Por Toni Roberto, tonirobertogodoy@gmail.com

Hoy me ubico frente a la casa número 393 de la calle Humaitá, una fachada “italianizante” de principios del siglo XX, donde vivió el Dr. Manuel Ventre y su señora María Victoria “Muñeca” Talavera Guggiari.

Si los dos últimos domingos hablábamos de un viaje imaginario por un “castillo encantado asunceno” al que nunca pudimos entrar, hoy nos sumergimos en las historias de María Victoria de Ventre, más conocida como “Muñeca” Ventre, una mujer con muchos recuerdos que con sus casi 90 años nos deleita rescatando historias vividas de una Asunción que ya fue.

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El archivo de fotografías que poseen los Ventre Talavera tiene un incalculable valor histórico, debido a que en esa época –finales de los años 40– se realizaban muy pocas fotos de la ciudad y gracias a ellas podemos conocer lugares de Asunción y sus alrededores que no eran tradicionalmente fotografiados. Es que su marido el Dr. Manuel Ventre era un gran aficionado a la fotografía, además de ser bioquímico y dueño de la legendaria Farmacia Paraná que estuvo ubicada hasta principios de los años 90 en la tradicional esquina de 15 de Agosto y Gral. Díaz.

“Muñeca”, nacida en Asunción en 1932 en la calle 14 de Mayo y Piribebuy, vivió desde su infancia en una agitada ciudad de cambios políticos, revueltas, además de la desgracia de quedarse huérfana a los 12 años y con una hermana de sólo 9 años. Nos cuenta: “Mi papá Pedro Talavera era liberal y trabajaba con Bruno Guggiari y también en la presidencia cuando José P. Guggiari estaba en el poder. Al llegar al poder Higinio Morínigo, lo persiguió apresándolo a cada rato, entonces recurrió a un pariente, el Gral. Bernardo Aranda, que un día le dijo: ‘Por qué no te vas con tus dos nenas por un tiempo a San Lorenzo que allá vive tu hermano’. Y fue así que nos mudamos por tres años y volvimos a Asunción a finales de 1947”.

LOS 15 AÑOS EN PLENA REVOLUCIÓN 

“En plena revolución del 47, estábamos en San Lorenzo en la misa de mis 15 años cuando de repente se escucharon ráfagas de ametralladoras, el sacerdote cerró las puertas, golpearon con el fusil”, relata y sigue: “Le dijeron al padre, ‘¿porqué usted cierra la iglesia?’; él respondió ‘porque escuchamos unos tiros y para proteger a la gente’ –sabíamos que estaban viniendo los revolucionarios y que iban a llegar en cualquier momento– ‘esta es la casa de Dios’ dijo uno, ‘abra la puerta’, exclamó otro”. El relato de “Muñeca”, sigue: “Cuando terminó la misa salimos para nuestras casas todos asustados y sobre la ruta ya estaban festejando y gritando, salió el pueblo de San Lorenzo a recibirlos. En la ciudad quedaba la casa de uno de los Morínigo, donde entraron y tiraron todo lo que había, también saquearon la casa Segura, Latorre & Cía., quitaron los ponchos, pantalones y otras prendas porque hacía mucho frío, el gerente era un señor español que viendo todo el estado calamitoso del negocio se suicidó”.

Sigue contando “Muñeca”: “Los revolucionarios fueron alojados en el Hotel Ideal, entre ellos venía Roberto L. Petit, y todas las chicas corrían para conocerle porque decían que era muy churro y estaba ahí mezclado con el pueblo con su pantalón verde, camisa verde y el birrete con la V de la victoria colorada”.

EL “NOVIO FUGITIVO” DEL REGISTRO CIVIL 

Ella trabajó en el Registro Civil en Asunción desde muy joven y de donde tiene historias increíbles, como la de un “novio fugitivo”, un muchacho de la alta sociedad de apellido compuesto que le pidió esconderse en un rincón porque querían que se case forzado con una señorita influyente, también de doble apellido, y gracias a su ayuda se escapó a Montevideo donde pudo casarse con su prometida de origen italiano, de la que sí estaba enamorado.

También cuenta que en su casa vivieron dos prisioneros de la Guerra del Chaco: “Mi papá fue auditor de guerra en la Guerra del Chaco y tuvo que venir porque allá hubo una peste y se sintió mal, pero ya no volvió, quedándose a trabajar en su estudio de abogacía. Trajo consigo a dos prisioneros bolivianos, quienes vivieron en mi casa, yo me acuerdo perfectamente de sus nombres, uno era cocinero y se llamaba Pacífico Palomino y otro sastre llamado Tomás Huamán”.

Hace unos años “Muñeca” Ventre debido a los ruidos del centro se mudó a un “chalet estilo colonial” en barrio Jara, donde siempre las puertas están abiertas para contarnos viejas y desteñidas escenas de ayer, que con sus relatos reviven en hermosas y coloridas acuarelas asuncenas que nos cuenta en forma exclusiva para los archivos de Cuadernos de barrio.

Casona de los Ventre, con tres balcones sobre la calle Humaitá. Asunción 1908.


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