Por Rodrigo Cardozo Samaniego, rodrigambia@hotmail.com

Fotos: gentileza del autor

El 25 de mayo de 1773 fue la fundación de Concepción y en esta entrega sobre las particularidades de esa importante y particular ciudad, el autor, gestor cultural e investigador nos habla sobre la conquista espiritual y los pueblos de indios.

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La evangelización de los guaraníes en la América meridional constituyó una de las empresas de mayor aliento que haya llevado a cabo la Iglesia en el recién constituido imperio español en las indias. Una de las primeras disposiciones del rey Carlos V fue la de llamar a los eclesiásticos y exhortarlos a catequizar a los indios a que oyesen la doctrina cristiana, respetando a los sacerdotes que se la enseñasen. (Antonio Ruiz de Montoya. La Conquista Espiritual del Paraguay, Pág. 10).

Aun cuando la Iglesia, con capellanes seculares y frailes, actuó en el Río de la Plata y Paraguay desde la expedición de don Pedro de Mendoza, habrían de transcurrir diez años para que se formalizara institucionalmente su presencia con la creación de una diócesis (1547), y para que tal medida trascendiera efectivamente en el territorio, se erigió la primera Catedral de Asunción (derrumbada por un raudal y rehabilitada más al sur en 1692), con su correspondiente “Cabildo Eclesiástico” en 1548, con su primer obispo Franciscano Fray Pedro Fernández de la Torre, llegado en 1556 acompañado de clérigos y frailes de La Merced y de San Francisco. (Anuario de la Academia Paraguaya de la Historia, Vol. XV. Año 1976. Rafael Eladio Velázquez. Iglesia y Educación en el Paraguay Colonial, Pág. 98/99).

Esa fue sin duda la época en que se pusieron los primeros misioneros en los pueblos y que Domingo Martínez de Irala con más sabiduría y política que cuantos después habían venido por el norte reunió formando cada uno de agregado de diversos cacicazgos, señalándoles sitios en 1539, en el río arriba, por ejemplo los pueblos de San Pedro del Ypané y Guarambaré, y más tarde el de Perico Guazú, bajo las órdenes del capitán Juan de Garay en 1578. (Autógrafo Inédito de don Félix de Azara. Descripción Histórica, Física, Política y Geográfica de la Provincia del Paraguay, Pág. 31).

Cuando en 1584, el dominico fray Alonso Guerra tomaba posesión al frente de la diócesis, había impulsado algunas reformas del clero y administró las primeras ordenaciones sacerdotales en estas tierras, al franciscano Luis Bolaños y al criollo paraguayo Rodrigo Ortiz Melgarejo, hijo este del fundador de la Ciudad Real del Guairá y de Villa Rica del Espíritu Santo. Aparte de los de Asunción, existían curatos de españoles en Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes, Concepción de Buena Esperanza, Ciudad Real del Guairá, Villa Rica del Espíritu Santo y Santiago de Jerez, y los de indios que habían comenzado a formalizarse recién hacia 1597. (Velázquez, Pág. 101).

Franciscanos y jesuitas desempeñaron tareas fundacionales que dieron las bases a uno de los más originales intentos de construir una cristiandad americana modelo, capaz de vivir de acuerdo con los principios de su fe y en armonía con el resto de la sociedad colonial bajo un proyecto bien elaborado por Antonio Ruiz de Montoya. Esa obra de Montoya tuvo precursores insignes entre los franciscanos, como fray Luis de Bolaños y fray Alonso de San Buenaventura, y entre los mismos jesuitas, como Diego de Torres, José Cataldini, Simón Masceta, Marciel de Lorenzana, y en el norte, especialmente los padres José Sánchez Labrador, José Martín Mantilla y Francisco Miguel Méndez Yofre. (Ruiz de Montoya, Pág. 10).

El cura de San Pedro del Ypané, fray Miguel Díaz, también era el doctrinero de Guarambaré y Perico Guazú al momento del abandono de dichos pueblos (1673). Al fundarse la reducción de Nuestra Señora de Belén (1760), el cura del mismo, José Sánchez Labrador, hacía de doctrinero en las reducciones ubicadas en el Alto Paraguay. (Azara, Pág. 176).

