El capítulo de hoy dedicamos a la versión gráfica de nuestras historias, con imágenes testimoniales de un tiempo pasado de la radiofonía nacional.
POR EDUARDO PALACIOS
En los relatos de nuestras historias hemos venido recordando a las figuras más importantes que han pasado por la radio en Paraguay, y los diferentes aspectos del rol que el medio ha venido cumpliendo en la sociedad. Asimismo recordamos los programas y las anécdotas que se originaron y se multiplicaron con las vivencias de ese grupo humano talentoso que conformaba el plantel de locutores, operadores y artistas, en una época signada por la bohemia y la vocación artística.
PROGRAMAS Y ARTISTAS
De los archivos que hemos colectado información, como las entrevistas personales, fotos, biografías y otros tipos de impresos, en nuestro capítulo de hoy ofrecemos abundante material gráfico de publicaciones como la Revista Ñande, Fa-Re-Mi y otras más recientes como La Farándula, una revista especializada en temas de los sectores artísticos, de la radio y la televisión, que bajo la dirección de Aída Lara se publicara por los años 80.
Las publicaciones tratan sobre lo que ofrecía la radio por años atrás, en los que resaltan los valores artísticos y la promoción del arte y la cultura nacional, hoy día semimarginado en las programaciones más importantes de los medios radiales de alcance nacional.
LOS AÑOS 60
En esos años actuaban en Emisoras Paraguay Roky Pontoni, un cantante argentino que cosechó éxitos con temas de Neil Sedaka, Paul Anka, y Del Shannon, en su versión en español. Por esos años también se presentaba en el auditorio de la Red Tricolor el cantante peruano Roberto Tello, un artista incaico enamorado del Paraguay, en donde vivió por varios años, que cantaba música de nuestro país, autor de la música de los clubes River Plate con Neneco Norton y Guaraní, con Gerardo Halley Mora y Saverio Ricciardi.
La actuación de Roberto Tello, cuya foto reproducimos en la página, estaba acompañado por el naciente Trío Paraná, conformado entonces con Reinaldo Gómez, Nino Palacios y Aníbal Núñez, uno de los grupos paraguayos más exitosos que hiciera carrera años después en los Estados Unidos de América, poniendo en alto la jerarquía y el talento de los músicos paraguayos.
Asimismo, por esos años el más grande cantante paraguayo de todos los tiempos, Luis Alberto del Paraná, tenía un ciclo de audiciones por la Red Tricolor de Emisoras Paraguay, los martes y jueves a las 21:05 tal como promociona la Revista Ñande en su edición de octubre del año 1960, en un aviso publicitario que reproducimos en esta página.
Por otra parte, en esos años Radio Teleco, con Miguel Ángel Rodríguez como animador, presentaba en su auditorio al cantante italoargentino Ricardo Roda, en los primeros años de su exitosa carrera artística. Don Miguel Ángel Rodríguez pasaría luego a Radio Guaraní como director artístico por varios años y como principal animador de los programas radiales y de cientos de festivales folklóricos que lo tuvo como figura central, y luego una exitosa trayectoria profesional por otros medios radiales y televisivos.
EMISORAS EXISTENTES
En la década de los años 60 estaban en el aire las siguientes emisoras: Radio Paraguay, Radio Guaraní, Radio Stentor, Radio Comuneros, Radio Teleco, Radio Mariscal López, Radio Cháritas y Radio Nacional; Radio Guairá, en Villarrica, Radio Ipir en Concepción y Radio Encarnación, en la ciudad del mismo nombre.
A mediados de la década, Radio Carlos Antonio López de Pilar; Radio Ñanduti y más tarde Radio Chaco Boreal, en Asunción. Son algunos testimonios de las emisoras de radio de las décadas pasadas, que se constituían en centros de la diversión de las familias y de la promoción del arte y la cultura nacional.
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El infierno nuclear en Hiroshima y Nagasaki
Hace 80 años, el 6 de agosto de 1945, un bombardero estadounidense B-29 lanzó sobre Hiroshima, en el oeste de Japón, la primera bomba atómica dirigida contra una zona poblada de la historia. Tres días más tarde, la misma pesadilla se repitió en Nagasaki, también en el suroeste del país.
