La visita de la reina Letizia, esposa de Felipe VI, rey de España, fue breve, pero como dicen las crónicas, será recordada por mucho tiempo. Y no sólo por su encuentro con distintos beneficiarios y trabajadores de la cooperación de su país en el Paraguay, sino por una llamativa (por llamarla de alguna manera) polémica relacionada a su vestimenta, que fue cuestionada por algunas personas por su extrema sencillez. ¿Era ese chaleco rojo sin lujo ni exclusividad de diseñador algo acorde a su testa coronada? Lo cierto es que más allá de los dimes y diretes, la sencilla prenda es ahora absoluta tendencia.

Fotos

  • Pánfilo Leguizamón
  • Jorge Romero
  • Jorge Jara

La visita de la reina de España fue todo un suceso en el país, pero inesperadamente, en ciertos momentos, no por la importante misión en sí, sino por el look que lució en todo momento la consorte de Felipe VI, una elección que ha adoptado ella para sus viajes de visita y apoyo a la tarea de las distintas tareas de la Coo­peración Española.

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Lejos de las opiniones y deba­tes imposibles de entender sobre si el mentado chaleco (made in Paraguay además) era o no adecuado para su figura real o si hubiera sido mejor verla desafiando a la ley de gravedad (y de urba­nidad) sobre unos stilettos de 20 cm y una tiara de diaman­tes y rubíes, esquivando las piedras de las Ruinas Jesuí­ticas de Itapúa, donde se la pudo ver encantada de la vida, recorriendo de arriba a abajo todo, preguntando mucho como “ñembo perio­dista” que es ella, doña Letizia Ortiz Rocasolano.

GESTOS MÁS QUE PALABRAS

La esposa del rey Felipe VI sorprendió gratamente a quienes pudieron compartir con ella diferentes momen­tos, especialmente por la expresividad de sus gestos, donde no abundaron dis­cursos ni palabras grandi­locuentes sino gestos, como los que registraron algunos reporteros gráficos en todas las actividades realizadas. Una mirada siempre atenta, muchas preguntas y un inte­rés manifiesto, difícil de fin­gir, ante cada explicación o detalle sobre los diferentes proyectos en marcha de la Cooperación Española en el Paraguay.

Ni siquiera puso cara de mala onda por el calor húmedo que la acompañó como a todos en esta parte del Universo y sin dudarlo, entró a los talleres de formación, recorrió espacios que pocas veces vemos refle­jados con glamour (o sin él) en los medios masivos de comu­nicación y culminó la visita de dos días, con un recorrido por el Bañado Sur, un lugar en el mundo elegido por la Coope­ración Española para trabajar en distintos proyectos, donde habló con las mujeres que con­vierten desechos en maravillo­sas obras de bijuterie y donde desde hace muchos años el sacerdote español Francisco de Paula Oliva, más conocido como Pa’i Oliva, de 93 años, vive por elección y rodeado de afecto. El anciano sacerdote fue saludado con mucho res­peto por Letizia, por su lucha y obra permanente en favor de los más vulnerables.

La visita de Letizia terminó con la misma sencillez con la que todo empezó al bajar ella del avión que la trajo y desde que vivió intensas jornadas compartiendo momentos con los cooperantes, las mujeres, los jóvenes estudiantes de ofi­cios diversos, los niños. Leti­zia pasó las horas de visita al país, conociendo de cerca la obra de apoyo a los sectores menos favorecidos.

No hubo lentejuelas ni canuti­llos, no hubo outfits de veinte mil dólares para arriba (como dijo una parlamentaria que sabe de moda), sino camisas blancas de algodón y el cha­leco rojo que ahora con asom­bro venden sin parar los con­feccionistas que lo hicieron, sin tener que gastar un gua­raní en publicidad pagada. Ese chaleco rojo es ya la prenda top de la temporada.

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