LA PRIMERA IGLESIA DE LA VILLA REAL

(Medida, trazada, pero no edificada)

En los documentos del Archivo Nacional de Asunción que hacen referencia a la fundación de Concepción en 1773 se puede leer que está “…medida la iglesia, de treinta varas de fondo y nueve de frente…”, lo que hace suponer que solo estaba trazada y no edificada. (ANA-SH- 139n3-23-31). El padre Pedro Domínguez, cura doctrinero de Belén, fue el primero que empezó a leer el evangelio a los milicianos y civiles de la nueva población. El citado cura solicitaba se le asigne un salario en razón a que desde la fundación de Belén (1760) no recibía sueldo alguno. Acá tenemos el origen de la primera iglesia del pueblo de españoles Villa Real. (ANA-SH-365n1-1-269).

Dibujo: anónimo, 1815.

UN RANCHO PEQUEÑO, LA PRIMERA CONSTRUCCIÓN

El 8 de noviembre de 1789, un año después del traslado de la Villa Real más al sur de su enclave original, el comandante de la Villa Real, don Joseph Bolaños, informaba al gobernador Joaquín Alós, “… que se le hace forzoso prevenir a V.S., de varias cosas que tal vez no sea las que hayan comunicado y es muy del caso no las ignore para el remedio y consuelo de estos infelices vecinos tanto en lo espiritual como en lo temporal. Me parece faltaría a la caridad sino expusiera a V.S., que en este curato se está careciendo de un cura que sea ejemplar como igualmente en los demás de estas fronteras porque considere V.S., a este cura que ignora la doctrina en guaraní y sus feligreses no saben ni entienden de la castilla, y por esto no se le da nada ni menos por ninguna cosa que sea del culto ni de la religión…, en esta Villa que solo lo es en el nombre, pues no ha habido hasta ahora quien se interese en hacer ni mandar que se haga un rancho que sea mediano que sería útil el que se le auxiliara a este comandante que se interesa en hacer algo con algunos presidiarios para recomponer la iglesia que está muy indecente y que ayuden a los vecinos para que hagan sus casitas y formen en orden el pueblo que hasta ahora no lo hay”. Acá tenemos el primer registro de la primera construcción de la iglesia, que era un rancho pequeño, con techo de paja y en muy mal estado. (ANA-SH-365n1-1-269).

Recién para 1790, la Villa Real se erigió en parroquia. Antes, la Villa Real dependía de la entonces viceparroquia de Piribebuy. Su jurisdicción se dilataba por el sur hasta el río Ypané, por el oeste el río Paraguay, los pobladores se extendían hasta 16 leguas por el este y 12 leguas al norte. (Azara, Pág. 176).

Imagen actual.

EL CASI ABANDONO DE LA VILLA REAL

En el año de 1797 ocurrió algo insólito, los oficiales, vecinos y hasta el comandante de las tropas auxiliares de la Villa Real, don Rafael Requejo, elevaban en una sola nota, tanto al gobernador Lázaro de Ribera como al ilustre Cabildo de Justicia y Regimiento, protestando “…el total abandono por parte de las autoridades a las católicas armas, paz y concordia de la Santa Fe y como buenos vasallos, acordamos unánimes recurrir a hacernos presentes, en atención a que, cerca de medio siglo se ha conservado la paz con la nación de indios mbayas, sin ningún medio ni esperanza a la religión nuestra, antes sí, a más tiempo traernos subordinación y hechos tributarios a su imperio, como es sufragando la insoportable gratificación aun siendo con grave perjuicio de estos pobres pobladores, a quienes les consumen sus haciendas y alimentos laboriosos con violencia… Ya van tres invasiones en esta población sin haber siquiera recibido auxilio por parte de las armas de nuestro soberano. En virtud de lo que llevamos expuesto, según nos dicta nuestra experiencia, el único medio que nos queda es abandonar este lugar y trasladarnos a Asunción, pues nos vemos precipitados por el amor natural de desear salvar a nuestras familias, que se encuentran en consternación de que en algún momento lleguen a padecer el cautiverio, lo que sería muy sensible a todo el orbe cristiano, lo que suplicamos a ese superior gobierno resolver sobre los puntos indicados y que convengan a nuestra defensa”. (ANA-SH-172n1-1-17).

