Con la pasión con la que habla sobre la historia paraguaya, el arquitecto Jorge Rubiani conversó con Augusto dos Santos para el programa “Expresso” del canal GEN y dejó algunos conceptos sobre los acontecimientos que involucraron los protagonistas de la Guerra contra la Triple Alianza (1864-1870), que enfrentó a Paraguay con Brasil, Argentina y Uruguay. Habló sobre la necesidad de recuperar la memoria y de la importancia sobre conocer la verdad de lo que hicieron los aliados contra Paraguay en aquella cruenta guerra.

Fotos: Nadia Monges

Augusto dos San­tos (ADS): Debie­ron ser días muy difíciles aquellos de hace 152 años en Asunción, con la ocupación, con 20 mil ocupantes…

Comparativamente con lo que pasó antes, nada difícil. Toda la época anterior a la ocupación de Asunción fue muy penosa para todos los paraguayos. Y en segundo lugar, ya no había paragua­yos en Asunción cuando lle­garon los aliados.

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ADS: Ya no había…

El 21 de febrero, entre la media tarde y noche, Asunción fue abandonada por sus ocupan­tes perentoriamente porque regía una disposición que cualquiera que fuera encon­trado dentro de Asunción después del abandono, iba a ser ejecutado sumariamente. Por lo tanto, nadie quedó y nadie pudo juntar sus bár­tulos como para movilizarse ágilmente por los caminos inexistentes que nos llevaban a Luque. Había un camino a Luque, pero las condiciones eran penosas, como están bien detalladas en algunos libros. Y obviamente, por eso es que hay muchos entierros en Asunción. No entierro de tesoros, precisamente, pero sí de personas que escondían sus pequeñas pertenencias, sus cosas de porcelana, sus aritos de oro, cosas así, pero nada más que eso.

ADS: Fue un saqueo a puer­tas abiertas.

El saqueo fue consagrado en el tratado secreto de la Triple Alianza, en un protocolo fir­mado en el mismo día. Esta fue una guerra de rapiña, fue una guerra para rapiñar al Paraguay con la excusa de la civilización, de la libertad o el derrocamiento de López. Pero esto no fue dejado a las hordas desbordadas tras la guerra o las hordas llenas de bronca por vengar sus muer­tos. Esto fue una elaboración intelectual que estaba escrita en el tratado secreto.

ADS: Y no fue una acción emotiva solamente.

No, pero sabés qué es lo que a mí más me duele, que hace 152 años no hubo ni un solo gobierno paraguayo que haya reclamado; al menos, “nde chera’a” ya no me vas a devolver nada, pero pidan por lo menos disculpas por lo que le hicieron al pueblo paraguayo, por lo que roba­ron, pidan disculpas por los niños que sustrajeron de su patria para llevarlos a otro lado. Y de cuya existencia ni siquiera se conoce. Algunos pudieron emerger tras esa catástrofe humana, pudie­ron contar su historia. ¿Y los demás? Los miles de para­guayitos que fueron lleva­dos, escondidos, secuestra­dos, probablemente abusados, no solamente sexual, no hablo sexualmente, hablo de todo tipo de abuso.

ADS: Que también los hubo

Y probablemente…

ADS: ¿Cómo era un día en la vida de la ocupación? ¿El poder, la delegación de poder estaba en el Pala­cio de López, cómo funcio­naba eso?

No, el Palacio de López estaba ocupado por la caba­llería riograndense. Ahí no había autoridades. Y de hecho, las casas de los López, que eran las casas más repre­sentativas, fueron ocupadas todos por los oficiales bra­sileños o de los que estaban acá. ¿Y cómo era un día? Era un día donde los solda­dos estaban sin obligación cuartelera. Y salían a reco­rrer toda la ciudad desman­telando todo, inclusive igle­sias y cementerios, para quitar a los muertos de sus féretros y sacarles los anillos, los dientes de oro, las joyas, lo que hubieran enterrado.

ADS: O sea, la palabra ensa­ñamiento queda corta.

Sí, además porque fue una cosa programada para desmorali­zar de hecho al Paraguay. Para decirle “ahora entiendan”.

ADS: Como para decirle, ahora empezá de nuevo.

