Desde el Grito de Chuquisaca hasta el Mayo Francés de 1968, la mayoría de los sucesos más importantes ocurrieron en el quinto mes del año.

Mayo es revolución y grito de libertad en muchas partes del mundo. Desde el Grito de Chuquisaca (1809), la Revolución de Buenos Aires (1810), la Independencia del Paraguay (1811), la Masacre de Haymarket (Los Mártires de Chicago, 1886) hasta el Mayo Francés (1968), la historia fue escrita con sangre, represión y muerte en el quinto mes del año. En estas páginas, cinco historiadores realizan un breve repaso por estas luchas necesarias que marcaron a fuego nuestros destinos.

La invasión de Napoleón Bonaparte (1808) a España fue uno de los acontecimientos que encendieron la llama de las revoluciones independentistas hispanoamericanas. El 2 de mayo se celebra el día de la comunidad madrileña porque el 2 de mayo el pueblo de Madrid se alzó en armas contra la invasión francesa, afirma la historiadora Anahí Soto Vera.

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La Revolución de Chuquisaca fue el levantamiento popular ocurrido el 25 de mayo de 1809 en la ciudad de Chuquisaca (hoy, Sucre), parte del recientemente creado Virreinato del Río de la Plata. “La Real Audiencia de Charcas destituyó al gobernador y formó una junta de gobierno. Como todos los movimientos independentistas de la primera hora, se declaró fiel al rey Fernando VII de España, quien en ese momento se hallaba preso por Napoleón, quien había puesto a su hermano José Pepe Bonaparte como rey de España. Finalmente, fue violentamente reprimido. Se considera el primer grito libertario de Hispanoamérica”, agrega.

MÁRTIRES DE CHICAGO

El 1 de mayo de 1886, en Chicago (Estados Unidos), comenzó una huelga general de trabajadores para exigir la jornada laboral de ocho horas. Esto desembocó en la Masacre de Haymarket tres días más tarde, el 4 de mayo. Ese día, una persona desconocida lanzó una bomba a la policía que intentaba disolver el acto. Esto desembocó en un juicio a ocho trabajadores, donde cinco de ellos fueron condenados a muerte (uno de ellos se suicidó antes de ser ejecutado) y tres fueron recluidos. “Años después, el juicio fue calificado de ilegítimo y deliberadamente malintencionado, por lo que los condenados fueron denominados mártires de Chicago por el movimiento obrero”, puntualiza Soto.

Cuatro años más tarde, en 1890, en Barcelona (España), los sindicatos anarcosindicalistas convocaron a una huelga general para conseguir la jornada laboral de ocho horas. Posteriormente, esa fecha se estableció como conmemoración con el nombre de Día Internacional de los Trabajadores, para reivindicar los derechos laborales. Lo llamativo es que se celebra en casi todo el mundo, menos en los Estados Unidos.

“Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia: la verdadera historia, quien quiera oír, que oiga”. Litto Nebbia

MAYO FRANCÉS

Un evento muy admirado de mayo fue la serie de protestas llevadas a cabo en París en 1968. El Mayo Francés se inició en la capital como una protesta estudiantil crítica al estilo de vida y de gobierno autoritario y capitalista, y que perseguía a las organizaciones sociales. A esa manifestación inicial se le unieron rápidamente los obreros, los sindicatos, el Partido Comunista Francés y se fue extendiendo por otras ciudades francesas con el mismo pedido.

Las protestas se extendieron por más de un mes y se convirtió en la mayor huelga general de la historia de Francia, con más de nueve millones de trabajadores protestando. Tal vez fue la mayor de toda la historia de Europa occidental. Las manifestaciones calaron en las juventudes de Europa y América que provocaron una ola de protestas estudiantiles durante todo 1968.

RUPTURA ENTRE ÉLITES

En América Latina, el proceso más conocido va aproximadamente desde 1810 hasta 1835. Y significó una ruptura entre las élites coloniales y las emergentes élites criollas, sostiene el historiador Carlos Gómez. “El problema estuvo centrado en la falta de expansión de esta revolución para que incorpore a los actores populares. Como señala el sociólogo Miguel Centeno, las élites regionales sostuvieron constantes guerras civiles contra sus propios actores populares (pueblos indígenas, esclavos, campesinos, trabajadores, mujeres) con el objetivo de conservar sus privilegios e impedir que se expandan hacia la sociedad”, agrega.

Francia choca con la resistencia de una visión de otros actores en muchos casos coincidentes con la visión de la élite porteña. En el fondo, en el Paraguay se da una disyuntiva típica de la región entre optar por continuar formando parte de la Corona, conformar una élite bien conectada con la potencia regional, en nuestro caso Argentina, o plantear una élite propia centrada en Paraguay. “En estas luchas por consolidar un orden interno, algo en lo que Francia resultó muy exitoso, mucho más que sus pares regionales, hubo enfrentamientos y vencidos, y Francia ciertamente en el bando ganador”, reitera Gómez.

INDEPENDENCIA, ¿DE QUIÉN?

