Shakespeare también mencionó en algún momento que “cada locura tiene una lógica”, pero sin duda la que ocurrió aquel miércoles 12 de setiembre estaba lejos de ser comprendida por todos. La llamarada de esa casa, que comenzó durante la madrugada, pasó de ser la sospecha de un accidente al escenario de un terrible crimen de un descuartizador.
La locura se desató en la cuadra. Los bomberos buscaban extinguir el incendio con sus mangueras. Las llamas se imponían impetuosas ante la cuadrilla de socorristas, los amenazaba azotando con brazos incinerantes a la primera línea de combatientes.
—¡Retrocedan! —Se escuchó a lo lejos, era el capitán de los matafuegos al percatarse que la orientación del viento cambió repentinamente. Eso amenazaba a su grupo y prefería dar unos pasos atrás y desplegar otra línea con caudal de agua para imprimirle fuerza al combate.
Un par de horas después, cuando la noche se iba diluyendo en los minutos, uno de los bomberos gritó con voz de alivio —¡controlado capitán! —fue apagado el último bastión de fuego en la casa. Todo quedó en cenizas, el manto blanco y grisáceo sepultó todo lo que había. Era una alfombra blanda de un montón de partículas de lo que alguna vez fue la casa de Francisco.
parentemente nadie estaba en la casa, esa impresión les dio en un principio. Nada de lo que veían -mientras escarbaban con un gancho- les permitía encontrar vestigios de que alguien la habitó. La esperanza de los vecinos es que él no haya estado al momento en que eso comenzó a arder.
Los bomberos en su trabajo incesante se dividieron en pequeños grupos para abarcar mayor parte de la superficie. Los testimonios -que aumentaban a medida que la muchedumbre se agolpaba-les indicaba que la esperanza era surreal, Francisco llegó antes del incendio y estuvo acompañado.
El capitán les dio la orden de ser puntillosos en la búsqueda. La tensión aumentaba a medida que el tiempo pasaba con respuesta estéril. Removían todo buscando rastros, y en medio de su labor quedaron asombrados, finalmente hallaron a don Vallejos.
El torso y algunas de sus extremidades estaban completamente calcinados. Esa imagen que quedó en la memoria de todos los matafuegos.
En medio de esa escena escabrosa, un grupo de curiosos prestó atención a un perro que paseaba en medio de los restos de la casa. Llevaba algo entre los dientes, iba aferrado a él apurando la marcha a un destino impensado. Más curioso resultó que algunas gotas de un tono oscuro caían de aquello que cargaba en la boca, era una de las piernas de ese hombre muerto.
El momento fue espantoso. Tanto que la Policía ordenó que todos retrocedieran al menos veinte metros, para evitar otro momento como ese.
En las inmediaciones, una pareja de vecinos se preparaba para salir de la casa. El hombre subió a su moto, tiró del embrague hacia el manillar, presionó el botón de encendido y luego el acelerador. Fue a la entrada a esperar a su pareja, pero en el patio algo se veía extraño.
El conductor se percató terrible, sus ojos se dilataron por completo. Estupefacto y con la garganta seca, tartamudeó —Ema, en el patio hay algo, vamos a ver… pero no te vayas a asustar… —le indicó a la mujer, ella no entendía si se trataba de una de sus tantas bromas o le habló con seriedad.
Fueron juntos, cargados con la intriga de qué podía ser, sabiendo que acababa de ocurrir una tragedia a pocos metros y se habían encontrado partes de un cuerpo. La intuición tuvo la razón: era un brazo, y todo tenía relación con el caso.
Los policías tomaron como prioridad encontrar la cabeza del hombre. Aquello fue un endemoniado momento trágico. Se escuchaban lamentos, llantos y gritos de desesperación. Todos estaban espantados con lo que estaban viviendo. De un momento a otro, pasó de un supuesto accidente con fuego a la hipótesis de un crimen atroz.
La Policía local tomó el mando, esperando la llegada de los agentes de homicidios.. Mientras tanto optaron por fragmentar la escena buscando más evidencias que puedan revelar el trasfondo de la tragedia.
