El 2020 quedará en la historia de la humanidad por haber cambiado el mundo a partir de la pandemia del covid-19. Más allá de los números dramáticos sobre fallecidos, las otras cifras desalentadoras sobre gente que quedó sin trabajo o de las abrumadoras noticias sobre corrupción en el Gobierno, hubo un grupo muy importante de gente que le puso el pecho a la situación y confió en el trabajo, en la innovación, en la renovación. Es la gente que hoy resiste, a pesar de todo, y sigue generando una esperanza para lo que se viene.

Fotos: Gentileza.

La crisis crea oportunidades, dicen. Cuando arrancó el 2020, nadie imaginó que la actual sería universal ni que duraría tanto tiempo. Hoy se cumplen prácticamente diez meses de una pandemia que ha detenido al mundo y que ha transformado la forma de vida de miles de personas, y que sobre todo ha dejado mucho dolor en millones de hogares.

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Sin embargo, también esta crisis ha puesto a prueba la creatividad de mucha gente que hay sabido ingeniarse ante las adversidades y que se mostró como la resistencia a este drama de la pandemia que obligó al encierro, prohibió abrazos, obligó a distancias, pero no evitó que haya ingenio para que las cosas puedan seguir de alguna manera u otra.

La Nación Digital recogió una serie de testimonios de pequeños emprendedores que se han reinventado dentro de esta pandemia como una muestra de no bajar los brazos y no dejarse vencer ante la adversidad. Este es el caso, por citar una de las notas, de Ailton Ortiz, un artista de 40 años que si bien es cierto siempre le gustó todo lo relacionado al arte, no fue sino recién al inicio de la cuarentena impuesta a consecuencia del covid-19 que se dedicó a lo que le gusta: dibujar y pintar. Anteriormente trabajaba en organización de eventos.

Vive en la ciudad de San Antonio. Ailton relató que llegó a exponer en galerías, pero como su nombre no es reconocido, no llegó a vender sus obras, entonces se desanimó y tomó a los dibujos y a la pintura como pasatiempo y se dedicó a la docencia. Sin embargo, todo cambió con la pandemia, ya que los eventos fueron clausurados. “Me agarró de sorpresa, de contramano, como se dice, no tenía otra cosa que hacer y antes del Día de la Madre pensé en pintar las tejas que tenía en casa para vender 1 o 2 y como para salvar algo”, recordó. Fue así que a inicios de abril empezó pintando tejas, pero con un estilo claro, marcado, un trabajo de calidad.

Dijo además que no se trata de poner pintura y ya, porque él quiere hacer el trabajo bien, pone énfasis en cada detalle, lo que caracteriza a la mascota. “Por día hago 15 trabajos cuando estoy inspirado, pero el promedio es de entre 10 y 15 por día. En total hasta ahora más de 3.000 tejas ya pinté”, aseguró el artista.

El área de eventos realmente tuvo muchas “víctimas” laborales. Leslie Schaerer es event y wedding planner y al igual que cientos de profesionales del rubro como Ailton, se vio bastante afectada por las medidas de restricciones por la pandemia del covid-19. Por eso, Leslie emprendió un nuevo camino y en un sector completamente diferente, el servicio de desinfección, tan demandado en estos tiempos.

Aprovechando sus conocimientos y su trayectoria en lo que se refiere a eventos, se inició en el rubro de la limpieza y desinfección, bautizando a su emprendimiento como Desinfemax, que ofrece un proceso de esterilización de lugares que no representan peligro alguno para los humanos, animales y el ecosistema en sí. Según Leslie, se logra purificar el ambiente hasta en un 99,9% de cualquier tipo de virus, incluyendo el coronavirus, bacterias, hongos y dengue.

Según datos del Ministerio de Industria y Comercio (MIC), en Paraguay existen unas 250.000 micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) que generan el mayor porcentaje de gente ocupada laboralmente a nivel país. La pandemia afectó directamente el funcionamiento de muchos sectores donde las mipymes se han caracterizado por generar mano de obra.