Esta semana se celebran conmemoraciones en ambas ciudades japonesas, en las que estarán representados un centenar de países. Estos son los devastadores efectos de estas dos bombas nucleares, las únicas que se han utilizado hasta la fecha en tiempos de guerra, que causaron la muerte de 140.000 personas en Hiroshima y 74.000 en Nagasaki entre agosto y finales de 1945.
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Una bola de fuego
Lo primero que muchos habitantes de Hiroshima vieron la mañana del 6 de agosto de 1945 fue una “intensa bola de fuego”, según los términos del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). “Little Boy”, la bomba atómica que explotó a unos 600 metros sobre la ciudad, tenía una potencia cercana a las 15.000 toneladas de TNT.
La que se lanzó sobre Nagasaki, apodada “Fat Man”, tenía una potencia aún mayor, estimada en 21.000 toneladas de TNT. Se estima que en el epicentro de la bomba de Hiroshima se alcanzaron los 7000 °C. Un horno que provocó quemaduras graves y, en muchos casos, mortales en un radio de unos 3 kilómetros.
El intenso destello de las explosiones también provocó ceguera temporal y lesiones oculares irreversibles, según el CICR. La radiación térmica que siguió a las explosiones en una fracción de segundo provocó numerosos incendios que devastaron varios km2 en Hiroshima y Nagasaki, donde la mayoría de las construcciones eran entonces de madera.
Las quemaduras y los incendios habrían sido la causa de más de la mitad de las muertes inmediatas en Hiroshima. “Recuerdo los cuerpos calcinados de niños pequeños tendidos alrededor del hipocentro como rocas negras”, declaró Koichi Wada, que entonces tenía 18 años y se encontraba en Nagasaki.
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Radiación
Muchas personas también murieron o resultaron gravemente heridas por los escombros que salieron disparados, otras por el derrumbe de edificios o al ser lanzadas por los aires. Las explosiones atómicas también emitieron radiaciones nocivas a corto y largo plazo: la “enfermedad de los rayos” afectó a muchos de los que sobrevivieron a la devastación inmediata en Hiroshima y Nagasaki.
Los síndromes por “radiación aguda” -vómitos, dolores de cabeza, diarreas, hemorragias, pérdida de cabello- podían provocar la muerte en cuestión de semanas o meses. Y los “hibakusha” (los supervivientes de la bomba, en japonés) quedaron expuestos durante el resto de sus vidas a un mayor riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer.
De las aproximadamente 50.000 personas irradiadas de ambas ciudades a las que la fundación de investigación estadounidense-japonesa RERF (Radiation Effects Research Foundation) hizo un seguimiento, un centenar fallecieron de leucemia y 850 de cánceres relacionados con la radiación.
Las consecuencias
Hiroshima y Nagasaki dieron el golpe de gracia a Japón, que se rindió el 15 de agosto de 1945, poniendo así fin a la Segunda Guerra Mundial. Pero los historiadores siguen debatiendo si este doble ataque nuclear realmente permitió salvar más vidas al acelerar el fin del conflicto.
El calvario físico y psicológico de muchos hibakusha duró toda su vida. Muchos ocultaron durante mucho tiempo su sufrimiento y sufrieron discriminación, especialmente en lo que respecta al matrimonio.
Durante décadas, muchos japoneses creyeron erróneamente que la “enfermedad de los rayos” era hereditaria, incluso contagiosa, y por ello evitaban relacionarse con los hibakusha. Tras la guerra, el gobierno japonés creó la condición de “víctima oficial” de las bombas atómicas, que daba derecho a asistencia sanitaria gratuita. Pero este derecho se concedía en condiciones restrictivas, lo que excluía a miles de víctimas.
Algunos hibakusha se convirtieron en fervientes activistas por la causa pacifista y antinuclear, viajando por todo el mundo para compartir su testimonio. Un movimiento que reúne a los supervivientes irradiados, Nihon Hidankyo, que exhorta a los Estados a actuar para eliminar las armas nucleares, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz 2024. En 2019, el papa Francisco visitó Hiroshima y Nagasaki para reiterar su “no” a las armas atómicas.