ANALIZABAN LOS RESTOS
Los expertos sabían que los cortes proporcionados solo podían ser hechos por alguien que conocía los puntos exactos para no solo acabar con la vida de alguien, sino también cercenarlo. ¿Quizás alguien que trabajó en medicina, algún faenador, carnicero..?
Era una pregunta recurrente entre el forense que ya había acabado con su trabajo y los agentes de Criminalística. Marcaron los sitios donde encontraron los restos y no había un patrón aparente. La idea -que les venía a la mente- es que el asesino sabía lo que estaba haciendo y desesperadamente intentó deshacerse del cuerpo para evitar que lo descubran.
No quedó de otra y preguntaron a los vecinos, cuáles de estas opciones podía encontrarse en los alrededores. ¿Existía alguien con esa condición de odio hacía la víctima, alguna amenaza o deuda que pudo llevar a una acción demencial? Las interrogantes se multiplicaron por cien, pero poca respuesta hallaron. Muchos temían por venganza y prefirieron el silencio cómplice y cobarde.
Una pista, después de tantos datos descartados, iluminó el camino de los investigadores.
Francisco estuvo en una chanchería mucho antes del incendio, no estaban seguros si de ese lugar fue hasta su casa pero si lo vieron en ese sitio bebiendo con otras personas aguardando por el partido de la selección paraguaya. Una chanchería. Todos apuntaron a ella. Y los cabos comenzaron a unirse. Los policías fueron hasta el lugar, y entre las preguntas realizadas, supieron que Francisco estuvo allí antes, y se retiró en compañía de su amigo Daniel. El joven, que era jornalero, dedicaba algunos días a la chanchería, donde faenaba y podía ir cualquier día, ya que los propietarios eran sus familiares.
Él no tenía un domicilio fijo. A veces se quedaba en la chanchería, otras en lo de su tía, y en ocasiones también en lo de don Francisco. Tras las sospechas, que apuntaban a Tua’i, fueron de inmediato a la casa de la tía. Policías y una comitiva fiscal procedieron a la inspección del domicilio. -Él no vino por acá en estos días, fue la respuesta de bienvenida de la mujer. Quien luego recordó que contaban con una habitación donde el joven ingresaba incluso sin dar aviso.
Allí hallaron ropas tiradas en un balde con agua, aparentemente listas para ser lavadas. Las tomaron y notaron en ellas manchas de sangre. El asesino estaba cerca, y buscaba borrar toda evidencia. Pero, sobre el techo había algo mucho más comprometedor: un cuchillo bañado en sangre.
La búsqueda comenzó. Daniel Salinas alias “Tua’i” fue detenido esa misma noche de miércoles sobre un camino vecinal de Capilla del Monte, a pocas cuadras del lugar del hecho. Tras varias horas de interrogatorio, comenzó a relatar algunos detalles del crimen, pero en tercera persona. Dejando entrever a los investigadores que él solo fue un testigo. Entre burlas, cayó en varias contradicciones. No soportó la presión. “Sí, yo le maté”, expresó sin titubear y dibujando una sonrisa, como si recordarlo le causara satisfacción.
Finalmente, en horas de la madrugada reveló datos del lugar donde ocultó la última parte del cuerpo. A dos kilómetros de la casa hecha cenizas, en una casa del barrio san Isidro de Reducto, San Lorenzo, lugar donde vivía un amigo y Daniel lo frecuentaba. Allí en un baño frágil, muy precario, se escondían bolsas. Algunas escondían ropas con mancha de sangre, pero… una tenía lo que buscaban para cerrar el caso: la cabeza de don Francisco Vallejos. El tiempo se detuvo. Un momento de frialdad zurcó impetuoso en la espalda de todos, dejando la piel helada. Inmóvil y atónitos observaban el rostro inerte, que inmortalizó espanto.
