Por Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com

Este fin de semana los Cuadernos de Barrio tienen un capítulo especial, la asociación de dos parisinos de épocas distintas; tal vez un imposible, pero que en la mirada de Toni Roberto dialogan más allá del tiempo.

DE BELMONT Y MESSIÉ

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Cuando conocí a Jean-Baptiste Messié me vinieron a la mente varias personas, entre ellas la hoy desaparecida diseñadora Esperanza de Portaluppi (1925-2020), que en una entrevista el año pasado me habló de la esquina de la bohemia asuncena de Manduvirá y Chile (ex calle 25 de Diciembre) y me contó la historia de Monsieur De Belmont, un marqués francés que traía de París el último grito de la moda de esa época y que tenía una tienda al lado de su casa, quien le inspiró a muchas asuncenas que empezaban el casi inexplorado camino del diseño de modas en Asunción ya a principios de los años 40, entre ellas Aurora de Sequera, “Kikí” Romero y Clarita de Abed.

Por su parte, Messié llegó al Paraguay por primera vez hace cinco años de vacaciones y vive entre Paraguay y Francia desde hace tres años; posee una doble licenciatura en Derecho e Historia del Arte por la Universidad de La Sorbona, donde se selecciona a nivel internacional treinta alumnos para estudiar las dos carreras al mismo tiempo, además es máster en Historia, con énfasis en Fotografía. Hoy, más allá de los títulos, se siente un director artístico, una especie de director de orquesta.

UNA AMENA CHARLA

En una amena charla nos cuenta: “Vine primero por seis meses para hacer en Asunción parte de los prototipos y la producción de joyas, en ese tiempo estuve investigando, buscando en el centro y en Luque artesanos y joyeros que podían hacer lo que teníamos en mente mi socio y yo, ahí estuvimos descubriendo técnicas como la filigrana que conocíamos en Europa, pero vimos que estaba muy viva en Paraguay, que existía toda esta técnica en plata y un poco menos en oro, y fue eso lo que nos gustó y nos pusimos en marcha”. 

Sigue diciendo: “Vimos también lo que se hacía antes, se siente que hay aquí una tradición, pero que no hay un mercado que explote suficientemente el conocimiento de los artesanos específicamente cuando se trata de metales preciosos. Creamos en Asunción un espacio para hacer parte de la producción que se hace también en Francia y Estados Unidos”. Nos cuenta además que le han vendido piezas que se hicieron en Paraguay a celebridades como Janet Jackson, también eligieron piezas de su colección Lady Gaga o Taylor Swift.

EL PROYECTO ARTISANAL

Mirando fotos de su catálogo me detuve en varias imágenes, entre ellas una pieza a la que le llamo “Mujer con manzana”. De la misma dice: “el concepto de esta foto fue creado por Matías Irala para un proyecto que se llama ‘Artisanal’ que celebra el trabajo paraguayo y artesanal, una foto de Manuel Meza que fue seleccionada y se presentó en la Feria de Arte Oxígeno. La modelo tiene puesto un anillo que se llama ‘Precious Armor’, está hecho de plata esterlina con materiales reciclados”.

Sobre el proyecto escribe Natalia Santos: “Proyecto Artisanal. El misterio telúrico”.

Adentrarse en lo esencial y resignificarlo. Translucir desde lo natural hasta el artificio. (Re)Elaborar y (entre) tejer. Ir de la luz a la oscuridad, y en la sombra revelar las pulsaciones telúricas del lujo que nace del trabajo y del tiempo.

Esa es la propuesta que construye el universo de artisanal.

Siete son las imágenes como siete son los pecados, las virtudes, los mares, los metales antiguos, los días… los hijos de Tau y Kerana.

Poyvi, sombrero piri, encaje ju, las fibras de un legado de siglos son reinterpretadas. Bajo la mirada de la moda contemporánea la crudeza de las tramas resiste porque (re)toma (nuevas) formas.

De los telares rústicos utilizados por los artesanos de Carapeguá nacen tejidos mestizos que siguen el camino de la transculturización.

Referencias occidentales se mezclan con guiños a lo originario.

Estampas del globalizado Paraguay del siglo XXI. Hibridación que injerta en las raíces a los hilos de la permanencia, termina diciendo Santos.

Las demás fotos elegidas para esta publicación del Gran Diario del Domingo pertenecen a la colección Corps et Ame (cuerpo y alma) y a la colección Radiante Proporción, inspirada en el tratado escrito por Luca Pacioli “La divina proporción” a principios del siglo XV con ilustraciones de Da Vinci. 

UN FRANCÉS EN LA CIUDAD

Hablando de la ciudad nos dice Jean-Baptiste: “Me enamoré de Asunción, lo que me impresionó al llegar fue la luz natural, muy intensa y cálida, cuando que en Europa es más tenue. Hice todo un recorrido con mi cámara, una especie de mini reportaje personal sacando fotos de todas las viviendas y edificios que me gustan. Hay dos casas en el centro que me fascinan, cada vez que paso en auto me duele el corazón el estado en que están y me imagino lo increíble que podrían ser restauradas”.

Si a principios de los años 40 Monsieur De Belmont –de cuyo trabajo lastimosamente no hay registros fotográficos y del que sí pude saber de su existencia de a oídos por los valiosos relatos de doña Esperanza Alsina– exhibía sus piezas en grandes vitrinas estilo Luis XV, mostraba catálogos de moda y que luego de varios meses llegaban los pedidos en barco, en la contemporaneidad Jean-Baptiste Messié nos enseña sus modelos en las redes y los encargos llegan en un abrir y cerrar de ojos.

OCHENTA AÑOS DESPUÉS

Después de más de 80 años de la llegada del legendario marqués a Asunción, ¿qué tienen en común estos parisinos de distintas épocas? Me pregunto y me respondo a mí mismo: “Pienso que muchas veces son los extranjeros los que nos enseñan a ver lo que nosotros no vemos, en las artes visuales lo hicieron en su momento grandes artistas, como el brasileño Lívio Abramo, el polaco Wolf Bandurek (quien instaló el tema social en la pintura paraguaya), o los acuarelistas españoles Francisco Torné Gavaldá y Emili Aparici. También en la arquitectura los catalanes y los italianos como nos cuenta Josefina Plá en su libro “Los italianos en el Paraguay”. En el caso de estos dos parisinos, De Belmont y Messié, en el mundo de la moda generaron curiosidad en tiempos tan distantes uno del otro y aportaron a nuestro imaginario desde sus miradas, tal vez desde las alturas de la Torre Eiffel hasta viejos rincones de algún “patio colonial” de Asunción del Paraguay.

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