Héctor Jojot es un empresario paraguayo que estuvo en el piso 83 de la Torre Norte de las Torres Gemelas aquel fatídico 11 de setiembre del 2001, cuando un ataque terrorista hizo estrellar dos aviones contra lo que era considerado un emblema edilicio de la ciudad de Nueva York, Estados Unidos. En una charla vía internet con Augusto dos Santos para el programa “Expresso”, del canal GEN, Jojot relata lo que vivió aquel día, lo que significó para su familia y todas las repercusiones que tuvo en su vida salir prácticamente ileso físicamente de aquel lugar. A su vez, el ex canciller nacional Eladio Loizaga habla sobre lo que representó para el país aquella situación desde el punto de vista diplomático y las acciones que se tomaron en el mundo políticamente tras esa tragedia que cambió al mundo.

–Augusto dos Santos (ADS): Eladio Loizaga, ex canciller de Paraguay, ¿qué funciones cumplías una mañana, a las 8:48, del 11 de setiembre del 2001?

–Yo había llegado dos semanas antes a Nueva York para asumir mis funciones como embajador representante permanente ante las Naciones Unidas. Y esa mañana fuimos convocados de lo que fue entonces el grupo de Río, a una reunión en la Embajada de Chile, que se encuentra prácticamente en frente de la calle 49 y Primera de Naciones Unidas. Habrá sido efectivamente las 8:45 cuando se produjo el primer impacto y a las 8:50 el embajador Gabriel Valdez, que fue también canciller de Chile, nos dice: “Señores, tengo que decirles que tenemos un atentado terrorista contra las Torres Gemelas”. Bueno. Pensamos que fue algo similar a lo ocurrido años antes, cuando una camioneta entró a una de las torres y reventó. No llamó mucho la atención, hasta que dijo que parece que un avión se estrelló. Prendió la televisión y a los dos minutos fuimos testigos de lo que fue el segundo impacto del avión en las torres. Y eso nos conmovió a todos y lo único que hicimos fue mirarnos unos a otros. Y ahí terminó la reunión. Y ya nos preparamos para ver qué reacción teníamos que tener frente a ese atentado terrorista.

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–ADS: Héctor Jojot, ¿qué hacías, qué gestiones realizabas y fundamentalmente dónde estabas aquel día?

–Quiero agradecer por tenerme en cuenta en Paraguay, que tanto extraño. Justo esa mañana estábamos discutiendo cómo se iban a cotizar las acciones en Wall Street. Entonces yo era director en ese momento de Tecnología de una pequeña empresa financiera y a esa hora justamente estábamos conversando en forma anecdótica y de repente escuchamos ese ruido tremendo en el piso 83 de la Torre Norte, que fue la primera impactada. Y vimos cómo los paneles de cielos rasos se empezaban a caer y el edificio se caía de una forma extraordinaria, y ese acto creo que cambió la historia de los Estados Unidos.

–ADS: ¿Dónde mismo estabas en el momento del impacto?

–Yo estaba en el piso 83. Si uno se ubica en Nueva York, el avión entró de norte a sur, y nosotros estábamos mirando al este, nuestra ventana hacia la ciudad de Jersey, estábamos en la mitad del edificio. Cuando impactó el avión. La primera institución que estaba en ese edificio era el banco de Taipéi, que quedó completamente destruido. O sea, estábamos ahí mismo y por esa suerte o bendición de Dios, solamente uno de nuestros colegas fue afectado. Porque le agarró el golpe subiendo al elevador. Creo que nosotros fuimos, de los pisos altos, probablemente los últimos que pudimos salir gracias a Dios con vida de ese lugar. Y nos enteramos porque los celulares no tenían señal, pero sí había una marca, que era como wolki, que sí tenía señal y uno de mis colegas recibe un mensaje de otra persona y le dice que no fue un accidente, porque cuando nosotros nos empezamos a bajar, lo que decía la periodista del canal financiero era que hubo un accidente con un avión de la fuerza aérea en el World Trade Center. Con eso nos bajamos, pensamos que iba a ser una cuestión que se solucionaba y volvíamos a subir, pero cuando ya bajábamos por la escalera, donde no tenés dónde escapar, entonces ahí le dice que en ese momento la Torre Sur también fue impactada por otro avión, un 775 de American.

-ADS: La cosa empezaba a dramatizarse y a potenciarse. Ustedes bajaban las escaleras, ¿había ya policías, bomberos?