Daniel había pasado 4 años de su vida en la cárcel, antes del crimen. Tenía antecedentes por robo. Todos pensaron que era una etapa cerrada, y de ahí no pasaría. Parecía un chico normal, pero en otros momentos algo trastornado, fue difícil de definirlo. En su carácter tranquilo, denotaba –también- una furia asesina.
Doce estocadas a la altura del tórax posterior fueron el inicio del mortal ataque del que fue víctima don Francisco, de acuerdo a la inspección de la caja torácica encontrada entre escombros de la siniestrada vivienda. Esta pista reveló que la víctima fue atacada por la espalda, y tras encontrar la muerte, sus extremidades fueron desmembradas. Luego el asesino lo decapitó.
Los jueces sentenciaron aquella temeraria y enfermiza acción con 25 años de cárcel. Nadie reclamó el cuerpo de Francisco que yace olvidado bajo tierra municipal de aquella sangrienta ciudad.
Agustín Barúa Caffarena: “Todas las personas somos mezcla de cordura y locura”
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En esta edición de “Expresso”, emitido por GEN/Nación Media, Augusto dos Santos recibe a Agustín Barúa Caffarena, psiquiatra placero y autor del libro “Ejedesencuadrá: del encierro hacia el vy’a. Transgresiones para una salud mental sin manicomios”, ganador del segundo lugar del Premio Ensayo Pensar Nuestra América con Categorías Propias 2023, realizado en Argentina. Barúa Caffarena objeta el régimen de encierro y de psicofármacos a los que son sometidos los “disidentes psíquicos” de parte de la medicina tradicional al tiempo de cuestionar la división tajante entre lucidez y locura.
Fotos: Nadia Monges
–ADS: ¿Por qué tienes un consultorio en la plaza y no en otro sitio como los doctores?
–ABC: Yo vengo de la salud comunitaria, no de la salud hospitalaria. Trabajé mucho en psiquiatría bañadense, pero como no me pude reinsertar en ese tipo de instituciones en un momento dado me intenté alquilar un consultorio y me reaburrí, me reangustié y ahí me pregunté ¿dónde me siento cómodo pensando con la gente? Me vinieron los bancos de plaza. Los bancos de plaza tienen una potencia que son espacios de intimidad pública como paradoja de libertad. Yo creo que nuestra sociedad asuncena necesita más habitar el espacio público, menos shopping y más encuentro con la diferencia. Yo intento que mi clínica aporte a eso, es una clínica que cuestiona todo esto de los manicomios, los encierros, llenarle de psicofármacos a la gente. Entonces me parece que es una forma también en la que el médico cede poder. No es mi consultorio, mi diagnóstico, no es tu banco, no es mi banco, es el espacio público.
–La medicina está históricamente encuadrada en la relación poder-paciente.
–Hay una relación entre el saber y el poder, un saber que construye asimetría, un saber monólogo, un saber que te dice quién sos, qué es tu cuerpo, qué es tu deseo, lo que podés, lo que no podés. Nos cuesta mucho como médicos escuchar lo que a nosotros no nos interesa. Siempre estamos dirigiendo, censurando y aquí no solamente yo escucho a la persona de una manera X, que es mi forma de trabajar, sino también escuchamos el mundo porque aquí viene un vendedor ambulante, viene un vendedor de marihuana, viene un policía, viene una marcha estudiantil secundaria, viene un movimiento italiano que prepara mesas de comida, o sea, es hacer clínica en la vida, desde la vida.
–¿Qué es el manicomio desde una perspectiva problemática?
