Por Juan Carlos dos Santos, periodista y analista de datos 

Fotos Gentileza de Grace Jara – Archivo Biblioteca Nacional 

El estigma de la mediterraneidad ha sido siempre una carga para el Paraguay, pero afortunadamente la naturaleza ha compensado a esta tierra, al permitir la navegación por el río Paraguay para conectarse luego con el Paraná y así llegar al océano Atlántico.

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Desde hace algunos meses, en muchos lugares del mundo ya no se ve de manera frecuente volar a los “monstruos” con alas, como son los aviones de transporte de personas y cargas, pero esta es una situación coyuntural que más temprano que tarde se va a normalizar. Cuando eso suceda, veremos de nuevo los anuncios publicitarios en los que nos presentarán los cómodos lugares dotados de la más alta tecnología y donde se sirven todo tipo de comidas y bebidas, mientras disfrutamos ver el horizonte, rumbo al destino elegido.

En la década del 80, un anuncio televisivo que indudablemente nadie podría olvidar era aquel que presentaba a un grupo de niños jugando a viajar en avión, donde cada uno de ellos cumplía su rol en el vuelo, próximo a despegar. Estaban los pasajeros, la azafata y, por supuesto, los pilotos y un mensaje acompañaba al comercial: “LAP anuncia la salida de su vuelo rumbo a la capital de la imaginación”. Aquellos años fueron tal vez los mejores momentos de Líneas Aéreas Paraguayas (LAP), la empresa con bandera nacional que competía con las grandes aerolíneas sudamericanas, europeas y norteamericanas por llevar pasajeros hasta los destinos de todo el continente americano, Europa, África y el Oriente Medio.

Como dice Héctor René Salomón, comisario supervisor de LAP durante quince años y quien acumuló más de 10.000 horas de vuelo en la desaparecida línea aérea nacional, “hay nuevas generaciones que no saben que nuestro país tenía una línea aérea que los llevaba directo a Estados Unidos o a Europa, realizando una sola escala sin cambiar de avión, mientras que hoy hay que estar tres a cuatro horas, como mínimo, aguardando en otras ciudades a los vuelos de conexión para llegar a destino”.

Aunque la ciudad de Río de Janeiro fue elegida como primer destino a unir desde Asunción, el primer vuelo de LAP aterrizó en Curitiba y luego en San Pablo antes de llegar a la capital mundial del carnaval el 20 de agosto de 1963, hace exactamente 57 años. El primer vuelo de LAP transportó a una comitiva oficial compuesta por jefes militares y funcionarios de alto rango del Gobierno Nacional.

El Convair 240-6 despegó de nuestro aeropuerto internacional, comandado por el teniente coronel José María Argaña, llevando a sus primeros pasajeros, invitados todos, a este vuelo inaugural rumbo a Curitiba, la primera de las dos paradas antes de llegar a Río de Janeiro. El periodista Ubaldo Centurión, quien representó a los desaparecidos diarios La Tarde y El País, formó parte de la comitiva y fue quien describió sus impresiones tanto del vuelo y de las atenciones recibidas, así como las fiestas preparadas por los representantes de la aeronáutica brasileña en los tres aeropuertos en los que el aparato de LAP descendió.

“Debe destacarse que la atención de las aeromozas a bordo del Convair fue amable y grata. Comandó la aeronave el teniente coronel José María Argaña, cuya gentileza para con la prensa merece una especial mención. Fue así que los viajeros regresaron con una inolvidable impresión, tanto por la eficiencia del servicio inaugurado como por el trato cordial que nos dispensaron las autoridades brasileñas”, escribió el periodista que había acompañado a la delegación paraguaya.

Apenas diez días después, el 30 de agosto, el Convair 240-6 aterrizaba exactamente a las 13:21 en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, tocando por primera vez suelo argentino. El vuelo inaugural a la capital argentina transportaba en esta ocasión al presidente de la Corte Suprema de Justicia, el doctor Luis Martínez Miltos; al presidente de LAP, teniente coronel de Aviación Adrián Jara; al embajador paraguayo ante los Estados Unidos de América y a los jóvenes Gustavo y Alfredo Stroessner (h), ambos hijos del entonces presidente de la República, además de otros invitados. El vuelo fue comandado por el teniente coronel Epifanio Cardozo.

Poco a poco la aerolínea con bandera tricolor fue ganando rutas comerciales y su flota compuesta por Convair 240, Douglas DC3, DC8 y DC10, Electra C, Boeing 707 y BAE 146 fue cubriendo las principales ciudades sudamericanas para que con el transcurrir de los años, a finales de la década del 70, contar con vuelos regulares a Miami, Madrid, Bruselas, Frankfurt, México DC, Ciudad de Panamá, Dakar (Senegal) y Tel Aviv (Israel), entre sus principales destinos globales.

A pesar de haber realizado una infinidad de vuelos durante más de 30 años, la aerolínea paraguaya tuvo solamente dos accidentes, ambos en el aeropuerto de Ezeiza, en la Argentina, y solo en el primero se produjeron heridos de alguna consideración y ninguna víctima que lamentar. El primero se produjo el 26 de mayo de 1967, cuando el Convair tuvo problemas al aterrizar y tras perder el tren de aterrizaje por el impacto, avanzó 400 metros por la pista antes de voltearse y quedar con la “panza” para arriba. El otro percance sucedió el 5 de abril de 1990, esta vez con el avión DC-8, que era conocido como Rambo.

