Tras incursionar en diversos géneros literarios, la escritora paraguaya presenta su primera obra extensa, “Muero por un café”, una novela que publicó por Amazon.

Por Carlos Giménez

carlos.gimenez@gruponacion.com.py

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“Es mi primera novela publi­cada y es mi primera obra en Amazon”, explica Carla Guillén Bal­melli acerca de su nuevo libro “Muero por un café”, que está a la venta en la plata­forma internacional desde el lunes 6 de julio pasado y cuya versión tradicional impresa estará disponible desde la próxima semana.

Aunque posee títulos pro­fesionales en administra­ción, contabilidad y finan­zas y desde hace varios años se dedica al rubro de la con­fección; la auténtica pasión de la autora la ha llevado a incursionar en el cuento, la poesía, hasta letras para canciones y guiones de tea­tro. Su interés artístico se ha extendido a la conducción radial e informes especiales; y obtuvo distinciones en los concursos de Coomecipar y Club Centenario.

AMISTAD Y DRAMA

Pero, ¿de qué trata “Muero por un café”? Amazon anti­cipa así: “María, Vivi, Laura, Sol, Eugenia y Ana son ami­gas desde que iban juntas al colegio. Aunque han pasado muchos años, siguen encon­trando tiempo para reu­nirse. Cuando creían que ya no había secretos entre ellas, una tragedia las enfrenta al dolor y deja salir a la luz his­torias jamás develadas”.

“Una novela sobre la leal­tad, los amores perdidos, los anhelos personales y la fuerza de la amistad. Un libro que puede convertirse en tema obligado de interminables conversaciones con amigas, café de por medio”, agrega la descripción sobre esta publi­cación digital de 140 páginas.

Ahora, a continuación, la propia autora nos conduce hacia la historia detrás de la creación de “Muero por un café”, así como las motiva­ciones que mueven su imagi­nación, reflexiones y el espí­ritu para escribir.

“Muero por un café” es una novela con toques de humor y drama, en torno a la bebida favorita de muchos.FOTO: GENTILEZA

–¿Cómo y cuándo comienza el proceso para escri­bir “Muero por un café”? ¿Cuál es la idea y/o la inspi­ración para esta historia?

–La empecé a escribir en agosto del 2019. Lo hice en principio sin la idea de con­vertirla en una novela, más como algo anecdótico a par­tir de algunas reuniones con amigas. Disfrutaba escu­chándolas porque me parecía gracioso lo que compartían.

Suele sucederme que no busco las historias, son ellas las que me encuentran siempre con ganas de escribir. Solo tengo que reconocerlas, verlas con­vertidas en imágenes como si de una película se tratara y empezar a jugar con los posi­bles personajes, las situacio­nes que vivirán y sus destinos.

El nombre de la obra está vin­culado a todas las emociones que están relacionadas con el café. El café es sinónimo de algo placentero, es sinónimo de compartir buenos o malos momentos, pero tiene, además, en esta novela otro sentido que el lector descubrirá conforme vaya avanzando en su lectura.

–Así como en tu ante­rior libro de cuentos, ¿esta novela contiene también referencias autobiográficas?

–Prácticamente en mis obras siempre, de alguna manera, hay referencias autobiográfi­cas: algún nombre, una fecha que para mí tiene algún sen­tido dentro de mi historia personal. En esta novela se materializan en frases mías que atribuyo al padre del personaje que narra la his­toria. Ella describe a su papá con características del mío y hace mención a un libro que realmente él publicó hace muchos años, pero la frase que le atribuye, la escribí yo.

–¿En qué género definís el tono del relato de “Muero por un café”?

–”Muero por un café” es una novela con toques de humor y drama. No me gusta enca­sillar mis escritos porque no soy partidaria de predisponer el ánimo del lector que los va a leer. Disfruto pensando que cada uno de ellos tendrá un encuentro personal con mi obra que le afectará o no de manera singular.

Pero hay algo innegable cuando escribo y en lo que me vuelvo un poco tirana por decirlo de alguna manera: soy una convencida de que aun en las situaciones más difíciles o más dolorosas no puede estar ausente el humor… hasta como bálsamo para sobre­llevarlos mejor.

POESÍA Y RELATOS

–¿Cuáles son tus libros publi­cados por año hasta ahora?

