Son las 14:36 hora paraguaya de un 20 de febrero histórico cuando acontece el sueño y desde un Puerto Espacial en Virginia (EEUU) Paraguay entra en la era espacial con el primer satélite paraguayo, un nanosatélite tipo CubeSat.
- Por Bea Bosio
- beabosio@aol.com
Esta historia empieza con una cuenta regresiva:
Cinco,
cuatro,
tres,
dos,
uno…
Y una explosión del cohete Antares que impulsa la nave de reabastacimiento Cygnus, rumbo a la Estación Espacial Internacional ubicada en el espacio exterior. Son las 14:36 hora paraguaya de un 20 de febrero histórico cuando acontece el sueño y desde un Puerto Espacial en Virginia (EEUU) Paraguay entra en la era espacial con el primer satélite paraguayo, un nanosatélite tipo CubeSat.
Lo han llamado Guaranisat-1, para dejar en claro que lo que se eleva al cosmos es la aguerrida estirpe de nuestro pueblo.
“Damos inicio a la era espacial del Paraguay” –dice el presidente de la Agencia Espacial de Paraguay, el coronel (SR) Liduvino Vielman, y unos días más tarde, en la mañana de un 14 de marzo desde la Estación Espacial Internacional se concreta la puesta en órbita de este sueño.
Es el proyecto “Paraguay al espacio”, una alianza estratégica entre la UNA y la AEP.
El hecho es extraordinario para la historia del país y ni qué decir para la universidad nacional, que este año celebra su 132º aniversario. Porque cuando nacía un 24 de setiembre de 1889 –a tan solo 19 años de la Triple Alianza– apenas lográbamos estar en pie luego de semejante genocidio y era impensado levantar la vista hacia las estrellas.
Pero alguien creyó y le apostó al futuro, y el tiempo fue pasando, y esta añeja casa de estudios fue acompañando inúmeras generaciones de profesionales, estudiantes y científicos a lo largo de un arduo camino donde el campo de la academia ha sido siempre infravalorado y sufrido. Y de pronto una luz se aventura en el firmamento, como un destello de esperanza, surgido de nuestra ciencia y de nuestros técnicos.
El mérito es admirable. Porque Adolfo Jara y Aníbal Mendoza son investigadores paraguayos que crearon el Guaranisat, desde un doctorado y masterado en sistemas espaciales en el Japón. Y en el proceso de este sueño también han estado involucrados otros profesionales paraguayos, con la cooperación académica del Instituto de Tecnología de Kyushu del Japón y el programa Birds4, promovido por la Oficina de las Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior para el desarrollo de satélites pequeños, la Jaxa (Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón ) y la NASA, para el proceso de lanzamiento y puesta en órbita.
En nuestro marco fronterizo, participan la Sociedad Científica del Paraguay, el Centro para el desarrollo de la Investigación Científica (Cedic), la AEP y la UNA, que de hecho tiene a una de las dos estaciones terrenas que operan el Guaranisat-1 en el Campus de San Lorenzo, desde donde se envían los comandos al satélite.
La otra estación está en el Chaco paraguayo, ya que una de las misiones principales de nuestro Guaranisat-1 es recabar datos sobre las zonas donde las vinchucas prevalecen, para luchar contra la enfermedad que transmiten: la del Chagas, que es endémica en nuestro Chaco.
Además de eso el satélite tendrá otras misiones, pero dicen quienes saben que la más importante a nivel legado, será la creación de capacidades espaciales para que generaciones venideras puedan inspirarse y soñar con investigar el mundo más allá de sus propios límites.
Y aunque el camino todavía sea duro a nivel ciencia-país, por lo pronto en el corazón del campus de nuestra universidad pública, la estación terrena del Guaranisat-1 está allí como un proyector de sueños, como una manera esperanzadora de conmemorar los 132 años de esta alma mater de tantos, que a pesar de los escollos honran su lema: Vitam impendere vero.
“Consagrar la vida a la búsqueda de la verdad”.