En 2016, Barack Obama fue el primer presidente estadounidense en el cargo en visitar Hiroshima. Él también abogó por un mundo sin armas nucleares, aunque no pidió perdón en nombre de Estados Unidos por la tragedia japonesa de agosto de 1945. Rusia, por su parte, es uno de los cerca de 100 países que se espera participen en la conmemoración de este año en Nagasaki. Es la primera vez que se invita a Moscú a un homenaje en la ciudad desde el inicio de la guerra en Ucrania, en febrero de 2022.
Fuente: AFP.
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Hiroshima recuerda 80 años de la bomba atómica
Japón guardó el miércoles un minuto de silencio para marcar el 80 aniversario del lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima y recordarle al mundo el horror que provocó, en un contexto de tensiones entre las potencias nucleares Estados Unidos y Rusia. A las 8:15 (23:15 GMT) se realizó el minuto de silencio en Hiroshima, la hora en que el avión estadounidense Enola Gay dejó caer la bomba “Little Boy”, el 6 de agosto de 1945, sobre la ciudad occidental japonesa.
El saldo de muertos alcanzaría alrededor de 140.000 personas, fallecidas no solo por la brutal explosión y la bola de fuego, sino también por la posterior radiación. Tres días después de Hiroshima, otra bomba lanzada el 9 de agosto mató a 74.000 personas en Nagasaki. El imperio japonés se rindió el 15 de agosto, marcando el fin de la Segunda Guerra Mundial.
En una calurosa mañana, cientos de estudiantes, sobrevivientes y funcionarios vestidos de negro tendieron flores en el memorial por la paz en Hiroshima. El alcalde de la ciudad occidental japonesa, Kazumi Matsui, advirtió de “una tendencia acelerada hacia el fortalecimiento militar en el mundo”, con el trasfondo de la invasión rusa a Ucrania y la guerra en Oriente Medio.
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Por su parte, el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, afirmó que su pais tiene la misión “de asumir el liderazgo (...) hacia un mundo sin armas nucleares”. Hiroshima es actualmente una próspera metrópolis de 1,2 millones de habitantes, pero las ruinas de un edificio se yerguen en su centro como un impactante recordatorio.
En la ceremonia del miércoles participaron representantes de unos 120 países y regiones, incluyendo delegados taiwaneses y palestinos por primera vez. Yoshie Yokoyama, de 96 años, quien llegó a la ceremonia en silla de ruedas con su nieto, dijo a periodistas que sus padres y abuelos fueron víctimas de la bomba.
“Mi abuelo murió poco después del bombardeo, mi padre y mi madre murieron después de desarrollar cáncer. Mis suegros también murieron, así que mi esposo no pudo verlos cuando volvió del frente de combate después de la guerra”, relató. “Es importante que muchas personas se reúnan en esta ciudad afectada por la bomba atómica, porque las guerras continúan” en todo el mundo, expresó Toshiyuki Mimaki, copresidente de Nihon Hidankyo, un grupo de supervivientes de la bomba ganador del Premio Nobel de la Paz 2024.
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Profundos errores
Nihon Hidankyo insta a los países a actuar para eliminar las armas nucleares, y cita los testimonios de los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki, conocidos como “hibakusha”. “Deseo que los representantes extranjeros visiten el Museo Memorial de la Paz y comprendan lo que ocurrió”, explicó Mimaki. Por su parte, el papa León XIV indicó en un comunicado que “en nuestra era de crecientes tensiones y conflictos globales”, Hiroshima y Nagasaki permanecen como “recordatorios vivos de los profundos horrores causados por las armas nucleares”.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió que “las mismas armas que causaron tanta devastación en Hiroshima y Nagasaki son nuevamente tratadas como herramientas de coerción”. Los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki son los únicos en que armas atómicas fueron empleadas en tiempos de guerra.
