El creador mexicano Gerardo Rivera Suaste, conocido como “Fósil”, tuvo una estadía imprevista de cinco meses en el Paraguay tras haber quedado varado aquí con la declaración de cuarentena total, en marzo del año pasado. Sin embargo, esta situación de incertidumbre la revirtió en una fructífera experiencia que se materializó en la serie “La Mirada, Costumbrismo Contemporáneo”, cuadros que están en exposición en la Embajada de México en Asunción. Rivera volvió recientemente al país para sumar otra obra: el mural “Flor y Canto”, que es un homenaje a la historia mexicana en un año muy especial.

“No tenía planeado quedarme tanto tiempo. Había venido invitado por el Movi­miento Muralista Tetãgua para representar a México en un encuentro internacional y tenía pensado volver a media­dos de marzo, pero me sorpren­dió la cuarentena general y el cierre de fronteras”, empezó contando el destacado artista y muralista mexicano Gerardo Rivera Suaste, conocido con el nombre artístico de “Fósil”. Aquella inesperada situación ocurrió el año pasado, cuando Rivera había arribado al país a fines de enero y fue sorpren­dido con la declaración de la pandemia del covid-19.

Esa estadía fuera de los planes se extendió por cinco meses, en los que, según cuenta, la solida­ridad de la gente fue su forma de sustento. Pero antes que que­darse en la incertidumbre, el artista comenzó un proceso de encuentro muy especial y par­ticular con la cultura y las tradi­ciones paraguayas. “Fue darle la vuelta a la situación y empe­zar a enfocarme en lo positivo. No fue solo quedarme a espe­rar, sino empezar a producir. Empecé a observar todo este costumbrismo paraguayo, a investigar la historia, sus per­sonajes y verlo todo como un niño con los ojos abiertos desde mi cosmovisión como extran­jero. Empecé a encontrarme como varias expresiones que me parecían de lo más parti­cular, como ‘ñamongaru’, que se hace con los dedos. En una oportunidad en que estuve de acuerdo con alguien en una idea me puso la mano y me dijo ‘emongaru’, y yo no entendía que era”, recuerdo. Esta escena del cotidiano le sirvió de inspi­ración para uno de los cuadros que pintó en su “exilio” para­guayo y que forman parte de la muestra “La Mirada, Cos­tumbrismo Contemporá­neo”, con pinturas en varios estilos inspiradas en la histo­ria y el cotidiano del Paraguay.

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El destacado muralista Gerardo Rivera Suaste, “Fósil”.

“Fósil” volvió al país reciente­mente –ya con una agenda más segura– para habilitar la mues­tra en la Embajada de México en Asunción, donde está abierta al público, pero con agenda­miento previo (ver cuadro).

Otra obra que marca su retorno al país es el mural “Flor y Canto”, que fue plasmada en una de las paredes del espa­cio cultural “Juan Rulfo” de la sede diplomática y constituye un recorrido artístico por la historia mexicana, en el año en el que se recuerdan los 700 años de la fundación de México –Tenochtitlán; los 500 años de la ocupación militar y la resis­tencia indígena, y los 200 años de la Consumación de la Inde­pendencia (el 27 de setiem­bre), según explicó el embaja­dor de México, Juan Manuel Nungaray. “A esto se suma una cuarta celebración que son los 100 años del muralismo mexi­cano”, agregó. El mural fue un obsequio a la delegación diplo­mática y llevó alrededor de un mes en su concepción como idea y una semana de trabajo para plasmarla en el mural. La curaduría de la muestra estuvo a cargo de la artista paraguaya Noelia Duarte, quien también participó en la elaboración de “Flor y Canto”.

LA MIRADA

“Fósil” guarda gratos recuer­dos de su estadía en Paraguay. “No me sentía extranjero, me hicieron sentir como de la fami­lia, me invitaban a los asados riquísimos y todo eso ayudó para que me pueda sentir moti­vado a hacer estas obras, que justamente se concretaron en ese tiempo de cinco meses”, señaló Rivera.