Es un hecho largamente conocido que la Independencia del Paraguay se da más directamente con respecto al dominio de Buenos Aires que al mismo dominio español. John Lynch inicia su apartado sobre Paraguay diciendo: “Paraguay, como Uruguay, repudió la autoridad de Buenos Aires primero, y muy brevemente para apoyar a España, luego más vigorosamente para afirmar su propia independencia”. Y el Dr. Francia lo sintetiza en “no cambiaremos unas cadenas por otras”, ya que el yugo impuesto por el gobierno porteño resultaba, a veces, incluso más pesado que el yugo de la monarquía hispánica, afirma Soto.

ROMPER UN PARADIGMA

El proceso de la independencia paraguaya no solo trataba de romper lazos con la metrópoli, sino que también de quebrar un paradigma político que sostenía que el rey gobernaba por mandato divino, afirma el historiador Herib Caballero Campos.

En cuanto a los nexos entre las independencias de Argentina y Paraguay, el historiador sostiene que el vínculo existió. “Aparentemente, los contactos entre los emisarios de los oficiales de las milicias paraguayas con Manuel Belgrano, en las semanas que le fueron cercando desde Paraguarí hasta Tacuarí, hicieron que prendiera con fuerza la idea –sostiene el historiador Julio César Chaves– de que el 25 de mayo de 1811 se realice el movimiento armado para deponer al gobernador español”.

Pero el plan original se vio alterado por la presencia del teniente de Dragones José de Abreu, quien era enviado por las autoridades portuguesas para ofrecer tropas y sostener al gobierno español en el Paraguay, bajo el influjo de la infanta Carlota Joaquina, quien era la esposa del príncipe regente portugués y estaba residiendo en Río de Janeiro, agrega.

Se completó el panorama en 1811 con el intento del gobernador Bernardo de Velasco de asociarse con los portugueses para defender los “derechos del soberano en desgracia”. Carlota Joaquina había enviado a José de Abreu para garantizar su apoyo, mientras que Carlos Genovés hacia los contactos. Las tropas estaban alistadas. Por su parte, los realistas eran una pequeña élite con muy poca simpatía de los criollos, y los criollos veían cualquier alianza con los portugueses como una traición.

El escenario era propicio para levantarse contra Velasco y apartar a los peninsulares del poder. El pobre desempeño militar de Velasco en las batallas de Paraguarí y Tacuary, y la falta de pago a los combatientes fueron catalizadores para el descontento de los paraguayos.

El gobernador Velasco había ocupado Corrientes en abril de 1811. Los realistas tenían planeado controlar Paraguay, Corrientes, Entre Ríos y la Banda Oriental del Uruguay.

NI TAN INDEPENDIENTES

En la noche del 14 de mayo, un grupo de revolucionarios, con el capitán Pedro Juan Caballero al frente, se apoderó del Cuartel General de Asunción. Estos forzaron a Velasco a compartir el gobierno con dos consocios: el Dr. José Gaspar de Francia y el español Juan Valeriano de Zevallos (conocido patriota). Varias formas de gobierno se sucedieron en este. Es probable que un oficio similar a este haya llegado a Villarrica para anunciar los acontecimientos acaecidos en Asunción:

El Gobierno decidió retirar las tropas paraguayas de Corrientes el 30 de mayo de 1811, y se ocupó de pagar a las tropas de la provincia. Para junio se convocó a la Junta General, considerada por la historiografía como el primer Congreso Nacional, con el objetivo de establecer la forma de Gobierno y las relaciones con Buenos Aires, analiza Soto.

El Triunvirato duró apenas hasta comienzos de junio, cuando Velasco fue apartado del Gobierno tras el descubrimiento de cartas relativas a una alianza con los portugueses.

1968: Las protestas de estudiantes y obreros llenaron las calles de París. De Gaulle tembló de miedo.

UNA JUNTA NO TAN JUNTA

Los diputados decidieron que se forme una junta que representara a varios sectores: la milicia-terrateniente (Fulgencio Yegros, Pedro Juan Caballero), la burguesía comercial (Fernando de la Mora), el estamento eclesial (Francisco Javier Bogarín) y un político e intelectual de reconocida trayectoria (Dr. José Gaspar de Francia).

Las relaciones internas de la junta fueron bastante dificultosas y reflejaban los conflictos de intereses de los diferentes sectores: Francia abandonó varias veces el Gobierno, poniendo a la junta condiciones tales como la separación de Bogarín del cargo, ya que no confiaba en la influencia de la Iglesia en el Gobierno.

En octubre del mismo año, la junta de Buenos Aires y la junta de Asunción firmaron un tratado de amistad, y en setiembre de 1813, un Congreso (el segundo desde la destitución de los españoles) declaró la República.

La junta se disuelve en el Congreso de 1813, cuando se forma el Consulado, formado por Yegros y Francia.

Este gobierno de efímera duración no fue menos tenso que el anterior. A partir de 1814 se instauró un gobierno unipersonal que dio inicio el régimen francista hasta 1840. El Congreso de 1813 y 1814 estuvo compuesto por casi mil diputados, en 1816 unos doscientos diputados decidieron que la dictadura se extendiera de forma perpetua, dando plenos poderes al Dr. José Gaspar de Francia.