“Creo que la tendencia mundial hacia un mundo sin armas nucleares continuará. La generación joven está trabajando duro para lograrlo”, aseguró a la AFP Kunihiko Sakuma, de 80 años, que tenía nueve meses cuando se produjo el bombardeo y se encontraba a 3 km del punto de impacto.
“Reloj del apocalipsis”
Pero el Boletín de los Científicos Atómicos, conocido como el “Reloj del Apocalipsis”, se movió en enero a 89 segundos para la medianoche, el punto más cercano en sus 78 años de historia. El reloj, que simboliza la distancia que separa a la humanidad de su destrucción, había llegado a 90 segundos para la medianoche cuando Rusia invadió Ucrania en 2022.
Rusia y Estados Unidos responden por alrededor de 90 % de las 12.000 ojivas nucleares del mundo, según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI). El SIPRI alertó en junio de una nueva “carrera de armas nucleares” en el mundo. El presidente estadounidense, Donald Trump, dijo este mes que había ordenado el desplazamiento de dos submarinos nucleares luego de una disputa por internet con el expresidente ruso Dmitri Medvedev.
Fuente: AFP.
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Cómo la bomba atómica transformó la cultura japonesa
Las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki han influido profundamente y durante décadas en la cultura japonesa, inspirando desde el aliento atómico de Godzilla o las historias en los mangas. El título en japonés del manga “Astro Boy” es “Átomo poderoso”, mientras que otros animes famosos como “Akira”, “Neon Genesis Evangelion” y “Ataque de los titanes” muestran explosiones a gran escala.
"Atravesar un sufrimiento extremo" y exorcizar un trauma es un tema recurrente en la producción cultural japonesa, y esto “fascinó al público mundial”, comenta William Tsutsui, profesor de Historia en la Universidad de Ottawa. Las bombas estadounidenses lanzadas en agosto de 1945 causaron alrededor de 140.000 muertos en Hiroshima y 74.000 en Nagasaki.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, las historias de destrucción y mutaciones se han asociado al temor a las frecuentes catástrofes naturales y, después de 2011, al accidente de Fukushima. Si bien algunos poemas “describen el terror puro causado por la bomba atómica en el momento en que fue lanzada”, muchas obras abordan el tema de forma indirecta, confirma la escritora Yoko Tawada.
En su libro “El emisario”, publicado en Japón en 2014, Tawada se centra en las secuelas de una gran catástrofe, inspirándose en las similitudes entre las bombas atómicas, Fukushima y la “enfermedad de Minamata”, un envenenamiento por mercurio debido a la contaminación industrial en el suroeste de Japón desde la década de 1950. “No se trata tanto de una advertencia como de un mensaje para decir: las cosas pueden empeorar, pero encontraremos la manera de sobrevivir”, explica Tawada.
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“Miedos abstractos”
“Godzilla” es sin duda la creación más famosa que refleja la compleja relación entre Japón y la energía nuclear: una criatura prehistórica despertada por ensayos atómicos estadounidenses en el Pacífico. “Necesitamos monstruos para dar forma y rostro a miedos abstractos”, afirma Tsutsui, autor del libro “Godzilla en mi mente” (no traducido al español).
“En la década de 1950, Godzilla cumplió ese papel para los japoneses, con la energía atómica, con las radiaciones, con los recuerdos de las bombas atómicas”. Muchos salieron llorando del cine después de ver a Godzilla arrasar Tokio en la película original de 1954.
El tema nuclear está presente en las casi 40 películas sobre Godzilla, pero a menudo no se destaca en las tramas. “Al público estadounidense no le interesaban mucho las películas japonesas que reflejaban el dolor y el sufrimiento de la guerra y que, en cierto modo, hacían referencia negativa a Estados Unidos y a su uso de las bombas atómicas”, según Tsutsui. Pese a todo, la franquicia sigue siendo muy popular, y “Godzilla Resurge” tuvo un gran éxito en 2016. La película se percibió como una crítica a la gestión de Fukushima.
