• Por Herib Caballero Campos, licenciado y Doctor en Historia por la Universidad Nacional de Asunción. Magister en Historia del Mundo Hispánico (España), Estancia Postdoctoral en Historia (Brasil). Director de la Escuela de Postgrado de la Universidad Americana.

Luego de finalizar la Guerra contra la Triple Alianza, quedó un país devastado; varios extranjeros se afincaron por diversos motivos, las historias de vida son de las más diversas. Una de esas historias es la Manuel Ludgero Oliveira Campos, un joven médico y profesor de Historia y Geografía que se afincó en el Paraguay a partir de 1874.

Oliveira Campos nació Lençoes, provincia de Bahía, en Brasil. Sus padres fueron Maximiano Pereira Campos y Rufina María de Oliveira. Luego de la educación escolar realizó primero sus estudios del Profesorado en Historia y Geografía y luego se inscribió en la Facultad de Medicina de Bahía, la más antigua y prestigiosa institución en la formación médica del Imperio del Brasil.

La Facultad de Medicina de Bahía fue fundada como Colegio de Cirugía y es una de las instituciones más antiguas en la formación de médicos de Brasil. En 1832 tanto el Colegio de Cirugía de Bahía como el de Río de Janeiro fueron convertidos en Facultades de Medicina, siendo la de Bahía la decana de las instituciones de educación superior de Brasil.

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Manoel Ludgero Oliveira Campos.

La tesis doctoral de Oliveira Campos fue defendida el 10 de setiembre de 1873 y su tema fue “Em que consistem os temperamentos? É possivel modificarlos, transformal-os, derstruilos? Quaes os meios hygyenicos?”. El tribunal examinador estaba conformado por los doctores Y. F. da Cunha, Claudemiro Caldas y Pacifico Pereira.

Unos meses después de su graduación como médico se incorporó al Cuerpo de Salud de la Marina Brasileña con el rango de segundo cirujano el 15 de julio de 1874, siendo asignado a la fuerza expedicionaria estacionada en Paraguay como parte de las tropas de ocupación. Llegó a Montevideo en octubre de ese mismo año y sentó plaza en el Hospital de la Marina Brasileña en Asunción en noviembre de 1874. Fue primero destacado a la cañonera Fernandez Viera, pero luego por orden superior pasó a la enfermería de Marina en Asunción desde el 29 de enero de 1875. Cumplió las funciones de director interino de la misma debido a que el director no había llegado.

El 3 de setiembre de 1875 fue nuevamente comisionado al buque Barroso, que se encontraba estacionado en la Isla de Cerrito al sur del Paraguay. El 16 de noviembre viajó a Río de Janeiro, donde llegó el 10 de diciembre del mismo año y solicitó permiso por un mes para trasladarse a Bahía a resolver asuntos personales. Regresó a Asunción ya con el rango de cirujano mayor, sentando plaza en la enfermería del Fernández Viera y luego en otros buques. Tras la desocupación del Paraguay por parte de las tropas brasileñas el 22 de junio de 1876, se trasladó hasta el Mato Grosso. En 1878 fue asignado al Fuerte de Coimbra y al año siguiente regresó al Paraguay como médico de la cañonera Fernández Viera, que se encontraba surta en la Bahía de Asunción. Estuvo al servicio de la Sanidad de la Marina del Brasil hasta setiembre de 1884, cuando se dictó la orden del 13 de setiembre de ese año, pues él mismo solicitó su licenciamiento.

Ya como civil regresó al Paraguay el 4 de octubre de 1884. Dos semanas después se casó con la paraguaya María de Jesús Fernández. La ceremonia se realizó en la Iglesia Catedral de Asunción el 19 de octubre de 1884. María de Jesús Fernández era hija de Vicente Fernández y Saturnina Fernández, fueron testigos del matrimonio el teniente de la Armada Imperial del Brasil Pedro José de Alves Barros y María Souza de Ferreira. Manoel Ludgero se había casado en primeras nupcias con Julia Cristina, quien falleció.

SU LABOR COMO MÉDICO

El 26 de febrero de 1878, el Consejo de Higiene le reconoció oficialmente su título de médico, habilitándole para el ejercicio de la medicina en Paraguay. Su práctica profesional como médico y su aspecto menudo pronto le dieron fama al doctor Piquinino, que acudía diligentemente a visitar a sus pacientes a toda hora.