¿Y DESPUÉS QUÉ?

Hay un ítem final sobre el tema de la independencia y es el qué hacer luego de ser independientes. Clero, abogados, militares y mercaderes coincidieron en la Junta Gubernativa que surgió del Congreso de junio de 1811 en la necesidad de la independencia, tanto de España como, sobre todo, de Buenos Aires. Ahora bien, no todos coincidían en el día después, arguye Telesca.

“Estamos siempre tentados a pensar que un Francia era patriota y paraguayo mientras que un Fernando de la Mora, que quería seguir la relación económica con Buenos Aires, era todo lo contrario. Sin embargo, era tan patriota uno como el otro, cada uno a su manera; como ocurre hoy en día. En el Paraguay hubo Congresos en 1811, 1813, 1814, 1816, donde se discutía sobre los pasos a seguir. El Dr. Francia no convocó a otros congresos y los que no concordaban con los manejos del gobierno, no vieron otra salida que intentar cambiar al gobernante. Les salió mal la jugada y el Dr. Francia se fue deshaciendo de ellos. No tenía muchas otras alternativas. Estaba muy seguro del camino a seguir”, concluye Telesca.

El 1 de mayo de 1886, en Chicago (Estados Unidos), comenzó una huelga general de trabajadores para exigir la jornada laboral de ocho horas.
Serie de protestas llevadas a cabo en París en 1968. El Mayo Francés

JOSEFA FACUNDA SPERATTI, UNA PRÓCER OLVIDADA

Milda Rivarola (historiadora). Hija de un italiano, emigrado a Buenos Aires a fines del siglo XVIII, y de madre bonaerense, nació en Buenos Aires en 1792. Durante los eventos de mayo de 1811, estaba prometida al coronel Fulgencio Yegros. Documentos que llevan su firma indican que habría recibido instrucción escolar, en un tiempo en el que eran excepcionales las paraguayas alfabetizadas.Al año siguiente, ya casada con el presidente de la Junta Gubernativa, Josefa Facunda se suma activamente a la colecta de fondos para el cuerpo de ejército que iría a recuperar Fuerte Borbón, ocupada por los portugueses. Al ofrecer su aporte, esta joven escribe al vocal Pedro Juan Caballero, el 4 de agosto de 1812:

“La defensa de la patria es tan natural a la criatura como el deseo de su existencia: el hombre libre no nació para sí solo, sino para su patria; el buen patriota desea momentos para desplegar la energía que abriga su corazón: estos obligantes preceptos, que la naturaleza ha sellado en los verdaderos amantes de la patria, es de primera necesidad significarlos en los apuros de esta dulce madre. (…) Dígnese vuestra merced admitirme los 13 pesos fuertes que le remito, pasando igualmente orden al ministro tesorero general (…) descuente del sueldo de mi esposo los 25 pesos de este mes presente agosto para que también se inviertan en beneficio de aquellos hijos del Paraguay que guardan nuestras fronteras: esta es mi voluntad expresa, y este el consentimiento de mi ya dicho esposo: sírvase vuestra merced dispensarme esta corta oferta, pues fuera mayor sino fuesen tan limitadas mis facultades…”.

Este texto sería “la primera manifestación documentada de una mujer dentro del proceso” de la revolución de mayo 1, y entre los donantes, ella figura como “presidenta”, curiosamente con su nombre de soltera. Tras el posterior consulado de Yegros, en 1814 –cuando José G. Rodríguez de Francia asume como dictador supremo– el matrimonio Yegros-Speratti retorna a la estancia familiar Santa Bárbara de Quyquyhó.

Acusado por el dictador de participar de una conspiración, Yegros es encarcelado en 1820 y fusilado al año siguiente. Josefa Facunda queda viuda con cuatro hijos del prócer: Josefa Gregoria Dámasa (1814); Anunciación (1816); Rómulo José (1818) y Ángel Ignacio (1820). Rómulo José acompañó al Gral. Francisco S. López en su viaje a Europa, en 1852-1854, y falleció durante la Guerra contra la Triple Alianza.

Permaneció en la estancia de Quyquyhó, y tuvo de otras parejas cuatro hijos más, que llevaron su apellido (Speratti). El último de ellos, Miguel José Speratti (1831), fue abuelo de las célebres educadoras Adela y Celsa Speratti.

En las décadas del 30 y 40, Josefa Facunda envía notas a funcionarios del Gobierno y viaja a Asunción, en el intento de proteger las propiedades familiares que estaban siendo expropiadas por el Estado. Durante una de las sucesiones de la familia Yegros, ella insiste en liberar los esclavos, recordando que su esposo luchó para que todos los hombres fueran libres. Ella sería entonces la primera “abolicionista” paraguaya.

Se desconoce la fecha de su fallecimiento, ocurrido probablemente en Quyquyhó. Su hermana, Micaela Speratti, integra en 1867 la lista de donantes de joyas para los gastos de la contienda, pero no ella, que debió haber fallecido años antes. (Datos proporcionados por las historiadoras Mary Monte y Ana Barreto)

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