–Nosotros decimos que más que el sustantivo manicomio hablamos del adjetivo manicomial. Cuando una relación se vuelve manicomial, hay un grupo que sabe qué son y qué hay que hacer con los sufrimientos psíquicos y otro grupo que supuestamente no sabe nada de eso. Entonces, decía Franco Basaglia, que es un maestro italiano nuestro: “Separaciones siempre hay, pero las separaciones manicomiales son tajantes, irreversibles, indiscutibles”. ¿Cómo es que la psiquiatría inventó y avala un dispositivo que barra la confiabilidad de una persona porque uno de los hospitales psiquiátricos no sale más porque la gente siempre va a darse un goce diciendo “ese estuvo dos veces en el neuro”. Entonces, ¿cómo es que consideramos que eso es terapéutico? El sufrimiento psíquico tiene un plus estigmatizante porque la normalidad no es una cuestión sanitaria, es una cuestión moral. La persona normal psíquicamente es una persona adecuada, buena, no solamente sana. Hay un plus, hay un extra. Hay manicomios eléctricos como el electroshock, manicomios químicos como llenarle de psicofármacos a la gente sin conocerle, así como manicomios simbólicos como pegar rótulos a las personas.
OTRO ABORDAJE
–¿Cómo desencuadras eso?, ¿cuál es el camino?
–Y tiene muchas patas Yo pienso, por ejemplo, que primero hay que poder repensar otro tipo de abordaje que no esté centrado en lo represivo. La salud mental o la psiquiatría hegemónica está pensada siempre primero desde el miedo. El manicomio es una cárcel psiquiátrica. Después es necesario repensar la relación cordura-locura. Necesitamos la cordura para cuidarnos porque la cordura es la que te hace mirar una avenida antes de cruzar, pero demasiada cordura ya te vuelve desconfiado y aterrorizado, te vuelve normópata. Y necesitamos la locura para tres cuestiones humanas muy sensibles que son cambiar, crear y arriesgar. Imaginate una humanidad sin eso. Pero si sos solo locura, te morís. Entonces es como otra forma de pensar cordura-locura. Que los sistemas de salud tengan más base territorial comunitaria y que no solamente sean hospitalocéntricos. O sea, tiene muchas patas que sería interesante darnos el tiempo para conversar esa complejidad.
–Con la cantidad de pacientes es imposible que la gente médica se ocupe de la gente paciente.
–Porque están muy naturalizados los formatos de maltrato institucional. La duración de la entrevista, la cantidad de pacientes, la carga horaria de las guardias. El modelo de educación médica mayoritaria en Asunción es un modelo de venganza. “Vos querés ser médico, yo soy médico. Si querés ser uno de nosotros, tenés que recibir maltrato, aprender a maltratar y podrás ser uno de nosotros y maltratar a los que vienen”. Entonces hay un código de embrutecimiento muy fuerte, muy insensibilizante.
–¿Por qué con los avances que hubo seguimos tan ceñidos a un modelo tan antiguo de reclusión de enfermos mentales?
–Yo creo que la psiquiatría es una producción de la sociedad. La sociedad asigna a la psiquiatría la misión de ser policía de la normalidad. Policía de la adecuación. Cada sociedad jerarquiza algunas cuestiones como más valoradas y desprecia a otras. Y eso tiene tres ordenadores discursivos: el discurso médico nombra enfermedad, el discurso jurídico nombra delito y el discurso religioso nombra pecado. Clasifica y segrega. Entonces yo creo que todavía la psiquiatría no ha podido generar una reflexión sobre ese mandato social tan fuerte de vigilancia y control. Siempre se dice que es lo mismo cuidar que custodiar. Todavía sigue siendo mucha custodia. Y hay que recordar también que esta psiquiatría se enmarca en un modelo de medicina en el cual se parte la mente y el cuerpo. Y el cuerpo es el que importa, la mente no importa.
–¿Hasta qué punto culturalmente se ha convertido en un estigma el tener un familiar con problemas mentales?
–Eso está muy impuesto. O sea, yo siempre veo, por ejemplo, cuando sigo la noticia política, que todo el espectro de izquierda y derecha se insulta tratándose de loco. O sea, ahí casi no hay discusión sobre este tema de la diversidad psíquica. Nosotros decimos diversidad psíquica en el sentido de que nuestra apuesta como corriente en salud mental es validar, acompañar y comprender la heterogeneidad humana más que disciplinar, más que normatizar.
–Estamos ante un problema de la escuela de psiquiatría también.