Y no, en realidad ellos en ese momento ni pensaban que Paraguay podía resur­gir. Porque además le grava­ron con una cuantiosa deuda externa, que recién fue condo­nada la parte que faltaba por los argentinos, no devuelto el dinero que ya se le había qui­tado a Paraguay, pero recién 71 años después los argentinos y 72 años después los brasile­ños condonaron la deuda. Eso fue desastroso. Pero insisto, ni un solo gobierno para­guayo, ni colorado ni liberal, ni marxista o lo que fuera, reclamó algo a los aliados. Y ni siquiera reclamó que la educación histórica, absolu­tamente indispensable para forjar una nueva mentalidad de paraguayos, incluyera al menos un criterio de cuida­dos con esto, esto no son nues­tros hermanos, no son como se proclaman hermanos porque no lo son, no han demostrado serlo. Y en el caso de los bra­sileños es peor porque Brasil actúa como un imperio siem­pre. Brasil es imperio.

ADS: ¿Ellos también ejercieron una especie de cura­duría de lo que sería la polí­tica paraguaya de ahí en adelante?

Absolutamente. Y además está eso, querían una exis­tencia indigna para el para­guayo. Y eso está en un libro de una persona que ni siquiera es paraguaya, Harris Gaylord Warren, quien era un historia­dor norteamericano que hizo una interlocución bastante profunda con todos los sobre­vivientes de la guerra. Fue amigo de Bernardino Caba­llero, de Patricio Escobar, etc., y escribe un libro “Paraguay, revoluciones y finanzas”, y ahí demuestra claramente que Brasil determinaba toda la política paraguaya en cuanto, por lo menos, en las relacio­nes con el Brasil. Cuando en 1969 se prohíbe que los archivos del Paraguay sean conocidos, sean totalmente secretos, con un decreto del 21 de febrero de 1969, era una humillación para el Paraguay, era un acto de hostilidad que requería al menos una pro­testa del Paraguay. ¿Por qué? Porque los documentos eran secretos y específicamente lo relativo a las relaciones con el Paraguay, a la guerra de la Triple Alianza y los tratados de límites posteriores firma­dos con ellos. O sea, no eran los archivos por una razón estra­tégica diplomática brasileña, eran secretos para que el Para­guay no conozca el pasado. Y esos archivos siguen siendo secretos porque el gobierno socialista de Lula “compa­ñero” y el PT (Partido de los Trabajadores) los declararon secretos por otros 70 años más de esos archivos.

ADS: Y particularmente en la historia de los partidos políticos que nacen después de la guerra grande, ¿incide la política brasileña?

Claro. Era un poco como en la época de Stroessner. Stroess­ner te dejaba en paz, siempre y cuando no te metías con él. Si no hacías o decías nada contra el régimen. Vos podías sobre­vivir lánguidamente en este país, como muchos sobrevi­vieron, y eso era todo. Y con el Brasil pasaba lo mismo. Al punto que cuando Juan Wal­berto González, miembro fundador del Partido Colo­rado, excombatiente contra la Triple Alianza, práctica­mente desde la adolescencia él decide, o él sugiere, pro­pone, que José Segundo Decoud fuera el candidato a presidente que le iba a suce­der. Lo que significaba que iba a ser el candidato a presi­dente del próximo periodo. El Brasil tenía un ministro ple­nipotenciario, pero envía a Amaro Cavalcanti, destacado diplomático del imperio brasi­leño, para desmantelar la can­didatura de José Decoud. ¿Y entonces quién? Entonces les convoca a Caballero, a Escobar y a Egusquiza, que había recién ascendido, y entonces se decide entre los tres que fuera Juan Bautista Egusquiza. Pero en realidad, el que daba la bendi­ción, el “habemus presidente”, era el Brasil.

ADS: Era una casualidad o era una opción, que era más militarista que civilista

Lo que pasa es que probable­mente los aliados que incor­poraron a la nunca formada región paraguaya encontra­ron que esos muchachos no tenían la vocación de poder y sobre todo la personalidad que tenían los soldados de López, como los llamaban despecti­vamente… Y al final se queda­ron con ellos. Es decir, Brasil, claramente, apadrinó a los políticos y a los excombatien­tes de López que fundaron el Partido Colorado, y los argen­tinos a los liberales. Harris Gaylord Warren dice que por eso y por esa vez solamente triunfó la revolución liberal de 1904, porque fue organizada, financiada e implementada desde Buenos Aires, por lo cual, los brasileños no tenían vela en el entierro.

ADS: Para mí una histo­ria fascinante y hasta iró­nica, diría, el fin de dos líde­res regionales tan potentes como José Gervasio Artigas y Domingo Faustino Sar­miento en Paraguay. ¿Qué te dice la historia con esto?

