El más grande de los reporteros gráficos de estas tierras fue galardonado en la semana con el “Praemium Imperiale”, considerado el Nobel de las Artes. Un acto de justicia para un gigante de la imagen al que su preocupación humanista lo llevó a mostrar el hombre y el ambiente en los más diversos paisajes del mundo. “No puedes fotografiar si no eres parte de lo que estás viendo”, supo decir el autor de “Amazônia”, el impresionante libro que concibió para abogar por la selva que es pulmón del planeta.

“Tiao” encontró el placer de mirar en las monta­ñas de su natal Aimorés, en Minas Gerais, aquí nomás en el Brasil profundo.

Sin embargo fue en París, en el exilio al que lo llevó la dictadura en los ‘70, donde su inseparable compañera Lélia Wanick, le prestó la cámara de fotos que había comprado para registrar sus trabajos de campo de la carrera de arquitectura.

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“Me la robó”, dijo la mujer contando que fue allí cuando Sebastião montó un labora­torio y “empezó a hacer unas fotos muy lindas”.

Salgado es doctor en Economía y en ese entonces trabajaba en la Organización Internacional del Café (OIC) pero algo fuerte pasó en él desde esa primera toma que hizo de Lélia en la ventana.

Algo que lo llevó a dejar el mundo de los fríos números para ser fotógrafo de calle, de cumpleaños, de concebir los primeros viajes para la agen­cia Gamma. Luego ya ven­dría la Magnum, y después, de un profundo estudio auto­didacta y dedicado, de viajar por más de 100 países con la cámara a cuestas, llegar a la consagración.

Acaba de ganar merecida­mente el premio de la catego­ría de Pintura en la 32ª edición del “Praemium Imperiale”, el galardón japonés que es consi­derado el premio máximo para las artes.

Destacaron allí “la obra de toda una vida, un talento extraordi­nario, la capacidad artística y el significado internacional” del trabajo de este gran artista del blanco y negro, sus tomas que combinan “dramatismo” y “perfección artística” y ponen en el centro a “la naturaleza y la fragilidad del mundo y sus habitantes”, indicó la organización.

Desde “Otras Américas”, su primer libro, Salgado lleva 50 años mostrando al mundo sus injusticias, desigualda­des, sufrimientos, pero tam­bién edificando un sentido de humanidad conmovedor.

La foto de los “garimpeiros” en la mina de oro de la Serra Pelada, es quizá uno de los cuadros realistas más con­tundentes del siglo XX.

Trabajará luego en “El Sahel” el desierto africano hacién­dose carne en hombres rese­cos en terrible blanco y negro.

En “Éxodos” aborda las migraciones con imágenes tomadas en 35 países durante 6 años y hace realidad aque­llo de la imagen que vale mil palabras.

“La mano del Hombre”, “Tra­bajadores”, “Gold”, dan cuenta del mundo obrero en una reflexión magistral sobre sus claroscuros.

“Génesis” es la tierra como dimensión de vida: Solo hay que ver las tomas del iceberg en el mar de Weddell; los vol­canes Tolbachik y Kamen; la de los jóvenes trepando árbo­les gigantes en la isla Siberut en la Sumatra occidental; un campamento ganadero en Sudán del Sur, una vista aérea de las Anavilhanas: unas 350 islas llenas de árboles del río Negro, en Brasil, que forman el archipiélago continental más grande del mundo.

Fotografiar es pintar o dibujar con la luz. Así lo cuenta en el muy buen documental “La sal de la tierra” que dirigió el lau­reado cineasta alemán Wim Wenders ayudado por Juliano Salgado, documentalista, hijo de Sebastião.

Así se ve en sus fotos.

“AMAZÔNIA”, UNA OBRA CUMBRE

A sus 77 años Sebastião Sal­gado sigue adelante con muestra de “Amazônia”, un libro de 500 fotos, resultado de unas 50 expediciones al corazón de la selva que le tomaron 7 años de realiza­ción entre el 2013 y el 2020.

Parte de ese acervo se expone en la Filarmónica de París hasta el 31 de octubre. Son 200 fotografías “que sacan a la luz toda la riqueza de uno de los mayores patrimonios natu­rales de la humanidad”, con­sideró Radio Francia Interna­cional (RFI).

La muestra es genial y parte de un hecho mínimo.

Salgado canta mientras trabaja y contó en una entrevista que interactuando con los habitan­tes del Amazonas se dio cuenta que todo lo hacen cantando, en un entorno donde la música es nodal, está en los pájaros, en las voces animales, en el río, las cascadas, en las hojas al viento, en la lluvia intensa y gutural.