–Es la concepción, es la teoría, son las metodologías que no están problematizadas. Incluso se entiende que hacer salud comunitaria es como inferior y que el hospitalario es superior. Nosotros necesitamos complementariedad. Hay cosas que se pueden trabajar en el hospital y hay cosas que se pueden trabajar en comunidad y necesitamos articularnos.
–¿Quién es la policía de la normalidad?
–Ese es un punto central. En el libro comienzo hablando de que la normalidad psíquica es el primer triunfo de los manicomios. Es como una especie de servicio de normalidad obligatoria. Todo el tiempo estamos en vigilancia de cómo se viste, cómo se peina, si su tono de voz es bajo o alto, etc. Y es muy complicado porque es un magma represivo donde estamos inmersos como sociedad. En vez de partir de la idea de que yo te acepto como sos, yo te juzgo a ver si das el canon o no. Y eso es muy tensionante. Y ahí tiene un rol muy específico la psiquiatría.
–¿Qué descubriste como potencial respecto a tu método?
–Nosotros decimos que necesitamos que el espacio público esté más habitado, que sea el lugar donde nos encontramos en la diferencia. La clínica placera apunta a dialogar con el espacio público. Lo segundo es que necesitamos estar menos aislados, acompañando el proceso de padecimiento mental. Está la secuencia conflicto-preocupación-aislamiento. Conflictos siempre hay, preocupación tenemos más o menos sobre nuestros conflictos, pero el aislamiento podemos reducirlo. Si siempre estamos encerrados a través de ladrillos, a través de cemento, ¿por qué no hacerlo de manera más abierta? Promover una cultura del desaislamiento, del desocultamiento.
CORDURA-LOCURA
–¿Qué mirada tenés sobre cómo la comunidad convive con la “gente loca”?
–Cada quien convive con su propia locura. Yo creo que nuestras sociedades son muy normópatas. Todos queremos ser los normales. Tenemos mucho miedo. Este es el adicto, esta es la persona trans, esta es una puta, aquel es comunista, fácilmente se estigmatiza y se deja fuera. Ese es un problema grande porque yo creo que todas las personas somos mezcla de cordura y locura. Y todas las corduras tienen problemas, no son solamente ventajas. Y las locuras tienen ventajas, no son solo problemas.
–¿Por qué es importante que la gente perciba esos hemisferios?
–Y primero porque creo que vamos a vivir más tranquilos. Y la tranquilidad no es cosa menor porque la gente siempre dice lo que yo quiero es estar tranquilo. Esa tranquilidad tiene que ver con aceptarse y no tratar de encajar en un mandato, de que hay que ser siempre de una forma equilibrada. Yo siempre digo que el piso de los normópatas en Asunción es ser amable y trabajador. Si tenés menos que eso, ya te complicás. A mí me parece que primero es estar tranquilo, segundo es ser quien sos.
–¿La educación hace que se tenga mayor comprensión de la otredad?
–Yo creo que mayoritariamente nuestra educación es autoritaria. Cuando comenzaron a caerse los techos de las escuelas, yo dije “a ese nivel de literalidad llega el derrumbe del modelo educativo”. Los centros estudiantiles siguieron siendo reprimidos, los gremios docentes no son suficientemente atendidos, hay enfrentamientos entre familias y docentes que se descalifican unos a otros. Igual la educación es autoritaria y no está pensada para la realidad cotidiana. ¿Nos importan las infancias y la adolescencia? Si les estamos metiendo en lugares que se están derrumbando.
–¿Tiene algo que ver nuestra historia con ser tan represivo con el otro?
–Yo veo en los bañados de Asunción cierta socialidad. Veo en las comunidades campesinas. Yo estoy trabajando ahora en Edelira, Itapúa. Hay comunidades campesinas autoorganizadas agroecológicas sensibles. Veo por ejemplo cómo hasta muchas veces las comunidades indígenas que están en las veredas de las instituciones públicas en Asunción todavía se cuidan. Eso no está perdido. Hay una urgencia que aparece en clave de solidaridad y caridad. pero en general está muy lastimado en nuestro territorio social. A mí me gusta mucho una definición de comunidad que da un antropólogo simbólico: “El sentimiento de sentirnos nosotros”. Qué interesante ese sentimiento porque en realidad a veces estamos en colectivo, pero no somos comunitarios.