Bueno, vinieron por dos razo­nes completamente distintas y en épocas diferentes. Artigas sabía que el único lugar seguro para él, lejos del alcance de sus implacables enemigos, era el Paraguay. Artigas vino en busca de protección porque todo el mundo buscaba, y ade­más de Artigas hubo muchas familias entrerianas, santafe­sinas, que buscaron refugio y lo lograron en Paraguay. Sar­miento viene por otras causas. La historia oficial dice que él vino por motivos de salud. Yo creo que Sarmiento, y esta es la posición de Rubiani, des­pués de leer montón de cosas, en 1868 él asume la Presiden­cia, sucediendo a Bartolomé Mitre, y se da cuenta que la provisión del ejército argen­tino fue una gran corrupción que favoreció a los amigos de Mitre y se da cuenta que esa guerra pudo haber termi­nado mucho tiempo atrás. Y creo que viene al Paraguay con un cierto criterio de redi­mirse por todas las barbari­dades que había dicho contra el Paraguay.

ADS: Porque había dicho…

Verdaderas barbaridades.

ADS: Que se agrava con el hecho de ser un intelectual.

Sí, pero no fue solamente Para­guay el blanco de sus agravios. A todo aquel que se le ponía en contra, lo apartaba con insul­tos. Pero aparte de eso, su hijo muere en Curupayty. Por eso que creo que él le culpaba más a Mitre de la muerte de su hijo que al propio Paraguay. Por­que Curupayty fue una car­nicería mal pensada por los aliados. Y sobre todo Mitre se tragó la cantinela de Taman­daré (comandante de la Escua­dra Imperial Ciriaco Cutiño), quien dijo que iba a acabar las trincheras de Curupayty en pocas horas. El Paraguay ni se había movido.

ADS: Ni a los mosquitos espantaron…

Nada. El Paraguay tuvo 94 bajas en Curupayty, 52 muer­tos y 42 heridos, solamente. Contra los cerca de 7.000 y otros hablan de 8.000 bajas que tuvieron los aliados.

ADS: Fue una despropor­ción tan grande, puede que casi única en la historia de las guerras.

Fue un fusilamiento a man­salva. Porque aparte de eso, las condiciones no daban para la marcha. Una cosa es cuando tenés campo y tenés la posibilidad sin interferen­cia. Ahí vos tenías que sortear miles de dificultades, el loda­sal, y a parte de eso, cuando se acercaron a tiros de fusil y cañón, los destrozaron, los destrozaron.

ADS: ¿Igualmente ambos aportan alguna forma de reivindicación para la his­toria de Paraguay, no?

Lo de Sarmiento yo me refería a dos o tres hechos fundamen­tales. Cuando él llega a Asun­ción, no era presidente ni tenía cargo alguno. Por lo tanto, no hubo manifestación oficial de su ingreso. Lo reciben algu­nas personas del liberalismo apatrida –como diría Monta­naro– y unos escolares que le presentan la bandera para­guaya. Entonces, al agacharse a besar la bandera paraguaya, Sarmiento llora. Yo escribí en un artículo sobre eso y puse “los misteriosos jugueteos de la conciencia”. El tipo llora. Y ahí hace un discurso que es el segundo tema, diciendo que fuimos paraguayos los argen­tinos en algún momento de la historia y argentinos los para­guayos en otros momentos. Y eso se refería claramente a que cuando se abandona Buenos Aires en 1541, Asunción es la capital originaria y secular de la región, como dice otro his­toriador argentino, Ramón J. Cárcano. Y cuando en 1776 se hace la reforma de las inten­dencias, Asunción, Para­guay, pasa a formar parte de las intendencias del Virrei­nato del Río de la Plata. O sea, cuando nosotros nos vamos a defender a Buenos Aires por la invasión de los ingleses, en 1806, no nos vamos porque vamos a defender a los argen­tinos; no, teníamos la obliga­ción de ir a defender a nuestra capital, que era Buenos Aires. Por eso Sarmiento tenía razón en decir lo que dijo. Y el ter­cer elemento es que cuando va a morir, él pide que se lo entierre, o se lo envuelva en su féretro con una bandera argentina, una paraguaya, una chilena y una norteame­ricana. Por distintas razones, pero la paraguaya también. Que aparentemente no tenía razón alguna.

ADS: Seguís escribiendo sobre historias observa­bles, frontales, y sobre historias subterráneas, y nada más literal lo de sub­terráneo que aquello que leí alguna vez en algún comen­tario tuyo sobre los túneles de Asunción ¿Qué es eso?