Entonces fue así que consi­guió que Jean Michel Jarré, el gran músico electrónico, enga­lanara con una suite creada al efecto, las impresionantes pro­yecciones en pantallas tamaño cine. Basado en archivos musi­cales tomados en el Amazo­nas, tratados con la refina­ción sonora que caracteriza al artista galo, el resultado es excepcional según comentan los principales medios france­ses en estos días.

En otra sección de imágenes fastuosas, usó el poema sin­fónico de Heitor Villa Lobos “Erosión, el origen del río Amazonas” recordando las montañas del Ande en el que nacen sus aguas “que están intactas, vírgenes desde hace 2 mil años”.

Salgado, que reforestó las 600 hectáreas que heredó de su padre en Minas Gerais, invita a detener la brutal tala de la selva que se vino registrando en la última década. Quiere llegar a producir un millón de plantines de árboles del Bos­que Atlántico Interior para reproducirlos en los terrenos de los que se sumen a su tarea. Sueña con recuperar al menos 5 mil grandes espacios en un corto lapso.

Asegura que Brasil obtendrá más recursos financie­ros si conserva la selva que si la tira abajo y que es hora de revertir el paradigma del extractivismo.

Lo explica así: “Necesitamos la Amazonia porque es la mayor concentración de bio­diversidad del planeta”, argu­menta. “La necesitamos por las aguas: es la mayor concen­tración de agua dulce del pla­neta. Y por la humedad que se distribuye en todo el planeta por medio de los ríos volado­res, un concepto nuevo: hay más agua que se evapora de la Amazonia por vía aérea cada día que el volumen de agua que el mayor río del mundo, que es el Amazonas, echa en el océano Atlántico”.

Y agrega: “Recientemente, los científicos han descu­bierto que cada árbol adulto del Amazonas tiene una capacidad de evaporación de unos 1.200 litros de agua al día. La cantidad de hume­dad que evaporan crea unas nubes impresionantes que generan las lluvias sobre el Amazonas, aunque también parte de ellas son llevadas por el viento. Una parte de la humedad que ustedes tienen en Europa procede de ahí. Dependemos muchísimos de esa contribución amazónica hacia el resto del planeta”.

El Amazonas es el paraíso, repite y muestra, como nadie antes supo hacerlo.

El Praemium Imperiale

Creado en 1988 por la Asociación de Arte de Japón, el prestigioso Prae­mium Imperiale (Takamatsu no miya denka kinen sekai bunka-shō, en japonés) otorga una medalla de oro y 15 millones de yenes (125.000 euros) a cada galardonado. Tradicionalmente, la ceremonia de entrega se celebra en Tokio en octubre, en presencia del príncipe Hitachi, hermano menor del emperador Akihito.

Sin embargo, debido a la pandemia de covid-19, el acto se celebrará de forma virtual.

El 32º Praemium Imperiale también premió al escultor estadounidense James Turrell, que utiliza el espacio y la luz como medio de expresión, y al arquitecto australiano Glenn Murcutt, conocido por sus casas modernis­tas integradas en el entorno rural (ganador del premio Pritzker en el 2002).

En la categoría de Música, el ganador fue el chelista Yo-Yo Ma. Estadou­nidense e hijo de padres chinos afincados en París, ha grabado más de 100 álbumes y ha ganado varios premios.

Entre ellos, 18 Grammys ganados a lo largo de su carrera.

El Premio Nobel de las Artes de este año decidió no premiar la catego­ría de Teatro/Cine “debido al impacto de la pandemia de coronavirus”. En un comunicado, la Asociación de Arte de Japón dijo que, con la crisis sanitaria, muchos candidatos no pudieron cumplir los requisitos, lo que llevó al jurado a descartar el premio.

El galardón está relacionado con la familia imperial y la Asociación de Arte de Japón con una serie de asesores internacionales como miembros de la familia Rockefeller, por ejemplo. Un premio con una importante tra­yectoria que ya galardonó a fotógrafos como Cindy Sherman o Hiroshi Sugimoto dentro de la categoría de Pintura.

Otros premios

Este galardón viene a sumarse a la Visa de oro de honor de Figaro Magazine que recibió Salgado recientemente en el 33 del festival de fotoperiodismo Visa pour l’Image, el más prestigioso encuentro de fotoperiodismo del mundo. “Es un inmenso placer y honor”, dijo en la oportunidad acompa­ñado de su esposa Lélia, mientras era ovacionado y aplau­dido por sus pares.

Salgado también fue merecedor, entre otros premios, el W. Eugene Smith de Fotografía Humanitaria (1982); caballero de la Legión de Honor en Francia; World Press Photo (1985); Hasselblad (1989); premio Príncipe de Asturias de las Artes (1998); premio de la Sociedad Geográfica Española (2019).

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