–¿Cuáles son los movimientos sociales más interesantes que ves en Asunción?
–En los últimos años, yo te digo el movimiento estudiantil secundario, el movimiento estudiantil universitario y el movimiento de mujeres feministas. Todos son jóvenes. Los sujetos colectivos en Asunción y Área Metropolitana más significativos para mí tienen como una discusión de sociedad que problematiza y que tiene una propuesta. Tiene una marca juvenil y yo creo que eso tiene que ver con la pulsión adultocéntrica. A mí me preocupa fundamentalmente la ausencia de debate. Es un problemazo. Yo creo que se da a nivel familia con los monólogos adultos. Yo trabajé una investigación en Humaitá a partir de una crisis suicida en un colegio. Trabajamos con el grupo de sobrevivientes y les preguntamos cuál era su demanda. Dijeron dos cosas. Queremos un trato igualitario porque también somos personas y, segundo, queremos una escucha sensible. Y escucha sensible era no que yo te cuente como adolescente que saqué diez, sino que escuches lo que yo te quiero contar y que te abras cuando vas a conversar conmigo. Esas son las demandas que creo que dramáticamente nos están diciendo con los suicidios, con el uso complicado de drogas, con los embarazos adolescentes, con la accidentalidad vial. Hay muchísimos emergentes. Y ahí es que me preocupa mucho que se quiera abordar eso poniendo cámaras o poniendo las mochilas transparentes, el guardia de seguridad, la reja, el pitbull.
MIEDO
–¿Cómo hacemos para no necesitar esos dispositivos?
–Yo creo que es un problema de miedo y un problema de falta de introspección. ¿Quién tiene miedo? El mundo adulto, esta adultez adultocéntrica. No solamente creo que somos muy miedosos, sino que no sabemos que somos miedosos. Operamos me parece de manera compensatoria como bravucones, como un envalentonado, como hiperafirmado. Y el miedo es un derecho humano y también pedir ayuda. Yo creo que en el mundo adulto asunceno no tenemos derecho a pedir ayuda. Todo es como competitivo, exitista y con un miedo a la fragilidad. Y eso tiene mucho que ver con nuestro machismo, sobre todo masculino, donde siempre estamos en competencia. Imaginate que los varones ni siquiera en Asunción podemos abrazarnos tranquilos entre nosotros. Todo es como sitiado, cómo hablo, cómo te miro. Si te miro mucho, ya te he dado demasiada pelota. Hablamos y nos reímos y jamás podemos llorar hasta que estemos en pedo. Yo por eso creo que la borrachera masculina tiene la potencialidad también de sanar. No es solamente un problema, sino que a veces los varones solo lloramos en pedo.
–¿Qué es la erótica social?
–Nosotros comenzamos a pensar la erótica a partir de una situación muy simpática. Trabajando en psiquiatría bañadense, una vez veo que una compañera de trabajo va llegando a la unidad con una vecina tomada del brazo que la saca de la casa. Cuando vuelve le digo ¿por qué le agarrés del brazo a la vecina? “Le estaba trayendo para nuestra actividad”, me dijo. Pero no le secuestres, que participen si quieren venir y generamos una discusión sobre qué es participar. Y en esa reunión otra compañera muy callada comenzó a hablar muchísimo y de Monchi Maestre, que era una novela colombiana de la que todo el Bañado era fanático. En ese contexto entramos a la reunión y todo el equipo dijo que la gente del Bañado no iba a nuestras actividades porque eran haraganes. Y nosotros nos preguntamos por qué la gente del Bañado se va a lo de Monchi y a nuestras actividades no vienen. Y dijimos que como equipo de salud tenemos que aprender a mover las caderas y ahí nació la idea de la erótica social, que es poner en valor las prácticas de la alegría de la gente, de los sectores populares, para promover la participación.