Entre las motivos que inspira­ron la serie “La Mirada, Cos­tumbrismo Contemporáneo”, se pueden ver elementos his­tóricos, como un cuadro con el rostro del mariscal Francisco Solano López, realizado en aerografía y acrílico. “La obra es una pintura metamórfica, ya que dentro de la figura de López se puede notar que hay otra figura escondida”, explicó el artista. Rivera también rinde un homenaje a los niños már­tires de Acosta Ñu y las muje­res paraguayas “que salieron a defender su patria y defender las familias, y les tocó recons­truir esta nación”, agregó.

También se inspira en la música paraguaya y su artesanía, y en este caso utiliza a la galopera como protagonista de uno de sus cuadros. “Empecé a inves­tigar sobre el folclore y hay cosas que me parecieron de lo más geniales por la similitud que tiene con el folclore mexi­cano”, contó.

De lo histórico salta a lo coti­diano, donde descubre al ser paraguayo en sus tradicio­nes diarias. Incluso se mime­tiza, ya que en uno de sus cua­dros se autorretrata como un “paraguayito”, descansando en una siesta estibal en una silla cable. “Yo ya me sentía para­guayito”, confesó Rivera. Tam­poco podía faltar el ritual del tereré y los remedios refres­cantes, así como una pinto­resca escena del tereré rupa, pero cambiando el “menú” por un apetitoso taco mexicano. “Con estas obras fui agrade­ciendo a la gente lo mucho que hizo por mí acá en Paraguay”, señaló finalmente el artista.

CONTAR LA HISTORIA EN UNA OBRA DE ARTE

“Los cantos e historias se aprendían de memoria, pero en aquel tiempo existían varios carteles con diseños y signos fonéticos que los sacerdotes indicaban con el dedo mientras entonaban un poema, a esta actividad se llamaba ‘cantar pinturas’”. De esta forma el artista “Fósil” hizo una introducción al concepto del mural “Flor y Canto”.

“Este mural está compuesto por iconografía que nos remiten a varios momentos en la historia de México, donde la línea de tiempo es evidente por medio de los números grabados en Quetzal­cóatl que transita por todo el mural como elemento integrador y narrador de la historia. Par­tiendo de los 700 años de la fundación de Tenochtitlán, donde al fondo se vislumbran los vol­canes Iztaccíhuatl y el Popocatépetl al fondo, posteriormente se aprecia la majestuosidad de la gran Tenochtitlán”, agregó.

El mural conjuga una serie de elementos, personajes y lugares representativos de la historia de México, en un colorido recorrido artístico muy didáctico. Se enfoca en el encuentro de las dos culturas, la azteca y la europea, así como en la conmemoración de los 500 años de la resistencia indígena y los 200 años de la consumación de la independencia de México, entre otros momentos de relevancia. “Como elemento final, pero no menos importante vemos el México moderno, donde se aprecia en la parte inferior izquierda el edificio de Bellas Artes, la antigua Basílica de Santa María de Guadalupe ubicada a pies del cerro del Tepeyac, así como el Palacio Nacional y el Zócalo con su bandera mexicana, que fueron construidos sobre la gran Tenochtitlán”, explicó “Fósil”.

La técnica utilizada en el mural fue el acrílico, pero también se utilizó mucho el aerosol y el aeró­grafo, lo que garantiza una resistencia mayor. “Esta obra va a perdurar, va a durar 100 años”, señaló Rivera durante la inauguración de la muestra.

Por su parte, Noelia Duarte, quien es curadora de la exhibición destacó lo enriquecedor que fue el proceso de concepción y elaboración del mural, ya que en el proceso se fueron develando las similitudes entre la cultura paraguaya y la cultura mexicana. “Muchos momentos de la historia de México, de su resistencia y sus elementos se pueden observar también en nuestra historia. Por eso es que este mural tuvo esa conexión tan especial”, agregó Duarte.

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