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“Lluvia negra”
“Lluvia negra”, novela de Masuji Ibuse de 1965 sobre la enfermedad y la discriminación causadas por la radiación, es uno de los relatos más conocidos sobre el bombardeo de Hiroshima. Ibuse no era un superviviente, lo que alimenta un “gran debate sobre quién tiene legitimidad para escribir este tipo de historias”, explica Victoria Young, de la Universidad de Cambridge.
Kenzaburo Oe, escritor y premio Nobel de Literatura en 1994, recopiló testimonios de supervivientes en “Cuadernos de Hiroshima”, una colección de ensayos escritos en la década de 1960. Oe optó deliberadamente por el género documental, señala Yoko Tawada. “Se enfrenta a la realidad, pero intenta abordarla desde un ángulo personal”, incluyendo su relación con su hijo discapacitado, añade.
Tawada vivió en Alemania durante 40 años, después de crecer en Japón. “La educación antimilitarista que recibí hacía pensar a veces que solo Japón fue una víctima” durante la Segunda Guerra Mundial, cuenta. “En lo que respecta a los bombardeos, Japón fue una víctima, sin duda”, pero “es importante tener una visión global” y tener en cuenta las atrocidades que también cometió.
De niña, las ilustraciones de los bombardeos atómicos en los libros le recordaban a las descripciones del infierno en el arte clásico japonés. “Me llevó a preguntarme si la civilización humana no era en sí misma una fuente de peligros”, subraya. Desde esta perspectiva, las armas atómicas no serían tanto “un avance tecnológico como algo que acecha en el seno de la humanidad”.
Fuente: AFP
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Cayo Sila Godoy: un puente entre Mangoré y el presente
- Jimmi Peralta
- Fotos: Gentileza
Óscar Bogado Rolón y Javier Acosta Giangreco desarrollaron una investigación que aborda la vida y obra de uno de los herederos musicales de Agustín Pío Barrios, el villarriqueño Cayo Sila Godoy. Tras prácticamente salvar del olvido el legado de Mangoré, el suyo requiere de manera impostergable que se realice lo propio. A ese objetivo apunta esta empresa conjunta entre un investigador histórico y un musicólogo e intérprete.
En la primera mitad del siglo XX, Paraguay vivió un desarrollo de talento y formación musical que marcó su historia cultural para siempre. Con nombres como Agustín Pío Barrios, José Asunción Flores, Herminio Giménez, Félix Fernández, Remberto Giménez, Gerardo Fernández Moreno, Mauricio Cardozo Ocampo, Darío Gómez Serrato, esas primeras décadas cimentaron la música paraguaya contemporánea.
Entre esos nombres aparecerá Cayo Sila Godoy (1919-2014), un guitarrista virtuoso que se formó con maestros de la talla de Andrés Segovia. Trabajó en la vanguardia compositiva, en trazar la escuela de otros artistas y en el rescate de la creación del más importante señor de la guitarra clásica en Paraguay, Agustín Barrios.
En esta charla con El Gran Domingo de La Nación, los autores se refieren al libro que han presentado esta semana, “El sortilegio de Sila Godoy. Vida, obra y legado”, que es una investigación sobre su devenir como persona y artista, rescatando su aporte en un país amante de la guitarra.
–¿Cuál fue el elemento que los impulsó a realizar esta investigación sobre la vida y obra del maestro?
–OBR: Es un proyecto que ya lleva algunos años de trayecto. Coincidimos con Javier (Acosta Giangreco) en la necesitad de revalorizar la figura de Sila Godoy y de trabajar un texto completo, no solo biográfico, sino de análisis musicológico. Esta obra busca rendir un homenaje a un músico destacado que ha caído un poco en el olvido y unir, con ellos, los cabos sueltos de la historia de la música paraguaya, principalmente en guitarra clásica, donde tenemos una tradición centenaria y muchos cultores.
–¿Como autores tienen o tuvieron algún vínculo particular con Sila Godoy y la guitarra?