HUMOR Y JUEGO
–¿El enemigo es la inhibición?
–El enemigo es el aburrimiento. Debe haber más humor y juego. Yo creo que en general en Asunción tenemos fuertemente una marca hiperhumorística. Somos muy bromistas, pero creo que es un humor muy angustiado muchas veces. Porque es un humor primero compulsivo, hay que reírse. Alguien dice algo angustiante y se hace un chiste para silenciar. Entonces yo suelo decirle a la gente en las instituciones que abran las ventanas humorísticas, que de por sí son espacios donde hay demasiados chistes, todo el tiempo chistes. Se hizo un chiste y paramos a pensar por qué ese chiste. Porque si no se tapa mucho con el humor. Yo creo que también es una especie de compensación que tenemos por nuestra falta de derechos.
–Un humor que tapa un dolor no es tan humor, ¿no?
–Es un humor angustiado. Yo creo que es legítimo. Por eso hacemos chistes, por ejemplo, en los velorios ante la muerte. Chistes de la derrota de fútbol, el humor con víctima, todo el tiempo el humor cruel. A veces nos cuesta. Parece que el chiste tiene que ser cruel; si no, no es gracioso. De alguna manera el humor es un bálsamo para una situación.
–¿Qué nos dejó en la cabeza el covid?
–Un momento impensable. Se pensaba que ya se tenía la cura de todos los males. Nos paralizó dos años. Lo voy a pensar en clave Asunción. A mí me interesa mucho situarme en Paraguay, pero en el fondo estoy pensando en Asunción. Por un lado puso en valor la importancia del otro. O sea, si el otro se cuida, yo estoy cuidado. En nuestra idea de libertad tu libertad termina donde comienza la mía. Es como una libertad competitiva. Y entonces se marcó otra idea de libertad. Yo no soy libre si vos no sos libre. Si vos no estás cuidado, yo estoy en riesgo también. Puso de resalto la importancia de la solidaridad. Que le hayamos dado pelota es otra cosa, pero lo puso. Igual nos costó mucho. Que los paraguayos que estaban afuera que se queden encerrados en los refugios. Nos asustó muchísimo porque no estábamos tan entrenados para lo solidario colectivo. Puso en valor también lo que las mujeres lograron como logran todo casi todo el tiempo, gestionar la urgencia. Y cuando se decía “epyta nde rógape” se decía que como persona jornalera no importás. Y algunos grupos sociales fueron particularmente lastimados, la infancia fue lastimada, la ancianidad fue lastimada, porque son personas que ya viven luego muy encerradas. Lo que ya tenía deuda de cuidado se agudizó más. Y después emergieron algunas cosas para mí interesantes como, por ejemplo, este grupo Cambachivache, que puso en valor el intercambio, el trueque, en lugar del intercambio monetario. O sea, otra forma de economía. Y también se inventaron otras formas de cuidado que tienen mucho que ver con la salud mental comunitaria.
–¿Cómo estamos con nuestros viejos?, ¿cómo los está tratando la sociedad?
–Creo que primero no tenemos políticas públicas para la tercera o cuarta edad. O sea, ser anciano y caminar en Asunción es súper complicado. No hay rampas, no hay veredas. Hay enormes escaleras. También hay como una cosa muy terrible, que es como el endiosamiento de los cuerpos juveniles. Entonces hay como toda una estética antianciana. Es como el chiste que yo le hice a tu compañero cuando me dijeron “señor”. Es como que todos estamos asustados de envejecer. Creo que es un sector claramente desprotegido.
Apabullante movimiento de los hinchas de Olimpia, que a falta de una semana para el compromiso ante Trinidense en Encarnación agotaron completamente las entradas. Un total de 14.500 boletos se pusieron a disposición y horas después ya estaban todos vendidos, en lo que fue un frenético día en la Perla del Sur.
El Franjeado jugará por primera vez en el reinaugurado estadio Villa Alegre, por eso también la ansiedad de parte de los hinchas. El presidente del club, Miguel Cardona bautizó como la Perla de la Ciudad de la “O”.