–La verdad que el sistema de seguridad falló. Porque cuando tuvimos el impacto, fue algo tremendo. Yo vivo en México en este momento y en el 2017 tuvimos un terremoto muy fuerte y el edificio de la oficina se movió muchísimo. Fue algo muy similar a lo que yo sentí estando en la torre Norte del World Trade Center, porque fue un impacto tan fuerte que parecía un terremoto, el edificio se sacudió de lado a lado. Entonces no quiero dejar pasar esto, pero este colega estaba subiendo por el elevador, el avión entró. Al entrar explota, descarga una cantidad inmensa de combustible, ese combustible comienza a filtrarse por el conductor de elevador y entonces comienza a caerle, a lloverle fuego sobre él, pero él tuvo un ángel aparte, que permitió que cuando llegó el elevador al piso 83, se detenga, se abra la puerta y pueda salir. Él llega a la oficina completamente quemado.

–ADS: Ustedes se encuentran con ese compañero...

–Él se encuentra con nosotros, porque estábamos todavía en la oficina. Demoramos como 15 minutos para evacuar. Las alarmas no funcionaban, las candelas estas que utilizan para señales de fuego empezaron a activarse, pero no hubo ninguna instrucción de nadie para que comencemos a evacuar y tuvimos que salir nosotros.

–Eladio, volviendo al lado diplomático. Supongo que le transmitís al Gobierno paraguayo estos acontecimientos, ¿no?

–Claro, desde luego que ya informamos lo que se daba a conocer por el gobierno de Estados Unidos. A partir de entonces tuvimos situaciones en las que el Consejo de Seguridad tomó decisiones en el marco del capítulo séptimo, que obliga al cumplimiento de los Estados partes de las Naciones Unidas y se creó el Comité de Lucha contra el Terrorismo y a partir de entonces los Estados se vieron obligados a reportar todas las acciones internas y a ratificar aquellos 12 convenios internacionales que se referían al terrorismo, a la lucha contra el terrorismo.

–ADS: Héctor, no recurro a tu memoria, sino más bien a las reflexiones. ¿Qué sentiste y qué viste en materia de sentimientos en momentos que tenías que huir? ¿Cómo fue ese momento?

–El otro día leí en un artículo que nadie es ateo bajo fuego. Y la verdad que en ese momento por supuesto que me entregué completamente en manos de Dios y aceptaba absolutamente cuál era su voluntad. Entonces yo podía manejar la situación con relativa tranquilidad, con relativa calma. Pero hemos visto situaciones muy dramáticas mientras bajábamos, como mi colega que entra todo quemado a la oficina y no sabíamos qué hacer con él. En seguridad nos dijeron que iban a enviar a alguien. Pero para que lleguen hasta ahí. Tuvimos que levantarlo y hacerle caminar los 83 pisos y pueda ser rescatado. También recuerdo que a una señora corpulenta en la escalera le había dado un ataque de pánico y lo único que decía era “nos vamos a morir, nos vamos a morir” y tuvimos que acercarnos a ella y decirle que la gente que venía detrás nuestro estaba muy ansiosa, entonces si ella no se movía le iban a pasar por encima y eso parece que le hizo reaccionar. Otra cosa impresionante fue ver a un grupo de bomberos subir, tipo en el piso 44 más o menos, iban con todos sus equipos para tratar de rescatar a la gente. Y es probable que ese equipo nunca volvió. Me impresiona ese apego a su juramento y vocación del bombero.

–ADS: ¿Es cierto que cuando lograste salir a la calle, lo primero que se te ocurrió fue ir 100 metros más allá para hacer una llamada telefónica?

–Claro, porque al salir del edificio en el frente estaba el pequeño cementerio de los holandeses que está ahí como atractivo turístico más que nada y un poco más adelante estaba una caseta telefónica y lo único que quería era llamar a mi familia a avisar que estaba bien, porque los celulares no estaban funcionando. Estábamos en la cola hasta que de repente, un policía me dice “corra, corra” y le digo por qué, ahí levanto la vista y veo que la Torre Sur, que fue la segunda en ser impactada, comienza a desintegrarse desde arriba a abajo y se escucha cómo va cayendo piso por piso. Y comencé a correr lo más rápido que pude, pero más o menos a llegar a Broadway, me alcanzó y oscureció completamente toda la zona.

–ADS: Eladio, ¿el 11 de setiembre es algo para tratarlo ya como parte de la historia o es un riesgo siempre?