–OBR: Javier es guitarrista de profesión y musicólogo; yo, además de ser un apasionado de la música paraguaya, me estoy centrando, en los últimos años, en investigaciones sobre la cultura paraguaya. Hace veinte años que trabajo en investigación histórica y he optado por priorizar lo cultural, pues hay mucho por descubrir y rescatar. No tenemos vinculación de amistad o parentesco con el maestro Sila Godoy, conocemos su trabajo y coincidimos en que merece mucha más difusión de la que tiene actualmente.
ENLACE ENTRE ÉPOCAS
–¿Qué relevancia les parece que tiene la figura de Sila Godoy en la historia musical paraguaya?
–JAG: Sila Godoy fue el puente entre Agustín Barrios y la actualidad, su legado fue fundamental para las generaciones posteriores. Hay que recordar que Agustín Barrios muere en El Salvador en 1944. Su figura prácticamente quedó en el olvido en años posteriores a su desaparición física. Sila Godoy fue el primero en interesarse en recopilar el trabajo y documentos del genio sanjuanino. Así es como se encargó de difundir su trabajo en todo el mundo, llegando a los guitarristas más importantes del planeta. Esto permitió que la obra de Barrios sea hoy tocada en todo el mundo. La causa de Sila Godoy en rescatar a Barrios fue inspiración para los guitarristas posteriores que tomaron la misma senda.
–¿Qué fuentes bibliográficas preceden a este trabajo?
–OBR: Una fuente muy valiosa para nuestra investigación fue el álbum de programas de concierto que publicó Elisa Godoy Álvarez, la hija de Sila. Sirvió de guía y acortó mucho tiempo en cuanto a la orientación cronológica. Fue más fácil buscar información sobre hechos y fechas bien determinados.
HIPÓTESIS
–¿Qué hipótesis pudieron ser confirmadas con esta investigación y qué otras fueron descartadas?
–JAG: Pude confirmar que efectivamente Sila Godoy fue el que presentó las obras de Barrios al guitarrista australiano John Williams. Hay una carta firmada por Williams en la que afirma que gracias a Godoy descubrió el trabajo de Mangoré. Mucho se dijo que fueron los alumnos de Barrios en El Salvador quienes hicieron este nexo, pero Williams asegura que este acceso fue gracias a Sila Godoy. Otra cosa que pude constatar fue que Sila Godoy fue el primer músico paraguayo que escribe música atonal. Aunque de manera tímida, arranca con su pieza “Jana Szennes”, a finales de la década del 40 del siglo pasado. Así también, fue el primer guitarrista clásico en tocar guaranias de José Asunción Flores. Al mismo tiempo, pude descartar varios mitos, siendo el principal que Sila Godoy fue autodidacta. Esto es completamente falso, ya que fue de los músicos mejor formados que tuvimos en el Paraguay.
–¿Cuáles fueron los archivos que pudieron consultar?
–OBR: Consultamos toda la bibliografía disponible, hicimos hemeroteca. Felizmente hay muchas publicaciones periodísticas que testimonian las distintas etapas de la carrera de Sila. Entrevistamos a sus familiares y músicos que llegaron a tratar con el maestro. Pudimos hallar también muchos audios y textos de entrevistas del propio Sila Godoy, con propia versión de muchos episodios de su vida.
–¿Qué pudieron hallar respecto al contacto inicial de Sila Godoy con la música?
–OBR: Sila Godoy creció en una familia donde la música siempre estuvo presente y fue un niño prodigio. Desde temprano se destacó en la guitarra, pero no se conformó con esa habilidad innata. También desde temprano se formó y practicó disciplinadamente. Es decir, trabajó su talento para llegar a niveles muy elevados.
–¿Con qué referentes de la época compartió en ese proceso?
–OBR: Sila Godoy se formó con los mejores profesores del país, tanto en Villarrica como en la capital, donde recibió una beca en el Ateneo Paraguayo. Después siguió un curso de perfeccionamiento en Buenos Aires con la guitarrista Consuelo Mallo López y, más tarde, con el maestro Andrés Segovia, en España. Es decir, probablemente fue el músico mejor formado de nuestro país.
EXIGENCIA TÉCNICA
–¿Como guitarrista te tocó interpretar obras o arreglos suyos?