Hay varias perspectivas para abordar el tema. Pero voy a empezar con la última. Hace un poco tiempo, cuando hubo un intento de asalto a un banco, recibo la visita, previa llamada telefónica, de una delegación policial y de la Fiscalía de Delitos Econó­micos para que yo les hablara de los túneles. ¿Por qué? Por­que según el policía que llegó a mi casa, dijo que habían recibido avisos del Brasil. “Maestro, ahí en tu ciudad va a haber un asalto por abajo de la ciudad”, y por eso frus­traron el asalto. Y querían saber más sobre el tema de los túneles. Y para que veas, siempre se dice que la histo­ria es unir la pieza. En este asunto vuelve a intervenir el Brasil. ¿Por qué?

ADS: ¿Y por qué sabían?

Eso, ¿por qué sabían? Cuando viene la delegación policial a mi casa. Y conté que yo sabía que existía, que había planos y uno de los desconocidos, que era brasi­leño, que estaba ahí, me dice “¿estos son los planos que usted tiene?”, me pregunta.

ADS: ¿Estaba en la dele­gación?

Sí. Estaba con ellos. ¡Y el tipo tenía más planos que yo sobre los túneles en Asun­ción! Y eso es lo que los bra­sileños tienen. Lo que ellos robaron y son lo que ellos habían hecho. Y volvamos a la historia de la ocupación.

ADS: Porque buscaron hasta bajo tierra.

Cuando ya buscaron todo lo visible, viene un excom­batiente, pero yo quiero que me puedas dar algo. Era tanta la miseria que se tenía en ese tiempo que por un plato de comida le dice “don fulano, yo trabajaba y él enterró allá”, y los brasileños prácticamente no dejaron espacios sin revol­ver. Y entonces, podían por­que además tenían la capa­cidad de hacer mapas. Brasil ocupaba un territorio y lo pri­mero que venía era el cartó­grafo y levantaba planial­quimétricamente el plano y hacía el plano, que son los únicos que tenemos en Asun­ción de esa época.

ADS: ¿Cuál podría haber sido la intencionalidad?

Los túneles son… A ver, vaya­mos al resto de América. Éra­mos colonia española como prácticamente toda América. Teníamos como el caso de Bue­nos Aires y Montevideo los mismos gobernantes en algu­nos momentos, por lo tanto podríamos haber tenido los mismos procedimientos para determinadas acciones. Escon­derse de indígenas, esconder tesoro, esconder tropas.

ADS: No era precisamente unir un lugar con otro, sino un recurso de resguardo.

Claro, y probablemente si hubiera esa intención, a partir de ciertas distancias. Pero por favor, la gente cree que tenía­mos una dotación para hacer un túnel de aquí a no sé dónde. Cosas así. Cuando descono­cemos la verdad, interviene la fantasía. Porque más que la ver­dad, la creatividad, la imagina­ción de la gente, es poderosa.

ADS: ¿Qué podés encontrar en el Panteón Nacional de los Héroes?

El Panteón fue un intento de lograr la reivindicación gue­rrera de Paraguay trayendo al Mariscal López allí. Pero empezó mal por dos cosas fun­damentales. En primer lugar, para consagrar la importancia del Panteón, que se le agrega a la función oratorio de la Virgen de Asunción, es el primer tema realmente. Porque el oratorio lo construye Francisco Solano López, y para traer los restos de López, se desnaturaliza el oratorio para convertirlo en Panteón. Nadie conoce a ese edificio como oratorio, sino como panteón. El segundo hecho, es que para consagrar la importancia del Panteón se demuelen todos los edificios del entorno y se deja un monu­mento neoclásico que requiere de la proporción y centralidad del entorno que requiere, y sin embargo queda en un rincón de la manzana, y entre los edi­ficios demolidos estaba la casa original de Francisco Solano López y del doctor Francia.

ADS: ¡No! ¿En esa misma manzana?

Sí, en la misma manzana.

ADS: ¿Pero se podía sal­var? ¿En qué año estamos hablando?

Sí, se podía salvar. Hablamos de 1936. Está el cartelito que pusieron “en este sitio estaba la residencia del doctor Fran­cia”. Pero no solamente eso. Sino que la casa de López, cuando López ya estaba en Paso Pucú, se convirtió en un hospital de sangre. Pero no en cualquier hospital de sangre, se convirtió en hospital para los oficiales heridos en accio­nes heroicas en la Guerra con­tra la Triple Alianza. O sea, fue la casa de López, estaba ahí el solar Rodríguez de Francia, fue el hospital de los héroes más connotado de la Guerra Grande y fue demolido. ¿Entendés?

