Por Bea Bosio, beabosio@aol.com

La rubia que juraba que “los diamantes son los mejores amigos de las chicas” había leído “Ulises”. El complejo libro de Joyce, de pasajes tan intrincados que era difícil comprenderlo de buenas a primeras, pero ella era determinada y no se rendía tan fácilmente. (Tampoco tuvo vergüenza de admitir que le había costado infinitamente).

Y es que la chica que decía que “en la cama solo vestía Chanel Nº 5” tomaba clases de literatura e historia por las noches en la Universidad de California y más allá de sus devaneos frente a las cámaras, una biblioteca personal con 400 libros la esperaba en casa cuando se apagan las luces y se olvidaban los escotes. Ejemplares de la talla de Dostoievski, Kerouac y Heminway.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Tal vez los libros le hacían compañía. Tal vez saciaban su curiosidad intrínseca. Su vida no había sido fácil. Vivió una infancia inestable, con una madre con problemas mentales que no la pudo cuidar. Entonces la entregó a otra gente y Marilyn fue rotando de casa en casa, huyendo de los orfanatos, hasta que a los 16 años se casó para asegurarse un hogar. Pero aquello no duró mucho y pronto volvió a instalarse la soledad. “Yo sabía que pertenecía al público y al mundo no porque fuera talentosa, o ni siquiera bella”, reflexionó alguna vez. “Sino porque nunca había pertenecido a nada o a nadie más”.

Marilyn era una chica leída detrás del velo de sex symbol que la cubría. Una mujer compleja. Curiosa y llena de preguntas existenciales que no sacaba a la superficie, pero plasmaba en sus diarios, esos íntimos depositarios de pensamientos y poesías donde podía descubrirse y mostrarse mucho más profunda y reflexiva de lo que el mundo exigía ver. Ahí se entregaba a la hondura de esa búsqueda constante y lanzaba sus dudas al cosmos desde el centro de su piel. Sin filtro. En prosa y rima. Cuando hace unos años publicaron el libro basado en sus diarios “Fragmentos: poemas, notas íntimas y cartas”, el público se sorprendió ante esta faceta más íntima de la actriz, que la despojaba de los estereotipos del símbolo sexual meramente para mostrarla bajo una luz diferente: Norma Jeane, mujer. Vulnerable, profunda, librando una lucha silenciosa para acallar sus demonios, buscando un cable a tierra dentro del caos que implicaba ser quien había llegado a ser.

“Arthur Miller no se hubiera casado conmigo si yo hubiera sido nada más que una rubia tonta”, afirmó entre risas cuando la gente se sorprendió con aquella relación. “¿Sabes? La mayoría de la gente no me conoce”, declaró otra vez. Y tenía razón. No en vano el gran dramaturgo Miller la había definido como una “poeta callejera intentando recitar sus versos en una multitud que le hacía jirones en la ropa”. Sin duda él conoció muy bien.

Marilyn tuvo muchos amores, aunque nunca logró llegar a descifrar muy bien aquel asunto del amor. El gran deportista Joe di Maggio probablemente fue el hombre que más la quiso. Aunque jamás pudo manejar los celos y fracasó por querer ceñirla a un esquema más recatado al que ella nunca pudo pertenecer. Había una nostalgia intrínseca en ella. Un ostracismo íntimo, que arrastraba acaso desde la niñez.

“Solo ciertas partes nuestras alguna vez tocarán partes de los otros”, escribía Monroe buscando las respuestas en su propia voz. “La verdad de cada uno es esa, en realidad. La verdad de cada quien. Solo podemos compartir esa parte que los otros pueden entender, por eso es que principalmente estamos solos. A lo sumo tal vez, comprendido esto, lo que deberíamos buscar es la soledad que hay en el otro…”.

Al separarse de Joe, la relación entre ellos fluyó mejor y con los años él se convirtió en el pilar de su vida y le dio muestras indudables de lealtad. Tanto que cuando ella traspasó el umbral de la muerte, él se encargó de que hubiera flores en su tumba tres veces por semana durante veinte años, hasta su propio final…

Para que no le quedaran dudas que en este mundo no había estado tan sola… o tal vez simplemente para abrazar desde la nostalgia de su recuerdo esa eterna e impenetrable soledad.

Etiquetas: #-

Dejanos tu comentario