El récord en seguridad del que gozaba LAP le valió una excelente consideración en el mercado nacional e internacional, todo esto sumado al profesionalismo de sus pilotos, técnicos, auxiliares de vuelo y el personal de tierra, todos ellos paraguayos, salvo quienes trabajan en las agencias de la aerolínea en otras ciudades del mundo. La competencia contra grandes empresas aéreas con mayor recurso financiero e infraestructura fue sostenida con las excelentes rutas, horarios y tarifas económicas.

HISTORIAS EN EL CIELO

Salomón recuerda que el servicio era como de primera clase para todos, por ejemplo se utilizaban utensilios de metal, vajillas de loza, vasos de vidrio, comida de gran calidad y se hacían al menos dos pasadas de los carritos con bebidas importadas, las mejores marcas de whisky, cerveza, vinos y licores. Pero lo que más recuerda son las historias que posiblemente son como esos momentos que al suceder no son para nada agradables, pero que al traerlas al presente se convierten en un motivo para reír.

En su memoria reviven rápidamente los recuerdos de los pasajeros ingresando al avión y los miembros de la tripulación dando la formal bienvenida a cada uno de ellos, pero la experiencia de tantos años y tantos vuelos ya les indicaba quiénes serían los pasajeros que dejarían algún que otro recuerdo y anécdota para recordar, ya sea por miedo, por violencia o simplemente porque el alcohol generaba efectos en ellos.

Recuerda perfectamente cómo la influencia del cine podía generar situaciones a bordo, sobre todo si se trataba de la famosa actriz del cine erótico de la época Sylvia Kristel, cuyas escenas del filme “Emmanuelle” fueron varias veces emuladas por las parejas en el baño del avión.

DEL AEROPUERTO AL NEUROSIQUIÁTRICO

Una de las historias que bien recuerda René Salomón se inicia a poco de despegar del Aeropuerto Internacional de Miami (EEUU), en un vuelo regular a Asunción y tuvo como protagonista principal a un pasajero de origen brasileño, quien al momento de servirse la cena ya hacía presagiar que no era una de esas personas que pasarían desapercibidas durante el viaje, al mostrarse bastante inquieto en todo momento.

Acabado el servicio de la cena y cuando parte de la tripulación se encontraba en la cocina, el pasajero en cuestión abre la cortina con fuerza y permanece parado frente a todos, con la ropa enrollada bajo el brazo. El extraño pasajero se había desvestido en su asiento y caminó sin ropa por todo el pasillo del avión intentando ingresar a la cabina de pilotos.

Recuerda Salomón que los comisarios “Kiko” Chiola y Yamil Admen hablaron con el pasajero, ambos pidiendo explicaciones por su comportamiento dentro de la nave, a lo que el ciudadano brasileño respondió con total tranquilidad que, habiendo alcanzado tal grado de pureza espiritual, las ropas ya no eran necesarias para él. Tras su negativa a volver a vestirse, el supervisor Julio Cáceres lo encerró en el baño durante todo el vuelo de regreso a Asunción.

El hombre y su “alto grado de pureza espiritual” pasaron el resto del viaje dentro del baño y una vez en Asunción, el brasileño fue recibido por el personal de seguridad del aeropuerto. Pero la extraña situación no terminó allí, pues el extraño pasajero logró escapar del personal de seguridad y se dirigió al baño, donde hizo trizas su pasaporte y lo arrojó por el excusado. “No sabemos si continuó su viaje a San Pablo, ya que estuvo como dos días en el aeropuerto y luego fue trasladado al Hospital Neurosiquiátrico, pues ninguna línea aérea lo quería transportar por el antecedente que tenía”, concluye Salomón.

Esta y otras historias más han sido recopiladas y publicadas en un libro llamado “Locos por volar”, cuyos 300 ejemplares se acabaron casi al mes de ser expuestos al público en el 2002. Héctor René Salomón, quien se define como un fanático de LAP, espera pronto poder lanzar la segunda edición, ahora que ha recopilado más historias y, quién sabe, capaz coincida con un soñado retorno de la aerolínea paraguaya a los cielos de América y del mundo.

OCASO Y ESPERANZA

Líneas Aéreas Paraguayas voló por última vez el 8 de marzo de 1994 en un viaje a Santiago de Chile. Agobiado por la situación financiera, la empresa fue vendida, manteniendo el Estado paraguayo una parte de las acciones, pero finalmente no resistió y desapareció, siendo adquirida por capital privado, llevándose consigo ese pedazo de tierra guaraní que surcaba el mundo, como bien lo describe Salomón en la parte final de su libro.

A comienzos del mes de agosto del presente año, el titular de la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (Dinac), Félix Kanazawa, informó que el Estado paraguayo había registrado la marca Líneas Aéreas Paraguayas (LAP) y que pasaba a ser propietaria del título de marca Nº 428.974, a más de recuperar la disposición de toda su ruta aérea, aunque mencionó no tener aún los detalles de la parte financiera. Por ahora es solo un vuelo “rumbo a la capital de la imaginación”.

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