Construcción de la época de don Carlos A. López.

LA ÚNICA CASA EN TODA LA VILLA CON TECHO DE TEJA

El martes 17 de agosto de 1803 llegó a las costas de la Villa Real el piloto primero de la Real Armada Española de la Tercera Partida Demarcadora de Límites, don Ignacio Pazos, y anotó lo siguiente: “…a las 7h 48′ llegamos al puerto de la Villa de la Concepción en donde paramos. Frente a este puerto está una isla a medio río, que lo estrecha en esta parte. La Villa se halla situada unas 400 varas de la orilla del río, en un terreno llano, de tierra dura loza, y se conoce que a pocas aguas no se puede caminar: es muy corto el número de casas que forman una plaza, en cuyo costado oriental está colocada la capilla, que es un galpón de teja. Como las casas aún no están en orden, no está la plaza aún cuadrada, pero ya está delineada para formarla luego que edifiquen: las pocas que hay son de paja, y el número de familias es muy corto; las más están en la campaña. Un comandante secular le gobierna, bajo cuyo mando están todos sujetos: tiene un cura para el pasto espiritual, el que es clérigo”. (ANA-SH-190n3-50-63).

DESTRUIDA POR LA TEMPESTAD

E 14 de julio de 1808, el comandante de la Villa Real, el coronel José de Espínola, escribía al gobernador Manuel Gutiérrez, solicitándole “…la indispensable necesidad de echarse mano cuanto antes a la nueva iglesia que se está intentando hace muchos años… quedó enteramente ruinosa e incapaz de celebrarse en ella el santo sacrificio de la misa, por los efectos de una gran tempestad de viento, que padecimos la noche del 8 de julio del presente. Espero que V.S. se digne permitir su erección y dar las providencias que sean conducentes para la práctica y breve conclusión de tan precisa y santa obra. Yo y todos los vecinos estamos prontos a contribuir con lo necesario siempre que veamos la cosa en plantas, pues han experimentado que habiendo contribuido el vecindario en los años pasados con porción considerable de yerba, entró solo en el fondo de la fábrica un corto caudal, no correspondiente al que debía producir aquella de que se hizo cargo don Francisco de Quevedo, ahora a tres años de no habiendo reparado una gotera en todo este tiempo. Con esta misma fecha escribo igualmente sobre el particular al Sr. gobernador del Obispado, y que se sirva nombrar un nuevo mayordomo de celo y aptitud, así como lo verifica el cura y vicario de esta Villa”. (ANA-SH-365n1-1-269).

LA IGLESIA DURANTE LA INDEPENDENCIA

Dos meses después de la revolución de la independencia, a las 8:00, del 15 de julio de 1811, “…comparecieron en la casa de Francisco de Quevedo (ya que la casa del Rey, residencia de los comandantes, años atrás por ruinosa se hizo adjudicar el ex comandante José de Espínola y Peña, de triste memoria), el teniente cura Ibarbals con el presbítero Miguel de Mendoza, el diputado consular, administradores de Correos y Real Hacienda, oficiales militares y demás vecinos, donde con la mayor solemnidad y ternura, juraron ante Dios y los santos evangelios reconocer la autoridad de la Junta Superior Gubernativa. Allí expresaron que no atentan contra ella directa ni indirectamente y propenden a que sea obedecida y respetada. Concluido el solemne acto y estando el capitán Juan Francisco de Echagüe y Andía a la cabeza de la tropa que en dos alas estaba formada, le mandó Quevedo que hiciese salva la fusilería triplicadamente, correspondiendo a ella la artillería de la plaza en número de veintiún tiros, enarbolando en ese tiempo la bandera del señor Fernando VII. Inmediatamente se dirigieron todos los presentes a la “iglesia matriz”, donde se cantó la misa y el Tedeum en acción de gracias, continuando la tropa con salvas hasta concluido el acto. Por las noches se iluminaron las calles y hubo convites en la Villa”. (ANA-SH-Vol.213).