Por otro lado, el staff del campeón vigente se instalará en Encarnación el miércoles 15 con la idea de seguir captando socios. El objetivo es poder llegar a asociar unos 1.000 hinchas. En cuanto a lo futbolístico, el conjunto dirigido por Julio Cáceres recibe mañana a un herido equipo de Tacuary, que tendrá a Carlos Humberto Paredes debutando en el banco de la visita. Para ello, Olimpia tendrá dos variantes teniendo en cuenta el último duelo ante Luqueño.
El colombiano Sergio Otálvaro ingresa por Víctor Salazar, quien se recupera de una rotura fibrilar. Otro de los cambios será la zona izquierda de la defensa, ya que se vendrá el debut de Facundo Zabala, el lateral argentino reemplaza a Iván Torres, quien viene recuperándose de un cuadro febril. Miguel Romero, médico de la institución, descartó que Torres esté con dengue o chikungunya tras realizarle los estudios al jugador, que no estaría todavía en óptimas condiciones para poder disputar el encuentro.
En un ambiente de euforia masiva, millones de personas acompañaron por las autopistas y calles de Buenos Aires el recorrido de Lionel Messi y su selección en la caravana para celebrar la copa del mundo, la tercera de Argentina, en una manifestación de dimensiones jamás vista en la capital.
En un autobús descapotable, que avanzó muy lentamente tratando de abrirse paso entre la multitud, los jugadores con sus medallas al cuello mostraban exultantes la copa conquistada el domingo ante Francia.
El recorrido, que comenzó poco antes del mediodía local no pudo completar los 70 kilómetros estipulados. Millones de personas se han movilizado a lo largo de todo el recorrido de la caravana.
EN HELICÓPTERO
Lionel Messi y los demás integrantes de la selección argentina campeona del mundo dejaron el autobús en el que se desplazaba por Buenos Aires para celebrar su título mundial y saludaron desde un helicóptero, pues la gran aglomeración de gente impidió que prosiguieran por tierra al céntrico Obelisco.
“Este grupo es una locura, lo hicimos”, celebró el astro Lionel Messi luego de que Argentina se clasificara a la final del Mundial de Qatar al golear 3-0 a la Croacia de Luka Modric en el estadio de Lusail.
“Pasan muchas cosas por la cabeza, muy emocionante ver todo esto. Como dijimos desde el principio, ver toda esta gente, la familia, durante todo el Mundial, fue algo increíble lo que vivimos. Vamos por el último partido, que es lo que queríamos”, afirmó el “10″ a la televisión al término del partido.
Hinchas albicelestes vibraron en el estadio.FOTO:MARLENE TORRES
Autor del 1-0, de penal, Messi tuvo otra buena noche al asistir de manera magistral a Julián Álvarez en el 3-0 definitivo contra unos croatas que no estuvieron finos en defensa.
Con su anotación, “La Pulga” alcanzó al francés Kylian Mbappé como máximo artillero de la Copa del Mundo, ambos con cinco dianas.
“Hace tiempo que estoy disfrutando de esto, de este Mundial, más allá de que nos tocó empezar perdiendo, estábamos confiados en que este grupo lo iba a sacar adelante. Le pedimos a la gente que confiara porque sabíamos lo que somos. Este grupo es una locura, lo hicimos, lo hicimos, vamos a jugar una final más. Una vez más Argentina está en una final de una Copa del Mundo”, afirmó.
El aficionado que viajó desde Bangladesh
hasta Qatar para alentar a la selección Argentina.FOTO:MARLENE TORRES
Messi, de 35 años, dedicó la clasificación a la final a su familia y al pueblo argentino.
“Mi familia es lo máximo para mí, la que me acompañó siempre. Hemos pasado duras, hemos pasado muy buenas, y hoy nos toca vivir una espectacular, así que disfrutándolo con ellos y con toda la gente que está en Argentina, que no tengo duda que debe ser una locura también”, cerró.