El 6 de diciembre de 1881 en un artículo titulado “Los médicos” publicado en el periódico La Reforma afirmaba que “…estamos en América, en la República del Paraguay, en donde solo hay tres doctores, que componen el Consejo de Medicina. De estos tres doctores, dos, más que de su clientela viven de los empleos que tienen, y por consiguiente, queda solo uno independiente […] y bien ¿pueden tres médicos asistir a 300.000 habitantes que cuenta la República? ¿No vemos que en la mayor parte de los distritos de campaña no conocen por fortuna todavía a los hijos de Esculapio? ¿Puede perseguirse a los curanderos en una República que no cuenta más que con media docena de facultativos? ¿No se han tolerado siempre los curanderos en la ciudad y en la campaña?”.

El 5 de marzo de 1886 fue nombrado miembro del Consejo de Medicina en reemplazo del Dr. Francisco Morra, quien renunció. Como nuevo integrante propuso un reglamento para el funcionamiento de dicho consejo.

Además, colaboraba con la Municipalidad de Asunción a pesar de que esta contaba con un médico. Es así que en noviembre de 1886 junto con el doctor Hassler inspeccionaron a un muchacho que se encontraba postrado desde hacía varios días en los corredores de la Estación del Ferrocarril derivándolo al mencionado hospital. Al respecto se destacaba que eran muchas las quejas contra los médicos que no acudían a visitar a los enfermos de cólera. Al respecto se anotaba en la crónica periodística: “…Si esos físicos tienen conciencia, como han declarado bajo su firma que no existe en la Asunción esa terrible epidemia, no deberían mostrar tanta cobardía […]. En cambio, se recomienda mucho la actividad y desinterés de los doctores Campos, Candia y Andreuzzi, que acuden siempre a los llamados que se les hacen”.

A fines de 1886 se declaró una epidemia de cólera en el Paraguay, se tomaron varias medidas y los escasos médicos que había entonces en el país comenzaron a desplegar su mayor esfuerzo. Sobre él se escribió: “…se lanzaba al ejercicio de su profesión sin temor ni recelo alguno. Así, en cualquier hora del día y de la noche acudía en socorro del paciente necesitado durante la peste de cólera allá por el año de 1887, se le vio desafiar denodadamente el peligro, arrebatando a la muerte a no pocos enfermos desahuciados”.

El Consejo Municipal de la Ciudad de Asunción en su sesión del 20 de abril de 1887 dispuso que “teniendo presentes los importantes servicios que V. prestó desinteresadamente, tanto á esta Corporación como al público de esta Capital, durante el tiempo de la pasada epidemia, expresar á V. los más merecidos agradecimientos y reconociendo con justicia en el doctor don Manuel Ludjero [sic] O. Campos al hombre de sentimientos altamente filantrópicos”.

En noviembre de 1888 habilitó una clínica junto con el doctor Alves de Barros en la calle Oliva Nro. 6. Ante la inminente propagación de la viruela, tanto el médico forense Hoskins como los doctores Campos y Alves habían ofrecido la vacunación gratuita a los niños contra tan mortal enfermedad, lo que cuestionaba la prensa era que “este oportuno ofrecimiento ha sido desoído hasta la fecha. Las familias no se preocupan ni mucho ni poco de vacunar a sus criaturas”.

Además, ejerció la medicina en el Hospital de Caridad, que entonces estaba cerca del actual Hospital Militar. Dicho hospital era administrado por la Sociedad de Damas de Beneficencia con la ayuda de las hermanas Vicentinas. Al respecto, recuerdan que en su ejercicio de la medicina fue formando a varios enfermeros que trabajaban en dicho establecimiento sanitario “… que más tarde ejercieron el curanderismo empleando el recetario que de él recibieron y en el cual se hallaban incluidas numerosas recetas de plantas medicinales del país, cuyas propiedades había estudiado cuidadosamente. Uno de aquellos viejos luchadores, don Guillermo González, lo recordaba con cariñosa admiración”.

La Sociedad de Damas de Beneficencia, presidida por doña Rafaela L. de Miranda, el 14 de setiembre de 1887 resolvió nombrarlo “socio protector de la misma, en atención de su reconocida filantropía hacia esta Sociedad de Beneficencia”.

Asunción de antaño, pintura de Maynard.
Aviso publicado en el periódico El Orden.
María de Jesús Fernández.

PROFESOR DEL COLEGIO NACIONAL

Manoel Ludgero Campos fue profesor de Cosmografía del Colegio Nacional de Asunción y en mayo de 1889 la Comisión Directiva solicitó su designación como profesor de Higiene. De hecho, según testimonios era un astrónomo aficionado que “por inclinación natural, deleitábase en la observación con su pequeño telescopio, del mundo sideral”.

