdo de un paraguayo.

–A esta altura ya podés hacer una especie de recuento de todos los lugares donde estu­viste y qué rescatar de cada uno. ¿Qué aprendiste de cada cultura? De Alemania tenemos muchísimo que aprender, evi­dentemente, pero contanos un poquito qué aprendiste de cada una de esas culturas donde estuviste?

–Bueno, todas son valiosas. En Alemania, la puntualidad. La puntualidad es lo fundamental y, bueno, pagué muchas multas también para aprender eso y hoy en día yo soy más “alemán” que mi señora en eso (risas). También creo que el profesio­nalismo de los alemanes tam­bién contagia siempre.

¿Y de España qué apren­diste?

–Lo que aprendí es que son como nosotros también, o sea, les gusta salir, te vas a almor­zar a las 2 o las 3 de la tarde, a cenar a las 10 y media u 11 de la noche... En Alemania a las 6 ya cenás y a las 8 de la noche estás durmiendo... Totalmente es otra cultura. España es como nosotros, más “latinos”.

¿A propósito de cultura, la más exótica en tu vida habrá sido la de Rusia creo. Comenzando por el frío, ¿no?

–Rusia fue increíble, pero nosotros teníamos un grupo bastante bueno, un grupo bastante mezclado de lati­nos y también había italianos. Entonces hicimos un grupo bastante bueno, un micro­clima. Nos encontrábamos en un restaurante todos después de los partidos, estábamos jun­tos... porque era bastante difí­cil entender al comienzo a los demás, así que tratamos de no mezclarnos mucho y bueno, los rusos son como los alemanes, pero un poco más fríos tam­bién.

Y seguías igual cantando gol en esa horrible forma que tienen los rusos de can­talos, algo que ahora mismo recuerdo, pero el idioma habrá sido más difícil de aprender.

–Sí, fue difícil. De hecho, aun­que la gente dice que el alemán es uno de los idiomas más difí­ciles de aprender, pero el ruso también.

Claro ¿Y Arabia?

–La verdad que uno no convive mucho con la gente del país en Emiratos Árabes, donde estuve. Teníamos nuestra nuestra casa y de ahí a un res­taurante o a los entrenamien­tos. O sea, poco contacto, pero nada que ver con lo que se dice que Arabia Saudita es ya más difícil por todas esas reglas de que a las mujeres no se les tiene que ver ni la cara. En Emira­tos no, nosotros íbamos con mi señora tranquilos a un shop­ping....Eso sí, besitos en el sho­pping o lugares públicos están prohibidos, las mujeres no tan descubiertas, esas reglas.

No te digo vos, pero ¿sufren los colegas a los que les gusta tomar un trago de vez en cuando en esos países donde hay restricciones?

–No, la verdad que en los res­taurantes no hay restriccio­nes. Emiratos Árabes ya es un lugar muy turístico, muy, muy abierto a todo eso, claro hay. Hay tiendas especiales donde venden, eso sí, no, no puedes comprar cualquier supermer­cado, hay tiendas exclusivas como para comprar bebidas alcohólicas, entonces en eso sí restringen un poco, pero el consumirlo, no.

EL TECHAGA’U

Nelson, se suele hablar siempre de experiencia y dificultades del jugador paraguayo en Europa, prin­cipalmente por un factor tan nuestro como el techa­ga’u, la nostalgia. Vos no tuviste mucho, te adaptaste parece muy bien.

–Claro que sí, uno lo tiene, pero como te dije, a veces el sueño y el motivo es más grande de lo que realmente a uno le está consumiendo. Siempre hubo, digamos, “pirañas de abajo”, que te querían quitar de lo que era realmente tu meta, enton­ces el techaga’u siempre está presente...

¿Por qué te parece que hay, en algunos casos, algunos jugadores, colegas tuyos, que eso les golpea y hasta le frustra su carrera en Europa?

–Y porque creo que realmente estamos también en una gene­ración que lleva mucho la sen­sibilidad, hay muchas cone­xiones con la gente por las redes sociales que te facili­tan muchísimas cosas y aun así las extrañas más. Antes, para hablar con mamá, la lla­maba a lo mejor una vez a la semana, pero hoy en día, si no les saludo a primera hora de la mañana, ya me dice “¿qué pasó, mi hijo?”. Hay más comu­nicación y como que eso te hace buscar más estar con la gente. No digo que somos ahora más débiles, pero sí que nos cuesta un poco más hacer sacrificios en la distancia.