ADS: Qué pena…

Y finalmente, la guinda de la torta es que los restos que traen no son de López. Porque saca­ron de un lugar donde no ente­rraron a López. Y hay decenas de testimonios y al menos cinco escritos importantes, uno de ellos de uno de los pro­tagonistas de aquellos tiem­pos, como Patricio Escobar, y otro del arzobispo Juan Sin­foriano Bogarín, que hace un recorrido para una gira pasto­ral a Ponta Porá, a Pedro Juan Caballero después, y le lleva Escobar y le dice, le quiero lle­var a usted para rezar frente a la tumba de López. Y él vuelve a decir, quiero jurar y arrodi­llarme frente a usted que aquí están enterrados López y su hijo. Y Sinforiano Bogarín le dice, general, yo lo conozco como una persona honorable, no tiene que arrodillarse, yo le creo. Y están todavía en Cerro Corá porque hay mucho que investigar y ver y rastri­llar el suelo de Cerro para encontrar cosas.

ADS: ¿Pero aún hay tiempo de que eso sea una reivindi­cación histórica, digo, hay tiempo arqueológicamente hablando?

Yo no sé si hay ese tiempo por­que no soy especialista en el tema. Pero lo que yo digo es que tenemos que hacer algo para recuperar la memoria.

ADS: Pero también es un gesto no, de la irreverencia siempre tiene su lado posi­tivo porque es una forma de salirse de la obediencia ciega, digamos. Pero esto de tradu­cir, esto de relativizar el atro­pello al Panteón, como una cosa de no, pero está bien que la gente se manifieste con toda libertad…

No, pero por favor. Es lo que dice la psicóloga chilena Pilar Sordo, creo que se llama, por supuesto que yo le tengo que obligar a mi hija que se vaya a visitar a su abuela, ella no quiere ir. Tengo que obligar a mi hija a que coma la comida porque si nos limitamos al gusto de los chicos es que van a comer hamburguesa todos los días. Entonces nuestra obliga­ción como gente adulta, sen­sata, estudiosa, conocedora, es obligar a la gente de lo que sabe ya es bueno o lo que ya se sabe forma parte de nosotros mismos. Porque qué hacen los árabes cuando quieren mani­festarse contra algo, queman la bandera norteamericana. Porque consideran que es el signo de mayor peso al que pueden dañar en un momento determinado. Y entonces nosotros podíamos decir, qué pio tanto el Panteón ¿Y qué te parece si también quema­mos la bandera? ¿Cuál es el límite de la libertad? El límite de la libertad es la responsabi­lidad. Es la libertad del otro. Porque bien puede alguien querer destruir el Panteón, pero para mí el Panteón es intocable. Entonces esas son las cosas que hay que tener en cuenta. Porque ahora unamos las piezas y volvamos a la Gue­rra contra la Triple Alianza, los brasileños especialmente, que la derrota fuera más dura para los paraguayos, y esto lo dice Ramón J. Cárcano, el histo­riador argentino, “los brasile­ños llevaron la presión al Para­guay al punto de casarse con las hijas de las mejores familias paraguayas para acentuar la presión sobre el vencido”. Esas son palabras de Cárcano. Para decir, miren, nos casamos con sus mujeres. Porque no había chance, y porque los hombres patriotas habían desaparecido del mapa asunceno.

ADS: Asunción finalmente elige nuevo intendente en breve y…

Si a mí me proponen ser inten­dente, entonces yo digo, fir­men un documento en donde se comprometen a bajar la pla­nilla de funcionarios a la mitad y que nos vamos a comprome­ter un solo funcionario más. Porque ahí está el quid de la cuestión, estamos gastando el dinero que la ciudad nece­sita como inversión pagando el sueldo de gente que no es nece­saria. Y eso se lo debemos a la clase partidaria. Ni siquiera le llamo clase política porque si hablamos de clase política, estamos hablando de un nivel de discernimiento de patrio­tismo y de sensatez, que debe ser característica de la clase política. Estos son mercachi­fleros partidarios que lo único que quieren es que el Estado les financie sus ínfulas de grande­zas y sus ambiciones.

ADS: Muchas gracias.

¿No fui muy vehemente?

ADS: Nooo… es lo que espe­rábamos.

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