Una caminata por Rodríguez de Francia y Félix Bogado hasta encontrar una casona centenaria y misteriosa.
Por Toni Roberto
Este domingo quiero caminar con ustedes por la ruidosa esquina de Rodríguez de Francia y José Félix Bogado, ahí donde convergen tres avenidas asuncenas que tienen como protagonista principal a una casona centenaria construida por el arquitecto holandés Augusto Pablo Gebhardt de Norrone, nacido en 1882, allí escondida entre los frondosos árboles, ilusiones y culandrillos observa el vertiginoso cambio de la ciudad de Asunción de los últimos 100 años y el movimiento de las tres anchas avenidas.
Tal vez el caminante se preguntará: ¿cuál es su historia?, pero hoy quiero hablarles solamente de una pequeña parte de ella y remontarme a los años 60, a la época de unos inquilinos que le dieron alegría y color, ellos fueron los Solano López-Campos, familia encabezada por la matrona doña Palmira Campos, dama salesiana que ayudaba a esas obras, y sus hijos los bisnietos del Mariscal López, que vivieron entre 1963 y 1968 en el amplio primer piso de la “mansión” con entrada independiente sobre José Félix Bogado, donde arranca la avenida.
UNA ESPECIE DE CASTILLO CON ARTE Y “CHARMING”
En poco tiempo, el “castillo” empezó a tener luz y color, a ser un lugar de grandes reuniones de músicos, bailarines, pintores, periodistas, dibujantes, escritores, es que en él habitaban María Adela “Lela” Solano López, una de las mujeres más ligadas al agitado mundo del arte moderno paraguayo de esa década, y su hermana Norma “Petota” Solano López, quien formaba parte del “Charming Club”, un grupo de entusiastas asuncenos que compartían espacio en varias actividades sociales de la época, tanto en fiestas bailables en casas como en locales de eventos nocturnos y de matiné, donde también preparaban sus comparsas para las fiestas de carnaval de los más tradicionales clubes asuncenos.
No faltaban reuniones de artistas en la amplia terraza de una de las colinas de la ciudad, desde donde se dominaba el río y el entorno, siempre presentes en las tertulias los más encumbrados vecinos culturales de Asunción, entre ellos Josefina Plá, Livio Abramo, Ramiro Domínguez, Edith Jiménez, Olga Blinder, Ofelia Echagüe y su marido, el artista húngaro Adán Kunos.
CASTILLO DE AVENTURAS
Cuenta María Liz Rodrigues de Britto Solano López, que era niña en aquella época: “Era un verdadero castillo de aventuras, el jardín era enorme, allí estaba mi hamaca. Papá le regaló a mamá un Mercury convertible que estaba estacionado en la cochera, que era como una casita aparte”.
“Jugábamos todo el día con mis amigas y amigos del barrio. La casa de muñecas era la gran chimenea. Papá me traía de Río de Janeiro muñecas hermosas”, refiriéndose a su padre el arquitecto brasileño Saturnino Rodrigues de Britto, quien vino al Paraguay para trabajar en la dirección de obras del Hotel Guaraní ya en los años 50 y quien vivió en Asunción hasta el final de sus días en 1969.
La residencia inaugurada en 1920 con el tiempo perdió su brillo, pero ganó para siempre los recuerdos de una familia tradicional asuncena que no heredó un palacio, pero que sí se convirtió para siempre en la “inquilina de un castillo encantado asunceno”, lleno de hermosos recuerdos y que hoy espera recuperar su glorioso pasado.