–JAG: Sí, toco con regularidad su arreglo de la guarania “India” que creo que es una cima muy difícil de superar en cuanto a calidad y exigencia técnica llevada a la música paraguaya. También me gusta mucho tocar “Sortilegio”. Esta composición de Sila Godoy es muy efectista y tiene un uso muy exótico de la armonía.
–¿Cuál fue la relación que tuvo Sila Godoy con figuras como José Asunción Flores y Carlos Lara Bareiro?
–OBR: Con Flores fueron amigos y trataron bastante en la década del cuarenta. En ese tiempo Sila residía en Buenos Aires. Fue uno de sus periodos más creativos. Escribió versiones para guitarra de varias de las clásicas guaranias de Flores, entre ellas “India” y “Ne rendápe aju”. Con Lara Bareiro los unió una entrañable amistad. Ambos fueron compañeros de estudio en el Ateneo Paraguayo, también en la década del cuarenta, a inicios de esa década.
–¿Qué características técnicas y estilísticas presentan sus obras?
–JAG: No voy a enmascarar o suavizar la cosa... Sus obras son muy complejas y exóticas. Sila Godoy tenía una habilidad rara de destreza en ambas manos. Esto hacía que toque de manera sorprendente. Naturalmente, sus composiciones y arreglos serán una apuesta aún más exigente que el mismo propone gracias a sus dotes naturales. Su obra “Éxtasis” es tal vez una de sus piezas más exigentes, que requiere una alta coordinación entre ambas manos. Su estilo va siempre por lo atonal. Le gustan las sonoridades duras y armonías disonantes. Es un compositor del siglo XX que busca expresarse mediante técnicas muy vanguardistas de composición. El guitarrista que se anime a trabajar su obra no solo requiere de una técnica muy sólida, sino también de conocimientos de música del siglo XX. No se puede entender la música de Sila Godoy sin entender cómo funciona la estética de Arnold Schönberg, compositor austriaco que formó toda una corriente musical de vanguardia. Lastimosamente, en la actualidad la mayoría de los guitarristas se cierran a un repertorio más digerido y se aventuran menos a explorar el repertorio de vanguardia.
–¿Podría hablarnos un poco de su faceta de creador?
–OBR: Hemos encontrado cerca de treinta obras compuestas por Sila Godoy siguiendo distintas fuentes. Lastimosamente, muchas partituras han desaparecido o están incompletas. La búsqueda de esos documentos continúa y una siguiente etapa sería reunir y publicar todos sus trabajos.
INGENTE LABOR
–¿Qué se puede sintetizar de los aportes de Sila como maestro, investigador, gestor y compositor?
–OBR: Sila Godoy como investigador se encargó de construir el acervo de Agustín Barrios, que hoy forma parte del patrimonio de la humanidad. En esa labor, descuidó inclusive su faceta de compositor, aunque dejó obras muy valiosas, como “Sortilegio”, que dio nombre al libro; “Éxtasis”, que recibió el Premio Nacional de Música en 2013, por dar un par de ejemplos. Sus composiciones merecen, asimismo, una mayor difusión. Entre nuestros proyectos está también la publicación de sus partituras. Fue principalmente un gran concertista, aunque dejó muy pocas grabaciones en comparación a su dilatada carrera de ocho décadas.
–Finalmente, para cerrar la charla ¿qué podría destacar de la obra que inspiró el título del libro?
–JAG: “El sortilegio de la guitarra” es una obra dedicada al encanto o el hechizo de este instrumento. Esta pieza Sila la escribe en plena madurez creativa. Es una suerte de homenaje a la compañera de toda su vida (la guitarra). Esta pieza es una poderosa síntesis de muchas técnicas propias de la guitarra. En cuanto al uso de la armonía, pasa de una primera parte que aparenta tener un centro tonal, pero en la parte central se vuelve completamente atonal. La transición que hace entre tono y no tono es sorprendentemente natural, casi imperceptible. En suma, “El sortilegio de Sila Godoy” es un homenaje al encanto de este grandioso exponente de la guitarra paraguaya.