Por Luis Ríos - Fotos: InsideOut Music

Molybaron es una banda de metal alternativo y metal progresivo. Durante el 2021 y en plena pandemia sacaron su segundo disco The Munity. El líder de la banda, Gary Kelly, conversó con La Nación sobre ese nuevo trabajo y los contratiempos vividos debido al coronavirus.

La música progresiva tuvo su auge en la década de los 70 abriendo una brecha entre el rock y cualquier otro sonido. Particularmente el rock progresivo no tiene reglas fijas ya que en su momento de mayor auge hubo incluso variaciones dentro del mismo. En las décadas siguientes (a pesar de ya no tener tanta atención de los medios como su década de oro) continuó creciendo y se expandió a otros géneros.

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Esa progresión llegó al metal y a todas sus variantes. Así nació el metal progresivo con exponentes como Dream Theater, Opeth, Symphony X y también por propuestas bastante opuestas como Tool o Mastodom. Formada en París, en diciembre del 2014, por el cantante y guitarrista nacido en Dublín Gary Kelly y el guitarrista parisino Steven Andre, Molybaron se ha convertido rápidamente en una de las bandas de las que más se habla en esa escena del metal.

Con un sonido que abarca todo, desde ritmos tecnológicos de última generación hasta atmósferas de múltiples capas y riffs de hard rock gigantes y musculosos más allá, el estilo excéntrico de la banda siempre los distingue del resto. Lanzado en el 2017, su primer álbum –homónimo y autogestionado– brindó una muestra que atrajo a fans y críticos del género. Comenzaron los shows, las giras y los proyectos.

EL SEGUNDO DISCO

Mientras se estaba tramando el siguiente plan artístico de la banda, llegó la pandemia. Si bien tuvieron obligadamente que parar, no dejaron de trabajar. Ese esfuerzo dio como resultado su segundo álbum llamado The Mutiny. Como su predecesor, ofrece innumerables profundidades ocultas, tanto musicales como líricas.

“Este disco tiene altas y bajas porque tomó mucho trabajo producir un álbum como este. Pasas mucho de tu vida sentado solo frente al escritorio mirando la pantalla de la computadora y escuchando la música una y otra vez que luego de un tiempo te olvidas si es bueno o no”, explica Gary Kelly a La Nación en una extensa videollamada.

Las satisfacciones llegan después de todo ese esfuerzo, trabajo duro. Cuando sale, el público lo escucha y obtiene buenas críticas. “La gente alrededor del mundo te manda un mensaje diciéndote que les gusta tu álbum. Son completos extraños para ti, pero es realmente satisfactorio porque se siente como que no todo fue por nada”, atesora el músico irlandés.

La letra de su álbum debut estuvo muy influenciada por la histeria que rodeó las elecciones estadounidenses del 2016 y la forma en que los principales medios corporativos ‘avivaron las llamas’ de aquella disputa que culminó con Donald Trump en la Casa Blanca. “Esta vez quería acercarme a casa y hacer que la narrativa sea más fácil de escribir, por lo que muchas de las letras son bastante personales para mí o para las personas cercanas a mí”, describe Kelly.

La idea central de las canciones en The Munity describe una lucha cuesta arriba para superar los problemas de salud mental, la culpa, el arrepentimiento, la depresión y el abuso de drogas. Definitivamente hubo una evolución desde el primer álbum al segundo, según el cantante. “Cuando llegó el segundo álbum, las canciones se tocaron frente a una multitud. Se tocaron frente a una audiencia, y muchas de las canciones del álbum dos se probaron para ver si funcionaban frente a una audiencia”, explica.

EN EL RIESGO ESTÁ LA GANANCIA

Particularmente, el público para el que tocaron las nuevas canciones nunca había oído hablar de ellos. No eran sus fans ni sus conocidos. “Fue una especie de prueba de que la canción funcionaba bien. Vimos que la mayoría de ellos lo disfrutaban la mayor parte del tiempo”, recuerda. Entonces para cuando el segundo álbum salió, muchas de las pistas habían sido probadas y tenían certeza de cuales funcionaban.

Esto parece un proceso normal pero la diferencia está en que para el disco debut, Gary Kelly escribió la mayoría de las canciones antes de que una banda existiera. Así como suena, no había banda y los integrantes todavía no se habían conocido. “En el fondo, siempre estaba creando estas canciones, peo nunca las había tocado en vivo. Nunca en ningún concierto. Así que ninguna de las canciones fue probada frente a una multitud”, diferencia entre sus dos álbumes.

Arriesgado, se jugó sin saber si esas composiciones iban a funcionar o no y “Nunca lo supimos. Cuando miro hacia atrás ahora y lo recuerdo, parece extraño que no lo haya hecho. Mientras hacía las canciones del primer álbum, no pensaba en las canciones en vivo, lo cual era una estupidez. Debería haber estado pensando en eso”, enmarca como aprendizaje.

“¡Dios mío! matamos algunas de las canciones (risas), cuando las tocamos por primera vez. Fue un desastre. Empezaba a cantar el coro y me daba cuenta de que no sabía la letra o que no tenía realmente letra, así que balbuceando o gritando lo que sea”, cuenta como anécdota.

Además, un lema que tiene esta banda presente es “Cuando esa música es ferozmente original y desafiante, el impacto es aún mayor”. Y de esta forma encaran sus procesos personales y los trasladan a la música. Conquistando más horizontes y rompiendo esquemas preestablecidos sin ningún temor a lo nuevo. Al igual que lo hace toda la música progresiva desde su explosión hace 50 años.



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