¿Es cierto que en octu­bre del 2009 le corriste a unos tipos que trataban de robarte el agua?

–Sí, sí, la verdad que sí, des­pués de eso hetaiterei ajeja’o. Mucho me retaron. Yo estaba enfrente de mi casa. Y bueno, y empezaron a romper el vidrio y yo salí con mi primo y salimos a correr detrás de ellos. Y bueno, con toda la razón mi señora nos dijo que estábamos locos porque los tipos podrían estar arma­dos y qué iba a hacer enton­ces. Pero son momentos que uno reacciona y después se da cuenta...

¿Pero no les alcanzaron?

–No, ellos se metieron en una oscuridad...

Eso fue en octubre y en diciembre tuviste un hecho muy desgraciado, que fue el incendio de tu residencia...

–Sí, así mismo en diciembre. Siempre en la misma casa, digamos que hay historias paranormales en esa casa (risas) porque en la misma casa otra vez tuvimos el incen­dio y lastimosamente también perdí a mi perra allí.

¿Y es cierto que intentaste rescatarla?

–Yo entré a rescatarla, me fui hasta arriba y bueno, casi tuve que estar internado. Creo que tres días por inhalación de humo. La saqué y ella estaba bien, la vi feliz, pero después me avisaron que tenía ya 80% del pulmón ya reventado, entonces la tenían que dormir.

MOMENTOS ÚNICOS

¿Si yo te digo estadio de los Defensores del Chaco, te digo Argentina, te digo Salvador Cabañas, qué emo­ción te arropa?

–Y es digamos son recuer­dos que “ensabanan” o mejor dicho abrigan con la sábana del recuerdo con alegría... Creo que son momentos únicos a los que uno no los puede volver a llamar, pero al recordarlos siente siempre una satisfac­ción grande.

–La ovación no se termina.

–La ovación no se termina.

Antes de venir a Paraguay, tuviste una experiencia en los Estados Unidos. ¿Cómo te fue allí, donde también saliste campeón?

–Sí, me sorprendió la verdad Estados Unidos en lo futbolís­tico y como país. En lo futbo­lístico, la verdad que está cre­ciendo y va a seguir creciendo. Y hoy en día creo que va cre­ciendo cada vez más.

Pensar que en esa etapa fundacional prácticamente que se vive ahora estuvie­ron los Roberto Cabañas, los Romerito y compañeros de Estados Unidos.

–Sí, así mismo fue.

¿Y Sudáfrica qué fue para tu vida?

–Sudáfrica sigue siendo uno de los recuerdos más lindos creo que de la camada nuestra de la selección. De hecho, por eso este partido de despedida no es simplemente mi despedida, sino que se hace para despe­dir a toda esa camada, también a todos, a toda esa gente que estuvo en Sudáfrica 2010.

¿Y el “Tata” Martino?

–El “Tata” Martino es el papá nuestro, para mí, sí o sí. Porque aunque no tuvimos un buen comienzo, después fuimos afianzandonos juntos, estre­chándonos en un camino como pocas veces se ve eso entre jugador y entrenador, jugado­res, porque se llevaba bien con todo el mundo, que es raro. Eso hace que el grupo hasta hoy día tenemos el grupo de Whatsapp de Sudáfrica 2010.

Aunque no tuvimos un buen comienzo, dijiste. Ya pasaron 10 años y se puede saber cómo fue que arregla­ron ese no buen comienzo? ¿Qué diálogo tuviste?

–Me convocó para un partido, creo que fue en Venezuela y me dice: “Haedo, a tal hora te espero para hablar”. Y habla­mos y me dice: “Mirá, lo qué pasó a lo mejor yo estuve equi­vocado”. Era muy típico de él empezar así. “Pero la próxima vez si tenés algún problema lla­mame a mí, nos encontramos y nos cagamos a trompadas y de acá salimos y decimos que está todo bien”. Así fue que arreglamos.

