Habitante de estos extraños tiempos, Lourdes Talavera, médica pediatra y escritora, supo (y sabe) sobrellevar los meses de pandemia dedicada a sus dos profesiones. En lo literario, aprovechó el tiempo para seguir creando y sacar a luz “Cuento de cuarentena y otros relatos”, editado por Servilibro, con dibujo de tapa a cargo del artista Toni Roberto, ilustraciones de Rodrigo Hamuy Aquino y diagramación de Mirta Roa. La prolífica autora confiesa que vive un gran momento de evolución personal y espiritual.

Por Milia Gayoso Manzur

miliagayoso62@gmail.com

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–¿Cuál fue el ambiente en que escri­biste estos cuentos, podés contarnos sobre los deto­nantes de estas historias?

–Indudablemente que la pandemia con su cuaren­tena del entorno me con­frontó con una cuarentena interior que reflejaba un duelo que se terminaba. Las pérdidas de seres que­ridos, mi madre y mi padre como otros encuentros y desencuentros se mezcla­ban. Asimismo, descubrí el efecto sanador de dicha confrontación.

Como ejes de este libro están: la celebración de la vida, honrar mi condición femenina y valorar la pala­bra escrita en su dimensión sanadora cuando se trans­forman en metáforas u otras figuras literarias.

La repetición de ciertas frases como mantras, en varios cuentos o aludir al don sanador de la natura­leza como se puede leer en el cuento del “Espíritu del Ka’aguy” o en la medita­ción colectiva, en el relato “La madre del cielo en luna llena”, son ejemplos. Finalmente, este libro de 12 entre cuentos y relatos guarda una integralidad que se sustenta en los ejes que mencioné más arriba.

–Noto influencias y homenajes a ciertos auto­res.

–Un colega escritor me dijo una vez que todos tenemos derecho a tener maestros. La literatura no está ajena a ese hecho. La inspira­ción llega con una frase o verso leído aquí o allá, la emoción, los sentimientos y las vivencias. El trabajo arduo lo hacemos después para tener un poema, un cuento o una novela. Lee­mos, luego escribimos.

En este libro la presen­cia de Julio Cortázar me acompañó como una som­bra. Quizás porque releí a Julio en julio o en todo ese tiempo. Así, también me impresionó un poema de Susy Delgado y esa sor­presa, como emoción, se transformó en un cuento.

Allí están también los poe­mas de Sor Juana Inés de la Cruz, Mario Benedetti o los cuentos Juan José Arreola. E implícitamente, aquellos de Arthur C. Clarke, pura ciencia ficción; la prosa encantada de Vinicius de Moraes, Virginia Woolf o los versos de Alfonsina Storni.

UNA SITUACIÓN IMPREVISTA

–Al contrario de otros escritores que se sintie­ron vacíos de ideas en este tiempo, ¿la cuarentena te inspiró?

–La pandemia es una situa­ción imprevista, extraor­dinaria, que nos obliga a todos a tomar medidas sanitarias casi compulsi­vas como usar mascarillas, lavarnos las manos fre­cuentemente y distanciar­nos social y físicamente.

Los escritores somos seres humanos, personas indi­viduales y cada uno tiene una capacidad diferente de adaptación propia a la situación vivida.

–¿Cómo reemplazaste las actividades presen­ciales en este tiempo?

–Participé de numerosas iniciativas colectivas desde formar parte de una anto­logía digital de Escritor Róga u otra colectiva de 17 autores llamada “Cuentos y poemas alrededor del sol”.

Los escritores nos reuni­mos virtualmente, com­partimos actividades como la I Feria Virtual del Libro organizada por la Secreta­ria Nacional de Cultura - SNC o la 16a. Libro Feria de Encarnación.

Por otra parte, tuvimos lec­turas colectivas de poemas y cuentos online en dife­rentes plataformas digi­tales. Considero que una mayoría de los escritores estamos inspirados para crear, escribir y activar. También es un derecho no hacerlo y vivir un reposo del alma que probable­mente dará sus frutos en algún momento.

–¿Sentís una gran evolu­ción en tus escritos?

–Vivo una evolución per­sonal que se traduce como un crecimiento espiritual y no es en el sentido de credo religioso, sino que es una conexión con un ser supe­rior o el universo. Esta conexión me acerca al san­tuario de la vida.

Me siento plena y disfruto de cada día como un obse­quio y presente. Innegable­mente que esta energía me permite búsquedas de téc­nicas e innovaciones para escribir. Desde mi primer libro a la fecha transcurrió mucho tiempo y necesa­riamente tiene que exis­tir alguna novedad. Eso espero.

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