–Creo que hay que tomar razón de lo que fue ese 11 de setiembre. Sobre todo porque hemos visto hasta estos días que el fanatismo de un sector, no quisiera estar definiendo religiosamente, pero se nota que siempre estamos en riesgo. Creo que es un ejemplo que tenemos que tener en cuenta para prever todas las seguridades necesarias para evitar que hechos de esta naturaleza vuelvan a repetirse. Y sobre todo hemos visto que no se han repetido situaciones tan fuertes como el 11 de setiembre. Lastimosamente tenemos aún situaciones en el Medio Oriente, donde hay una efervescencia en contra, no diría contra la cultura occidental, sino el no aceptar estas situaciones extremas que de alguna manera ellos presentan y desde luego que no podemos acompañar. Pero definitivamente el 11 de setiembre vino a cambiar totalmente lo que es la estructura en el mundo internacional y se tomó como un común denominador entre los países que creemos que la democracia, que confiamos en que ese sistema político de gobierno es el medio apropiado para llegar a ejercer el poder y no en la violencia.

ADS: Hector Jojot, ¿qué te dejó personalmente este suceso?

–Me produjo una especie de renacimiento personal. Porque cuando las cosas no te faltan, no te das cuenta de lo que tenés. Entonces en ese momento que vi que más de 3.000 personas no pudieron llegar a sus casas y yo llegué a casa, caminando lleno de polvo, hubo como un despertar dentro de mí y comencé a ser una mejor persona. En el sentido de que pude estar más atento al impacto que tienen mis acciones en las vidas de las demás personas. La enseñanza más grande que me dejó es que todavía hay esperanzas y hay vida, después de esto. Me ayudó a ser lo que yo soy hoy. Por eso digo que el 11 de setiembre es mi cumpleaños porque es mi forma de renacer. A mí me tocó muy de cerca, porque teníamos un amigo, un arquitecto muy joven paraguayo que estaba empezando su carrera en Estados Unidos, le habían dado la renovación de un restaurante del edificio. Y él se quedó adentro, no pudo salir de ahí. Y una cosa que te quiero contar. Un amigo en común me llama a la medianoche para preguntarme si yo le había visto o si sabía de él.

–ADS: Qué duro, qué decirle, ¿no?

–Y qué le puedo decir...

–ADS: ¿Y la familia cómo asimila una situación así?

–Es muy duro. Creo que a mi hijo del medio fue al que más le tocó esta situación, porque estaba en la escuela que está justo del otro lado del río. Y decía “mi papá está ahí, mi papá está ahí”. Y mi viejo se pasaba llorando frente a la tele porque él veía que su hijo estaba en ese edificio, en ese momento en llamas. Ojalá que nunca más nadie tenga que pasar por eso.

–ADS: Eladio, ¿cómo está la región respecto a todo esto?

–En nuestra región el impacto fuerte fue el caso de la AMIA en la República Argentina, que fue algo comparable, pero en menor dimensión, con el caso de las Torres Gemelas. Fue algo impactante para la sociedad argentina y para todos los que vivimos en esta región. La historia de la Triple Frontera siempre se ha caracterizado o como que es un lugar donde hay gente, pero en los informes nunca se pudo comprobar que efectivamente hay sectores que apoyan o albergan a estos terroristas, pero uno nunca sabe a ciencia cierta cómo operan. Hemos tenido situaciones en las que han sido detenidos o extraditados a otros países por requerimientos.

–ADS: Héctor, ¿volviste a ese sitio?

–Un par de veces. Es algo que todavía produce un impacto profundo en mí. Porque cuando llegás a la zona cero, hay dos fuentes de agua y cada una de ellas es donde estaban los edificios y ahí están los nombres de las personas que no volvieron a sus casas y ver que mi nombre no está ahí es por un lado una bendición y, por otro lado, te causa un impacto importante. No es muy fácil volver a ser una persona “normal” después de algo así. A mí me daba por llorar. Una vez me tuve que ir al hospital porque no paraba de llorar. Es algo fuerte, a cada persona le da de una manera distinta.

–ADS: ¿Además de lo obvio de que esto ya no se repita, claro está, cuál sería tu mensaje con todo esto que viviste?

–Que el amor siempre va a prevalecer. El odio existe, no se puede negar. Pero existe la bondad y en situaciones muy difíciles como estamos pasando en estos momentos en que hay mucha gente que no vuelve a su casa, para todos los que estamos quedando, hay una luz al final del túnel y pronto va a pasar esto también y vamos a estar nuevamente y lo que digo es que lo que aprendí es estar presente al impacto que tienen mis acciones en la vida de los demás. Tener la fe y esperanza de que todo puede ser mejor ayuda.

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