Esa forma de arreglar los problemas del fútbol era tradicional, ahora parece que por la permeabilidad que tiene la comunicación muchas veces los problemas se arreglan más afuera que adentro.

–Hoy en día todo se ve, todo se escucha, entonces es difí­cil de escapar. Por ejemplo, él me dijo: Bueno, vamos a hablar y fuimos nosotros dos solos. Como te digo, empezamos a decir nuestros problemas y los solucionamos hablando. Desde ahí se creó un lazo entre noso­tros y mi lealtad, creo que siem­pre di al máximo para él y él siempre confió en mí siempre y siempre estuve convocado.

LA SELECCIÓN HOY

Nelson, ¿te preocupa la selección?

–Y yo opino en lo personal como paraguayo. Me preo­cupa en el sentido de que todos queremos lo mismo, ser felices con la selección y eso es lo que preocupa, que realmente no se nos están dando las cosas. No sabría decirte, pero como buen paraguayo uno desea que le vaya bien a la selección, porque eso le anima a todos los paraguayos.

Hoy en día es muy fre­cuente que nos refiramos al equipo de Sudáfrica, pero creo que a veces somos un poco injustos cuando le atri­buimos a ustedes solamente la “garra”, porque en reali­dad había mucha técnica también. ¿Qué partes te parece que son críticas en la parte técnica de esta selec­ción? ¿Qué mejorarías vos?

–Yo creo la parte técnica y talento, te soy sincero, creo que esta camada es mucho mejor de lo que éramos noso­tros antes...

¿En serio es así?

–En serio, como te digo, como que falta un tornillo nomás encontrarle para conseguir mejorar. Y esperemos que con este entrenador lo encon­tremos para que haya tam­bién una buena camada por­que tenemos también buenos representantes. Lo que a mí me preocupa y me extraña es que también en nuestra época fue cuando empezamos a decaer. Nos jugamos solo a la garra y entonces se empezó a tratar de cambiar lo que era nuestro dis­tintivo. Yo creo que a esa esen­cia tenemos que volver otra vez y de acuerdo a eso ir añadién­dole los talentos que tenemos hoy en día, yo creo que con los sólidos que éramos nosotros antes, con lo aguerridos que éramos antes y con el talento y la técnica que tenemos hoy en día, hubiésemos tenido una muy buena mezcla.

¿Y Cerro Porteño? ¿Qué es en tu vida Cerro Porteño?

–Siento un agradecimiento total por haberme cumplido el sueño de salir campeón con mi club. Lastimosamente la forma en que salí me dejó un sabor un poquito amargo, pero son cosas del fútbol que deben ser vistas como son, sin complicarlas y aceptarlas.

Preguntas rápidas para despedir jugadores inter­nacionales en cada posición que admiras hoy en día.

–Para mí el arquero Manuel Neuer, siempre ese es el mejor. Capaz ya está mayorcito, pero siempre es el mejor. Sergio Ramos, Canté, Messi, a Mba­ppé y Cristiano.

¿Y del Paraguay?

–Ahí no, paso. Tengo muchos amigos, muy buenos todos en sus puestos. Paso.

¿Y el defensor más mache­tero con el que te tocó jugar?

–Lucio, el de Brasil.

¿Saltarías a la política?

–De momento, no. Me gustaría ayudar a algún día Paraguay de alguna otra manera, pero hoy en día meterme en la política digo que no.

¿Los mejores técnicos de tu vida?

–“Tata” Martino está entre los mejores a nivel de selecciones, sin duda fue uno de los mejores que tuve. Le tuve a Ernesto Val­verde también...

¿A qué te vas a dedicar ahora esencialmente en el 2022?

–Y vamos a hacer otra entre­vista a ver qué estoy haciendo...

Finalmente. Dos o 3 cosas que los pibes que están empe­zando a jugar al fútbol tienen que tener en cuenta para ser exitosos como fuiste vos.

–No tener miedo al éxito. Así como dijimos, si tienen un pro­pósito en la vida, hay que supe­rar todo. Como te dije, y tam­bién sufrí y tuve techaga’u y problemas, pero nunca ese miedo fue más grande que mi deseo de triunfar. Que perse­veren porque eso es esencial y el de arriba siempre te da recom­pensa cuando lo hacés bien.

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