Este último refaccionado su frontis en 1897.

EN ÉPOCAS DE RODRÍGUEZ DE FRANCIA Y CARLOS A. LÓPEZ

Desde la construcción de la primera capilla que data del año de 1789 y durante todo el gobierno del Dr. Francia (1813-1940), la misma sirvió como morada de los muertos. También se habla de otra refacción donde por primera vez se utilizó cal y “tejas de loza”, los karanda’y eran cortados en el chaco y las tacuaras se traían de la zona del Aquidabán Nigui, esta construcción data de 1813/1815. (Archivo particular de don Pedro Alvarenga Caballero. Aniversario de la Diócesis de Concepción y Amambay).

Pero fue en el período del gobierno consular de don Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso que, considerando necesario hacer la “distinción que debe haber entre la casa de adorar a Dios y el lugar de los sepulcros de los cuerpos muertos”, se promulgó un reglamento para la construcción y administración de los cementerios de las parroquias de la campaña. De inmediato se inició la construcción de cementerios en las principales poblaciones del interior. El secretario del gobierno, don Juan Andrés Gelly, notificó de esta resolución al vicario general y juez eclesiástico, presbítero Marco Antonio Maíz, para su cumplimiento. El vicario ordenó en consecuencia al cura párroco de Villa Concepción, José Manuel Rivas, para “que con previo aviso del mayordomo de fábrica haga la bendición de dicho nuevo cementerio con las solemnidades prevenidas en el ritual romano, siendo de su deber enseguida dar a entender a sus feligreses la distinción que debe haber entre la casa de adorar a Dios y el lugar de los cuerpos muertos, y cuán importante y útil es esta obra en beneficio del aseo y decencia del templo de Dios, y de la preservación de la humanidad contra la fetidez pestífera causada de los cadáveres sepultados en la iglesia”. Tal es el origen del primer cementerio de Concepción del cual nos ocuparemos en otra oportunidad. Estuvo ubicado en la manzana hoy formada por las calles Oliva, Pedro Juan Caballero, Iturbe y Eligio Ayala. (Teófilo Javier Medina. Historia Fragmentada de Concepción, Págs. 82/85).

LA IGLESIA DE CONCEPCIÓN EN EL SIGLO XX

La Diócesis de Concepción fue creada por Bula “Universi Dominici” del 1 de mayo de 1929, promulgada y ejecutada el 8 de setiembre de 1929 por monseñor Felipe Cortessi, entonces nuncio apostólico ante el Gobierno del Paraguay, residente en Buenos Aires. La Diócesis de Concepción y Chaco estuvo establecida a partir de la Diócesis Católica Romana de Paraguay y la Prefectura Apostólica de Pilcomayo, el 7 de julio de 1949, la diócesis fue renombrada como la Diócesis de Concepción y tuvo como primer obispo a monseñor Emilio Sosa Gaona, ordenado el 15 de mayo de 1932. (Monseñor Emilio Sosa Gaona, primer obispo de Concepción y Chaco del Dr. Pedro Ruso).

En 1897, la iglesia mandada construir por don Carlos tuvo algunas refacciones y permaneció en pie hasta que se desmoronó en 1959. La construcción de la actual Iglesia Catedral comenzó en 1960 tras el derrumbe de gran parte de la antigua fábrica eclesial y la demolición de lo que restaba, concluyó en 1968 y el 8 de diciembre de ese año se llevó a cabo la misa inaugural. En su interior se puede encontrar una pila de agua bendita labrada en mármol rosado, el Grupo Escultórico de la Crucifixión de madera, la Virgen del Carmen, San José, el Sagrado Corazón de Jesús, un cuadro pictórico de Carlos Colombino y el altar que es obra del mismo, el cuadro de la Virgen de Chestokowa, obsequio del papa Juan Pablo II, y también ahí descansan los restos de sus primeros obispos.

EL AUTOR

Rodrigo Cardozo Samaniego es gestor cultural e investigador. Colaborador de la Comisión de Conmemoración del Sesquicentenario de la Epopeya Nacional (SNC), y de la Comisión Nacional de Puesta en Valor de los Sitios Históricos dependiente de la Cámara de Senadores.

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