Campos se desempeñó también como profesor de Historia Contemporánea del 3er. y 6to. Curso del Colegio Nacional de la Capital. Presentó su renuncia al cargo en octubre de 1890 debido a su enfermedad siendo designado en su reemplazo el entonces joven Manuel Domínguez.

Al respecto de su labor docente se afirma que “fue modelo de puntualidad y corrección, y tanto llegó a querer a sus discípulos que, por no perjudicarles en sus estudios, continuó enseñándoles desde su lecho de enfermo hasta completar el último curso. El único sobreviviente de aquellos jóvenes de entonces, D. Juan Francisco Pérez, residente en Buenos Aires, recordaba hondamente emocionado las lecciones, anécdotas y los chistes del querido maestro, quien en mucha honra tuvo considerarse el hermano mayor de sus discípulos”.

De su pluma como catedrático de la Historia ha quedado un trabajo titulado Etimología del nombre de América, que fue publicado por primera vez en la Revista de la Escuela de Comercio en 1915. En dicho trabajo demuestra su gran erudición y conocimiento de obras como las de Fernández de Navarrete, el Abate Prévost, analizando cuál es el origen de la denominación de América para el Nuevo Mundo.

En ese sentido, aportaba datos de otros autores que sostenían que la palabra Americ fue una palabra indígena con la que denominaban a las tierras altas y que fue europeizada. Luego de varias disquisiciones al respecto sostenía el doctor Campos que “generalmente las denominaciones indígenas primitivas han sido adulteradas en los primeros tiempos por los conquistadores y posteriormente por los exploradores y los navegantes extranjeros. El indio fue muy exacto en las denominaciones que daba los objetos, las cuales representaban con toda precisión y claridad las cosas a que se referían. Muchas de esas denominaciones que han llegado hasta nosotros cuidadosamente conservadas en los raros libros de los jesuitas, quienes en la necesidad de catequizar a los indígenas aprendieron su lengua, demuestran cuán sutil fue la inteligencia del indio americano y cuán rica su imaginación”.

SU FALLECIMIENTO

Manoel Ludgero Oliveira Campos estuvo enfermo varios meses luego de haber caído del caballo durante una visita médica. Su fallecimiento se produjo el 9 de diciembre de 1890.

Dejó cinco hijos, María, Vitalina, Francisco, Alfonso y Juan Zoilo. Los tres varones en 1901 fundaron la Sociedad de Empleados de Comercio, gremio que años después organizaría la Escuela de Comercio, una institución destacada en la formación de los contadores públicos del Paraguay durante la primera mitad del siglo XX. Su viuda, doña María de Jesús Fernández, falleció en Asunción el 8 de abril de 1934.

La vida del médico brasileño Manoel Ludgero Oliveira Campos fue de la dedicación a la ciencia de curar a la par de dictar clases sobre sus otras dos vocaciones, la Historia y la Astronomía. Su faceta docente fue destacada por quienes le conocieron, su dedicación a atender a los pacientes más humildes y a los niños lo llevaron a ser reconocido por su filantropía tanto por las autoridades como por la sociedad de la época.

Oficiales en el Hospital de la Marina, en Asunción, 1869.

Fuentes:

Arquivo da Marinha, Islas das Cobras, Río de Janeiro. Legajo do Manoel Ludgero Oliveira Campos.

Arquivo histórico da Faculdade do Medicina, Universidade Federal do Bahia. Disertaçao de Manoel Ludgero Oliveira Campos.

Archivo de la Arzobispado de Asunción. Libros de Matrimonios de la Catedral de Asunción [consultado en familysearch.com].

Campos, O. Manoel L. La Etimología de América. Revista de la Escuela de Comercio. Julio y agosto de 1915.

Campos, Alfonso B. “El médico de los pobres y de los niños”, La Tribuna, 15 de diciembre de 1948.

Digesto de la Municipalidad de Asunción (1885-1896). Asunción, Tipografía La Opinión, 1896.

Dourado Rocha, Nadia Maria. A preocupação com questões psicológicas nas teses da Faculdade de Medicina da Bahia nó seculo XIX. Temas da Psicología na SBP, 2000. 163-173.

El Orden. Asunción, 15 de octubre de 1885.

Fotografías de la colección de Rocío Botta.

La Democracia. Asunción, 27 de noviembre de 1886.

La Democracia. Asunción, 29 de noviembre de 1886.

La Democracia. Asunción, 24 de septiembre de 1887.

La Democracia. Asunción, 19 de noviembre de 1888.

La Tribuna. Asunción, 4 de abril de 1935.

Registro Oficial de la República del Paraguay 1890. Asunción.

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