Además de los eventos, otro rubro que se vio realmente golpeado fue el de los hoteles y hospedajes. Ña Rosa Caballero de Cabrera es cordillerana y tiene 73 años, junto a su marido tenía un pequeño hospedaje en Caacupé. Con la llegada de la pandemia tuvieron que cerrar, pero decidió que tenía que seguir trabajando porque es lo que ha hecho siempre. Por tal motivo, empezó haciendo tapabocas personalizados, y lo que en principio fue para la familia y amigos, un tiempo después ya se transformó en decenas de pedidos de todas partes: “Estudié alta costura en su época, entonces saqué los moldes y empecé a hacer las cosas. A los amigos les enviaba en el WhatsApp y les encantaba, bordado, todo personalizado. Vendí muchísimo, con gorra y tapaboca, todo bordado y personalizado con nombres y frases, como se pedía”, agregó ña Rosa.

La trabajadora mujer empezó contando a La Nación que la posada que tenían en Caacupé con su marido era pequeña, pero que alcanzaba para solucionar algunas cosas y sobre todo para servir a los demás, lo cual les gusta a ambos.

Poco antes de la pandemia, Ingrid Álvarez se quedó sin trabajo. Ella es vestuarista y trabajó en ese rubro en varios medios de comunicación hasta el año pasado, cuando la desvincularon en uno de los despidos masivos que hubo en el sector. Al despido, tiempo después llegó la pandemia y la situación parecía realmente crítica para conseguir un puesto laboral. Sin embargo, esto alentó a Ingrid a trabajar en la costura de vestidos y le permitió crear la Clínica del Vestido. Ella toma como un legado de su madre, Zuny Ortega, que ya lo había iniciado hace 21 años y tras crecer entre prendas, telas, máquinas de coser e hilos, Ingrid decidió revivirla luego de haber sido desvinculada de su último trabajo.

Su eslogan es justamente “Todo tiene arreglo”, porque en la Clínica del Vestido se encuentran soluciones a todas esas prendas que por diversos motivos sufrieron algunas imperfecciones. Así, la clínica básicamente se dedica a realizar arreglos en general; agrandan (“es lo que más que se pide con esto de la pandemia”, comenta entre risas), achican, transforman y también confeccionan nuevas prendas.

Ingrid es también conocida como Makuka Akãtrápo. Makuka que es un apodo impuesto hace un tiempo por un sobrino, y lo de akãtrápo por el gusto a los turbantes. Como pasatiempo, también se dedica a realizar collares, que pueden verse en sus redes sociales.

Otro caso que tiene La Nación Digital es el del parador y granja Kim, ubicado en el kilómetro 48 de la serranía de Caacupé. El parador tiene una maravillosa vista del lago Ypacaraí, mucha vegetación, transmite paz y tranquilidad de una brisa suave en medio de la naturaleza, con un enfoque gastronómico de calidad que invita a ser una parada obligatoria para los viajantes de la zona.

Benjamín Galeano Kim es el gerente general de la granja Kim, cuya idea como restaurante parador fue desarrollada ya en el 2015 para pasar a la primera fase con su habilitación en diciembre del 2019, pero sorprendidos en este 2020 por la pandemia, se vieron obligandos a cerrar durante 9 meses para reabrir las puertas, más firmes, desde el 10 de diciembre pasado.

La granja tiene una historia familiar que los Kim cuentan con mucho orgullo, ya que se trata del trabajo de años de sus abuelos, quienes fueron migrantes que llegaron a Paraguay con la idea de lograr el sueño de tener una familia en un país que para ellos, en ese entonces, era totalmente ajeno. Con respecto a la perspectiva que tienen, Benjamín se muestra muy positivo, incluso mirando futuras nuevas inversiones. “El nivel que hoy estamos ofreciendo es totalmente diferente y las exigencias del cliente cada día son más altas. Esto nos hace ir mejorando y buscando nuevas formas de cumplir con las mismas”, indicó el joven entusiasta.

LAS REDES SOCIALES

Una herramienta que tuvieron a su favor todos estos emprendedores y emprendadoras locales fue el uso de redes sociales. Desde páginas de Facebook hasta grupos de WhatsApp, donde ofrecen sus productos, fue el puntal necesario para acceder a un espectro de público mucho más amplio, que derivó en que más gente conozcan los servicios que ofrecen. Cada uno de ellos opera en las redes, donde consiguen clientes o pueden colocar sus productos para poder seguir dándole guerra a este momento difícil, pero en donde demostraron que se han convertido en la verdadera resistencia de los pequeños emprendedores.

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