–En el 2016 publiqué el poe­mario “Punto seguido. El amor”. Dos años después, la colección de relatos “Cuen­tos con mi hermana”.

–¿Qué te motiva a escribir?

–La necesidad y el placer de contar historias. La posibi­lidad de convertir en pala­bras, las imágenes que se me presentan y que a veces pare­cen no tener sentido hasta que me encuentro en sole­dad con el papel y el lápiz y se inicia el juego. Escribir es mi oficio, pero un oficio que me permite jugar con abso­luta libertad con todos los ele­mentos que hacen al relato. Cada uno tiene vida propia, no responde a leyes natura­les y evoluciona, siempre y cuando yo le conceda esa posibilidad. Soy yo la que en definitiva decide los destinos de los personajes, aunque tengo que recono­cer que en ocasiones algu­nos van sufriendo trans­formaciones interesantes e inesperadas, que me obli­gan a girar el timón hacia una dirección que no estaba en los planes iniciales. Esa posibilidad de ir mutando la historia hasta la última página del libro es la ben­dición o el castigo al que se enfrenta cada escritor.

–¿Cómo comenzó tu acer­camiento con la literatura y con la creación literaria?

–Crecí entre libros. Tuve más libros que juguetes. Mi padre fue escritor, además de periodista, filósofo, profesor y abogado. Mi infancia trans­currió en ese mundo fantás­tico que descubrí gracias a él. Escuchaba las historias que él contaba y podía visualizar­las. Para cuando tuvimos el primer televisor, yo ya había vivido mis propias películas.

Siempre sentí la necesidad de escribir como una voca­ción innegociable.

–Tus escritos han incur­sionado en otros ámbitos como el audiovisual y la música, ¿qué podés comen­tarnos sobre este aspecto?

–Tengo escritas varias can­ciones que fueron grabadas por diferentes cantantes paraguayos. Una de mis can­ciones, “Jazmín del señor”, fue una de las finalistas en el concurso organizado con motivo de la beatificación de Chiquitunga Guggiari.

Estudié actuación en El Estu­dio de Agustín Núñez y par­ticipé en talleres de guion y dirección de audiovisuales. Como consecuencia de esto, durante dos años, junto con Leonardo Rodríguez, compa­ñero de El Estudio, escribi­mos los guiones y dirigimos dos cortos protagonizados por alumnos del primer curso de ese instituto.

–¿Cuáles son tus autores y obras favoritos?

–Tengo muchos autores de los que disfruto y aprendo. No me gusta mencionar abierta­mente nombres en particu­lar por la sencilla razón de que siempre corro el riesgo de olvi­dar a alguno y porque cada día estoy descubriendo uno nuevo. Reconozco que mis preferidos son los que utilizan la ironía, el humor y el sarcasmo con inteligencia, para decir verda­des simples pero contunden­tes y los que dejan mensajes entre líneas que cada lector debe descubrir.

SOBRELLEVANDO LA PANDEMIA

–¿Cuáles han sido tus principales lecturas en estos últimos meses de pandemia?

–Reconozco que me gusta investigar sobre la vida de personajes que influyeron de alguna manera en el pen­samiento desde diferentes ámbitos. Me gusta descubrir su visión del mundo. Inves­tigué y leí bastante de dife­rentes autores, pero más que nada escribí. Terminé esta novela. Finalicé otra que todavía no será publicada, entre otras cosas y en algu­nos recreos, escribí poemas.

–¿Qué podés anticipar sobre próximos proyectos?

–Tengo finalizada otra novela y un nuevo poemario que todavía no serán publicados. Estoy en la mitad de otra obra que será publicada en el 2021.

Sigo abocada a la escritura de guiones que se materiali­zarán una vez que esta situa­ción que estamos viviendo se regularice.

–¿Alguna reflexión que quieras compartir sobre este momento que vive el mundo?

–Creo que hoy más que nunca toman protagonismo valores como la tolerancia y el respeto, no hacia un género, no hacia un color o a una raza, no a ciertas tendencias o pensamientos, no a elecciones, opiniones o creencias religiosas, sino como valores universales, como algo intrínseco que debemos incluir como parte de nuestro ADN. Vivir la tolerancia y el respeto sin olvidar que los derechos de cada uno terminan en el punto exacto en el que comienza el del otro y que cada derecho con­lleva una obligación.

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